sábado, 1 de octubre de 2016

El Rabal, bien vale una Salve

Meses atrás, alguien unos años mayor que yo, recordaba con cariño los domingos de la niñez en el Rabal, cuando las campanas del Santo Cristo, le despertaban a eso de las nueve y media.
No le di más importancia, simplemente, pensé, que bien dormía yo en aquellos días, pues no las oía, aun teniéndolas tan cerca, a mí siempre me despertaban las "lejanas" campanas de las monjicas y poco después La Moracha cuando a eso de las diez y cuarto pasaba a casa y le decía a mi abuela: Niña ya se siente tocar el segundo en las Monjas, me bajo a misa, a goler, ¿te vienes?, aunque ya sé que no.
Ya nos han jodido
¿Y ahora qué coño harás? Le preguntó mi abuela Rosa a la Carmen La Moracha, quien sin dudar, vino a contestar: Que cojones quieres que haga maña, conmigo no cuenten, que me olviden, que no es mi santo. Yo a la misa del Santo Cristo que van a poner, no pienso ir, a la Salve y la Novena, no lo dudes, que te acompañare y no faltare, pero los domingos, hare lo que he hecho siempre, y a tomar pol culo.
Me bajare a la misa de las Monjicas, la del Santo Cristo, te la dejo para ti, y para todas esas que no van nunca a misa los domingos, porque les cae lejos la plaza y tienen muchismas faenas ¡Y atente maña!, ahora, todas esas desustanciadas que no van a misa los domingos, perderán el culo por ir a oler al Rabal.
Maña, os jodis como podáis. Y es más, una cosa te voy a decir, si viene jodiendo la marrana, como parece que ha venido este cura, que quiere cambiarlo todo, pues no dicen también, que no va haber misa los domingos por la tarde, que ha quitado la de las ocho, y que coño van hacer las beatas del Peirón, pues, lo que hablamos, como me toquen mucho los cojones y me quiten la misa de las monjicas, no pienso ir a ninguna, a mi entierro si acaso, que me lleven y se acabó.
Mi abuela, zanjo el tema, poco más o menos así:
Ya se sabe maña, los curas siempre dando pol saco, como los de rabal, no vamos a misa los domingos, habrán pensado, vamos a joderlos a estos que no hacen más que alcagüetar, y se creen que no necesitan ir a misa como todos.  Vamos hacerles ir a misa…
Aguarte niña, no quedara otra, que ir, yo tendré que ir, si no será un dijenda, que si una va, que si otra no va, y para algo que nos traen a la puerta casa, aunque sea una misa, no vamos a decir que no, no te parece, los hemos de joder bien, la hemos de llenar todos los domingos.
No cale darle más vueltas, la cosa es así, y nunca cambiara, hasta última hora nos joderan cuanto puedan, pero no podrán con nosotras.
Y a los del Peirón también
Quien ha de tener la culpa, si no los curas, de todo cuanto nos haya pasado, pase y este por pasar, y en este caso, al menos hasta hace unos días, no había otro culpable, que no fuese el mosén recién llegado, un cura de por allá arriba, de un pueblo cercano a Teruel, quien al parecer la había tomado tanto con los del Rabal, poco amigos de misas y de sagradas historias, como con las beatas del Peirón, que gustaban de salir los domingos al ponerse el sol.
Resumiendo, hasta hace cosa de unos treinta años, ya más, en Calamocha había tres misas los domingos, a saber, la de las Monjas a las 10:30, la mayor a las 12:00 y por la tarde sobre las 8:00, aunque creo recordar que sobre las cuatro había otra en las Monjas. Amén de lo cual, nunca mejor dicho, la misa diaria de por las tardes los días de hacienda.
Sin embargo, mientras todo eso tenía lugar en el Peirón, en el Rabal, había dos misas al año, si, tal cual se lee la cosa, dos misas, o más bien una porque a la otra, solo iban los “curitos del Poyo”.
