lunes, 27 de julio de 2020

Gargallo canto a la vida

Eramos los más pobres de Fuentes Claras. Recuerdo a mi madre gritarnos:“Muchichos, corriendo al rio, ¡han soltado los aucos!” Les tenia muchismo miedo. Era un gabache descalzo, les dábamos en los morros para quitarles las caracolas por que si se las echaban al buche, no comíamos. Fue al bajarme de pastorcillo a Calamocha a casa de Iñigo Catalán cuando empece a matar el hambre. Nos decía el amo“Mañana a segar tomar un pan bajar a llenaros la bota y subir a por conserva”. Tu mismo te servias. Mi alforja hacia mas bulto que yo. Allí eche el mal pelo fuera y mas tarde conocería a la “gitana”, a la Carmen, de criada para lavar.

 

Vino la guerra y mi quinta murió en la Batalla del Ebro con dieciocho años. Me salve  gracias a la suerte y a Manuel, el Chato el esquilador. Cuando fuimos a tallar recomendados como unos señoritos por un pariente suyo nos libramos. Pero acabando el jaleo llamaron a todos los escaqueaos y me casque tres años de mili construyendo el Cuartel de Valdespartera. Una mañana en la formación un Sargento me dijo: “¿Eres de Calamocha?, yo de Bañon. Si por mal de aprender de albañil quieres cascarte toda la mili tirando de pico y pala bien. Pero si  quieres venir a casa de pasante, miro de rebajarte de servicios a cambio de que por las tardes las pases en las cocinas pelando patatas”. ¡Que mili! En esta santa vida, sin suerte no eres nadie.

 

De vuelta a Calamocha sin un real ni tierra ¡imagínate! pase las de Caín. Para ganar alguna perra, todo eran abusos. Me fui buscando el jornal, me patee la vega entrecavando, escardando, escoronado remolacha, vendimiando. Siempre para otre y con la hoz y la zoqueta me segué la comarca y me comí todos los nidos. Con sol, frio, nieve y unos hielos entonces de tres pares de coquines, y mal atrapechao. En los ratos libres, echaba culos de cestos. Me deslome. Pase mas tiempo agachao como un animal que de pie como un hombre. Luego fue escampando y eche a ir con los albañiles y dejando los jornales, nos casamos, las  hijas, los cestos que vendía, la casa, la viña, el campo y el huerto junto a la vía. No respire tranquilo hasta que me jubile. Entonces la Carmen, siempre jodida, se me murió. ¡Que vida esta. Cuando no padeces, sufres! Me jope al charco donde nací.

 

Gargallo murió hace unos días en medio de estos tiempos envueltos en tristeza a unas semanas de cumplir cien años. Advertir que lo hizo en su cama y a causa de la edad. Era una persona excepcional, un ejemplo, un padre para todos, un excelente conversador, contador de historias, sabia  escuchar, sabia estar. Era culto a pesar de no haber ido a la escuela. Trabajador incansable. Fue allá por el 2014 en Zaragoza donde acudía a verlo cada vez que podía cuando se nos pasaron las horas repasando su vida tal cual la he contado. Iba a verlo con libreta y boli, “Apunta. Si el de arriba lleva la misma marcha que yo, os he de enterrar a todos”  Y se reía y nos hacia reír y aun pensar si seria verdad lo que una vez mas nos contaba. En él todo era verdad. 

 

Siempre he leído los obituarios que traen a diario los periódicos. Estos corresponden a personas que han destacado en algún campo de la vida, escritores, artistas, profesores, investigadores, emprendedores. Tal vez con demasiada frecuencia nos olvidamos de las personas en apariencia normales. Sirva pues su vida, el anuncio de su muerte como recuerdo no solo de él sino de todos los que hoy nos están dejando en soledad. Solo la suerte parece poder librarnos de la tragedia.

