viernes, 25 de marzo de 2022

En los confines de la tierra

 

En los confines de la tierra

“En el nombre de Cristo y de su divina clemencia, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Amén. Yo Raimundo, conde de Barcelona, príncipe de Aragón y Señor de Zaragoza y Daroca, situada esta última en los confines de la tierra…”

Un buen día, ¿a quien no le ha pasado? Caminando más allá de los confines de la tierra en el lugar que te viera nacer, orgulloso, te has sentido el ser más afortunado del mundo al tiempo que un escalofrío como el último rayo que partió y tiño de negro el chopo que dejaste atrás te detiene y recorre el cuerpo amenazando con llevarte el alma. Parado en seco como tu mismo corazón, giras a tu alrededor con la vista perdida en la roya tierra que surcas eternamente delimitada por ocres y verdes, donde el frio y el sol se funden en una misma cosa y es entonces cuando te preguntas ¿qué habría sido de ti de no haber tenido la suerte de nacer allí mismo?

Te recuperas con la torre de la iglesia calamochina a la vista te sientes a salvo y llegas a la conclusión de que de no haber nacido en Calamocha. Monreal o Daroca habrían sido los lugares elegidos.

Hoy aún lo tengo más claro y la próxima vez que me deje llevar por el camino real y cuando menos me lo espere fundido entre su tierra un nuevo escalofrío me recorra el alma y me detenga el corazón, sin duda, pensare en lo evidente: de no haber tenido la suerte de ir a nacer en Calamocha me habría gustado hacerlo en Daroca. Recuperare el aliento, el pulso, buscare en el horizonte una vez más como guía la salvadora torre calamochina, esta me devolverá la tranquilidad y comenzaré andar cara Mont Real.

Ya no albergo duda alguna de donde haber llegado a ver la primera luz después de leer en las ultimas tardadas de invierno a Pascual Sanchez, caballero sin espada. Darocense que viene a recordarnos a unos pocos y asombrar a los mas lo que un día fue su ciudad y sus confines, sus pobladores, caballeros y menos caballeros, cristianos o no, iglesias, hospitales, conventos, cofradías, su sangre derramada en mil y una batalla, obras faraónicas, amores, leyendas, conspiraciones y hasta reyes y no pocos, pues casi se puede decir que no hay rey de España que no haya estado allí.



Tuve la suerte años atrás; Hablo de cuando la comarca era otra de conocer a toda mi quinta darocense compartiendo pupitre en el instituto calamochino y doy fe casi cuarenta años después de que eran unos magníficos embajadores de su tierra, sin duda soberbios, pues casi todo cuanto nos va a contar don Pascual, era por ellos a grandes rasgos pregonado y por nosotros, los villanos, escuchado con tanta atención como incredulidad. Su ciudad a principios del siglo pasado tenía ni más ni menos que siete casinos, lo cual se dice pronto, más si la comparamos con Calamocha. Siete de todo. Ellos eran ciudad, nosotros y Monreal tan solo villa. Heroica ciudad dormía la siesta.

Vengo de leer entre sus muchas obras la más reciente Relatos de Daroca y otros lugares. Cuando mi madre me vio llegar a casa con el libro, lo tomo y dijo “En cuanto lo leas, me lo traes”. He de reconocerlo, cuando recibe el Comarcal su articulo es el primero que lee. “Cuenta unas historias tan bonitas”

En plena pandemia leí Setenta Leguas, con la historia de los Sagrados Corporales y hasta escribí una reseña para publicar aquí mismo por las no fiestas del Corpus de 2020 pero la falta de espacio, la pandemia era la prioridad, lo impidió, en cualquier caso, meses atrás para el Centro de Estudios del Jiloca por fin la reseñe y la verdad no me complique mucho, lo hice en dos palabras: Obra maestra

Acabo ya; Tan solo recordar e invitar a leer a aquellos que no se cansan de decirnos que fuimos y somos tierra de paso. Nada más lejos de la realidad, pues nuestra tierra, para que nos entendamos, es más bien una pasada. Basta con mirar atrás y leer. Leer para creer cuanto paso y adivinar cuanto pueda quedar por suceder en el centro mismo de la tierra conocida.