El rabal bien valió una misa
No era de extrañar, que los Rabaleros, a la vista de cualquier recién llegado, y el Mosén lo era, anduviesen escasos de manifiesta fe. Y es que allí en la ermita del Santo Cristo, aunque pueda parecer mentira, hasta hace cuatro días, esos escasos treinta años y pico, se celebraban dos misas:
Una el tercer domingo de mayo, cuando el pueblo del Poyo se acercaba y aún se acercan en romería al Rabal, y otra misa, el día del Santo Cristo el 14 de septiembre, Exaltación de la Santa Cruz, fiesta grande en toda Calamocha entera y verdadera, todo cerrado, todos a la Salve, misa y novena… y se acabó. Ni una misa más. El Rabal bien valía una misa.
Así pues, comenzar a celebrar misa todos los domingos, revolucionó el Rabal en lo humano y lo divino… dado que aquello solo fue el principio de lo que fue llegando y aún falta por venir, porque si, todavía falta por llegar los más importante, y es que el Rabal, bien vale una Salve, o mejor dos, por todo lo alto.
Sin ir más lejos, fue llegando la Semana Santa de aquellos años, cuando lo mismo vimos el vía crucis del jueves con el Ecce Homo a la cabeza y en solitario, dando pionero ejemplo, pasar por la puerta del Cuartel, sin atreverse a parar, que llegar al Santo Cristo, desde donde acabaría saliendo, y aún vimos más. Comenzar la Semana Santa con la procesión del Domingo de Ramos, aprovechando que la liturgia así lo dice,…
En los lugares donde haya dos iglesias, la procesión ha de ir de una a otra… y en aquellos días, en Calamocha, al parecer solo había dos y una de ellas estaba en el Rabal… Tan solo nos faltó, en estos últimos años, ver a San Roque tirar y subir al doblar el Cantón a la derecha, la tarde noche de San Roquico y bailar con la fresca camino del Santo Cristo. Todo llegara.
Pero aquel cura recién llegado, hoy sabemos, estaba libre de pecado, no fue idea suya, ni muchísimo menos, la de llevar por el camino del bien a los Rabaleros, ni la de hacer llegar la semana santa tan lejos, ni hablando de San Roque, comenzar la ofrenda de la Virgen de la Asunción, desde las puertas de la ermita del Rabal.
Mayormente, todo fue obra, o gracia, o culpa del Dichero Olvidado, quien llegadas las pasadas fiestas encontró el momento de confesar tales atrevimientos que ya no le duelen si no reconfortan, frente a otros que están por llegar y que a ratos le duelen y a ratos le joden, como jamás podremos imaginarnos.
El Rabal bien vale una salve
Ocurrió todo en el momento previo a la Salve de este año, cuando sentados en el coro, esperábamos entre un murmullo de expectación insoportable, el comienzo de la misma, fue entonces cuando Don Jesús Blasco, contó todo esto que hoy recuerdo, bajo el eterno murmullo del silencio calamochi:
Me han dicho los de la comisión, que mañana este por aquí cuando den los premios, me van a dar un detalle. Les he preguntado por qué, si este año no les he ayudado nada, es más, lo poco que les he sugerido renovar, sacar la salve a la calle y las balconeras, no me ha hecho ni puñetero caso, y el año pasado tampoco ni hice nada, ni caso me hicieron, otros años si que he hecho algo, la charla en la ermita, la visita guiada… total que los de este año, que son muy majos, me van a dar algo, porque me lo merezco, porque algo habré hecho o algo hare. Así que allí estaré.
Mejor eso que no, que te encorran a gorrazos, por querer cambiar las cosas, la de hostias, que me he llevado y me quedan por llevar, con perdón. El caso es que si supieran todas las cosas que he hecho y no saben, más que un detalle, me daban el Santo Cristo entero.
O cuando menos me ofrecían la casa, para el día que me vaya de la de mis padres, la casa para que me hiciese ermitaño, casi lo único que me falta por hacer y ser, aquí el en Rabal, a los cuatro días iba a dormir yo aquí mismo en el coro, porque lo primero que haría sería pegarle fuego, para tirarla y dejar la plaza diáfana… Pero para eso todavía es pronto.  
