A mediados de aquel
mes de agosto ya pasado San Roque, madrugamos,
y pusimos rumbo a Barcelona, carretera y manta. Menudo palizón, aún más
en aquellas circunstancias. Íbamos de entierro.
Cuando la muerte
llega a causa de la edad, cuando se ve venir, uno se hace a la idea, hasta el
protagonista supongo, y se dejan pasar los días, a la espera del desenlace, en
nuestro afortunado caso, al no ser el protagonista, a la espera de que el
teléfono sonase y alguien al otro lado dijese, lo que todos sabíamos, ha
muerto, por fin ha descansado.
Una pena, pero, qué
se le va hacer, es la vida así, salud que tengamos, bien podría haber vivido
algún año más, pero ya para qué, mañana será el entierro, nos dijeron, a eso de
las cuatro. Ha sido enormemente feliz. No vengáis no hace falta, estamos tan
lejos, ya nada se puede hacer. Concluyeron.
Considera, que decían
en Navarrete, pueblo que fue uno de sus primeros destinos como Secretario
Municipal, si hará años de aquello, que hasta había Ayuntamiento, en tan bello
rincón de Teruel donde fuera a nacer una de sus hijas, allí frente al horno,
considera no íbamos a ir.
Nos metimos en el
coche de madrugada y pusimos rumbo a la Avenida del Paralelo. Y de qué íbamos
hablar, si no de lo que traía el tiempo, en este caso, el muerto, el Tío
Secretario, tan largo y apacible viaje estuvo lleno de recuerdos, de historias,
de cariño, os acordáis de, y aquella vez, y aquel día… Toda una vida, tantos
lugares recorridos y tan gran familia tres dan para mucho.
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Paseando y escuchando Años 90 |
Recuerdo, llego un
momento en el que la conversación giro en torno a llamémosle Y1, es decir, el
primer yerno que tuvo, quien fue alguna vez por Calamocha y dejo entre todos
una grata impresión, se ve que era un cachondo, un buen tío vamos, y se cascaba
unos tragos en la bota que ardía el hacha, llegó hasta con una barca para
navegar en la Laguna y conquistar Berruecos y
Gallocanta, joder con los catalanes. Finalmente, no llevamos a cabo tan
gran empresa como era aquella de surcar las aguas. Estaba casi seca.
Y1 enseguida cogió
acento maño al tiempo que mi Tío Jesús y mi padre siempre ávidos de
conocimiento, mejoraban su catalán básico a pasos de gigante, collons, fill de
puta, molt be tot,… Luego cosas, que pasan, la cosa no funciono en el
matrimonio de Y1 y acabo cada uno por su lado, afortunadamente para todos,
aquello era Barcelona, una gran ciudad, en aquellos tiempos grises, y el
separarse entraba ya dentro de lo normal, si eso en aquellos años pasaba en un
pueblo, aseguraban, era tanto una dijenda como una jodienda para todos. “Estos
catalanes están muy avanzados, ya lo estaban en el 36 cuando el jaleo”.
Aseguraba mi abuela, para quien todo entraba siempre dentro de la normalidad de
las cosas de la vida.
A Y1 llegó un día,
muchos años después de aquello, que la salud le abandono, lo supimos porque a
pesar de todo, la relación con la familia continuo y cada tanto a pesar de
estar tan lejos, nos llegaban noticias, su recuerdo aún perduraba. En el fondo
siempre lamentamos no haber podido navegar por la Laguna en pro de la conquista
de todos aquellos pueblos.
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La Conquista de Gallocanta Años 70 |
En la vida es
menester, como en todo, suerte, le llego la enfermedad, una tras otra y no
había manera de echar el mal pelo fuera por su parte. Siempre que llegaban
noticias en torno a él eran malas. Que mala pata, pobre…con lo fuerte y sano
que estaba, y los tragos que se cascaba
allá en la Laguna.
Y en aquellas estábamos cuando fue mi madre
quien dijo aquel dia camino de Barcelona, charrando en el coche dijo, pues
sabéis que hace ya tiempo, pero años hará ya, que no cuentan nada de Y1, casi
parece raro, tanto como hablamos, y el caso es que yo no me acuerdo de
preguntar, y con lo buena persona que era, no creo que sea porque se hayan dejado
de hablar después de tanto tiempo…
Se hizo el silencio
y la dudas empezaron a llegar, ¿Qué había pasado?, ¿qué había sido de él?
En momentos así, la familia recurre a mí, y
confía en mi memoria heredada de generación en generación a través de las tías
Fidela, Felisa y Nati, memoria de las cuales parezco ser el depositario, cosas
de Torrijo. Me tome un tiempo y dije:
Pues yo diría, que
se murió hará cosa de un par de años, para unos San Roques, echamos de menos
que no llamaran por teléfono ni lo cogieran y resulto que era porque estaban de
entierro.
