martes, 7 de agosto de 2018

Merengue de Calamocha


El año que abrieron el Matadero de Matinsa me mandaron a Cariñena y allí cargue el Avia valenciana hasta arriba de cajas llenas de botellas de plástico de un litro de vino y de cajas con  jarras de barro envueltas en paja, jarras para echar un chato, no más, en las botellas había una etiqueta con la fotografía del matadero, y en las jarras ponía Matinsa, aún quedara alguna por casa, las hacían en Villafeliche cuando en la comarca teníamos y sabíamos hacer de todo, de todo para regalar, de tan feas que eran a todo el mundo le gustaban, eran graciosas, estaban recién hechas y parecían yo que sé,  del año catapún. Jarras como las que luego se vieron en Curro Jimenez, pues eso más o menos las mismas, de cuando la guerra con los franceses debía ser el molde.

Mi madre la Xaltación decía: “Pero maño, a Madrid te vas, allí te han mandado, con lo grande y lejos que esta”. Y allí que me fui, me levanté a las cuatro de la mañana, sin pegar ojo de tantos nervios que tenía y estaba deseando jopar, dormí peor que la noche en que me fui a la mili y mi madre solo hacia que pasar puta pena por si acabábamos matando hormigas con las botas de Segarra en el Sahara Español como los de la quinta de antes, me subí al Avía y cara Monreal carretera y manta hacia la Feria de Muestras de Madrid.

Luego iríamos unos cuantos años más, justo hasta que nos aprendimos el camino, directos al Pabellón de Aragón a encontrarme con los de Calamocha que ya estaban allí en avanzadilla, con Reinaldo el confitero a la cabeza. Tenía todo Madrid para mi, entonces ni coches ni circulación, y de guardia a guardia y algún que otro samaritano llegue a la Feria sin problemas. Se apostaban en los semáforos de entrada los madrileños desfaenaos y en cuanto veían una matrícula rara y que buscabas a un guardia se acercaban y se ofrecían a llevarte, se subían al camión y te guiaban por unos duros, conmigo subió uno que era el vivo retrato de Tony Lebanc, vamos aun hoy creo que era él.

A escape salieron todos los que estaban por allí a descargar el camión en cuanto que llegue a la feria y dejaron las cajas por todos lados, porque aquel rincón de Calamocha estaba hasta arriba de huevos, yo jamás en mi vida había visto tantos, venga huevos y más huevos por todos los lados, huevos para hacer merengues, las colas para comerlos eran enormes, y es que en Madrid todo es más que grande, grandismo.

Y Madrid debía estar llena de gachís, eso en aquellos años lo sabíamos todos, y de cabaretes pero jamás en aquellos dias de tanta trápala ni aquel año ni ninguno nos dio tiempo a salir de la feria, allí hacíamos la vida esos días y  allí teníamos lo que llamábamos el picadero de la ilusión, pasa y acuéstate un rato, me dijeron tenían cuatro camas, para los días de feria y dormían a turnos. Madrid ni tocarlo.  Pero bueno, no te voy a engañar ni mentir, un año de aquellos y sin feria desde de Calamocha nos llevaron a todos a ver el Valle de los Caidos y luego a dormir a Madrid, pero eso ya es otra historia.

Aquel primer día a lo que me iba a recostar un poco después de no haber dormido y de tanto nervio a escape echaron mano al camión y su carga, “venga vamos almorzar, que ya tenemos vino” y allí todos dale que te pego, jamón, longaniza, chorizo, de todo y todo bueno, de lo primero que hacia el matadero, y botella va botella viene que de pocas nos bebemos el Avía entera, y el que venga detrás que arree  y luego para despejarnos a dar una vuelta, a recorrernos toda España de caseta en caseta que estaban todos preparando la feria. Mañana echada y a comer lo que nos dejamos del almuerzo y Reinaldo dale que te pego no paraba de hacer merengues, y la gente venga a llevarse bandejas y mas bandejas, no le quedaba tiempo ni de sentarse a comer. Era el hombre mas feliz del mundo. Comimos lo mismo que almorzamos o más y ya estorbaba el camión, así que les dije, oye yo me voy a echar un rosquete, me despejo y me voy, ¿queréis algo para el pueblo?
 