Ahora de quien más gorrazos me he llevado, por no decir hostias, por traer cosas a la Rabal, fue de un mosén recién llegado hace unos treinta años o más, cuando dije yo, esta es la mía, hora de proponer cambios,…
Tu sabias, que hasta ese día, vosotros los Rabaleros, con dos misas, mejor dicho, una, pasabais todo el año, y que fue por entonces cuando empezó haber misa todos los domingos…

Puede parecer que esto de la misa los domingos en el Rabal haya sido cosa de siempre, pero nada más lejos de la realidad… y no veas con la Junta de Semana Santa y el cura, para traer cosas, hacia aquí… Si quieres te lo cuento y tomas nota. Que se sepa. Y la misma pelotera o mayor en el ayuntamiento con las fiestas, para que el día de la Virgen, la ofrenda saliese desde aquí.
Contado ha quedado ya, y hoy, con las Balconeras al viento, lo que le quita el sueño, es renovar la Salve, ese instante mágico, privilegio de unos pocos afortunados, ante el desconocimiento de la mayoría.
Y a lo igual que hace más de treinta años, la misa fue al Rabal, por no ir los del Rabal a misa, ahora deberá ser la Salve, con mayúsculas, la que salga al Rabal.
Donde hay dios, no manda santo, y eso bien lo sabe San Roque, que al Santo Cristo siempre lo llamó Jefe. Tan es así, que las fiestas de San Roque acaban el mismo día que empiezan las del Santo Cristo, el mismísimo día de San Roquico, cuando al concluir la procesión, se sube al rabal a cantar la Salve, en la cual el pueblo de Calamocha da gracias a Dios, por haber terminado las fiestas con bien.
Pero ni yo mismo, por mucho que me lo propongo, logro ningún año llegar, termina la procesión de San Roquico y sale a escape la comitiva y la banda, con media docena de acompañantes, camino del Santo Cristo… Pero, ¿cómo hacer brillar un acto así, en medio de la vorágine sanroquera?... A buen seguro el Dichero Olvidado, sabrá por dónde tirar. ¡Que inventen otros!
Sin embargo, esa otra Salve, la mayor, la inmediata al fuego de la hoguera, hoguera que algún día, su encendido, será un premio, para quien bien se lo merezca, tarde o temprano Don Jesús la encenderá, esa otra Salve, aun gozando de buena salud, podría resultar espectacular.
Cinco minutos del cielo en la tierra allá en el Rabal, si se consiguiese de algún modo “sacar fuera”, para todos aquellos que ni caben, ni entran, apagar las luces, las músicas, tirar de la megafonía de San Roque, e incluso de la pantalla gigante…
Algo habrá que hacer no tardando mucho, Calamocha, conocerte para quererte,… con la Salve pasa igual, ¿cómo quererla sin conocerla?
Acabada la Salve, donde el Dichero Olvidado, cantó como los ángeles encaramado al coro, en un latín perfecto y de memoria, que envidiaría cualquier ensotanado, ni muchísimo menos había terminado de contarme, tanto como pretendía, y el encendido mismo de la hoguera, nos pilló en el porche, donde antaño cabía la orquesta, y continuo hablando entre el fuego purificador, donde un año más los Rabaleros, no quemamos a nadie, antaño al menos ardía un muñeco, y esto lo puedes contar, y esto no, me decía


El Rabal en llamas
La hoguera, aquí en la puerta de la ermita o allí en la de Inocencio, me parece igual de bien, y el tamaño, ideal, no cale más,.. Al menos aquí tan cerca del Santo Cristo, con poco sobra, no vaya a ser que le peguen fuego a la ermita y arda el cristo. Por cierto, no sería la primera vez, por que como bien sabrás, se quemó.
