EL GUARDIÁN DE SAN ROQUE...
Copio, pego, leo y traduzco por así decirlo, un fragmento, del que probablemente sea el mayor tesoro literario calamochino.
EPITOME de la virtuosa y evangélica vida del Venerable padre Fray Ignacio Garcia, lector jubilado, fundador, y dos veces Guardián, del Insigne Colegio Seminario de Misioneros Apostólicos de San Francisco de la Villa de Calamocha, en la santa provincia de Aragón.
EL MILAGRO DE LAS MATRACAS DE SAN ROQUE
Ajustó perfectamente el gobierno de su Colegio a las Leyes Generales incluidas en la Bula del Santo Pontífice Inocencio XI.
Iba puntualisimo a todos los actos de la Comunidad y para todos los trabajos era el primero el Venerable Prelado, y así le seguían gustosos todos los súbditos.
Mas persuadía con sus buenas obras que con sus palabras
Estableció según dichas Constituciones Apostólicas, un séquito puntualisimo de Comunidades que jamás ha variado.
Los Maitines a media noches han sido indispensables, de tal manera, que ni por los fríos (que en aquella alta tierra los hace grandes) ni por los hielos y nieves, ni por los vientos del Norte destemplados y rigurosos, ni por otro motivo alguno se han dejado de decir las Divinas alabanzas en aquella hora determinada por la Ley y costumbre de la santa Religión.
Caso más admirable sucedió la noche del día tercero de marzo del año 1710 que era lunes de Carnaval. Fue este:
Había venido de hacer Limosna el Religioso a cuyo cargo estaba el despertar a Maitines. Con la fatiga de su pasado viaje, se durmió profundamente de tal suerte que habiendo tocado las doce de la noche, no las oyó ni toco la campana del Coro, ni menos toco la matraca para despertar a los Religiosos.
Uno de ellos se despertó al ruido de las matracas, se fue al Coro y viendo que ninguno venia, fue a la Celda del Sacristán que debía despertar y le hallo aun en su profundo sueño.
Vieron el Reloj y hallaron que pasaba un poco de las doce.
Despertó el Sacristán a los demás y se dijeron los Maitines como otras veces.
Este extraño caso lo examino el Prelado con todo rigor y no encontró quien hubiera tocado las matracas, asegurando el Religioso que las había oído que estaba muy despierto y perfectamente en sus sentidos, cuando las oyó.
Este suceso maravilloso alentó a los Religiosos del Santo Colegio para nunca faltar a las Divinas alabanzas en aquella hora de la media noche.
Aunque el Siervo de Dios Fray Ignacio hubiese de predicar al día siguiente a dos y tres leguas de distancia de su Colegio, iba a Maitines a media noche y lo mismo cuando volvía. Y solía decir: que no podía hacer otra cosa en conciencia hallándose Prelado, por que no sentía bastante necesidad para dispensarse a si mismo. No era así con sus Súbditos, el caritativo Padre, sino que en semejantes ocasiones, les mandaba descansar, y no se levantasen a los Maitines de media noche.
Con todos era piadoso, y riguroso consigo.
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