martes, 31 de marzo de 2020

El fútbol en Viernes Santo


Este 22 de marzo se cumplirán ochenta años de un hecho tan asombroso como desconocido del cual ni José María de Jaime ni Jesús Blasco supieron darme razón en el momento en el que emocionado les pregunté.

En su día seria todo un atentando a la autoridad, un lamentable suceso, una temeridad y una irresponsabilidad de padre y muy señor mío por parte de sus jóvenes protagonistas. Sin embargo, hoy podemos darle tintes de heroicidad, de gesta y acontecimiento digno de ser recordado. Veamos que sucedió en Calamocha el Viernes Santo 22 de marzo de 1940

La guerra había durado exactamente treinta y dos meses y once días. El panorama de España era desolador. Imposible precisar el número total de víctimas habidas en los frentes y en la retaguardia. Tampoco podía conjeturarse las que ocasionaría en lo sucesivo la represión iniciada por los vencedores —«¡esto clama al cielo!», seguía gritando... (Fragmento de José María Gironella “Ha estallado la paz” 1966).

Era alcalde cuando todo esto ocurrió sin haberse cumplido el año del fin de la guerra, don Emilio Benedicto Marina quien a buen seguro clamo al cielo al ver estallar el fútbol cuando si dabas un paso en falso se te iba la vida en ello. Por lo que he leído, debió ser una de esas buenas personas en medio de tiempos revueltos, reseñar simplemente que fue cocinero antes que fraile, pionero futbolista, directivo y entusiasta del Club Deportivo Calamocha. Luego nombrado alcalde al llegar la guerra, meses después expulsado de Falange, “por no deberse ni a ella ni al imperio de Dios en sus actuaciones en el cargo” y rechazada su dimisión por sus concejales “por su acierto, honradez y laboriosidad en gratitud a sus imparciales y justos servicios”.


Érase una vez once calamochinos quienes, habiendo vivido como espectadores los comienzos del fútbol terminada la guerra quisieron revivir aquellos días de gloria futbolera. Convertirse en protagonistas. jugar un partido, liberarse de tanta tristeza como les rodeaba, mirar hacia delante y darse una alegría rememorando las tardes del Deportivo que terminaron en 1935 con un par de enfrentamientos que se contaron por derrotas frente a la Agrupación Deportiva Monrealense.

Yo os aseguro que mi pulso no temblará, que mi mano estará siempre firme. Llevaré la Patria a lo más alto, o moriré en mi empeño" (Franco, 1936)

De aquel Viernes Santo lo único que por ahora sabemos es que a los integrantes del equipo el pulso no les tembló su pie se mantuvo firme y llevaron a cabo el partido aun habiendo sido avisados por todos, militares, religiosos y civiles, locales y provinciales. Saltaron a jugar y fueron por ello denunciados al unisonó el 9 de abril con quince pesetas de la época por cabeza que todos y cada uno de ellos pagaron el 22 religiosamente y en equipo según consta en la denuncia que guarda el archivo de la villa.

La alineación, los cofrades, del que podríamos llamar Santo Deportivo Calamocha, mártires del futbol fue la siguiente: José Jaime Gómez, Mariano Garcia Roy, Domingo Casamayor Villalta, José María Romances Pamplona, Enrique Roy Pamplona, Antonio Serrano Clemente, José Corbaton Esteban, Carlos Berbegal Agudo, José María Gomez de Gracia, Jose Botella Sansuli y para los once faltaría uno. Qué les llevo a desafiar a la autoridad de esa manera en un momento así y en fecha tan señalada, qué pretendían, porqué lo hicieron, vinieron de Monreal o Daroca a jugar o no hubo rival. ¡Surgen tantas preguntas! Aquel partido debería entrar a formar parte de los actos de nuestra silenciosa Semana Santa y los viernes entre procesión y procesión romper el silencio como hicieran ellos y darnos un merecido descanso recreando aquel encuentro.

