Fue un Cariñena – Calamocha, en aquellos años setenta, todo un largo desplazamiento, la primera vez que recuerdo haber ido a un partido de fútbol, nos trasladamos a bordo del Renault 8 de mi Tío Jesús, laureado portero del equipo en los años cincuenta, cuesta creerlo, pero, dicen, hay fotos que lo demuestran, mas no tengo ninguna (D.e.p.).
Íbamos a ver a Emilio Gracia, quien en aquel momento, decían, era para el Calamocha lo que Nino Arrua para el Real Zaragoza, el hijo de Adolfo, a la sazón el vecino y pariente de al lado de mi tío y compañero de trabajo de mi padre, allá en los piensos de Pygasa, junto al Matadero.
Íbamos a ver a Emilio Gracia, quien en aquel momento, decían, era para el Calamocha lo que Nino Arrua para el Real Zaragoza, el hijo de Adolfo, a la sazón el vecino y pariente de al lado de mi tío y compañero de trabajo de mi padre, allá en los piensos de Pygasa, junto al Matadero.
Recuerda mi padre, a quien el fútbol ni fu ni fa, ósea lo justo, nada, como hoy a mi, que Adolfo, el padre de Emilio, gran futbolero, entendido maestro entrenados, se pasó todo el partido, cigarro en boca, gritando instrucciones desde la banda, curiosamente dirigidas, al equipo contrario, a saber:
“¡Hijos de Puta¡, ¡Hijos de Puta¡” una y otra vez es lo que gritaba… “Calla hombre no chilles tanto, espera que nos toque el jamón y el cántaro de vino” intentaba calmarlo mi padre, a lo que mi tío Jesús, El Sabio Del Silo, no menos entendido en la materia, respondía: “Seria la primera vez que el jamón le toque a los de fuera, venga Adolfo, chilla mas, tírale, que sepan de donde venimos”.
“¡Hijos de Puta¡, ¡Hijos de Puta¡” una y otra vez es lo que gritaba… “Calla hombre no chilles tanto, espera que nos toque el jamón y el cántaro de vino” intentaba calmarlo mi padre, a lo que mi tío Jesús, El Sabio Del Silo, no menos entendido en la materia, respondía: “Seria la primera vez que el jamón le toque a los de fuera, venga Adolfo, chilla mas, tírale, que sepan de donde venimos”.
Era, a su vez, el Calamocha que se miraba en el espejo del Barça de Cruyf, incluso había vestido con los colores azulgranas unos años atrás, guardo un retazo con el escudo de una de esas camisetas, heráldica bordada, cuenta la tradición, por mi Tía Pilarin, y que perteneció a otro de mis tíos, Manolo, el protagonista de las fotos que pueden verse, a la sazón su hermano, quien jugara con el número 6, y quien siempre según su versión fuera el mejor mediocentro del momento, hasta que la mili en Melilla, truncara su carrera, como tantas otras, dejémoslo estar y a sus ojeadores zaragozanos también, creámosle, pues siempre dice la verdad. Quedaron pues las botas colgadas, en sentido estricto y literal, en el Granero desde aquel día en que embarco rumbo a Africa, y ahí siguen, cual jamón.
Era el escudo del y de Calamocha hasta que democráticos estudiosos desde la Universidad de Zaragoza se encargaran de cambiarlo, “igualito” que el que hay a la entrada del Casino, o del ennegrecido que hay sobre una columna a la entrada del parque de la Huerta Grande, renovando igualmente la bandera por el mismo precio, cuestión de colores, pesetas y dibujos, de blanca y roja la bandera a la de Aragón sin más, sencillito.
Era el escudo del Calamocha cuando ser socio infantil costaba cuarenta duros o menos y apenas nos daba para asomarnos al campo tras la valla para ver al Cura del Poyo, Mosen Ciriaco, correr la banda, y algun que otro jugador nos daba para chucherias, en lo de la Concha, a cambio de gritar su nombre y animarlo
Era el escudo del Calamocha cuando ser socio infantil costaba cuarenta duros o menos y apenas nos daba para asomarnos al campo tras la valla para ver al Cura del Poyo, Mosen Ciriaco, correr la banda, y algun que otro jugador nos daba para chucherias, en lo de la Concha, a cambio de gritar su nombre y animarlo
De aquel día en Cariñena no recuerdo el resultado, mi padre tampoco, y a Emilio hijo nunca me acuerdo de comentárselo, sólo que en mi nació la afición, que ya hace unos años irremediablemente perdí, aunque eso ya sea otra historia, y este fue el momento concreto en que el futbol comenzó a ser todo para mi:
El árbitro pito un penalti a favor del Calamocha y tras el lógico cabreo del publico local, comenzó a oírse un murmullo de expectación,... entonces me di cuenta: el portero del Calamocha, vestido de riguroso negro y con gorra, como mandaban los cánones del fútbol de antaño, recorría todo el campo con gran garbo, valor y polvo, polvo de regional, de los partidos de solteros contra casados en las fiestas, para llegar al punto fatídico del área contraria, abrazar el balón chutar y marcar.¡Gol!