 

Gracias Gargallo, boina, moquero, albarcas, peducos, bicicleta, carretillo y mimbres. Sonrisa, voluntad, trabajo, generosidad y vida. Gracias señor Antonio por tus historias y ejemplo, por ser el primero en todo, por no poner jamas una mala cara, ni pedir nada a cambio, por tus ánimos, por decir siempre la verdad, “muchos os tendréis que jopar del pueblo”, por cuidarnos de niños, por las tardes en el remolque de Perico a sacar las patatas con los machos, por los días de vendimia subidos al camión de Matinsa con mi padre, por los sacos de trigo que nunca eran tuyos a las espaldas, tus espaldas, tus cestos, y caracoleras, los barbos que tanto te gustaban, los tordos y cuervos con cebolla y hasta algún gavilán, las noches a la fresca, el huerto en la vía, las tardes regando, embotando el Ventorrilo.

 

Y gracias por los últimos años en Zaragoza caminando juntos por el Paseo Longares. Un día agarraste el gayato de la Carmen, después eran dos y al final el tacatá. Fue una suerte inmensa haberte tenido como vecino, padre, abuelo, lo que hiciera falta, Dios te bendiga amigo, te queremos un montón. Paciencia con la Carmen, no le hagas rabiar mucho, ni dejes que te indizque ahora que por fin descanséis juntos en la Cañadilla. “Ya esta aquí el Bicho. Pensaba que no vendrías” te habrá dicho al llegar. “Considera Morena, como dicen en Fuentes Claras, no iba a venir. Ande iba estar mejor que con tu”

 Diario de Teruel 1 de mayo 2020


"Gargallo el Cestero" Por José Luis Sancho

 

 

 

 

 

 


domingo, 26 de julio de 2020

GERUMIN

La novela, autobiográfica en su mayor parte, se convierte página a página en toda una experiencia vital, en un constante querer tirar para adelante, avanzar sin mirar atrás, sin detenerse en un triste presente que adivinaba un futuro no menos triste. Un canto al trabajo de quienes nos precedieron, a su esfuerzo callado por tratar de dejarnos un futuro mejor, padres y abuelos, de todos y cada uno de los habitantes de Fuentes Claras, auténticos protagonistas.

Dara buena cuenta Francisco de como era la vida en aquellos años de su niñez y juventud a orillas de un añorado rio Jiloca, oficios perdidos, mujeres costureras, medico, practicante, cura, alcalde, costumbres olvidadas, fiestas, travesuras, hambre. El primer manjar que probo, la leche condesada, regalo de un moro del ejército de Franco, los viajes a un Teruel destruido previos a la muerte de su padre.

Didáctico cien por cien, requiere leer y pensar, recordar según la edad del lector, pues a los mas mayores todo les sonara y les llevara a los a pesar de todo felices años de la niñez y a los más jóvenes sin duda les costara creer que un día no muy lejano la vida fue así, un eterno mirar al cielo, con los huevos como única moneda y con un huevo frito como cena para toda una familia, comiendo más, quien mas trabajaba.

Entrañable retrato costumbrista, escrito como se habla, de un modo sencillo, cordial y ameno, a veces poético, sin rencor, sin ajustar cuentas con nadie ni con nada y que contiene muy probablemente los mejores párrafos que uno haya leído a propósito de la tan traída y llevada memoria histórica “sin política, todo va bien”.

El libro transcurrirá llegado el momento en apariencia lejos de Fuentes Claras, pero en realidad, su autor aun hoy en día “sigue allí” nunca se marchará, cuando recuerde como aquellos niños nacidos en medio de la guerra, los gerumines, en su mayoría darán la espantada, enviaran dinero a sus casas, volverán por fiestas, pero al fin y al cabo emigraran físicamente para siempre, entre ellos él, sin tierra ni trabajo. Hubo quien estudio.

