Aquel año el Tutor
por fin confirmo los rumores que se venían oyendo por el patio, las mañanas de
los sábados íbamos a participar en un concurso frente a otros colegios de la provincia. No un
concurso cualquiera, si no académico, de conocimiento, serio cien por cien, como
los de la tele de entonces, pero sin tele, con radio, eso si, ya que se podría
escuchar a través de las ondas, si bien, en Calamocha en aquellos años de la
EGB, tan solo se sintonizaba, y no siempre, Radio Nacional de España (Zaragoza),
eso sí, llegada la noche, las radios francesas y lo que entendíamos eran árabes
se oían con toda nitidez y ayudaban a conciliar el sueño, pero escuchar
cualquier cosa emitida desde Teruel, era del todo imposible. Aquello era un
remanso de paz. Nunca ocurría nada, casi es una pena que todo haya cambiado
tanto.
El Tutor, también
nos confirmó lo evidente, la joven y hippy, Maestra de Sociales, ya todos lo sabíamos, había
votado en contra de la participación del Ricardo Mallen en el concurso. Patrocinado
por una editorial y un banco, ella nos
quería demasiado, velaba por nosotros lo mismo que nosotros soñábamos con ella
y no lo veía claro, tampoco se fiaba del
resto de colegios participantes, pecado de juventud por su parte, aseguraban el
resto de los maestros, por tanto no se haría cargo de los “entrenamientos”
relativos a su materia. Opinaba sencilla y llanamente que el concurso estaba
amañado, y si no al tiempo, estaría dirigido,… y argumentaba sus razones, con
sencillez “no merece la pena llevarnos un disgusto más adelante, jamás dejaran
que lo gane un colegio de pueblo”.
En cualquier caso,
el Ricardo Mallén se lanzó a la
aventura. No hay mal que por bien no venga, y así por una
parte, gracias aquel concurso, viajamos por toda la provincia, incluida la
capital donde fuimos a parar variar veces, y así mismo otros muchos vieron el
mar por primera vez, cuando todo acabo, en forma de premio final.
Mientras por lo que
toca a la otra parte, supimos de la realidad de las cosas. El clero, los
bancos, las multinacionales, tenían ya entonces en sus manos nuestro aciago destino.
Como quiera que por aquellos días apenas rondáramos los doce años, el golpe que
la realidad nos dio, resulto tremendo y muy educativo también, de lo que nos
esperaba después en la vida real.
Así pasamos, como
bien digo, aquellas mañanas de los sábados, corría el año 1980, de un lugar a otro durante el tiempo que duro,
aquella competición académica, Alcañiz, Calanda, Andorra, y Teruel capital en
varias ocasiones, los de pueblo, los de provincias éramos todos colegios
públicos, los de la capital, por el contrario, eran todos privados… sábado tras
sábado el Ricardo Mallen, se batía en duelo frente a uno u otro colegio, y
caminaba con paso firme hacia la final.
Los equipos, uno
por curso de quinto al octavo, entrenaban a diario, y salían a competir en
chándal, uno de esos azules horribles con el logotipo de la editorial, con los
cuales se podía pasar una noche al raso en Calamocha, en medio del invierno,
sin miedo a pasar frio, también el banco les había regalado una bolsa para los
apuntes. Más tarde caerían en desgracia y nadie oso jamás usarlos. La afición
animaba sin parar, canticos ya desde que subíamos a los autobuses de Zuriaga,
pancartas,…
El chándal azul de Área 5 Foto de Eva L. |
Y la final, acabada
la fase clasificatoria, a nuestro alcance. Los cuatro mejores colegios
competirían en Teruel por el campeonato, habría fiesta y hasta baile con el
grupo Botones si no recuerdo mal.
Y de nuevo, con la gloria
de los campeones en unos días, los rumores, antesala del desastre, rondaban el
recreo. El Ricardo Mallén clasificado para la final con solvencia, buen hacer,
máximo entusiasmo y oficio se vio
relegado a una plaza de esas en las que ni fu ni fa, quedándose fuera de la misma.
Adiós a todos nuestros sueños de ganar, de gloria, y de asistir a la fiesta
final.
Aquellos días
vinieron a dar la razón a la Maestra de Sociales, solidaria, cabreada y desconsolada
como todos, era evidente, aquel concurso estaba ideado para vender
enciclopedias y no iban a dejar que un colegio público y de pueblo, sin
prestigio ni nombre, lo ganase, debía ganarlo un colegio privado y de capital,
y siendo los cuatro finalistas de tal clase, no había riesgo alguno.
Curas y monjas de
la capital, bajo el amparo del banco patrocinador y la enciclopedia que se
jugaba los cuartos, y que con buen criterio debió pensar estos calamochinos lo
saben todo, lo que menos necesitan es una enciclopedia. Curas y monjas por
detrás de nosotros, libraron una encarnizada batalla académica, y así
impugnaron varias preguntas en principio bien respondidas por los equipos del
Ricardo Mallen a lo largo del concurso, del primer al último enfrentamiento,
apelando, no a Dios, si no a la gran enciclopedia británica, para finalmente
hacer recuento de puntos y caer los de Calamocha en desgracia, caer estrepitosamente en la clasificación,
quedar fuera de la final.
Aquel día el Tutor
por fin confirmo los rumores que se venían oyendo por el patio, no habría
final, fuimos unos ingenuos, unos tontos, reconció, la Maestra de Sociales,
quien ya os explico su posición, tenía razón, pero nosotros teníamos ilusión en
nuestro trabajo, ha sido una pena, a veces el esfuerzo no tiene recompensa, ya
la cosa no estaba clara desde un principio, pecamos de ingenuo, pero somos los
ganadores morales ,nos tienen miedo, hemos enviado un telegrama al concurso
anunciando que nos retiramos.
No iremos a la
final de Teruel, pero hemos acordado que ese mismo sábado os llevaremos a todos
como premio a ver el mar.