Y no me había ni tumbado en el catre, que aparece Reinaldo por el picadero y me dice: “Oye maño, y que vas hacer, irte de vacío o has de cargar en algún lado, si le echamos al camión una máquina y un horno que he comprado, te dirán algo?". Que van a decir, nada.
 

 

Así que entre todos metimos la maquinaria al camión que la tenía allí en la caseta de la feria y se comía media parcela y ya la gente que empezaba otra vez a llenar aquello venga merengues para todos lados y el Florentino, mecaguen el tío el copón, que ya estaba viviendo en Madrid y que tenía que venir para sacarme de allí, que no venía, y la feria llena que ya ni se podía circular ni andando ni en camión y echa a buscar a uno de Madrid para que te sacase que allí no había ninguno y los guardas que quitásemos el camión, y el pobre Reinaldo que no sabía ya que hacer de puro contento que estaba con los merengues que se los quitaban de las manos y la maquina empaquetada para el pueblo culpable como se sentía se lio la manta a la cabeza y dijo, “espera que yo te acompaño a la salida de Madrid, que yo esto me lo conozco de los viajes que hemos hecho ya estos días, para unas cosas y otras, te saco, te encamino y ya me buscare la vida para volver, no te preocupes de nada, con alguno de los que a la entrada de Madrid vengan a la feria me vendré  y con una bandeja de merengues les pagare”. De ninguna manera me iba a dejar solo, "venga que aún quedan merengues, vámonos luego hare más". Y se subió al camión conmigo.

No hubo forma, ninguno de los dos atinábamos a cómo salir de Madrid, ni guardias, ni indicadores, nada, venga a dar vueltas como tontos de un lado a otro y la tarde se acababa, y el ya preocupado por lo uno y por lo otro, “a esta hora ya no quedaran merengues, tira por allí, por allá” y al cabo las mil vi un camión matricula Guadalajara en una finca descargando muebles, y le dije, anda vamos a ver qué marcha llevan los paisanos, y allí me quede, aun me subí a la caja a terminar de ayudarles y ellos me sacaron de la capital y a lo que me estaba despidiendo del pobre Reinaldo, que si el autobús, que si un taxi, que si me voy andando que la feria está ahí detrás, que hemos dado más vueltas que un tonto, "perdona maño es que no sé cómo darte las gracias" que no sabia que hacese, y en eso  un coche que para y nos pregunta cómo llegar al Feria.

A escape se subió Reinaldo con ellos le falto tiempo, yo os llevo, que vengo de allí. De vuelta para Calamocha me acordaba una y otra vez de Reinaldo subiendo al coche de aquellos buenos e inocentes samaritanos pensando, llegare yo antes a Calamocha que Reinaldo a la feria, memos mal que les pagara con merengues y los dejara contentos y en su vida olvidaran que los mejores merengues de Madrid los hacen en Calamocha.
 
De Los Años de la Cazalla. Merengue para todos

sábado, 14 de julio de 2018

Vivirás más que yo

En realidad, no fue una afirmación, si no una pregunta que vino a romper el silencio entre nosotros y atravesó la cochera del corral a la calle dejándome helado una calurosa mañana de julio al mediodía. No hay respiro posible o al menos esa es la sensación, el tiempo congelado se paró y alce la vista para mirarle y responder. 

Llevaba ya un largo rato sentado en el sofá descansando yo allá en Calamocha un sábado de esos que ahora llaman de vaquillas y que también lo es de San Fermín, camino de Zaragoza y el sentado frente a mí, donde estuviese, en la que fuera mí casa, junto a lo que un día fue el pozo el rincón más fresco de lo que hoy es un salón comedor, hizo la pregunta tal vez sin venir a cuento, pero seguro la había pensado mil veces a lo largo de al menos los últimos diez años, un secreto a voces del que no hay nada seguro, una pregunta de esas que en ningún momento deben hacerse por que la respuesta es de sobra conocida. Algo le rondaba por la cabeza. Lo mismo se muere la oveja que el cordero.