Eternamente agradecido él y tantas familias, la mía también a la sagrada cabezonería de los frailes de La Salle de Monreal empeñados en que aquellos niños estudiasen, sin pedirles nada a cambio, como forma de huir de la pobreza. Y Francisco lo hizo, y aun hoy lo sigue haciendo, excelente trabajo el de aquellos religiosos, La mili, la inquietud por ser algo, las buenas personas que uno se encuentra en la vida, los estudios de practicante, después medicina, la aventura americana, la vuelta a España y llegada la jubilación, los estudios de derecho, escritor, poeta, padre, abuelo, excelente dibujante, a ratos pintor, el mismo ilustra sus libros con unos preciosos dibujos, casi oníricos. Lo dicho, un jovenzano de Fuentes Claras, donde reside el acento más bonito del Jiloca, muy a tener en cuenta, imprescindible.

Otros libros del mismo autor ademas de Gerumin, Autoedicion 2019 son:

El gilipollas nacional, Circulo Rojo 2017 Divertida obra, de caracter enciclopedico, que conviene tener a mano para su obligada consulta diria, teniemo presente que gilipollas somos todos.

Pensamientos realistas, Circulo Rojo 2017 Como su titulo indica todo aquello que se le pasa por la cabeza a cualquier que haya nacido en Fuentes Claras y alrededores.

Sinfonía de la poesía, Autoedicion 2019 Por momnetos entreñable, de caracrte poetico, contiene poemas en torno a la tierra que le vio nacer, a la Virgen de los Navarros y a la niñez.



sábado, 18 de julio de 2020

Días contados

Allá por el curso del 87 la eterna vida tranquila de Calamocha transcurría en apariencia lo mismo que hoy. Día tras día el sol nos devolvía la vida por la Dehesa, llegaba a lo más alto y bebia de la Fuente de la eterna juventud del Bosque para seguir su camino y esconderse por Santa Bárbara llevando la luz al otro lado.

Una mañana de aquellas alguien llamo a la puerta del aula de física o química sin llegar a entrar. Yo andaba repitiendo COU un mal año lo tiene cualquiera. Aquel profesor dió por terminada la clase y se marchó: “Van a cortar las acacias de la Fuente del Bosque. Voy a encadenarme con los demás”.

De vuelta a casa pase por aquel mágico lugar hoy idealizado por los recuerdos y una sombra de lo que fue. No pude acercarme, jóvenes encadenados, Land Rover de la Guardia Civil, tráfico cortado y gente apostando por llevarlos al cuartelillo, darles su merecido y rematar la faena. Creo alcanzaron a cortar una, la rápida actuación de un grupo escaso de calamochinos y algún forastero junto al buen hacer de dos o tres profesores de instituto, por aquellos años unos calamochinos más, impidieron a la motosierra su trabajo. Defendidas en todo caso, mayormente por todos aquellos para quienes el paso por el puente era mas un capricho que una necesidad.

En aquella ocasión las acacias tenían los días contados bajo el rodillo del progreso, el único, o casi, que puede con todo amen de la ignorancia y dejadez de unos y otros. Las opiniones eran dispares. Todas ellas las daban por perdidas. El trajín de coches en uno y otro sentido, la cantidad de camiones y los tractores y cosechadoras cada vez más grandes que por allí transitaban parecían sentenciarlas. Aquel único carril, la falta de arcén y de aceras, era todo un despropósito un peligro para todos en especial para los caminantes. Aún hoy lo es.

A la carretera de Morata, la más bonita del país del Jiloca le había llegado el turno, dos carriles, arcén y un puente ancho y seguro sobre el hermano pobre del puente Romano. El Ratero, puerto del Rabal sin habaneras. Resumiendo, acacias fuera, paso al progreso del siglo venidero, ese al que se oponían quienes gritaban “viva las cadenas”. Aquellos que no lo usaban en su trabajo parecían tener otras inquietudes. Visionarios soñaban con una próxima carretera del Gazapón al Rincón y por la Rambla Rija a la Atlántida de Gallocanta, otros apostaban por dejar una hilera de acacias, o una tan solo y hasta llevarla a la plaza de la iglesia donde decían en su día hubo un olmo redentor ahora que se morían también los de la Huerta Grande te abrazases o no a ellos.

