miércoles, 22 de noviembre de 2023

Sol y sombra, y torrijas

 

Ha pasado una década desde que el inolvidable autor nacido en Caminreal el calamochino Paco Rubio publicará Barrendero, enterrador, ferroviario con su querida Calamocha como protagonista, hasta la fecha sigue siendo la mejor novela que pudiéramos soñar y ya anda este cronista pensando y dejándose llevar por la deuda contraída con el maestro y lo sentimental a un tiempo que jamás reconocerá novela con la villa entre sus letras mejor que aquella. Sin embargo, la ilusión y la incógnita que creó su aparición se ha visto afortunadamente desbordada con creces por tanto y tan bien como se ha ido escribiendo y publicando desde entonces bajo el cielo del país del Jiloca. Las ediciones se suceden, década dorada, color calamocha, la colección aumenta, y ahora mismo ¡quien iba a pensar semejante cosa!, uno no alcanza a leer tanto como se publica. Cierto que últimamente tal vez obsesionado por sacar adelante la crónica lea precisamente eso, crónicas de aquí y de allá por qué es lo que el maestro me aconsejaría.  

 




Café y Torrijas, continuación de Caolín, abro el libro y leo en la tarde de un triste y frio sábado de febrero, comienzo por quien conozco, se que tarde o temprano me encontrare con una o con otra y me preguntaran, quedo una vez maravillado, la tarde, el esfuerzo de leer ha merecido una vez más la pena.

 

Escribe Cristina Jimenez. Aplauso a las ocho, historias de amor, de mujeres, poesía de colores, una delicia, ... La mujer que sufre, la mujer valiente es la protagonista, capaz de tirarse desde lo alto del puente de Luco para suicidarse y poner fin a todo, letras brillantes, el morado intenso de la flor de cardo, todo es bello, no hay cielo como el del Jiloca y a él le escribe Cristina cartas de amor. Es todo tan visual, tan real.

 

El caso es que concluyo, paso página, avanzo, busco a Lucia Roy y sin darme cuenta paso a los sueños. Comenzamos bien me ofrece un porro, dudo que hacer, no he fumado nunca, pero para todo hay una primera vez, y que mejor que ir de la mano de la señora Roy niña terrible de las letras calamochinas, L'Enfant Terrible que en francés es más bonito, nos tomamos tambien una cero cero, que ya tenemos una edad, pasamos miedo, viajamos por medio mundo, con la imaginación es más seguro, además nosotros nunca salimos de entre La Poza y el Ingenio, ella parece haber vivido otras vidas y la suerte es que nos las cuenta, finalmente el gobierno, quien sino, nos corta el rollo, decreta el Estado de Alarma y ella hace la fotografía la crónica perfecta del instante mismo. Y se acaba por ahora, venganza frente al desamor, muerte y vida del insigne filibustero Tubalcain quién ya no tiene quien le escriba y que llorará mientras espera nuevas lecturas de sus dos grandes amores.

 

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