Tiene su gracia, no estaba previsto que naciera en Calamocha, pero yo quise
nacer allí. Tuve esa suerte, pude elegir y elegí Calamocha. Te cuento.
A mi padre la guerra le pillo cumpliendo el servicio militar en Madrid, de permiso en Teruel, y no le dejaron reincorporarse a su cuartel, así que lo reclutaron los nacionales, y sirvió y conoció como motorista mensajero al Coronel Rey D, Harcourt quien rindió Teruel a los republicanos. Preso por los rojos quedo mi padre en el castillo de Mora de Rubielos, mientras a nosotras, a la familia de mi padre, nos evacuaron a Valencia donde nos derrotaron de nuevo y vimos terminar la guerra como republicanas, siendo que la empezamos como nacionales.
Ella paso la guerra con mi padre y su familia en Teruel donde
decidieron que no se iban a separar pasase lo que pasase como hacían otras
familias. Mi abuela paterna se portó de maravilla con mi madre y mis tías
también, allí se casaron por lo civil y después vino lo que vino. En fin, nada
más acabar la guerra, mi madre cogió un tren de la época y allá que llegamos al
pueblo, a Calamocha.
Mi madre joven como era no quería parar y también quería
ver a su hermana Isabel que estaba en Cuencabuena, y otra vez agarro, maleta en
mano y preñada apunto de parir y tomo el camino de la estación nueva, pero
quiso el destino que entrara a
despedirse de las tías Lacruz que vivían junto al Santo Cristo y hasta ahí
llego la Manola, mi madre, ellas que la vieron, no le dejaron dar un paso más,
con toda la razón del mundo.
Aquella noche, de vuelta al Peirón, en casa de mi querida Tía Exaltación debí
decir ahora o nunca, y me puse en marcha, a las dos llegue llorando de alegría por
ver la luz en Calamocha.
Entonces me cogió la Tía Paca, y dijo, se llamara Pilar, a
nadie pregunto, era la cosa asi, la madre nunca ponía el nombre, siempre era la
madrina o algún familiar cercano, el que te llevaba a bautizar y ponía el
nombre. Pilar.
Cuentan que paso todo el pueblo a visitarnos, siempre me contaron
que pasaron hasta las mujeres de los Guardias Civiles a vernos y que me todas
me hicieron muchos jerséis, las civilas cariñosamente decían aquello de “esta
rojilla, esta rojilla guapa que ha venido a nacer aquí”. Como veníamos de Valencia éramos rojos.
Cuando vino mi padre a conocerme a Calamocha, se cabreo,
primero por no ser un chico como el quería, y luego el nombre no le gusto nada,
el quería Manolita como mi madre, pero ya era tarde y el no pintaba nada allí.
La cuestión la zanjo, una vez calmado con las siguientes palabras ante mi madre: “Pues es bien fea”.
Así durante toda su vida, entre tu abuela y yo, hubo una cierta complicidad un cariño muy muy especial siempre recuerdo que
cuando iba a su casa me enseñaba la habitación donde nací aquel 17 de abril de 1939, dos semanas después de
acabar la guerra.
“La chica de la bicicleta que quiso ser
piloto”
De los Años de la Cazalla.
Nacer en Calamocha