El Comarcal del Jiloca 17 de marzo de 2022

martes, 8 de marzo de 2022

Crónica de la villa de Calamocha medio siglo atrás: Si de verdad queremos un Calamocha grande

 (Año 1967 Decía así la crónica del Noticiero firmada en este caso por un anónimo Corresponsal: 

Esperemos que una vez terminado el Matadero Industrial continúe dando mayor renombre a nuestro pueblo como sustituto de nuestra fábrica de mantas que tanto auge dio a la vida local y que por imperativos obvios de exponer, cerrara sus puertas a días vista. No queremos ultimar este renglón sin dedicar un recuerdo a la familia Daudén en su ancestral ligadura a Calamocha en este momento que la adversidad oprime a sus deudos en el dolor.

Calamocha lleva implícito un marchamo ascendente si queremos con lentitud, pero en la seguridad de sus cortos pasos. Un día no lejano podremos hablaros, de centralización, de agrupación, de convivencia más próxima con sus pueblos comarcanos, pues ya en la actualidad lo está acusando como capitalidad de esta ribera del Jiloca y sus tierras radiales.

Ahora solo falta que esas gestiones que nuestras autoridades llevan con tanto acierto, tesón y alegría culminen en la obra que todos esperamos desde las dos últimas décadas pasadas. La creación de un centro de estudios a escala nacional. Este será el acicate que ha de servir de centro de unión inestimable. Como todavía estamos asomándonos al ambicioso proyecto no podemos aportar más detalles.

Un día traeremos a estas columnas al artífice de esta obra, nuestro alcalde. Si antes no se marchitan sus proyectos y buenos deseos, que como todos recordareis paso en circunstancias análogas. Enhorabuena y adelante)


Don Amable Moragriega Martin nos dejo escrito, en forma de artículos de prensa, cincuenta años atrás unas crónicas realmente magnificas de la villa, de esa Calamocha a veces abocada al abismo mas siempre ilusionante en la que vivía pero sobre todo de aquella en la que anhelaba vivir.

 Unas veces, intuyo, firmaba con su nombre y otras simplemente como corresponsal, o seudónimo, pues no olvidemos que el escribir, siempre, ha tenido sus riesgos.

De modo que prácticamente desde que viera la luz el primer calamochino hijo de el frio y las tormentas llegados sus padres de los confines de la tierra, al tiempo que nacía la primera calamochina hija de la tierra roya y el agua que la surca, las preocupaciones de todos ellos en adelante serían prácticamente las mismas a las nuestras de hoy en día.

Sin remontarnos, a las noches de los tiempos al abrigo de Santa Bárbara y el raso de la Dehesa, tan solo a unos cincuenta años atrás, veamos que nos contaban las crónicas calamochinas, que ya advierto es poco mas o menos, lo mismo que las actuales, en este caso de la mano como ya he dicho de don Amable Moragriega Martin


Recoge El Noticiero, periódico zaragozano muchas cosas, entre ellas ese sentir calamochino tan propio de echarse la comarca a la espalda, le corresponda o no hacerlo, más después de la desaparición de los ayuntamientos cercanos, esa preocupación a veces mal interpretada. El cambio físico del pueblo con las nuevas construcciones, la industria y el comercio, como garantes del porvenir y el bienestar. Como no, con el cierre de una empresa otra debe abrir. Todo lo cual no dan al ayuntamiento sino “problemas de dimensiones insospechadas”. El reto demográfico, la amenaza de la emigración. La enseñanza, la lucha por apertura, entonces del instituto, ante el peligro de “ponernos a vegetar” en lugar de cultivar alma y cuerpo. Apuesta por la actividad física y como no el eterno problema de los servicios sanitarios. Todo de rabiosa actualidad ayer y hoy.





EL NOTICIERO Marzo de 1976

Amable Moragriega Martin

La enseñanza y asistencia médica, los dos problemas mas importantes de la comarca

Si no se toman medidas urgentes desaparecerán los habitantes de la comarca

La imagen mas expresiva de lo mucho que Calamocha ha progresado nos la ofrece, elocuentemente, la bella estampa que forma su conjunto físico, urbanístico y arquitectónico.

