martes, 26 de septiembre de 2023

Hazañas Poéticas

 

El Centro de Estudios del Jiloca nacido en 1987 no lo hizo de la nada”. Así comenzó el joven y prolífico calamochino José María de Jaime la presentación de su último libro JILOCA Publicación comarcal del diario Lucha (Teruel, 1956-1963) el pasado jueves 14 de septiembre víspera de la fiesta del Santo Cristo del Rabal cuya hoguera pone fin al verano y a la presencia de los agosteros en la villa. En una tarde envuelta por el primer fresco otoñal y esa lluvia que hoy parece nunca caerá. A la hora en que el sol se jopaba por Santa Bárbara. Del mismo modo se presentó el número 51 de la Revista Xiloca y se animó a la numerosa concurrencia a ser socio del CEJ. Al acabar asistimos a la inauguración del Martinete a orilla de ese rio Jiloca que nos dio la vida.

 

En dicho libro y a lo largo de cuatrocientas paginas el entusiasta calamochino nos dará cuenta de todo aquello que se publicó a lo largo de aquellos años en el Suplemento Jiloca del diario Lucha. Un milagro escrito por un puñado de voluntades empeñadas en ver en letra impresa el devenir de sus días. Toda una joya literaria. Escritores y escritoras maravillosos a los que José María ha venido a rescatar del olvido. Pasen y lean, imposible nombrar a todos. Rescate, que no será efectivo hasta que no se haya leído por todos y cada uno de los que disfrutan del paso del rio que nos une.  

 

Con centro en Calamocha, cuando no en Monreal, huérfanos de Daroca y Cella localidades a las que no lograron involucrar en tan enorme aventura con eje en la ribera del Jiloca, (apenas se usaba el termino comarca) y con una periodicidad semanal, luego quincenal. Con un primer fin sin más y posterior vuelta, constituyó en su día toda una hazaña, no bélica, si no poética, desbordante de calidad humana, literaria y sentimiento por la tierra.

 

Lastrados constantemente por la falta de colaboradores, con lamentos principalmente que llegaban desde Calamocha por querer hacer del suplemento algo más que unas páginas locales. Nunca temieron a la autoridad, pero si al vecino. Seudónimos, números sacados adelante por uno o dos colaboradores y con suerte anuncios publicitarios. A lo largo de los años la lista de nombres, hombres y también mujeres, bien merecía la pena ser sacada del olvido de las viejas hemerotecas de papel como magnifico reflejo de unos días que alumbraron a la “generación Coca Cola”, la llegada de la radio a los hogares, el eterno llanto por la emigración, el feminismo, piropo, puntapié y decoro, esos mozos que no sabían comportarse en el baile y echaban a los forasteros, la constante dejadez de las instituciones, la deprimente falta de implicación de los vecinos, la censura de los besos en el cine y no de la violencia, los coches que pasaban por las calles de tierra a toda pastilla, ciclistas que ya recorrían el Jiloca recaudando fondos y tantas otras cosas… En suma, todo un compendio mayormente de problemas, tal es el periodismo, que leídos hoy no dejan de sorprendernos pues son en su mayoría los mismos que nos asolan. Asombroso, cuanto hemos avanzado a pesar de estar prácticamente en el mismo punto de partida.

 

Mas allá de los consabidos problemas el suplemento alcanzo el éxito y era esperado con devoción pues traía secciones más o menos fijas. Una editorial, Cada Semana Un Rostro, encuestas, buzón, Monrealerías, Jiloqueñas, Retraticos, El Chispa, con la chispa del enorme monrealero don José Hernández Benedicto (A quien la misma Revista Xiloca 51 rinde homenaje). Noticias de todo tipo, agricultura, industria, la luz en la Fuentes Claras de Modesto Parrilla que va y viene, obras son amores, barrizales, agua va, deportes, vida social, fiestas.

 


Sus cronistas tenían claro que las reclamaciones debían ir todas al Maestro Armero. Es decir, sabían perfectamente lo que podía y no podía decirse o escribir, a quien podían criticar o no. Pero si leemos entre líneas, los palos que daban a todos aquellos que bien se lo merecían hemos de convenir que eran unos valientes que no se callaban una. Amén de los pocos piques locales. Si a todo ello añadimos que escribían maravillosamente el resultado que nos ofrece el libro, crónica de aquellos días que hace años olvidamos resulta tan de obligada lectura como impagable. José María irá desgranando año por año los diferentes temas. Tan didáctico como entretenido, en un par de tardes lo habremos leído, nos sabrá a poco y pensaremos si hubo o no más suplementos posteriormente. Para estas navidades puede convertirse en el regalo perfecto, no encontrar allí en su índice final a un pariente, o algo que ataña a la familia de uno, créame querido lector del Jiloca, resulta imposible, allí estamos todos los que nacimos a orillas de dicho rio. Allá en el CEJ podrán comprarlo. Mejor, háganse socios de un centro que tuvo en aquellos cronistas olvidados uno de sus primeros pilares y que por cosas como estas necesita de toda nuestra ayuda.