Más adelante con permiso de la autoridad competente aquellos jóvenes podrían jugar al fútbol y lo harían bajo la denominación del Rayo Calamocha y eso es lo que fueron un rayo de esperanza aquella primera Semana Santa acabada la guerra.
Publicado en El Comarcal del Jiloca Marzo 2020

jueves, 26 de marzo de 2020

El festejador del Chispas

Se acercaba el Bicho a la puerta de casa allá en el Barrio y al vernos allí, a toda la chiquillería sentada en la acera entre la gente mayor, se llevaba las manos a la cabeza, y antes de entrar al rolde, se paraba a saludar y mirándonos a todos, nos decía: Paice que esta el ganao sesteando bien agostao al fresco y con pocas ganas de salir de careo, con la buena tarde que hace, ¡muchichos!, no debierais estar aquí con los viejos, debías de andaros por ahí de ruja, que ahora en pasando San Roque como ha pasao, son fiestas en todos laos… iros a los pueblos a ver si cae algo, a correr detrás de las mozas, que aquí no van a venir.

A escape las abuelas se le revolvían, la Morena la primera, por la parte de responsabilidad que en tales palabras pudiera tener: Cállate anda, desustanciao con la de cosas que pasan ahora con los autos y las motos, aquí están bien, déjalos, que todos no son como tú de sinvergüenzas, na mas faltaría eso, que te hicieran caso. 

Sin sentarse aún el Bicho mientras buscaba acomodo junto a Perico, seguía a lo suyo: Pues sí, algún día, como a todos, les tocara salir, si quieren festejar, porque las chicas de aquí no querrán saber nada de ellos, a todos nos ha pasao, hay que volar o te quedas, solo, si no mirar a Perico que aún sigue esperando, siempre le pareció pronto para echarse a volar, siempre tenía una cosa u otra que hacer, pero Perico ni se inmutaba con tales palabras que cada dos por tres salían en las conversaciones aludiendo a su condición de mozo viejo o soltero, nunca ha volao de Calamocha y se ha quedao solo.

Ya en el corro, el Bicho proseguía esta vez hacia la Morena: Coñe, pues si yo me hubiera quedao en casa aquel día en lugar de subirme al Chispas y bajarme a Calamocha a festejar con tu, que mal pelo te hubiera corrido entre toda la gitanería de tu familia, … gracias que me subí aquel tren en marcha y te conocí maña, que si no… a saber ande estarías. 

Todo se lo decía él, nadie le contestaba, así que con la callada por respuesta, continuaba.

No hubieras salido de criada, por muchos viajes que hubieras echao de la cocina a la pajera maña. Bien lo sabes, que el ajuntarte conmigo fue lo mejor que te pudo pasar. 

La Gitana sentada lo miraba con desprecio, en una de esas miradas que de contino le dirigía: Redios, estoy más sorda que una tapia, no sé qué estás diciendo ni que les estarás contando, que no te hago caso maño, que no, en los morros era menester darte con el gancho la estufa, pero ahora ya para que, eso de pequeño, de pequeño si te hubieran dan cuatro palos bien daos, pero anda ahora a ver quién te endereza. Olvídame que no es mi santo.

Perico, estaba allí junto a nosotros desde hacía un buen rato, escuchando, siempre los primeros momentos en la fresca los pasaba descansando cabizbajo, pensando en sus cosas, en la tierra, en el riego, el cosecheo, si lo pagarían o no y demás cosas de la agricultura, guardaba silencio. Hasta ese mismo instante en que levanto la vista, y sonriendo dijo:

Así que tú te bajabas a festejar como los señoritos, a caballo, me hubiera gustao verte hombre… con las albarcas nuevas, mudao, con la boina de los entierros, que cacho tío, que buen partido debías ser. A caballo que dice que venía, sin un real que tenia, coñe, verda será.



EL Bicho, nostálgico, asentía: Vaya tu, qué tiempos aquellos, que no había una perra por ningún lao, venga a jodernos de trabajar pa na, y guardando fiesta cuando se podía, y entonces no se podía. Pues no habré hecho yo pocas veces el camino de Fuentes Claras a Calamocha andando, y volviendo a pie y cuando no corriendo por qué no llegabas al tajo, y jornal que perdías,… ni aun bicicleta teníamos en casa para bajar a festejar, si a caso pedias alguna de prestao, pero quien te la iba a dejar, nadie, no fuera a ser, que no volviese. Que de calamidades Perico, habremos pasao, total para na.

