En realidad, no fue una
afirmación, si no una pregunta que vino a romper el silencio entre
nosotros y atravesó la cochera del corral a la calle dejándome
helado una calurosa mañana de julio al mediodía. No hay respiro
posible o al menos esa es la sensación, el tiempo congelado se paró
y alce la vista para mirarle y responder.
Llevaba ya un largo rato
sentado en el sofá descansando yo allá en Calamocha un sábado de
esos que ahora llaman de vaquillas y que también lo es de San
Fermín, camino de Zaragoza y el sentado frente a mí, donde
estuviese, en la que fuera mí casa, junto a lo que un día fue el
pozo el rincón más fresco de lo que hoy es un salón comedor, hizo
la pregunta tal vez sin venir a cuento, pero seguro la había pensado
mil veces a lo largo de al menos los últimos diez años, un secreto
a voces del que no hay nada seguro, una pregunta de esas que en
ningún momento deben hacerse por que la respuesta es de sobra
conocida. Algo le rondaba por la cabeza. Lo mismo se muere la oveja
que el cordero.
Momentos atrás estaba
recordando cómo había cambiado todo tanto y en apariencia en tan
poco tiempo hablando de un montón de recuerdos también solo en
apariencia sin orden alguno, mezclados con aquello que trae el
tiempo, el presente que se pierde entra las manos. Nada nuevo.
El morico que tiene el
huerto quiere conocerte, este verano te lo presentare y será ya cosa
tuya cuando al año que viene lo siembre, “los moros de dios” que
decía tu abuelo cuando pasaban a caballo por el Barrio Nuevo desde
el Rincón, él que hacía buenas migas con todos estaría encantando
de ver su tierra vuelta a cultivar, le tendrás que decir que te
plante borraja.
Iremos cuando vengas con
tiempo a dar vuelta de todo, lleno de yerba como esta, da pena, pero
ni más ni menos que todos los demás, que triste esta la Serrana y
el Ventorrilo no te puedes dar una idea, da miedo seguir el camino,
con la vida que tenía años atrás, ahora todo baldío, sin una cara
conocida a la que saludar, sin un alma, con un camino imposible aun
para andar, devorado por los cacharros, las motos, las bicis, las
prisas, no reconozco nada de lo que veo, mires donde mires todo
pardina.
No queda paisaje, no
queda vega, da miedo y pena a partes iguales mirar donde mires, ya no
es un camino agradable el seguir y dar la vuelta por el Tormo, todo
jodido, mejor pasear por la Jampudia, el secano no engaña sigue
igual que siempre, la vega con el agua a los pies, muere.
Deberás correr cuando
llegue el día, y dejarlo todo hecho y dicho de cuanto vayamos
hablando, cuando menos dicho, el que venga detrás que arree que
decía Inocencio. Porque llega un día en el que se te van las ganas
de seguir haciendo faenas, te paras y ves que ya lo tienes todo o
casi todo hecho, y piensas la del Tío Cachurro, que hago yo ya aquí,
si no es padecer. Que recuerden ellos la tierra.
Sabes que el pozo no se
tapó, ¿a qué venia contarlo?, el pozo se tapio y se
cruzaron unas tablas, pero no se enruno, mucha gente lo hacía, en
cuanto llego el agua a las casas, y para enrunarlo todo valía,
basura todo basura, trastos y zarrios, se pensaban que ya no habría
que utilizarlo, que era algo viejo y de pobres, de muertos de hambre
que criaban nabos y tocinos cojos y sembraban los barbechos
abandonados por los parientes de la capital sin que se enterasen,
pero aquí se hizo bien, por si acaso un día ocurría y de nuevo
había que abrirlo se respetó. Acuérdate.
No le pegare fuego a la
hacienda como han hecho otros muchos cuando han llegado a mis años
con la excusa de dejar todo hecho a los hijos antes de enderezar la
Cañadilla, os jodis sin mi como podáis, esos que luego van por ahí
a fanfarronear de corro en corro de las perras que les han dado por
una tierra que no era suya sino de sus padres, suegros, vete a saber,
que no vale nada, que nada cría, que nada renta, y que no la han
trabajado. Además de lo que queda ya nada es mío, no lo compre, no
lo trabaje, vuestro será.
Conviene, dejarles algo a
toda esta recua que viene detras, algo que los ate, que tengan un
palmo tierra donde caer muertos, donde les den tierra, algo que les
tire cara Calamocha, además de una casa, como el pozo, quien sabe si
igual un día, les apetece cuidar de la tierra, lo llevaran en la
sangre. No lo veremos.
Pascual te traerá
verdura, sabes que ya tiene tomates, jodelo, será cosa del tiempo y
del hortelano, tomates antes de San Roque, casi en junio, que loco
está el clima, aquella tierra no hay otra igual, allí pasa los días
y casi las noches, en la puerta de casa, si lo vieras, tiene unas
lechugas que podrías atar los machos de Perico, el Bayo y el Romo y
no tendrían cojones a soltarse. Borraja me parece que no tiene, le
daré un sombrero de esos que trajiste, y si se quiere llevar ese
poco plantero que me has traído, que se lo lleve, chili, aguacate,
tomate catalán, siempre estás de probatinas, yo no quiero nada,
aquí en el corral cae todos los días una calorina que todo lo
quema, salvo la higuera. La higuera de la Moracha, cuanto le haría
parecer, y sin gustarle los higos que no le gustaban.