 

Acabo ya. De entre todos tan solo destacar mi consabida predilección por el calamochino don Amable Moragriega y tras la lectura de hoy por Hernández Benedicto quien desde Monreal escribió en aquellos años casi con toda seguridad, lo mismo que escribiría hoy: “Seguimos con los problemas de tiempos pasados, con la mentalidad anacrónica, con el vivir que nos sitúa a la cola del progreso”.“ En cualquier pueblo encontramos los aspectos de siempre: La falta de ilusión hacia empresas colectivas, la carestía y afán de superación, la cacicada dominante y negativa, la mezquindad estrecha que ya hizo hundirse a Atenas”

 

PD Recordar que aquella misma tarde el segorbino José María de Jaime, pues por tal lo tienen nuestros vecinos, cedió al Archivo de la Villa de Calamocha casi 4000 negativos del gran fotoperiodista Gerardo Sancho Ramo (1911 Navarrete del Rio -2006 Valencia). Un tesoro colosal.

 

JESUS MANUEL LECHON MELENDEZ Cronista Oficial de la Villa de Calamocha. Castellón, sábado 23 de septiembre de 2023

Publicado en el Diario de Teruel el martes 26 de septiembre de 2023

miércoles, 20 de septiembre de 2023

Una noche de verano

 

Fue en aquella primera verbena del Santo Cristo cuando llega la Virgen del Carmen a Cala Mocha cuando de un modo u otro me di cuenta, Paquito paternalmente me abrazaba a la altura del hombro mientras me hablaba y caminábamos hacia casa. Habíamos vuelto la esquina de Inocencio y dejado atrás tal vez la vida. “Se ha girado el tiempo, ojo que vienes de Valencia, no te fíes, no dejes la ventana de par en par, te tocara volverla”

Serian cerca las dos. Había intentado el Raba que saliésemos a pasear por la vía verde por donde antaño pasaba el ferrocarril de Jon Lauko, a la mañana siguiente, hasta Luco. El corriendo, yo andando y a la vuelta un cortado en el Amariello o un vermú en el Mirador. Paco, no me fastidies, para mi llegar a San Roque es como alcanzar Santa Bárbara, imagina llegar a Luco. Ve solo. Nos íbamos a la cama felices de verdad como tras una noche de farra en nuestros años mozos.

Pero aquellos tiempos ya pasaron, también su música, la cerveza quizás sea lo único que no haya cambiado, o eso me pareció a mí, de buena que estaba a pesar del frio, solo bebí yo. Hacia frio para ser julio, camisa y chaqueta. Odio el frio. Claro que hace muchos años ni lo hubiera notado, pantalones cortos, chanclas, camisetas de tirantes, no parece que eso del fresco vaya con el resto de los mortales.

Ni con los que ya no están, con esos, menos aún. Que ya ni sienten ni padecen. En cambio, nosotros, lo uno y lo otro. Pero estamos de fiesta y de vez en cuando hasta reconocemos alguna canción y tarareamos. Nada de bailar. Nos conformamos con mirar caras conocidas, caras que te recuerdan a uno u otro. Mira ese es hijo de tal, aquella la hija de tal, y a esos ¿no los conoces? En algún momento te ves a ti mismo décadas atrás, ya muchas. Tantas que empiezan a ser demasiadas.



Entonces mis padres tal vez tenían la edad que yo tengo ahora, y mis hijas la mía de aquellos días y quien sabe si ellos como yo ahora se preguntaban, que había pasado, como era posible que el tiempo hubiese transcurrido tan rápidamente, y por qué, sobre todo eso, por qué, ¿acaso lo merecíamos? Ni nosotros ni nadie. Eran aquellas vidas de nuestros padres junto a las nuestras paralelas, ahora en cambio se cruzan a todas horas y en todos lados. Padres e hijos salimos juntos de marcha, de fiesta, hacemos planes, ¡ver para creer! me acuerdo de Labordeta cuando cantaba, “a veces me pregunto qué hago yo aquí”

Paquito, alardea menos pero en realidad sabe más que Manuel a cuya hija acabamos de saludar y termina sentenciando al modo en el que lo hacían resignados los abuelos: “nuestro tiempo ya paso, poder ver como los jóvenes se divierten es la mayor de nuestras felicidades. No cale darle más vueltas”. Y añade:

“Tengo ganas de que llegue la fiesta y hacer la paella. Este año me apetece cantar algo de Barricada el cuerpo no me pide baladas como antaño, no sé qué me pasa: “Veo todo en blanco y negro, el vaso acaba siendo amigo mudo, las mismas caras, los mismos gestos, amigo mudo...Quiero ser más rápido que ellos, echar todo a perder un día tras otro y un buen rato después saber llegar a casa, antes de que el sol me diga que es de día”. Calla tío no sigas, vas a despertar a Máximo. Y el bailó más de lo que jamás bailaremos todos.

El Comarcal del Jiloca Santo Cristo 2023