Seguidamente, bajo los aplausos y griterío se retiro a su puerta saludando toreramente al respetable que agradecía el gesto. Aquel día decidí que de mayor seria portero.
El árbitro pito un penalti a favor del Calamocha y tras el lógico cabreo del publico local, comenzó a oírse un murmullo de expectación,... entonces me di cuenta: el portero del Calamocha, vestido de riguroso negro y con gorra, como mandaban los cánones del fútbol de antaño, recorría todo el campo con gran garbo, valor y polvo, polvo de regional, de los partidos de solteros contra casados en las fiestas, para llegar al punto fatídico del área contraria, abrazar el balón chutar y marcar.¡Gol!
Seguidamente, bajo los aplausos y griterío se retiro a su puerta saludando toreramente al respetable que agradecía el gesto. Aquel día decidí que de mayor seria portero.
Mi niñez ya no necesito ningún otro héroe del fútbol, ninguno,… por más que cierto día, llegase el Real Madrid de veteranos a jugar con el Calamocha y entre los jugadores del equipo blanco aparecieran, unos jovencitos llamados, Juanito y Santillana a bordo de un Austin Victoria de color rojo que se quedo sin resuello tras salvar el badén del puente de la vía, casualmente yo estaba allí, en el Taller de Abad al que acudieron en busca de ayuda, donde mi padre aguardaba paciente la puesta a punto de la maltrecha Avia blanca y verde de Pygasa.
Sacaron un balón del maletero, Juanito pasaba, Santillana remataba y gol tras gol, apostaban por desmoralizarme “¿qué tal ser medio o delantero de mayor?” me dirían, ¿serás del Madrid?.... pero yo ya había decidido, ya tenia un ídolo al que seguir. Quería ser portero, pero de la de goles que me metieron, se me fueron las ganas, y no, yo no era del Madrid, mas bien un poco del Barça, cuyos colores identificaba con los del Calamocha nada más, o por ser Cruyf el mas grande del momento amen de tener un traje azulgrana con el numero 4 y otro con el seis, Costas o Del Olmo y Coronilla Asensi. Por aquel dia que mi padre nos compro las camisetas en Zaragoza, no encontró ninguna del Real Zaragoza...
Tal vez algún día el Calamocha llegue y se asiente en Tercera Regional, por pedir que no sea, que menos, momento en el cual se podría pedir a la Zarzuela, si todavía somos una Monarquia, el tiempo parece apremiar, que les dejasen llevar el titulo de Real, se lo habrán ganado, y algún respeto impondrá el título, a otros les ha funcionado.
El Zaragoza me emociona “¿Por que quien manda en el área?, ¡En el área manda Cedrun ¡”, repetía Ortiz Remacha, padre, una y otra vez aquel año de la Roma, Aupa Zaragoza, gol de Nayin y del Castellón que decir …Pam Pam Orellut.
JESUS
Tarde de Futbol en Calamocha. Tardes de vino y rosas.
Manuel Lechon Pamplona, el número 6, el protagonista.
El equipo en el que jugo
De pie, de izquierda a derecha: Cruyff, Costas, De la Cruz, Torres García, J.C. Pérez, Mora. Agachados, de izquierda a derecha: Rexach, Asensi, Rifé, Sotil, Marcial. Entrenador Rinus Michels (No sale en la foto).
Paseando el trofeo, evidentemente era San Roque
Posando junto al mejor portero de todos los tiempos, Santafe, el hoy Cancerbero del Ventorrillo en la Serrana.
El equipo que gano el trofeo al completo
El Futbol en blanco y negro.
Borroso todo el equipo
El equipo unos años después
Las botas del numero 6, por las que no han pasado el tiempo, colgadas en el granero donde descansan desde aquel año en que se fue a la mili.
El Barça de por aquellos años ...