De nuevo se hizo el
silencio, pero fue muy breve, todos empezaron a recordar y hablar a un tiempo, se ataron cabos, y sin
duda alguna, estaba muerto, todos recordaban, asociaban algo a su muerte, un
par de años atrás, casi por esas mismas fechas, el día de la muerte, el entierro,
la causa, el después,...
Aclarado el asunto
del pobre Y1, todos descansamos y el Tío Jesús pidió la palabra, venga, para
ande sea que me estoy pisan, vamos a conocer mon, para una vegada que salimos
de casa no vamos hacer el viaje a tirón, como los valencianos que pasan por
Teruel si dejarse una puta perra, comiendo a todo el sol en las cunetas, vamos
a dejarnos los cuartos, que dicen los catalanes, que la buchaca esta llena,
para por ahí en cualquier área de servici. Dios lo tenga en su gloria al gran
Y1 pero, que no nos espere. Paramos y seguimos.
Finalmente al
mediodía empezamos a recorrer las calles de Barcelona, tan enorme ciudad
parecía recibirnos con los brazos abiertos, sin casi circulación, no perdíamos
detalle, aunque yo iba más pendiente del plano que de los edificios, el Tío
Jesús, más de medio siglo después de que su madre abandonase sus repetidas
estancias, guerra incluida, en Barcelona, el mejor sitio en aquellos años para
emigrar sin duda, escudriñaba todo al detalle y parecía conocerlo todo, por
aquí vivía fulanito, por allá los de Monreal, allá los franceses,… Y en eso
llegamos al Paralelo, el cual por cierto estaba desierto, tan era así, que al
detenernos en un semáforo junto a un coche de la policía preguntamos si se podía aparcar, y allí mismo, en la puerta de
casa, dejamos el coche. Más hospitalidad era imposible.
Habiéndonos dicho
que no hacía falta que fuésemos, habiendo dicho que no iríamos, cualquiera
podía imaginar, que iríamos, así que dada lo hora que era, ya comenzaban a
echarnos de menos, la hora de comer y como era el deseo del Secretario, la
familia tenía el restaurante reservado contando con nosotros, pero antes
pasamos por su casa.
Me encontraba recostado sobre el capó del coche situando el
plano de Barcelona, dos metros cuadrados de papel tan útiles como difíciles de
manejar a sabiendas de que su casa estaba a tan solo unos metros, cuando sentí
a mi Tío Jesus parlar con un variopinto grupo de personas, con melódicos
acentos, no me lo podía creer, ya estaba haciendo amigos, se despidió de ellos,
se acerco y dijo: dos carrers mes a baix y a la esquerra la primera. Aquí me
parece que por muy grande que sea el carrer, los únicos catalanes que hay somos
nosotros, concluyo. Estos ninguno, ni encara lo parlan.
Al recibirnos mi
Tia, la viuda, lo primero que dijo, fue más o menos lo esperado: “ya veréis lo
guapo que lo han dejado, y para que venís, si no hacía falta…Cuando lleguen
todos nos bajaremos a comer, hay sitio para todos, contábamos con vosotros, no
podía ser de otra manera. El Secretario estará contento”
Efectivamente comimos todos juntos en uno de
esos restaurantes que pueblan Barcelona, uno de esos de pasillos y salas
imposibles tras una fachada no menos imposible, “un tallat amb una miqueta de
coñac, o encara millor, portame també una copa”. A pasos agigantados mi Tio
Jesús no perdía el tiempo, todo era aprender, en este caso el catalán. Para las
personas mayores, para tal vez para otras generaciones, lo importante siempre
era aprender, lo que fuese, con tal de saber algo más cada día. Llego la hora
de ir al cementerio y comprobar lo que
mi Tía decía una y otra vez “ya veréis lo guapo que lo han dejado”.
Y2 todo amabilidad
se ofreció a guiarnos, fue a por su coche y mientras lo esperábamos el Tío
Jesús matando el tiempo hizo una de esas preguntas que ya a tales horas,
después de tanto tiempo, no venían a cuento, ¿pero este catalán tan majo que
nos va a guiar es Y2 ó Y3, seguro que trae un coche de aquí hasta allá?...
Al cabo del rato se acerco un coche y empezó a
pitar, al tiempo que mi Tío se cabreaba, “che collons, aquí estamos aparcaos
nosotros y estamos a la sombra, tira pa allá pardal?
Era Y2 que pedía que lo siguiésemos, comenzó
así la percusión del Opel Kadet Colorao matricula
Palma de Mallorca, que un día fuera realmente rojo, vermell
mediterrani. Mi Tío enmudeció, joder con los catalanes, tienen perras
porque no se las gastan, con el saquillo que tendrán estos…chaval échale un
lazo que lo perdemos…. Acelera Torete. La mare que va, que tío tu, como le
pisa…
Las desiertas
calles de Barcelona tan largas como son, las atravesamos en un visto y no
visto, los semáforos dejaron de existir, por allí, a la derecha, pucha, baixa,
cambeate de carril, media volta, … “El gacho nos va a dar la comida, con lo
bien que hemos comido y el copón de coñac que llevo encima, de corbata los
llevo. La madre el cordero, no para, no…se ve que no lleva aire acondicionado y
así le correrá algo”.