A día siguiente o unos después tras lograr parar la primera tala los ecologistas de Calamocha y Teruel, de cuyo nombre como asociación no logro acordarme nos llamaron a manifestarnos en defensa de las “acacias centenarias”. De nuevo en clase de física o de química alguien llamo. El profesor les hizo pasar y dejo hablar, no tardaron en convencernos, calamochinos y no, alumnos de toda la comarca para que abandonásemos la clase y subiésemos al Santo Cristo, olimpo de la villa, para sumarnos a la manifestación y seguir apostando por la vida tranquila de un solo carril bajo la sombra del paisaje que nos legaron.

Dicen fue la primera manifestación de la democracia en Calamocha y un montón de gente, canto “no nos moverán”. Por mi parte era joven, me dejé llevar. Asistí tan derrotado como convencido de que aquello no tenia sentido y de que tarde o temprano, si no para esa cosecha, para una próxima calmados los ánimos una mañana de invierno volvería la motosierra y su infernal ruido. Siempre me contaron los mayores y les creí que contra el poder y el progreso poco o nada podía hacerse. Por fortuna las acacias, árbol de la vida, dulces doncellas de nuestras choperas puntuales en flor cada San Roque celebraran el próximo año su noventa aniversario.

 

Las Acacias en flor día de San Roque de 1994 

Articulo publicado en El Comarcal del Jiloca Julio del 2020


 Las Acacias un doce de julio de 2020


sábado, 11 de julio de 2020

San Roque en Septiembre Año 1885

Sesión ordinaria en la villa de Calamocha hoy domingo seis de septiembre de mil ochocientos ochenta y cinco. Reunido el ayuntamiento en sesión ordinaria de este día bajo la presidencia del señor alcalde don José Rivera abierta la sesión y leída el acta anterior quedo aprobada.

( )

Acto seguido el señor presidente manifestó haciendo ya bastantes días que no había defunción alguna de la enfermedad colérica por la que ha venido pasando esta población creía conveniente se cantase en acción de gracias el Te Deum de costumbre en tales casos y se celebrasen las fiestas de la Virgen y San Roque que se suspendieron en su día por la epidemia.

El ayuntamiento en la vista conformara con ( ) y la junta de sanidad local


Acordar que con objeto de dar las gracias al todo poderoso por la desaparición de la enfermedad colérica () se cante el Te Deum el domingo próximo celebrándose en el mismo día la festividad de la Virgen y al día siguiente catorce la festividad de San Roque patrón de esta villa y que el día quince se haga un aniversario por todos aquellos que han fallecido en la población durante la epidemia

Acordando al propio tiempo que desde esta fecha al pueblo ( ) en buenas condiciones de higiene. Debiendo antes los conductores de los actos asistentes presentarlos para su inspección

Se trato así mismo sobre el nombramiento de grandes jurados ( ) y al público de paso que viniera a las plazas ()

(Ilegible)

Nota:

Todos conocemos la historia, y todos sabemos que es una cuestión de fe y a pesar de ello hemos presumido cada 16 de agosto de haber sido salvados de una tragedia mayor por San Roque. Uno de los patrones de Calamocha a quien quisimos dar las gracias en primer lugar. A raíz de la epidemia de colera de 1885 tomaría casi todo el protagonismo festivo.

Aquel año las fiestas de agosto se suspendieron. Celebrándose es septiembre y dando así las gracias con toda precaución en los mismos días del Santo Cristo. Por aquellas fechas la noche de San Roque como puede leerse en el año 1884 en la plaza de la iglesia se prendía fuego a una hoguera, pero eso ya es otra historia. Recuerdos