Tu lo has dicho, confirmaba Perico, para na, para acabar aquí desfaenaos, a mitad tarde, dejando que las patatas se pudran en la tierra porque no las pagan y ni aun los tocinos se las comen ya, y fíjate en tuestos, y no señalaba a nosotros, los afortunados, que pocas faenas tienen, coño, ninguna, y tu y yo a sus años, ya habíamos llevao mas palos que una caballería, más palos que llevaran estos en su puta vida, pase lo que les pase y no quiera dios que les pase nada. 

Parecía que encerrados en sus recuerdos, que no debían ser tan malos a pesar de todo, iban a guardar silencio, pero no podían, estar callados, no podía ninguno de los dos. Así que Perico termino por dejar la conversación en el aire, era lo que tocaba, indizcar. Ya veis, en tren que viajaba el hombre, como los Marqueses de Monflorite, para una bicicleta no le llegaba pero para venir en tren sí. ¿Cómo te explicas tu eso?

Joder, pues a lo mejor salías con un real o una perra gorda de casa y si te lo gastabas en el tren ya no tenias para festejar, ya no podías invitar a langostinos a la Morena, así que salíamos todos los mozos, y nos íbamos allí a la vía, te agazapabas por el terraplén, y a lo que el tren entraba en Fuentes Claras, pues unas veces paraba y otras no, según hubiera gente para subir, y si no paraba, de todas formas pasaba despacico al tran tran, entonces salíamos todos, y nos subíamos en marcha, y ala, cada uno a su estación, a donde festejase, unos se tiraban luego en el Poyo, otros aquí y otros se bajaban pa la ribera… y yo pues ya ves, el primer día que me subí al tren bajaba para Calamocha, que si aquel día hubiese pasado cara Monreal, pues allí me hubiera echao novia, … allí habría encontrao alguna gitana que me quisiera, lo mismo que aquí, porque en Fuentes Claras no nos quería nadie.

A tu ni aun con perras, te habría querido ninguna en tu pueblo. Aseguro la Morena y quería seguir hablando pero el Bicho no le dejo.

Mecaguen la sorda el copón, que oye lo que quiere, deja hablar a la gente mayor,… y a lo que veías la Casa el Rincón, te preparabas y saltabas, para que no te pillasen… y eso te que te ahorrabas. Tu Perico, si que ahorraste, si, poco te gastaste en trenes, pajaro.

Más de una vez y dos te tocaría tirarte en el Poyo y te calentaría las orejas el revisor… Replico Perico sin hacer caso al gasto que hiciese o dejase de hacer en trenes o mujeres.

Coño ya lo creo, si te pillaban pues a pagar, lo malo era como te subieras y no pudieras pagar, entonces sí que la habías jodido, o te tirabas o según con quien dieses, te echaban a garrotazos del tren, entonces no era como ahora…. A cáscala a Luco, dos patadas bien dadas y a chiflar a la vía. Pero hombre, por lo general, hacían la vista gorda, si subíamos uno o dos, ya sabían que íbamos a festejar, y que lo hacíamos por ahorrar un viaje, porque luego ya te volvías en el Chispa pagando o no según lo que gastases claro, pero pa tan poco trozo, no les daba tiempo a pillarte… ahora lo malo era como viesen que con tu subía al tren algún pedigüeño de estos que iban de pueblo en pueblo alguien que no fuese de la zona, algún quinquillero de medio pelo, algún maqui trasnochao, o payo agitanao, entonces ponían el tren patas arriba hasta encontrar al pobre desgracio y pagábamos todos.

Ya se me hacia raro a mí que eso del tren para ti iba a ser mucho, y que vendrías más veces andando que a caballo y que aun me jugaría el cuello que no habrás pagao nunca … por mal de ahorrarte una puta perra. Aún no había terminado Perico de hablar, que el Bicho ya le estaba quitando la palabra en lo que parecía un claro ataque de risa entre tanto recuerdo se balanceaba en la silla y amenazaba con caerse al suelo… Cuidao, le decía Perico, que te vas a estozolar y ande vamos a encontrar otro payaso como tú.