Momentos atrás estaba recordando cómo había cambiado todo tanto y en apariencia en tan poco tiempo hablando de un montón de recuerdos también solo en apariencia sin orden alguno, mezclados con aquello que trae el tiempo, el presente que se pierde entra las manos. Nada nuevo.

El morico que tiene el huerto quiere conocerte, este verano te lo presentare y será ya cosa tuya cuando al año que viene lo siembre, “los moros de dios” que decía tu abuelo cuando pasaban a caballo por el Barrio Nuevo desde el Rincón, él que hacía buenas migas con todos estaría encantando de ver su tierra vuelta a cultivar, le tendrás que decir que te plante borraja. 

Iremos cuando vengas con tiempo a dar vuelta de todo, lleno de yerba como esta, da pena, pero ni más ni menos que todos los demás, que triste esta la Serrana y el Ventorrilo no te puedes dar una idea, da miedo seguir el camino, con la vida que tenía años atrás, ahora todo baldío, sin una cara conocida a la que saludar, sin un alma, con un camino imposible aun para andar, devorado por los cacharros, las motos, las bicis, las prisas, no reconozco nada de lo que veo, mires donde mires todo pardina. 

No queda paisaje, no queda vega, da miedo y pena a partes iguales mirar donde mires, ya no es un camino agradable el seguir y dar la vuelta por el Tormo, todo jodido, mejor pasear por la Jampudia, el secano no engaña sigue igual que siempre, la vega con el agua a los pies, muere. 



Deberás correr cuando llegue el día, y dejarlo todo hecho y dicho de cuanto vayamos hablando, cuando menos dicho, el que venga detrás que arree que decía Inocencio. Porque llega un día en el que se te van las ganas de seguir haciendo faenas, te paras y ves que ya lo tienes todo o casi todo hecho, y piensas la del Tío Cachurro, que hago yo ya aquí, si no es padecer. Que recuerden ellos la tierra. 

Sabes que el pozo no se tapó, ¿a qué venia contarlo?, el pozo se tapio y se cruzaron unas tablas, pero no se enruno, mucha gente lo hacía, en cuanto llego el agua a las casas, y para enrunarlo todo valía, basura todo basura, trastos y zarrios, se pensaban que ya no habría que utilizarlo, que era algo viejo y de pobres, de muertos de hambre que criaban nabos y tocinos cojos y sembraban los barbechos abandonados por los parientes de la capital sin que se enterasen, pero aquí se hizo bien, por si acaso un día ocurría y de nuevo había que abrirlo se respetó. Acuérdate. 

No le pegare fuego a la hacienda como han hecho otros muchos cuando han llegado a mis años con la excusa de dejar todo hecho a los hijos antes de enderezar la Cañadilla, os jodis sin mi como podáis, esos que luego van por ahí a fanfarronear de corro en corro de las perras que les han dado por una tierra que no era suya sino de sus padres, suegros, vete a saber, que no vale nada, que nada cría, que nada renta, y que no la han trabajado. Además de lo que queda ya nada es mío, no lo compre, no lo trabaje, vuestro será. 

Conviene, dejarles algo a toda esta recua que viene detras, algo que los ate, que tengan un palmo tierra donde caer muertos, donde les den tierra, algo que les tire cara Calamocha, además de una casa, como el pozo, quien sabe si igual un día, les apetece cuidar de la tierra, lo llevaran en la sangre. No lo veremos.