A duras penas conseguimos
no perderlo de vista, de pronto Barcelona despareció y nos encontramos en medio
del monte subiendo y bajando rodeados de arboles. “Esto deben ser los Pirineos
ya, me parece que el pardal este sa perdu”. Y así sin más novedad, llegamos al
cementerio de Collserola, sanos y salvos.
“¿Os va agradat el
paseo” Dijo Y2. Masa, maño, masa, molt bé, le contesto mi Tio. En aquellos momentos mi Tio ya solo hablaba
catalan.
Una vez abierta la
puerta y pudimos pasar, mi Tía, la viuda, insistía una y otra vez, “veis que
guapo esta, hasta parece más joven”… Al cabo de un rato, ya sin saber que decir
ninguno, habiéndonos despedido y dado las gracias, por tan buenos ratos
pasados, comidas, conversaciones, paseos, … mi Tía reparo en el cuello de la
camisa, lo veía torcido y repetía una y otra vez “esta torcido, una pena” ,
“esta torcido, vaya de que cosas me preocupo”…y se reía, y seguía con la misma
cantinela, entonces el Tío Jesús dijo: Pero no le vamos a pegar fuego al pobre
Secretario de aquí a nada, pues déjelo estar, todos lo vemos bien.
Lo dicho puede
parecer y ser una barbaridad, pero responde al más puro y franco humor socarrón
aragonés, entre Calamocha, Torrijo y Pozuel quedaba todo, mi Tía empezó a reírse, y no había manera de
hacerle callar, menudo espectáculo por momentos, “tienes razón, tienes razón,
dejémoslo estar que lo van a tapar ya” medió mi madre para recordarnos a todos
donde y para qué estábamos allí. Silencio y andaros fuera. Salimos al pasillo.
Se estaba mejor y
más fresco dentro, en el cuarto pequeño junto al ataúd, pero debíamos guardar
las formas y no quedo más remedio que sentarnos en el pasillo en unos enormes
sofás de piel que abrasaban por estar bajo unas grandes cristaleras, “al final
arderemos nosotros”.
Sin tiempo para
respirar se acerco un empleado del complejo hasta nosotros, temerosos de que
nos fuese a llamar la atención, el Tío Jesús, quiso adelantarse pero no pudo
levantarse y quedo perplejo ante lo que oyó:
Joder con el noi
este, ¿qué ha dicho?, que podemos firmar, que hay un libro de recuerdos, la
madre que los pario a estos catalanes, de tan europeos que son, parecen
americanos… Y qué coño vamos a poner, Enhorabuena, Felicidades, No nos esperes,…
anda pequeño, por mi, ve tu y escribe algo, allí esta.
Pero no llegue a
ir. Fue entonces cuando nos quedamos mirando el libro de firmas, los libros, y
la cola era inmensa, de hecho, debíamos ser los únicos que no estábamos allí. Fue
entonces como digo, cuando mi Tío enmudeció, le cambio la cara, se puso blanco,
le tiro un manotazo a mi padre, que me dio a mí y que aún me duele cada vez que
cambia el tiempo o voy de entierro. Se levanto y se puso a cantar aquello que
cantaba, Peret.
“No estaba muerto,
que estaba de parranda…” Mecaguen la puta maños, mirar el muerto.
Y1, el cachondo no
estaba muerto, estaba vivo, el gacho de la barca…Mi padre se moría de la risa,
a mi Tío le volvían a entrar ganas de ir a mear, pero no podía ni moverse, yo
miraba en la dirección que señalaban, hacia el libro de firmas, y evidentemente
estaba vivo, de lo poco que recordaba, no había duda era él… además, cantaba de
lo lindo con unos pantalones rojos, una americana azul y una camisa con topos
poco más o menos, parecía un “Manolo del 92”, entrado en años… Tirar y avisar a
vuestra madre, no vaya a ser que al verlo del susto se muera.
Tal era el
escándalo que preparamos que Y1 y el resto de gente empezó a mirar hacia donde
estábamos, había sido todo culpa mía, yo lo había dado por muerto y todos me
creyeron, pero estaba vivo, Y1 inmediatamente reconoció a mi padre y mi Tío,
dejo todo lo que tenía entre manos y tiro pasillo adelante hacia ellos, que
hicieron lo mismo y se fundieron en un abrazo.
Cuanto me alegro de
veros les decía. Nunca podrás saber lo que nosotros nos alegramos de verte. Dijeron
ellos. Así debió empezar la larga conversación que mantuvieron con el cachondo
de la bota, la barca y Gallocanta al que unas horas antes habíamos dado por
muerto…
Fin de la historia
del entierro del Secretario, a pesar de ser un entierro, no acabo en boda, pero
tuvo un final feliz. Nos reímos mucho, esa es la verdad.
Los Años de la Cazalla. El fin