Se acercaba el Bicho a la
puerta de casa allá en el Barrio y al vernos allí, a toda la
chiquillería sentada en la acera entre la gente mayor, se llevaba
las manos a la cabeza, y antes de entrar al rolde, se paraba a
saludar y mirándonos a todos, nos decía: Paice que esta el ganao
sesteando bien agostao al fresco y con pocas ganas de salir de careo,
con la buena tarde que hace, ¡muchichos!, no debierais estar aquí
con los viejos, debías de andaros por ahí de ruja, que ahora en
pasando San Roque como ha pasao, son fiestas en todos laos… iros a
los pueblos a ver si cae algo, a correr detrás de las mozas, que
aquí no van a venir.
A escape las abuelas se
le revolvían, la Morena la primera, por la parte de responsabilidad
que en tales palabras pudiera tener: Cállate anda, desustanciao con
la de cosas que pasan ahora con los autos y las motos, aquí están
bien, déjalos, que todos no son como tú de sinvergüenzas, na mas
faltaría eso, que te hicieran caso.
Sin sentarse aún el
Bicho mientras buscaba acomodo junto a Perico, seguía a lo suyo:
Pues sí, algún día, como a todos, les tocara salir, si quieren
festejar, porque las chicas de aquí no querrán saber nada de ellos,
a todos nos ha pasao, hay que volar o te quedas, solo, si no mirar a
Perico que aún sigue esperando, siempre le pareció pronto para
echarse a volar, siempre tenía una cosa u otra que hacer, pero
Perico ni se inmutaba con tales palabras que cada dos por tres salían
en las conversaciones aludiendo a su condición de mozo viejo o
soltero, nunca ha volao de Calamocha y se ha quedao solo.
Ya en el corro, el Bicho
proseguía esta vez hacia la Morena: Coñe, pues si yo me hubiera
quedao en casa aquel día en lugar de subirme al Chispas y bajarme a
Calamocha a festejar con tu, que mal pelo te hubiera corrido entre
toda la gitanería de tu familia, … gracias que me subí aquel tren
en marcha y te conocí maña, que si no… a saber ande estarías.
Todo se lo decía él,
nadie le contestaba, así que con la callada por respuesta,
continuaba.
No hubieras salido de
criada, por muchos viajes que hubieras echao de la cocina a la pajera
maña. Bien lo sabes, que el ajuntarte conmigo fue lo mejor que te
pudo pasar.
La Gitana sentada lo
miraba con desprecio, en una de esas miradas que de contino le
dirigía: Redios, estoy más sorda que una tapia, no sé qué estás
diciendo ni que les estarás contando, que no te hago caso maño, que
no, en los morros era menester darte con el gancho la estufa, pero
ahora ya para que, eso de pequeño, de pequeño si te hubieran dan
cuatro palos bien daos, pero anda ahora a ver quién te endereza.
Olvídame que no es mi santo.
Perico, estaba allí
junto a nosotros desde hacía un buen rato, escuchando, siempre los
primeros momentos en la fresca los pasaba descansando cabizbajo,
pensando en sus cosas, en la tierra, en el riego, el cosecheo, si lo
pagarían o no y demás cosas de la agricultura, guardaba silencio.
Hasta ese mismo instante en que levanto la vista, y sonriendo dijo:
Así que tú te bajabas
a festejar como los señoritos, a caballo, me hubiera gustao verte
hombre… con las albarcas nuevas, mudao, con la boina de los
entierros, que cacho tío, que buen partido debías ser. A caballo
que dice que venía, sin un real que tenia, coñe, verda será.
EL Bicho, nostálgico,
asentía: Vaya tu, qué tiempos aquellos, que no había una perra por
ningún lao, venga a jodernos de trabajar pa na, y guardando fiesta
cuando se podía, y entonces no se podía. Pues no habré hecho yo
pocas veces el camino de Fuentes Claras a Calamocha andando, y
volviendo a pie y cuando no corriendo por qué no llegabas al tajo, y
jornal que perdías,… ni aun bicicleta teníamos en casa para bajar
a festejar, si a caso pedias alguna de prestao, pero quien te la iba
a dejar, nadie, no fuera a ser, que no volviese. Que de calamidades
Perico, habremos pasao, total para na.
Tu lo has dicho,
confirmaba Perico, para na, para acabar aquí desfaenaos, a mitad
tarde, dejando que las patatas se pudran en la tierra porque no las
pagan y ni aun los tocinos se las comen ya, y fíjate en tuestos, y
no señalaba a nosotros, los afortunados, que pocas faenas tienen,
coño, ninguna, y tu y yo a sus años, ya habíamos llevao mas palos
que una caballería, más palos que llevaran estos en su puta vida,
pase lo que les pase y no quiera dios que les pase nada.