Y ese hecho ocurrido hace un montón de años, del que todos habíamos oído hablar, en realidad, yo ya no sabía si era o no verdad, leyenda o realidad, así que hace un tiempo me propuse descubrir la verdad y comencé a leer papeles de aquí y de allí, perdido total estaba, y di más paseos que un tonto, porque no sabía casi nada, lo que contaban que si se quemó o no se quemó, y lo que era peor, cuando pudo ser,…
Al final, pude constatar que ciertamente el Santo Cristo se quemó, a eso de las once de la mañana un no tan lejano jueves 12 de mayo de 1904, a escasos tres días de la llegada del curitos, y como no, los del Rabal no tuvieron nada que ver. Toma nota.
No seré yo quien diga quien o quienes estuvieron a punto de quemar no solo al Santo Cristo si no a la ermita entera, pero si te diré que por la fecha en que ocurrió, cerca de un tercer domingo de mayo, fecha que te sonara de algo, día en el que había una de los misas en el Rabal, y a la cual no iba ningún Rabalero por no ser cosa suya… una de dos, o fue un rabalero resentido con los poyeros, para aguarles la fiesta, mejor dicho ahumarles la fiesta, o un poyero en los preparativos de la romería… o un simple accidente dado que la puerta, estaría de par en par, y alguien que entrase a dejar un exvoto, a rezar,  a poner una vela, se le fue la mano… Oh, vete a saber tu, uno de Navarrete
Sin embargo los Rabaleros, sabiéndose solos contra el mundo, aunque no iban ni a misa ni de romería, estaban vigilantes, apostados tras las puertas, gateras y ventanas, vigilando  todo lo que en su noble barrio acontecía entonces como ahora poco ha cambiado, y a escape se dieron cuenta que salía humo de la ermita, y fueron corriendo a ver qué pasaba y así pudieron apagar las llamas, sin pasar la cosa a mayores.
Al parecer, alguna vela prendió el fuego y si los pobres los Rabaleros no llegan a estar atentos como lo están siempre a todo lo que pasa en sus calles, se quedan sin misa por los siglos de los siglos.
Ahora que tampoco sé yo si eso de la misa les importaba mucho o no, pero el Santo Cristo, como ya veras, sí que les importaba y mucho…
El destrozo fue considerable, pero al santo solo le llego el fuego a los pies, hasta poco más allá de las canillas, vamos, que no ardió pero casi, si tardan algo más, ahora tendrían al Morenete, y casi se empeñan en ello… en cualquier caso, cuentan las crónicas, que el Santo Cristo, acabo hecho un cristo, un Ecce Homo… y que aquello parecía el acabose. Bueno, pues como te cuento, apagaron el fuego, y a casa,..
Pero que te voy a contar a ti, que eres Rabalero, de cómo sois los del Rabal, prácticamente perfectos, así que como no pasó nada, ahí quedo la cosa, no os preocupasteis de más, para que, cuando llegue la fiesta, pues ya veremos, a verlas venir… y así otra vez, tuvieron que venir de fuera, como aquel que dice, del ayuntamiento de Calamocha, escrito esta, a tomar cartas en el asunto y arreglar el destrozo.
Al día siguiente es cuando se produce un pleno en el Ayuntamiento al que asisten muchas personas, al menos dos, entre ellas el cura párroco Domingo Garcés y el alcalde Don Celestino Fernandez Lastra, con el fin de evaluar los hechos… pues bien sabían, que si esperaban algo desde el Rabal, llegaría el día de la fiesta, y aun estaría todo patas arriba, decidiendo tomar cartas en el asunto, por la via rápida, antes que los del Rabal, les pidiesen cuentas…”¿oye, y con nuestro Santo Cristo, que teneis pensado hacer, como lo vais arreglar…?”