La importancia de su industria y comercio, la revelada actividad fabril predominante sobre otros sectores laborales, base del equilibrio económico social, y del porvenir histórico de la villa, e inmersas todas las entes naturales en la política positiva e ilusionada de participación, el pulso y el latido comunitario se vigoriza y las aspiraciones generales alcanzan paulatinamente las cotas más altas de desarrollo y bienestar deseadas

De ahí que al ayuntamiento se le presenten problemas de dimensiones insospechadas dado que a satisfacer las necesidades mínimas de sus administrados debe inclinarse y dedicar sus efectivos y actividades.

El hecho de que los servicios públicos del municipio de Calamocha sean múltiples y extensos nos lo demuestra palmariamente el montante de su presupuesto ordinario del ejercicio actual que alcanza la cifra de 12.125.000 pesetas mientras que su censo de población, en 31 de diciembre de 1975 arrojo la cifra de 4.715 habitantes de hecho, 290 menos que en la misma fecha del año 1970 incluidos los once Barrios anexionados en este último lustro. 

Y refiriéndose a este aspecto demográfico conviene aclarar que todos los barrios incorporados suponen 464 habitantes, algo menos de una quinta parte dentro de estos últimos cinco años, habiendo por el contario aumentado Calamocha (Capitalidad) 238 habitantes en idéntico espacio de tiempo, cuyo movimiento evidencia esa tendencia migratoria de los núcleos rurales hacia las capitales y centros industriales, fenómeno que por otra parte no hallará freno ni remisión mientras no se potencien debidamente las cabeceras de comarca como esta, a las que pertenecen. 


Deficiencias en enseñanza y asistencia médica.

Y al tratar asimismo sobre este tema siempre acuciante y candente, no se puede omitir hablar de los dos problemas de mas trascendencia e importancia para Calamocha y su comarca: Enseñanza y asistencia  medica


Si de verdad queremos un Calamocha grande, como nos decía el profesor López Medel en el acto cultural de proclamación de la Reina de las Fiestas del año 1974 habrá de resolverse el problema que la enseñanza le plantea; por lo que si el maravilloso Colegio Libre Adoptado, no se habilita para impartir las enseñanzas de Bachillerato y COU como Instituto Nacional de Enseñanza Media y pese a lo que opinan algunas personas “doctas en la materia”, apoyándose en datos estadísticos fríos e ineficaces ante realidades humanas, sociales y económicas como las que concurren, no lo conseguiremos, lo que unido al problema de la asistencia sanitaria: falta de centros, medios, etc, es lógico que nos haga temer por una muerte lenta pero segura de todas nuestras estructuras básicas.

Si, asimismo, no es menos cierto que disponemos de un soberbio Colegio Nacional de Educación General Básica cuyo problema de enseñanza en Calamocha lo teníamos resuelto, que su conservación, mantenimiento de servicios de limpieza, calefacción y luz probablemente gravara con mas de 800.000 pesetas anuales el presupuesto de gastos del ayuntamiento, y por otra parte se cuenta con unas instalaciones deportivas maravillosas, tales como campo de futbol, cancha de tenis, pistas de atletismo, piscinas públicas, etc. de tanta importancia e interés para la formación física, incluso Coso Taurino, también es realmente triste que carezcamos de aquellos otros medios imprescindibles y prioritarios para potenciar aquellos sin los cuales, irremisiblemente generaría en una vida puramente vegetativa ¡Qué otra esperanza nos brinda!

Por otra parte la carencia de Centros Asistenciales idóneos y suficientes, y junto a ello de medios materiales y técnicos indispensables, (hasta presumo que de equipo de Rayos X) son motivos de preocupación constante del hombre y aguijón también para su familia, para buscar otros lugares donde no peligre tanto su integridad física, circunstancias que corroboran el hecho de que el mayor contingente de enfermos y pacientes que proporciona a los Centros Sanitarios de Teruel, lo da en proporción considerable, Calamocha y comarca.

Por todo ello, es de presumir se resuelvan ambos problemas con la urgencia que exigen ya que en otro casi (in extremis) la emigración que a partir de ello se produzca lo seria en esta Comarca, hacia lo eterno, hacia lo infinito.

Amable Moragriega Martin