Parecía que encerrados
en sus recuerdos, que no debían ser tan malos a pesar de todo, iban
a guardar silencio, pero no podían, estar callados, no podía
ninguno de los dos. Así que Perico termino por dejar la conversación
en el aire, era lo que tocaba, indizcar. Ya veis, en tren que viajaba
el hombre, como los Marqueses de Monflorite, para una bicicleta no le
llegaba pero para venir en tren sí. ¿Cómo te explicas tu eso?
Joder, pues a lo mejor
salías con un real o una perra gorda de casa y si te lo gastabas en
el tren ya no tenias para festejar, ya no podías invitar a
langostinos a la Morena, así que salíamos todos los mozos, y nos
íbamos allí a la vía, te agazapabas por el terraplén, y a lo que
el tren entraba en Fuentes Claras, pues unas veces paraba y otras no,
según hubiera gente para subir, y si no paraba, de todas formas
pasaba despacico al tran tran, entonces salíamos todos, y nos
subíamos en marcha, y ala, cada uno a su estación, a donde
festejase, unos se tiraban luego en el Poyo, otros aquí y otros se
bajaban pa la ribera… y yo pues ya ves, el primer día que me subí
al tren bajaba para Calamocha, que si aquel día hubiese pasado cara
Monreal, pues allí me hubiera echao novia, … allí habría
encontrao alguna gitana que me quisiera, lo mismo que aquí, porque
en Fuentes Claras no nos quería nadie.
A tu ni aun con perras,
te habría querido ninguna en tu pueblo. Aseguro la Morena y quería
seguir hablando pero el Bicho no le dejo.
Mecaguen la sorda el
copón, que oye lo que quiere, deja hablar a la gente mayor,… y a
lo que veías la Casa el Rincón, te preparabas y saltabas, para que
no te pillasen… y eso te que te ahorrabas. Tu Perico, si que
ahorraste, si, poco te gastaste en trenes, pajaro.
Más de una vez y dos te
tocaría tirarte en el Poyo y te calentaría las orejas el revisor…
Replico Perico sin hacer caso al gasto que hiciese o dejase de hacer
en trenes o mujeres.
Coño ya lo creo, si te
pillaban pues a pagar, lo malo era como te subieras y no pudieras
pagar, entonces sí que la habías jodido, o te tirabas o según con
quien dieses, te echaban a garrotazos del tren, entonces no era como
ahora…. A cáscala a Luco, dos patadas bien dadas y a chiflar a la
vía. Pero hombre, por lo general, hacían la vista gorda, si
subíamos uno o dos, ya sabían que íbamos a festejar, y que lo
hacíamos por ahorrar un viaje, porque luego ya te volvías en el
Chispa pagando o no según lo que gastases claro, pero pa tan poco
trozo, no les daba tiempo a pillarte… ahora lo malo era como viesen
que con tu subía al tren algún pedigüeño de estos que iban de
pueblo en pueblo alguien que no fuese de la zona, algún quinquillero
de medio pelo, algún maqui trasnochao, o payo agitanao, entonces
ponían el tren patas arriba hasta encontrar al pobre desgracio y
pagábamos todos.
Ya se me hacia raro a mí
que eso del tren para ti iba a ser mucho, y que vendrías más veces
andando que a caballo y que aun me jugaría el cuello que no habrás
pagao nunca … por mal de ahorrarte una puta perra. Aún no había
terminado Perico de hablar, que el Bicho ya le estaba quitando la
palabra en lo que parecía un claro ataque de risa entre tanto
recuerdo se balanceaba en la silla y amenazaba con caerse al suelo…
Cuidao, le decía Perico, que te vas a estozolar y ande vamos a
encontrar otro payaso como tú.
Como yo ni aun como tú,
dos tontos más tontos, ya no queda nadie, la puta de oros, aseguraba
el de Fuentes Claras, ahora me estoy acordando de una buena que me
paso… joder que noche llevé, ahora me rio, pero lo pase mal, ya lo
creo. Las de Caín pase para acabar como un eccehomo. Pa haberme
matao, ya lo creo que si.
Cuenta, cuenta. Era
Perico el que le animaba a seguir el relato aunque no hiciese falta.
Calla, déjame hablar,
ahora que dicen que de la juventu unos se matan con los coches, otros
con las motos, … pues antes, con los carros, y las bicicletas
también se mataban,… y no por eso se dejaba de ir de fiesta, …
en fin, que resulta que un día por lo que fuera se me hizo tarde y
me quede solo, que si no, siempre había uno u otro con el que
volver, y por lo menos ya no subías solo, pero aquel día.
