Cuando Don Santiago Serraller, quien tristemente ya nos dejó años atrás, merecido premio del Instituto Nacional de Meteorología en el año 2002, "galardón a su dedicación, esfuerzo y trabajo bien hecho en beneficio del interés general de los ciudadanos", pensó allá por el año de 1992 junto a otros calamochinos apasionados de la meteorología trasladar el Observatorio de Calamocha desde las instalaciones deportivas del campo de futbol de la villa, al entorno de la ermita de San Roque, quien sabe, si lo que hacía no era si no, dentro de una Calamocha, mágica, mítica, de leyenda, llevarlo a su primera ubicación allá por el año del señor 1720.
No hay datos numéricos, pero si su heladora crónica escrita, con numerosas referencias al frio del cual disfrutaban de verdad en toda su magnitud entre sus muros cada invierno los franciscanos del convento de San Roque.
"Esta noche se va helar el Santo Cristo, San Roque y hasta el copón bendito". Cuantas veces habré oído dicha expresión de mi padre y abuelos tras mirar al cielo estrellado las noches de invierno y cerrar la puerta de casa, quizás tenga su origen trescientos años atrás:
EPITOME DE LA VIRTUOSA Y
EVANGELICA VIDA DEL R. VENERABLE PADRE Fr. IGNACIO GARCIA (1720)
LECTOR JUBILADO, FUNDADOR y dos
veces Guardian del Insigne Colegio Seminario de Misioneros Apostólicos de la
Regular Observancia de Nuestro Seráfico P. S. Francisco de la Villa de
Calamocha en esta Santa Provincia de Aragón.
Algunas referencias al frio:
Capitulo III
Y cumplidas estas y otras
devociones particulares, que tenia el Venerable Padre, celebraba la misa con
imponderable devoción.
No podían los Prelados darle
mayor mortificación, que mandarle algún día de mucho frio, no dijera Misa. Y
aunque lo hiciera muy grande, se levantaba, y se preparaba con el espacio, y
tan de propósito, como tenemos dicho. Después de tres días de grandes fríos, y
destempladisimos aire heladores, le mando su Prelado que no dijera Misa, y
obedeció sin replica; pero llegándose el día Solemne de la Conversión de San
Pablo, le rogo al Guardia con mucha humildad, que le dejase decir Misa, por la
gran devoción que tenía en su alma con este celebre Santo. Permitiosele, y
preguntándole después, si había sentido mucho frio. Respondió con alegría santa
y dijo: He podido decirle gracias a Dios.
Otras veces que por la
destemplanza del del tiempo no le dejaban decir Misa, solía decir: Es el
remedio más fuerte que la enfermedad. Cuando hacía tiempo riguroso, con el
temor que sentía que le mandasen dejar la Misa, solía decir con mucho disimulo
en preferencia del Guardian, y de los Padres discretos: Mañana es un día
grande: yo estimo y venero mucho a este glorioso Santo. Pero luego entendían lo
que quería decir, y le consolaban en cuanto se podía; bien que, alguna vez
atendían más a su salud, que a su particular devoción, aunque se mortificase
mucho.
Capitulo VIII
Los Maitines a media noche han
sido indispensables, de tal manera que ni por los frios (que en aquella alta
tierra los hace grandes) ni por los hielos, y nieves, ni por los vientos de
Norte destemplados, y rigurosos, ni por otro motivo alguno se han dejado de
decir las Divinas alabanzas en aquella hora determinada por la Ley, y costumbre
santa de la Religión.
Para saber más: https://recuerdosdecalamocha.blogspot.com/2018/12/la-noche-del-frio.html
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