Pascual te traerá verdura, sabes que ya tiene tomates, jodelo, será cosa del tiempo y del hortelano, tomates antes de San Roque, casi en junio, que loco está el clima, aquella tierra no hay otra igual, allí pasa los días y casi las noches, en la puerta de casa, si lo vieras, tiene unas lechugas que podrías atar los machos de Perico, el Bayo y el Romo y no tendrían cojones a soltarse. Borraja me parece que no tiene, le daré un sombrero de esos que trajiste, y si se quiere llevar ese poco plantero que me has traído, que se lo lleve, chili, aguacate, tomate catalán, siempre estás de probatinas, yo no quiero nada, aquí en el corral cae todos los días una calorina que todo lo quema, salvo la higuera. La higuera de la Moracha, cuanto le haría parecer, y sin gustarle los higos que no le gustaban.

Salía el abuelo al hacerse de noche después de cenar y primero se recostaba ande estas tu ahora con el trajon de bastón y luego con la cantinela de siempre de dar vuelta de los animales todas luces encendía hasta llegar a la cuadra, una tras otra, le maravillaba el darle a una clavija y tener luz, debía pensar que era el mejor invento que podía hacerse, y lo tenia en casa, y al poco salía la torrijana detrás con un genio de tres pares de cojones venga a gritar, “si te quieres matar, te matas, pero fumas a oscuras, no gastes” y tu abuelo se sentaba bajo la bombilla de las vacas a encender el cigarro en el umbral de la puerta y allí se le iban las horas antes de acostarse, solo, sentado, fumando, charrando con las vacas y el tordillo, y de allí al catre tan obligado como cansado enderezaba el rellano del patio escaleras para llegar a la habitación, yo creo que jamás durmió mas de cuatro o cinco horas, ni de pequeño ni de mayor. Así de la nada y sin dormir compro lo poco que de tierra queda y debe quedar.

Te dije, que te trajeron un pollo que parece un pavo, un auco, grandísimo, para los días de San Roque, por aquello que les regalaste. El que siembra recoge, también te llevare un día a que veas aquel hortal y le hagas fotos, y ver si ha funcionado lo que trajiste esa mestura para la tierra, te gustara, esta todo como hace cien años, como cuando tu abuelo pasaba allí las noches fumando, sin dormir, vigilando después de haber trabajado de sol a sol y así ganar alguna perra más. Y así te los presentare y los conoces. Solo a el le dejaban fumar. 

Está haciendo una barbaridad de calor, pero aun hará más, no te lo he contado, pero en el concurso de guiñote del hogar nos echaron a las primeras de cambio, todos nos tenían miedo, nadie quería jugar contra nosotros, pero las cartas se van con quien menos te lo esperas, nos dejaron cao, ni un coto ganamos. Llevo unos días sin bajar, me jode el aire acondicionado, y además a escape lo cerraran por vacaciones, por ahorrar.

Las portaladas estaban siempre abiertas, ahora todo lo cerramos, más desde aquel día en que entraron a picar y envigar contra obra, hay que joderse, aprovechando que no estábamos en casa y que era un bien para el pueblo, adiós al paso, la faena será vuestra, nadie os creerá, hasta las ventanas cerramos, aquí encerraba el carro y debajo se echaba el Chato a dormir, no entraba en casa, todo estaba lleno de aperos, no se cabía tanto zarrio en tan poco trozo como este donde estamos, ahora que ya para comer todos juntos nos viene pequeño. Que pechadas de sacar fiemo se pegaba con la puta falsa escuadra que hacia que el carro no pudiese llegar al corral, con el carretillo a mitad camino y luego con la horquilla, miles y miles de veces la misma historia, el fiemo a la era y de la era a la tierra, sin descanso año tras año, a última hora ya lo sacamos con la Dumper de las granjas o de Vicente el Torrijano, el pariente, pero era lo mismo, todo a mano y sin una queja, lo hacíamos a gusto, era un día grande en todas casas cuando se sacaba el fiemo para la tierra, trabajar en casa, almorzar, la bota, los carros llenos de abajo arriba y que bien le sentaba aquello a la tierra, ahora que para criar algo te tienes que dejar las perras.