Salía el abuelo al
hacerse de noche después de cenar y primero se recostaba ande estas
tu ahora con el trajon de bastón y luego con la cantinela de siempre
de dar vuelta de los animales todas luces encendía hasta llegar a la
cuadra, una tras otra, le maravillaba el darle a una clavija y tener
luz, debía pensar que era el mejor invento que podía hacerse, y lo
tenia en casa, y al poco salía la torrijana detrás con un genio de
tres pares de cojones venga a gritar, “si te quieres matar, te
matas, pero fumas a oscuras, no gastes” y tu abuelo se sentaba bajo
la bombilla de las vacas a encender el cigarro en el umbral de la
puerta y allí se le iban las horas antes de acostarse, solo,
sentado, fumando, charrando con las vacas y el tordillo, y de allí
al catre tan obligado como cansado enderezaba el rellano del patio
escaleras para llegar a la habitación, yo creo que jamás durmió
mas de cuatro o cinco horas, ni de pequeño ni de mayor. Así de la
nada y sin dormir compro lo poco que de tierra queda y debe quedar.
Te dije, que te trajeron
un pollo que parece un pavo, un auco, grandísimo, para los días de
San Roque, por aquello que les regalaste. El que siembra recoge,
también te llevare un día a que veas aquel hortal y le hagas fotos,
y ver si ha funcionado lo que trajiste esa mestura para la tierra, te
gustara, esta todo como hace cien años, como cuando tu abuelo pasaba
allí las noches fumando, sin dormir, vigilando después de haber
trabajado de sol a sol y así ganar alguna perra más. Y así te los
presentare y los conoces. Solo a el le dejaban fumar.
Está haciendo una
barbaridad de calor, pero aun hará más, no te lo he contado, pero
en el concurso de guiñote del hogar nos echaron a las primeras de
cambio, todos nos tenían miedo, nadie quería jugar contra nosotros,
pero las cartas se van con quien menos te lo esperas, nos dejaron
cao, ni un coto ganamos. Llevo unos días sin bajar, me jode el aire
acondicionado, y además a escape lo cerraran por vacaciones, por
ahorrar.
Las portaladas estaban
siempre abiertas, ahora todo lo cerramos, más desde aquel día en
que entraron a picar y envigar contra obra, hay que joderse,
aprovechando que no estábamos en casa y que era un bien para el
pueblo, adiós al paso, la faena será vuestra, nadie os creerá,
hasta las ventanas cerramos, aquí encerraba el carro y debajo se
echaba el Chato a dormir, no entraba en casa, todo estaba lleno de
aperos, no se cabía tanto zarrio en tan poco trozo como este donde
estamos, ahora que ya para comer todos juntos nos viene pequeño. Que
pechadas de sacar fiemo se pegaba con la puta falsa escuadra que
hacia que el carro no pudiese llegar al corral, con el carretillo a
mitad camino y luego con la horquilla, miles y miles de veces la
misma historia, el fiemo a la era y de la era a la tierra, sin
descanso año tras año, a última hora ya lo sacamos con la Dumper
de las granjas o de Vicente el Torrijano, el pariente, pero era lo
mismo, todo a mano y sin una queja, lo hacíamos a gusto, era un día
grande en todas casas cuando se sacaba el fiemo para la tierra,
trabajar en casa, almorzar, la bota, los carros llenos de abajo
arriba y que bien le sentaba aquello a la tierra, ahora que para
criar algo te tienes que dejar las perras.
Luego encerrábamos aquí
el coche, te acuerdas, la de maniobras que teníais que hacer para
llevarlo al sitio, junto a la leña de la gloria, debajo las rastras
de las cebollas, frente al banco de cocinar, el ventanuco de la
bodega, la nevera de Doña Pilar, el armario sobre el pozo, la moto,
las bicis, el pienso de los conejos y los tocinos, … y un día,
como todo, se acabó, llamamos a Paco y ablentamos todo, las
portaladas verdes, una pared, ventanales, suelo, yesaire, vigas, y
convertimos la cochera en un salón con cocina, te acuerdas donde
compramos la chimenea, y lo que costo, y como la trajimos, y el
puente romano pintado por Ramon… hace de eso ya treinta años, no
cuarenta. Se os va hacer tarde, tendréis que joparos al charco, ya
seguiremos mañana
Iremos este verano una
mañana antes del calor y daremos vuelta de la tierra, ya habrás
olvidado los caminos, haremos fotos, y recordaremos para que luego tu
lo puedas contar y decirles que ahí la tienen, para lo que quieran,
pero que aun siendo suya, ni la compraron, ni la van a trabajar. Y a
mi que me importara ya todo eso, ni a mi ni a nadie de los que ya se
han ido. Que dejen estar la tierra, que la dejen trabajar.
No llegue a decir palabra
alguna, él fue más rápido a la hora de responder a la pregunta de
si viviré o no más años que él, y se contestó así mismo, si
bien mi cara al mirarlo dejo bien claro lo que yo pensaba aquel día,
porque la vida son instantes, momentos en los que todo pasa y cambia
y cuando a punto estaba de articular una sola palabra con la que
responder armado con la verdad él lo hizo por mí.
No. No vivirás más que
yo, y ya no me importa porque no lo veré, treinta años más de los
que tienes, serán muchos, lo son para mí, así que no quiero ni
pensar cómo lo serán para ti heredero de todo lo mejor de la
familia de Torrijo a Calamocha. Ya he vivido tanto como mi padre y
estoy acabando, cuestión de ley debería ser vivir más que los
padres, pero eso es una mentira como otra cualquiera y contigo aún
más, contigo será diferente por muy mayor que te hagas te será
difícil llegar hasta donde yo he llegado. Por eso deberás contar,
tanto como sientas a todos estos que vienen detrás.