lunes, 25 de marzo de 2024

¡Ojalá nunca perdamos la inocencia!

 Crónica de la Villa de Calamocha Año IV 2024                                              

·      Lunes 25 de marzo de 2024 (8.2ºC)

 

Viaje a Calamocha Domingo de Ramos del 2024

Ayer Domingo de Ramos, en un día desapacible al menos para nosotros recién llegados del calor del Reino de Valencia para sacar al Nazareno y acompañar a la Dolorosa bajo los sones del Santo Cristo y jóvenes camino de la confirmación en esa joya que es el vía crucis de la villa ese que hunde sus raíces más allá de donde puede alcanzar cronista alguno. 

Manuel nos habló con orgullo de la cruz del Santo Cristo que días atrás colocaron en el exterior de la ermita por iniciativa de su cofradía. Tan es así que insistió en que teníamos que verla y no paro hasta que accedimos. Nos guio rabal arriba no fuera a ser que de vuelta a casa nos perdiésemos, fuimos de romería, ya hay otro lugar más de obligada visita en la villa. Hablaba sin parar, nos costaba seguirlo, tomar nota de todo, hablábamos de hijos, de sus padres, ósea de nosotros, de abuelos, de apodos...”Que si hombre que sí, que los tienes que conocer, lo que pasa es que no os acordáis”

Y seguía hablando, es lo suyo, eterno Manuel, llevamos toda la vida escuchándolo y afortunadamente no damos síntomas de cansancio alguno, de esto y de lo otro, aprendemos a su lado, siempre lo hemos hecho. Mi hermano lo mismo le daba la razón que le hacía rabiar, son quintos y él puede hablarle de tú a tú, yo soy el pequeño y aun no se me permite hablar más de lo necesario en la cuadrilla. Ellos conversaban de piedras, niveles y plomadas, lo mismo que podrían hablar de sextantes y astrolabios. Yo escuchaba y trataba de aprender.



Mientras el cronista para sus adentros no dejaba de echar la vista tan atrás tanto como podía, al menos cincuenta años, que se dice pronto, cuando en los atardeceres de la primavera en el Barrio, refugiados entre los porches de los maestros de la calle Escuelas, Rebollo del mismo modo que hacía hoy Domingo de Ramos nos guiaba y nos hacía levantar la vista y mirar cara la luna llena donde para nuestro asombro al cabo de unos segundos señalaba donde se encontraba el cohete de los rusos al acecho pegando vueltas y luego el de los americanos posado sobre la luna, tal y como había dicho el parte de las tres. Por fin Manuel concentrado, chupándose el dedo alcanzaba la hazaña y lograba ver al astronauta americano saliendo del cohete y paseando presto a arrancar el Rover. Fijaos, no perdáis ripio, en cuanto de otro salto os aviso, tenéis que verlo.

Y lo vimos, claro que lo vimos, sin telescopio alguno, yo y todos los que estábamos a su alrededor, apóstoles de su palabra, ver para creer, todo un privilegio poder gozar de uno de esos pequeños detalles que te brinda la evangelizadora compañía de Manuel desde la infancia. 

Ayer vivimos otro de esos  momentos y mi hija Cecilia lo capto maravillosamente, escuchábamos y mirábamos una vez más con atención a Manuel, ojala nunca perdamos la inocencia que nos brindan los encuentros, como cincuenta años atrás, como en tantas ocasiones ayer nos dio de nuevo un recuerdo eterno.

Todo es cuestión de fe. Google, corrobora que vimos desde Calamocha a los astronautas caminar por la luna.

Nationalgeographic Apolo 16 Lanzamiento: 16 de abril de 1972

Alunizaje: 20 de abril de 1972, Cráter Descartes

Retorno a Tierra: 27 de abril de 1972, Océano Pacífico

Tripulación: John W. Young; Charles M. Duke Jr.; Thomas K. Mattingly II

El principal objetivo de la misión fue investigar la superficie lunar en el área de las tierras altas de Descartes, la cuál se consideraba representativa de gran parte de la superficie de la Luna. Fue la quinta misión que llevó hombres a la Luna y también la segunda en la que se empleó el  LRV. Los astronautas recolectaron muestras, tomaron fotografías y realizaron varios experimentos entre los que incluyó el uso por primera vez de una cámara / espectrógrafo ultravioleta en la Luna.