Luego encerrábamos aquí el coche, te acuerdas, la de maniobras que teníais que hacer para llevarlo al sitio, junto a la leña de la gloria, debajo las rastras de las cebollas, frente al banco de cocinar, el ventanuco de la bodega, la nevera de Doña Pilar, el armario sobre el pozo, la moto, las bicis, el pienso de los conejos y los tocinos, … y un día, como todo, se acabó, llamamos a Paco y ablentamos todo, las portaladas verdes, una pared, ventanales, suelo, yesaire, vigas, y convertimos la cochera en un salón con cocina, te acuerdas donde compramos la chimenea, y lo que costo, y como la trajimos, y el puente romano pintado por Ramon… hace de eso ya treinta años, no cuarenta. Se os va hacer tarde, tendréis que joparos al charco, ya seguiremos mañana 

Iremos este verano una mañana antes del calor y daremos vuelta de la tierra, ya habrás olvidado los caminos, haremos fotos, y recordaremos para que luego tu lo puedas contar y decirles que ahí la tienen, para lo que quieran, pero que aun siendo suya, ni la compraron, ni la van a trabajar. Y a mi que me importara ya todo eso, ni a mi ni a nadie de los que ya se han ido. Que dejen estar la tierra, que la dejen trabajar.

No llegue a decir palabra alguna, él fue más rápido a la hora de responder a la pregunta de si viviré o no más años que él, y se contestó así mismo, si bien mi cara al mirarlo dejo bien claro lo que yo pensaba aquel día, porque la vida son instantes, momentos en los que todo pasa y cambia y cuando a punto estaba de articular una sola palabra con la que responder armado con la verdad él lo hizo por mí.

No. No vivirás más que yo, y ya no me importa porque no lo veré, treinta años más de los que tienes, serán muchos, lo son para mí, así que no quiero ni pensar cómo lo serán para ti heredero de todo lo mejor de la familia de Torrijo a Calamocha. Ya he vivido tanto como mi padre y estoy acabando, cuestión de ley debería ser vivir más que los padres, pero eso es una mentira como otra cualquiera y contigo aún más, contigo será diferente por muy mayor que te hagas te será difícil llegar hasta donde yo he llegado. Por eso deberás contar, tanto como sientas a todos estos que vienen detrás.

sábado, 23 de junio de 2018

Tan tuyo como tu muerte...un libro con final en Calamocha

Hace unos días encontré por casualidad en la red la reseña de una novela, Tan tuyo como tu muerte, 2017, Editorial Versátil, cuyo autor Emili Bayo Juan situaba el epílogo de la misma en Calamocha. Novela negra que en mi caso ya antes de leerla me intrigo. Unas horas después la compre en la Casa del Libro



Comente tan magnifico descubrimiento por un lado con el actual superventas literario calamochino, dormido en los laureles, Don Jesús Blasco, y su respuesta, no se hizo esperar ni me sorprendió, desbordando entusiasmo a raudales “ya tardas en comprarla, leerla y contarnos, habrá un por qué, y cuando lo sepas todo lo pregonaremos a los cuatro vientos. Localiza al autor y me cuentas” y por otro lado lo comente con el escritor de Barrendero, Enterrador Ferroviario, Jon Lauko, quien se entusiasmó tanto o más que uno mismo y se dio cuenta de que dio clases en el mismo instituto que Emili con algunos años de diferencia allá por tierras catalanas. El mundo es un pañuelo con centro una vez más en Calamocha.

A continuación, solicitudes de amistad en Facebook, y pronto el autor de Tan tuyo como tu muerte escribió “Mi madre era de un pueblo cercano a Calamocha. Es mi humilde homenaje.”