Como yo ni aun como tú, dos tontos más tontos, ya no queda nadie, la puta de oros, aseguraba el de Fuentes Claras, ahora me estoy acordando de una buena que me paso… joder que noche llevé, ahora me rio, pero lo pase mal, ya lo creo. Las de Caín pase para acabar como un eccehomo. Pa haberme matao, ya lo creo que si.

Cuenta, cuenta. Era Perico el que le animaba a seguir el relato aunque no hiciese falta.

Calla, déjame hablar, ahora que dicen que de la juventu unos se matan con los coches, otros con las motos, … pues antes, con los carros, y las bicicletas también se mataban,… y no por eso se dejaba de ir de fiesta, … en fin, que resulta que un día por lo que fuera se me hizo tarde y me quede solo, que si no, siempre había uno u otro con el que volver, y por lo menos ya no subías solo, pero aquel día.

Uno y otro a la menor ocasión saltaban, así que a Perico le falto tiempo para imaginarse la situación y le quito la palabra: Mecaguen el turrón, pues eso si no te acuerdas tu, ya te lo digo yo, sería que entre casquete y casquete se te fue el tiempo y el tren no espera a nadie, ya lo sabes, y a lo que salieras del ribazo o las eras…

Tu ya me conoces, y sabes lo cumplidor que soy, interrumpió, yo cuando bajaba de Fuentes Claras, lo primero que hacía era ponerme a la faena, y luego ya al alterne con unos y con otros, que yo ni a la eras ni a los ribazos me ha gustao nunca ir, por que allí solo te encontrabas con mala gente…

Tranquilo muchachos, que perro ladrador…nos decía Perico

Aquella noche tenía yo pensao por lo tarde que era y porque no había luna subirme a casa por el camino de la Masada, y no sé por donde fue, por ahí seria por entre el Barrio Nuevo y la Fuente el Bosque, que me paré y digo, coño, pues si parece que se siente llegar un tren, a estas horas que no pasa ninguno, … y me quedé un rato parao y digo si, un tren viene, algún mercancías, que se habrá cruzado con el Chispas, y lo habrán soltao ahora, y parece que siente por allá por el Tormo… 

Con que nada, a escape echo a correr, llego a la estación, y ya veo que viene un tren por la Serrana, tiro hacia el Rincón y me meto a esconder en la casilla del guardagujas y tira que no llegas, tira que viene…. Yo que no podía más… ya parara, ya parara y el tren que no paraba… y venga a pasar vagones y mas vagones, y al ver que no paraba y que en mi vida había visto semejante tren, me dije, o me engancho o me quedo en tierra, así que venga pa arriba… me espero al ultimo vagón, echo a correr detrás por entre las traviesas, el tren que empieza a acelerar y yo que me tiro para arriba y digo, ale ya esta pa casa…. Me encaramo me sujeto como un mono, pegamos un bote en la revuelta…. 

Coño, pero no te calles, que matar no te mataste que lo estas contando… que hostias paso, como acabo todo. Perico estaba ya tan intrigado como todos los demás.

Que va a pasar, que salí volando como un trapo, pero mira, a toda hostia oye, hay que ver la fuerza con que me tiro el cabrón de tren, como cuando un toro pilla al torero y parece que sea de paja, pues igual,…. Iba yo volando de espaldas y viendo como se alejaba el tren, y despidiéndome de la vida, porque una caída de espaldas ya se sabe, te partes la crisma, y yo me decía, ya verás a la mañana cuando me echen en falta y me busquen ya pueden poner una cruz en la cuneta, allí en el cornejal de los Loreto que es a donde fui a parar en toda revuelta cara el Poyo, aquí murió el Festejador del Chispas, en acto de servicio, dios lo acoja en su seno. Menudo lio se habría preparo de haberme matao entre una familia y otra, ya sabes lo que pasaba entonces, hubieran bajao con la dalla a pedir cuentas…. Y los otros hubieran subido con la hoz, si la que pasaba.