 Continua:

Habíamos madrugado...

martes, 5 de marzo de 2024

La Belle Époque de Olalla

 

Alla por noviembre de 1968 escribía Labordeta en Lucha: “español y aragonés, Benjamín Jarnés, tan olvidado por todos, que un día habrá que sacarlo a flote”. No es que este cronista llevado por las circunstancias de vidas pasadas se haya propuesto hacerlo siendo como es una tarea nada fácil, si bien lo intentara. “La vida es una cadena de fracasos: hay que admitirla así.” Escribió resignado el olvidado, prolífico y nada fácil autor de Olalla.

En realidad, don Benjamín vino al mundo un poco mas arriba en Codo allá por el año 1888 Su padre sacristán y sastre consta que aun teniendo dos trabajos tuvo bastante tiempo libre pues engendró 22 hijos en dos matrimonios. Benjamín fue su hijo número 17, muriendo en Madrid en 1949 “El júbilo verdadero sólo se adquiere a costa de un dolor vencido.” Murió tras haber pasado mil y una calamidades por el exilio y por la vida. A sus padres repartir cariño a tanto hijo les resulto complicado. “Puedo asegurar que nadie, nadie, puso nunca mucho empeño en asomarse a mí. Mis padres no repararon en mí” En 1900 entro en el seminario, las sotanas no le convencieron, en 1910 se jopó a la mili en Barcelona y se hizo sargento del cuerpo de intendencia. Un trabajo cómodo. Fuente de ingresos con la cual iniciar su pasión por escribir. De vuelta a Zaragoza y como militar de profesión estudio magisterio. Débil de salud, caso con Gregoria Bergua en 1916, sus biógrafos dicen que no tuvo hijos.

Empezó a escribir y publicar sin descanso, libros que la crítica elogiaba y casi nadie leía, junto con un puñado de biografías y artículos con los que lograr algún ingreso. Tuvo correspondencia con la flor y nata de los intelectuales del momento. En ella reconoce cuando le preguntan por qué dejo el seminario, que no sabría responder, lo mismo con el ejército. Seguía su camino y lo seguía solo. Las cosas se hacen porque si, no es necesario dar explicación alguna. Uno es lo primero. Sus estudiosos afirman que en sus novelas siempre hay algo autobiográfico. De ser así, sus muchos personajes o él mismo llevaron por un tiempo una vida entretenida de flor en flor que solía acabar en accidente, borrón y cuenta nueva. Por ejemplo, El Convidado de Papel termina con un nacimiento, dando así al traste con la vida planificada de Arturo, o Julio, o Benjamín quien sea, decidiendo empezar de nuevo “debí matarlo, pero no sé odiar”. Vaya usted a saber. Lo que si se puede asegurar es que era enormemente culto, lo leía todo, su escritura lo refleja, por momentos resulta compleja, apasionado de la mitología, a veces aburre, otras es harto entretenido.



La crónica que vengo escribiendo en torno a Calamocha trae parejo lo autobiográfico. La vida de mi familia cien años atrás paso un tiempo por el horno de Olalla y la calle de la Iglesia. Leo a Jarnés sin descanso desde el verano pasado, en su obra parece olvidarse de Codo y hacer de Olalla el paraíso. Allí Mosén Pedro, su hermano, su protector, su padre, ejercía de cura. Allí murió y quedo enterrado en 1926. Cuentan acudía los veranos el joven Benjamín quedando prendado de sus mujeres, Olalla debía vivir en aquellos días toda una Belle Époque. Su ultima visita parece ser fue en 1927. Si bien otro de los hermanos, Abel Jarnés, siguió acudiendo, también sargento de intendencia, articulista y escritor de lo religioso.   

Leo Lo rojo y lo azul, Paula y Paulita, Eufrosina o la gracia, Constelación de Friné,  Locura y muerte de nadie, Cuentos del agua, Venus Dinámica, El profesor inútil, Teoría del Zumbel, obra que se desarrolla a lo largo de siete días en el balneario Aguas Vivas, (Alhama de Aragón) donde los chopos son un personaje más.

Sigo comprando sus libros, viejas ediciones. Ya no se publica a Jarnés. Uno trae el sello de la Universidad Autónoma de Madrid, ¿será un libro robado? Me niego a pensar que la universidad lo vendiera por falta de lectores. Otro el sello de la biblioteca de San Esteban de la Litera ¿Cómo habrá ido a parar a la tienda donde lo compre en Madrid? Otros traen firmas y fechas de sus antiguos lectores. Un domingo en la plaza la Seo encontré dos cuadernos jarnesianos del Instituto Fernando el Católico. El vendedor fue honesto. “Casi estoy por regalártelos, los tengo hace tiempo, nadie los quiere”

En fin, lo dejo, hay más libros en camino. Mientras espero leo una vez más Mosén Pedro.

 

El Comarcal del Jiloca 29 de febrero de 2024