Uno y otro a la menor
ocasión saltaban, así que a Perico le falto tiempo para imaginarse
la situación y le quito la palabra: Mecaguen el turrón, pues eso si
no te acuerdas tu, ya te lo digo yo, sería que entre casquete y
casquete se te fue el tiempo y el tren no espera a nadie, ya lo
sabes, y a lo que salieras del ribazo o las eras…
Tu ya me conoces, y sabes
lo cumplidor que soy, interrumpió, yo cuando bajaba de Fuentes
Claras, lo primero que hacía era ponerme a la faena, y luego ya al
alterne con unos y con otros, que yo ni a la eras ni a los ribazos me
ha gustao nunca ir, por que allí solo te encontrabas con mala gente…
Tranquilo muchachos, que
perro ladrador…nos decía Perico
Aquella noche tenía yo
pensao por lo tarde que era y porque no había luna subirme a casa
por el camino de la Masada, y no sé por donde fue, por ahí seria
por entre el Barrio Nuevo y la Fuente el Bosque, que me paré y digo,
coño, pues si parece que se siente llegar un tren, a estas horas que
no pasa ninguno, … y me quedé un rato parao y digo si, un tren
viene, algún mercancías, que se habrá cruzado con el Chispas, y lo
habrán soltao ahora, y parece que siente por allá por el Tormo…
Con que nada, a escape
echo a correr, llego a la estación, y ya veo que viene un tren por
la Serrana, tiro hacia el Rincón y me meto a esconder en la casilla
del guardagujas y tira que no llegas, tira que viene…. Yo que no
podía más… ya parara, ya parara y el tren que no paraba… y
venga a pasar vagones y mas vagones, y al ver que no paraba y que en
mi vida había visto semejante tren, me dije, o me engancho o me
quedo en tierra, así que venga pa arriba… me espero al ultimo
vagón, echo a correr detrás por entre las traviesas, el tren que
empieza a acelerar y yo que me tiro para arriba y digo, ale ya esta
pa casa…. Me encaramo me sujeto como un mono, pegamos un bote en la
revuelta….
Coño, pero no te calles,
que matar no te mataste que lo estas contando… que hostias paso,
como acabo todo. Perico estaba ya tan intrigado como todos los demás.
Que va a pasar, que salí
volando como un trapo, pero mira, a toda hostia oye, hay que ver la
fuerza con que me tiro el cabrón de tren, como cuando un toro pilla
al torero y parece que sea de paja, pues igual,…. Iba yo volando de
espaldas y viendo como se alejaba el tren, y despidiéndome de la
vida, porque una caída de espaldas ya se sabe, te partes la crisma,
y yo me decía, ya verás a la mañana cuando me echen en falta y me
busquen ya pueden poner una cruz en la cuneta, allí en el cornejal
de los Loreto que es a donde fui a parar en toda revuelta cara el
Poyo, aquí murió el Festejador del Chispas, en acto de servicio,
dios lo acoja en su seno. Menudo lio se habría preparo de haberme
matao entre una familia y otra, ya sabes lo que pasaba entonces,
hubieran bajao con la dalla a pedir cuentas…. Y los otros hubieran
subido con la hoz, si la que pasaba.
Pero no fue para tanto
que aquí estas.
No fue para tanto , pero
aquella noche de festejo volví a nacer, mira caí así como un zapo
de espaldas tripa arriba, y lo único que me salvo fue que tuve la
suerte de caerme en el cajero de los Loretos, en el rio, … no se
ni como fue, pero en cuanto cai me puse de pie y eche a correr, aún
me parecía que podía subirme al tren, ni me había dado cuenta que
estaba en el rio, no me podía ni mover… y tú qué crees, que
atinaba a salir y encontrar el camino, si, del susto que llevaba y
sin luna, no me llegaba la camisa al cuello, la boina a cáscala y
una albarca que perdí y tira para Fuentes Claras por el Rincón y
sin luz, un frio,… todo me dolía… y el tren aun se oía pitar y
pitar… mecaguen su padre. Mojao mojoa mojao, todo chupido.
En fin que a lo que
llegaras a casa te mandarían a la cama sin cenar, por tonto.
Sentencio Perico.
Aun me acuerdo que salte
al corral por detrás y me metí en la cama sin decir nada a nadie, y
ya lo puedes jurar, ya, que no cene,… y comer habría comido poco,
pero hambre no había, ese día no.
De Los Años de la
Cazalla
GRACIAS MUCHISMIAS GRACIAS