sábado, 14 de julio de 2018

Vivirás más que yo

En realidad, no fue una afirmación, si no una pregunta que vino a romper el silencio entre nosotros y atravesó la cochera del corral a la calle dejándome helado una calurosa mañana de julio al mediodía. No hay respiro posible o al menos esa es la sensación, el tiempo congelado se paró y alce la vista para mirarle y responder. 

Llevaba ya un largo rato sentado en el sofá descansando yo allá en Calamocha un sábado de esos que ahora llaman de vaquillas y que también lo es de San Fermín, camino de Zaragoza y el sentado frente a mí, donde estuviese, en la que fuera mí casa, junto a lo que un día fue el pozo el rincón más fresco de lo que hoy es un salón comedor, hizo la pregunta tal vez sin venir a cuento, pero seguro la había pensado mil veces a lo largo de al menos los últimos diez años, un secreto a voces del que no hay nada seguro, una pregunta de esas que en ningún momento deben hacerse por que la respuesta es de sobra conocida. Algo le rondaba por la cabeza. Lo mismo se muere la oveja que el cordero.

Momentos atrás estaba recordando cómo había cambiado todo tanto y en apariencia en tan poco tiempo hablando de un montón de recuerdos también solo en apariencia sin orden alguno, mezclados con aquello que trae el tiempo, el presente que se pierde entra las manos. Nada nuevo.

El morico que tiene el huerto quiere conocerte, este verano te lo presentare y será ya cosa tuya cuando al año que viene lo siembre, “los moros de dios” que decía tu abuelo cuando pasaban a caballo por el Barrio Nuevo desde el Rincón, él que hacía buenas migas con todos estaría encantando de ver su tierra vuelta a cultivar, le tendrás que decir que te plante borraja. 

Iremos cuando vengas con tiempo a dar vuelta de todo, lleno de yerba como esta, da pena, pero ni más ni menos que todos los demás, que triste esta la Serrana y el Ventorrilo no te puedes dar una idea, da miedo seguir el camino, con la vida que tenía años atrás, ahora todo baldío, sin una cara conocida a la que saludar, sin un alma, con un camino imposible aun para andar, devorado por los cacharros, las motos, las bicis, las prisas, no reconozco nada de lo que veo, mires donde mires todo pardina. 

No queda paisaje, no queda vega, da miedo y pena a partes iguales mirar donde mires, ya no es un camino agradable el seguir y dar la vuelta por el Tormo, todo jodido, mejor pasear por la Jampudia, el secano no engaña sigue igual que siempre, la vega con el agua a los pies, muere. 



Deberás correr cuando llegue el día, y dejarlo todo hecho y dicho de cuanto vayamos hablando, cuando menos dicho, el que venga detrás que arree que decía Inocencio. Porque llega un día en el que se te van las ganas de seguir haciendo faenas, te paras y ves que ya lo tienes todo o casi todo hecho, y piensas la del Tío Cachurro, que hago yo ya aquí, si no es padecer. Que recuerden ellos la tierra. 

Sabes que el pozo no se tapó, ¿a qué venia contarlo?, el pozo se tapio y se cruzaron unas tablas, pero no se enruno, mucha gente lo hacía, en cuanto llego el agua a las casas, y para enrunarlo todo valía, basura todo basura, trastos y zarrios, se pensaban que ya no habría que utilizarlo, que era algo viejo y de pobres, de muertos de hambre que criaban nabos y tocinos cojos y sembraban los barbechos abandonados por los parientes de la capital sin que se enterasen, pero aquí se hizo bien, por si acaso un día ocurría y de nuevo había que abrirlo se respetó. Acuérdate. 

No le pegare fuego a la hacienda como han hecho otros muchos cuando han llegado a mis años con la excusa de dejar todo hecho a los hijos antes de enderezar la Cañadilla, os jodis sin mi como podáis, esos que luego van por ahí a fanfarronear de corro en corro de las perras que les han dado por una tierra que no era suya sino de sus padres, suegros, vete a saber, que no vale nada, que nada cría, que nada renta, y que no la han trabajado. Además de lo que queda ya nada es mío, no lo compre, no lo trabaje, vuestro será. 

Conviene, dejarles algo a toda esta recua que viene detras, algo que los ate, que tengan un palmo tierra donde caer muertos, donde les den tierra, algo que les tire cara Calamocha, además de una casa, como el pozo, quien sabe si igual un día, les apetece cuidar de la tierra, lo llevaran en la sangre. No lo veremos.

Pascual te traerá verdura, sabes que ya tiene tomates, jodelo, será cosa del tiempo y del hortelano, tomates antes de San Roque, casi en junio, que loco está el clima, aquella tierra no hay otra igual, allí pasa los días y casi las noches, en la puerta de casa, si lo vieras, tiene unas lechugas que podrías atar los machos de Perico, el Bayo y el Romo y no tendrían cojones a soltarse. Borraja me parece que no tiene, le daré un sombrero de esos que trajiste, y si se quiere llevar ese poco plantero que me has traído, que se lo lleve, chili, aguacate, tomate catalán, siempre estás de probatinas, yo no quiero nada, aquí en el corral cae todos los días una calorina que todo lo quema, salvo la higuera. La higuera de la Moracha, cuanto le haría parecer, y sin gustarle los higos que no le gustaban.