Pero no fue para tanto que aquí estas.

No fue para tanto , pero aquella noche de festejo volví a nacer, mira caí así como un zapo de espaldas tripa arriba, y lo único que me salvo fue que tuve la suerte de caerme en el cajero de los Loretos, en el rio, … no se ni como fue, pero en cuanto cai me puse de pie y eche a correr, aún me parecía que podía subirme al tren, ni me había dado cuenta que estaba en el rio, no me podía ni mover… y tú qué crees, que atinaba a salir y encontrar el camino, si, del susto que llevaba y sin luna, no me llegaba la camisa al cuello, la boina a cáscala y una albarca que perdí y tira para Fuentes Claras por el Rincón y sin luz, un frio,… todo me dolía… y el tren aun se oía pitar y pitar… mecaguen su padre. Mojao mojoa mojao, todo chupido.

En fin que a lo que llegaras a casa te mandarían a la cama sin cenar, por tonto. Sentencio Perico.

Aun me acuerdo que salte al corral por detrás y me metí en la cama sin decir nada a nadie, y ya lo puedes jurar, ya, que no cene,… y comer habría comido poco, pero hambre no había, ese día no.

De Los Años de la Cazalla 

        GRACIAS MUCHISMIAS GRACIAS


viernes, 13 de marzo de 2020

Año 1918 (La gripe y San Roque)


 
En tan aciaga fecha y en plena Primera Guerra Mundial que dejaría diez millones de muertos, también haría su aparición una pandemia que debido al movimiento de tropas viajaría con facilidad por todos los continentes y que, aun siendo originaria de Kansas, ha pasado a la historia como Gripe Española, simplemente por haber sido el primer país que dio la voz de alerta. En España sin embargo la llamaríamos con el sonoro nombre de Trancazo o más sutilmente con el de Soldado de Nápoles, por la novedosa actualidad de la recién estrenada zarzuela La Canción del Olvido.


Las devastadoras cifras de muertos por gripe dan idea de su magnitud, con más de cincuenta millones de fallecimientos en el Mundo, trescientas mil personas en España y diez mil en Aragón. Imposible la evaluación del número de los “invadidos” como así se les llamaba a los infectados, entre los que también encontramos al rey Alfonso XIII y a la infanta Isabel.


En Calamocha la cosa nos pilló con la lección aprendida por lo acaecido treinta y tres años antes a causa del cólera. Por un lado, el Ayuntamiento y su Junta de Sanidad puso pie en pared tomando una serie de acuerdos y medidas preventivas como queda reflejado en sus libros de actas; por otro lado el párroco mosén Juan Antonio Mollat organizó la subida de la imagen de San Roque de su ermita al templo parroquial donde permaneció desde el día 14 de octubre hasta el 30 de noviembre.


Junto a los incesantes cultos que se sucedían en la parroquia en honor del Patrón, nuestras abuelas trocearon una vieja capa de san Roque en cuadraditos de tres por tres centímetros que fueron repartidos por todas las casas, y sobre esos trocitos se bordó una cruz roja símbolo de San Roque y en su crucero un puntito amarillo en alusión a la peste. Estas piezas eran cosidas a la ropa de los infectados o puestas bajo el almohadón de la cama.


Y mientras en Zaragoza y Calanda debieron suspenderse las fiestas del Pilar, aquí en Calamocha nos libramos por los pelos de lo que pudo ser una catástrofe. Entre los cincuenta y dos fallecidos del año 1918 registrados en el Juzgado, solamente tres mujeres fueron las víctimas de la bronca neumonía gripal. El vecindario y en acción de gracias volvió a organizar fiestas en honor de San Roque los días 29 y 30 de noviembre de aquel año que por segunda vez procesionó bailando a San Roque por las calles de la Villa.
 
