Supe de don Rafael Pamplona
Escudero (Zaragoza 1865 -1929) cuando alguien lo cito en medio de
todo este guirigay en el que nos han traído a vivir como lo más normal del
mundo, quienes como el perro el hortelano bien parapetados, elección tras elección,
nos animan a votar, desde el blocao de la casa de tócame Roque en que han
convertido las Cortes.
De padre y abuelos calamochinos
cuentan que fue político y hasta alcalde de la ciudad que lo vio nacer. Incluso
tiene una calle dedicada cerca de la universidad, que no del ayuntamiento. Pues
lo suyo fueron mas las letras que la política de la cual se jopo desencantado
una vez guipo el percal. Y así se volcó en su verdadera vocación, la escritura,
donde fue un gran novelista y reconocido
articulista.
Son esos grandes lectores y
críticos quienes habitualmente nos hablan maravillas de obras menores de
reconocidos autores los que suelen despreciar las buenas obras de
pequeños escritores. Don Rafael, grande o pequeño, no deja de ser entre otras
muchas cosas un escritor de provincias y costumbrista como también es un
calamochino más, jilocano como dicen hoy. Pero hay que leerlo, salir en su
defensa y comenzar a darle el mérito y reconocimiento que tal vez merezca a
pesar de que todo parece indicar no escribió ninguna obra ambientada en el país
del Jiloca. Nadie es perfecto.
Acabo de leer dos de sus libros, El
charlatán político y Juego de Damas. Quizás lo más sorprendente de todo es
que sus novelas, amenas, divertidas y con algo que contar después de más de cien
años se siguen editando señal inequívoca de que se leen y merecen la pena.
El charlatán es una de esas
viejas novelas que te saben a poco, tal vez un par de episodios mediada la obra desentonen, pero sus
capítulos finales resultan brillantes, desenlace incluido. Escrita hace mas de
cien años en ella podemos leer algo tan actual como el desarrollo de todo un
proceso electoral. Ambientada en una Zaragoza y alrededores imaginarios pero
reconocibles; Narra como un buen día a don Carlos Miralles, soltero dedicado a
sus labores, sus amigos le proponen ser candidato por el partido progresista.
Precisamente a él, a quien todo el mundo tiene por persona seria, rica,
religiosa y de derechas. Todo un golpe de efecto, antes de que los
conservadores se adelanten. Se vota con tanta frecuencia, llegan a lamentarse
que ya no quedan tontos útiles, perdón, candidatos.
El resto, es fácil imaginar.
Tertulias, teatro, el mundo de la farándula y al ver el señor Miralles su
nombre en la prensa y sus vacías palabras convertidas en discurso, de buena fe
acepta ser candidato. Le llueven los amigos dispuestos aplaudir y echar una
mano a cambio de cualquier premio una vez resulte elegido, “si no hacemos
favores, no cosechamos”. Le encanta ser el centro de atención de las
mujeres, en especial de esa joven tres veces viuda dispuesta a una cuarta vez
de la que se va enamorar. El eterno amaño de las elecciones a través de los
caciques con las que el partido le asegura el triunfo terminan por
entusiasmarlo y sentirse capaz de cambiar el mundo entrando en campaña a favor
de los pobres a lo grande. Alquilando el mejor carruaje de Zaragoza propiedad
de un charlatán inglés.
Pero como se encarga el autor de
recordamos con constantes ejemplos “la política no tiene entrañas” los
conservadores temiendo por su candidato llamaran a Madrid y harán venir al
líder del partido, tal golpe de efecto pondrá en peligro la elección del bueno
del señor Miralles, quien una vez mas se dejara llevar por unos y por otros
organizando lo que hoy daríamos en llamar un escrache de tales dimensiones que
la novela parece escrita hace tan solo unos meses en las Ramblas de Barcelona.
La noche del recuento, como la vida misma, pondrá a cada uno en su sitio, o tal
vez no.
Don Rafael sin duda vería en los
políticos actuales que padecemos a los mismos que le toco sufrir. Y dado que
tenemos tiempo, leer Juego de Damas es obligado. Una novela magnifica de
principio a fin, entretenida, redonda. Como no podía ser menos al estar escrita
por un gran escritor.
Articulo publicado en El Comarcal del Jiloca 15 de mayo de 2020