Y otra vez los Rabaleros, atentos a lo que pasaba por su calle, esa que baja a Calamocha y por donde todo dios ha de pasar, que se dan cuenta de que entran a la ermita, y sacan a su Santo Cristo, y se lo llevan a la “herrería”, así, sin más, sin encomendarse a Rabalero de bien alguno, herrería que yo entiendo, estaba ahí mismo, donde luego empezó el Pilero… ya ves que son dos pasos, que no son más, pues menuda se preparó en cuanto que los tuyos vieron que los del Barrio Bajo por orden del Señor Alcalde de Calamocha se llevaban al Santo Cristo a la herrería para embalarlo y mandarlo a Zaragoza a restaurar,..
Se armó la de dios es cristo, no corrió la sangre, pero cuentan que falto muy poco, salió todo el Rabal entero y verdadero y que venga el Sr Alcalde y dé la cara, el cristo no sale de aquí, no vaya a ser, que nos lo cambien…
No hubo forma, no dejaron que se lo llevaran…y lo volvieron a llevar a la ermita, dejaron dicho al alcalde que de allí no salía, que por supuesto, había que restaurarlo y arreglar la ermita, pero que mandase llamar a quien fuese, y viniese a la ermita y lo restaurase allí mismo, que de allí el cristo no se movía, y que si no, así se quedaba,… Viva el Santo Cristo Socarrao, debió decir el alcalde en el momento de cruzar las cuatro esquinas y respirar algo de paz y sosiego, quien de buena se libró, y a quien no le quedaron mas coquines, que hacer venir al restaurador, y no a uno cualquiera, sino al mejor…

¡Viva el Santo Cristo Socarrao!
Total que el Sr Alcalde, os debía de haber fusilado a todos, y seguro que más de uno y dos de los que ahora están aquí viendo la hoguera no estarían… Mando pues el ayuntamiento llamar al celebre escultor, ni más ni menos que valenciano, Don Francisco de Borja, la creme de la creme, y le hizo venir a Calamocha a restaurar la talla, y ya que estaba aquí, y venia de tan lejos, a escape los del Rabal, vieron la ocasión, de que si me pones cuarto y mitad de esto, y un poco de aquello, y que te parece si… le hacemos un altar conforme dios manda.
De modo que no solo fue la restauración, que también, se hizo el altar que ahora vemos… Y quedo todo bonito, precioso, ni una queja, cuando hubo estado todo acabado, era el orgullo de los Rabaleros, mira qué bonito lo han dejado, ya nadie podrá decir aquello de ¡Viva el Santo Cristo socarrao!…
La única queja, llego más tarde, o en ese mismo momento, por parte del ayuntamiento, en concreto del Sr Alcalde, quien postrado ante la Dolorosa, imploro a los del Rabal, que de algún modo colaborasen en el pago pues la factura era de aúpa para lo que en un principio estaba previsto, setecientas pesetas costo la restauración y mil el nuevo altar, cuyo cobro, al verse el percal rabalero el bueno del escultor, reclamo a tocateca, lloro el Alcalde como una madalena, rezo cuanto supo, pero todo fue en vano, los del Rabal no quisieron hacer esfuerzo alguno a la hora de pagar… la restauración era cosa del pueblo, de Calamocha debisteis pensar, y al Alcalde no le quedó otra, que pagar. Y hasta aquí, te puedo contar…
Todo esto que me cuentas, contare, y tal vez, le dé ese toque del realismo mágico, cuasi fatalista, del camino que sigue el pueblo llano por cambiar las cosas, frente a la fatalidad, el poder y dios, ese humo, que tienen los cuentos de Juan Rulfo, a quien por supuesto, conocerás.
Y no sé lo que te darán mañana cuando la comisión te premie, en cualquier caso, será poco para tanto como mereces, bien podrían ponerte un altar, como los ex votos de antaño, o reservarte, un nicho, un rincón en el lado de la epístola, como el Guardián del Santo Cristo que ya eres, o darte el descanso eterno aquí mismo bajo la puerta de entrada, no cabe ya mayor humillación, mayor gloria que esa, la de ser pisoteado por toda la eternidad, estarías ciertamente entretenido, viendo quien te pisa con cariño y quien no, cuando entren por fin a ver la Salve conforme dios, o tú, mandais.