JESUS BLASCO El Comarcal Del Jiloca ( Fragmento del jarbe Año 1918)
  457 diciembre de 2016
Las devastadoras cifras de muertos por gripe dan idea de su magnitud, con más de cincuenta millones de fallecimientos en el Mundo, trescientas mil personas en España y diez mil en Aragón. Imposible la evaluación del número de los “invadidos” como así se les llamaba a los infectados, entre los que también encontramos al rey Alfonso XIII y a la infanta Isabel.

martes, 10 de marzo de 2020

Dias de Radio


En la esquina de Inocencio a la entrada del Barrio de las Escuelas por el Rabal, Maria siempre tenía encendida la radio. Podía sentirse la voz del locutor entre la niebla del sonido tanto como el olor a gloria de su cocina. Era la mejor hora para escucharla en aquellos días en que apenas podía sentirse algo la SER. Lejos quedaban los días de los viejos aparatos de nuestros abuelos olvidados tan pronto como llego casi su única alegría en forma de televisión.

Teníamos en la cocina un viejo transistor a pilas sin marca recordable en el cual sintonizar algo era la mayoría de las veces imposible. La escuchábamos desayunando, huyendo del frio sobre el calor final de la gloria y también a la hora de comer si había ocurrido alguna noticia, entiéndase mala. A veces por la tarde, la luz se iba y moría el blanco y negro de la tele y volvíamos a él tratando de escuchar el musical de la SER con su lista de éxitos que por entonces era de docena y media y no cuarenta.

Unos sanroques allá por la comunión mis tíos Carmen y Álvaro nos trajeron de Valencia un radiocasete Osaka, nuevo ya parecía viejo. Sonaría sin parar su radio hasta el día de su muerte muchos años después en el piso de estudiantes.

También con él nos batíamos en una lucha constante las noches de futbol tratando de seguir los partidos de los grandes en Europa, la copa del Rey o la liga. En lo más interesante se perdía la señal y entraba cualquier radio francesa o de más allá del estrecho, aburridas emisoras árabes eran el pan nuestro de cada noche. Apagabas la radio y rezabas porque todo cambiase.

Un sábado de tantos a mediados de los ochenta siguiendo la rutina buscamos en la FM y sin mas se escuchó la voz celestial, de Pedro Elías locutor de Canal 2 de Radio Zaragoza. Aquello nos cambió la vida a todos, grandes y pequeños, noticias y música a todas horas desde Zaragoza y en las desconexiones desde Radio Calatayud, pueblo del cual pasamos a formar parte. Aún recuerdo su número de teléfono para pedir una canción. Pronto en cada rincón de cada casa había una radio. Dios bendiga a quien puso en marcha aquel repetidor.
 
 

Al poco me jope a estudiar a Zaragoza y allí la radio no paraba. Con ella me despertaba y me acostaba y a la hora de la siesta escuchaba a Conchita Carrillo con la esperanza de que diese la palabra a la otra Conchita, Sebastián desde Calamocha. Recuerdo también una noche de madrugada dormido con la radio cuando una voz familiar me despertó, “Buenas noches desde la Siberia española, soy José Luis Campos”. Llamaba a un programa donde un genio capaz de hacer mentalmente operaciones matemáticas kilométricas retaba a los oyentes calculadora en mano. Como era de esperar José Luis no perdió la ocasión para promocionar su pueblo.

Treinta años han pasado desde que me despertara su saludo aquella noche y quince son los que lleva él y su equipo, hoy con la voz de Silvia por bandera haciendo radio de la buena a diario y magistral los viernes donde un grupo de tan alto nivel como buenas personas parecen haber encontrado el rincón ideal para hablar con total libertad. Algo que a lo largo de la piel de toro solo sucede allí en la casa de José Luis, la de todos. Felicidades con mayúsculas a Radio Calamocha- Cope Jiloca no cabe mayor suerte que poder encender la radio cada día con tu pueblo, con el país del Jiloca como protagonista. O bien en mi caso y el de tantos, acceder a ella desde la distancia a través de la red. Hubiera sido maravilloso tener una radio así en aquellos años del despertar a la vida, pero bueno, tampoco estuvo tan mal todo lo demás. Muchísimas gracias y felicidades.


Publicado en El Comarcal del Jiloca Febrero 2020