Salía el abuelo al hacerse de noche después de cenar y primero se recostaba ande estas tu ahora con el trajon de bastón y luego con la cantinela de siempre de dar vuelta de los animales todas luces encendía hasta llegar a la cuadra, una tras otra, le maravillaba el darle a una clavija y tener luz, debía pensar que era el mejor invento que podía hacerse, y lo tenia en casa, y al poco salía la torrijana detrás con un genio de tres pares de cojones venga a gritar, “si te quieres matar, te matas, pero fumas a oscuras, no gastes” y tu abuelo se sentaba bajo la bombilla de las vacas a encender el cigarro en el umbral de la puerta y allí se le iban las horas antes de acostarse, solo, sentado, fumando, charrando con las vacas y el tordillo, y de allí al catre tan obligado como cansado enderezaba el rellano del patio escaleras para llegar a la habitación, yo creo que jamás durmió mas de cuatro o cinco horas, ni de pequeño ni de mayor. Así de la nada y sin dormir compro lo poco que de tierra queda y debe quedar.

Te dije, que te trajeron un pollo que parece un pavo, un auco, grandísimo, para los días de San Roque, por aquello que les regalaste. El que siembra recoge, también te llevare un día a que veas aquel hortal y le hagas fotos, y ver si ha funcionado lo que trajiste esa mestura para la tierra, te gustara, esta todo como hace cien años, como cuando tu abuelo pasaba allí las noches fumando, sin dormir, vigilando después de haber trabajado de sol a sol y así ganar alguna perra más. Y así te los presentare y los conoces. Solo a el le dejaban fumar. 

Está haciendo una barbaridad de calor, pero aun hará más, no te lo he contado, pero en el concurso de guiñote del hogar nos echaron a las primeras de cambio, todos nos tenían miedo, nadie quería jugar contra nosotros, pero las cartas se van con quien menos te lo esperas, nos dejaron cao, ni un coto ganamos. Llevo unos días sin bajar, me jode el aire acondicionado, y además a escape lo cerraran por vacaciones, por ahorrar.

Las portaladas estaban siempre abiertas, ahora todo lo cerramos, más desde aquel día en que entraron a picar y envigar contra obra, hay que joderse, aprovechando que no estábamos en casa y que era un bien para el pueblo, adiós al paso, la faena será vuestra, nadie os creerá, hasta las ventanas cerramos, aquí encerraba el carro y debajo se echaba el Chato a dormir, no entraba en casa, todo estaba lleno de aperos, no se cabía tanto zarrio en tan poco trozo como este donde estamos, ahora que ya para comer todos juntos nos viene pequeño. Que pechadas de sacar fiemo se pegaba con la puta falsa escuadra que hacia que el carro no pudiese llegar al corral, con el carretillo a mitad camino y luego con la horquilla, miles y miles de veces la misma historia, el fiemo a la era y de la era a la tierra, sin descanso año tras año, a última hora ya lo sacamos con la Dumper de las granjas o de Vicente el Torrijano, el pariente, pero era lo mismo, todo a mano y sin una queja, lo hacíamos a gusto, era un día grande en todas casas cuando se sacaba el fiemo para la tierra, trabajar en casa, almorzar, la bota, los carros llenos de abajo arriba y que bien le sentaba aquello a la tierra, ahora que para criar algo te tienes que dejar las perras.

Luego encerrábamos aquí el coche, te acuerdas, la de maniobras que teníais que hacer para llevarlo al sitio, junto a la leña de la gloria, debajo las rastras de las cebollas, frente al banco de cocinar, el ventanuco de la bodega, la nevera de Doña Pilar, el armario sobre el pozo, la moto, las bicis, el pienso de los conejos y los tocinos, … y un día, como todo, se acabó, llamamos a Paco y ablentamos todo, las portaladas verdes, una pared, ventanales, suelo, yesaire, vigas, y convertimos la cochera en un salón con cocina, te acuerdas donde compramos la chimenea, y lo que costo, y como la trajimos, y el puente romano pintado por Ramon… hace de eso ya treinta años, no cuarenta. Se os va hacer tarde, tendréis que joparos al charco, ya seguiremos mañana 

Iremos este verano una mañana antes del calor y daremos vuelta de la tierra, ya habrás olvidado los caminos, haremos fotos, y recordaremos para que luego tu lo puedas contar y decirles que ahí la tienen, para lo que quieran, pero que aun siendo suya, ni la compraron, ni la van a trabajar. Y a mi que me importara ya todo eso, ni a mi ni a nadie de los que ya se han ido. Que dejen estar la tierra, que la dejen trabajar.

No llegue a decir palabra alguna, él fue más rápido a la hora de responder a la pregunta de si viviré o no más años que él, y se contestó así mismo, si bien mi cara al mirarlo dejo bien claro lo que yo pensaba aquel día, porque la vida son instantes, momentos en los que todo pasa y cambia y cuando a punto estaba de articular una sola palabra con la que responder armado con la verdad él lo hizo por mí.

No. No vivirás más que yo, y ya no me importa porque no lo veré, treinta años más de los que tienes, serán muchos, lo son para mí, así que no quiero ni pensar cómo lo serán para ti heredero de todo lo mejor de la familia de Torrijo a Calamocha. Ya he vivido tanto como mi padre y estoy acabando, cuestión de ley debería ser vivir más que los padres, pero eso es una mentira como otra cualquiera y contigo aún más, contigo será diferente por muy mayor que te hagas te será difícil llegar hasta donde yo he llegado. Por eso deberás contar, tanto como sientas a todos estos que vienen detrás.