Entretenimiento e intriga, dos escenarios, dos tiempos, presente y pasado, inicialmente cuando te sumerges en uno quieres lanzarte al otro y viceversa, ¿qué pasara?, ¿qué ha pasado? no lo sabes, obviamente en eso consiste la novela negra, abres el libro, lees, lo cierras, piensas, imaginas y tratas de responder a tantas preguntas como te llegan a la cabeza y dado que la España del mundial, cosa ya sabida, aburre, sigues leyendo, de vez en cuando miras la tele sin voz y todo igual, sigues leyendo, y piensas va a ser una lastima, adiós al libro en dos tardes a no ser que a España le dé por darme algo de emoción, hechos, investigación, y un par de protagonistas que son ya casi como de la familia me llevan a olvidarme del aburrido fútbol. Y la familia ya se sabe, “cosa difícil y complicada” como decía Pla tanto es así, que tendra su propia linea de investigación. en la novela por parte de los protagonistas. A quien no le va a gustar la idea de tener entre sus antepasados a un héroe.

Alguien grita gol, pero estoy leyendo un párrafo muy interesante, imposible no simpatizar con Abel el protagonista masculino, por momentos alter ego de uno mismo, todo un tierno ejemplo, alguien con el que te irías al fin del mundo, sentado en el asiento del copiloto del mini de Azucena “Daban ganas de arrestar aquel tipejo por algo tan simple como la mala educación, pero los legisladores de este país no están por la labor y me contuve”. No hay dia que uno no piense asi una docena de veces como mínimo aun no siendo policía.

Se ve que los malos no aprenden, lo vemos, oímos y leemos a diario, todos parecen caer, pero ellos deben pensar que no siempre es así, eso o que no han leído novela negra ni visto las viejas películas americanas en blanco y negro, ni un triste telediario para tener la certeza de que quien la hace tarde o temprano la paga, bien bajo la justicia humana o la mas cruel de la divina, y en ello parece transcurrir la novela.

Cualquiera puede ser dios, juzgar, condenar y salvar, todos parecemos tener ese derecho y unos pocos ademas poseen el don de mentir, ¿quien lo tuviera todo?. Sin embargo, aún teniéndolo todo ponerlo en práctica tiene o debería tener sus riesgos.

Las paginas finales, cuando ya da pena que todo se acabe, se deben leer con una copa de retacia a mano sorbo a sorbo, quien fume, que lo haga también, pero que no suelte el libro hasta haber leído la ultima de las palabras.

Por fin la novela se encamina a Calamocha en un viaje de ida y vuelta con parada en el cuartel y algún que otro tétrico lugar  cuando ya todo parece estar resuelto una mañana de enero, ya no queda en apariencia ninguna intriga por resolver, pero Abel y Azucena no nos han llevado al fin del mundo, allí donde nacimos, y traído de vuelta a casa para nada, el viaje es largo y hay tiempo para pensar y hacerse unas ultimas preguntas en cuanto a lo que ha ocurrido en Calamocha y tiempo atrás.

Recuerdos y gracias por sorprendernos 



PD Curiosidades de la vida, el primer gran viaje que hice de niño fue Calamocha-Lleida, mis padres habían dicho que estaba lejos, y yo que quería ver mundo al ver las primeras casas de Luco del Jiloca pregunte si ya habíamos llegado.

Tardamos un poco más, pero al final llegamos a casa de mi tío Víctor y Balbina. Al cabo de un rato desaparecí, no estaba en la casa, ni en la calle, ni en la calle de al lado, era como si la tierra se me hubiera tragado, mi hermano y mi prima me habían perdido de vista, no sabían que responder, mi madre y mi tía lloraban. Comenzaron los nervios y hubo que dar parte a la autoridad de mi desaparición, pero eso ya es otra historia.



lunes, 18 de junio de 2018

De los calamochinos nacidos en 1968 Cincuentenario


Vivir para contarlo


Muy buenas noches a todos.
Por fin ha llegado el instante, el momento de volver a vernos, bienvenidos y feliz noche.
Esta noche por encima de todas las cosas, quisiéramos poder parar el tiempo y hacerlo aquí y ahora. En el Hotel Calamocha. Plenos de felicidad y amistad.
Hemos querido escribir una carta de amor, ahora que ya nadie escribe otra cosa que no sean wasap y vinimos a escribir todo cuanto vamos a leer, un canto a la vida y al recuerdo de los nacidos en Calamocha en el año de 1968

A lo vivido y a lo que nos quede por vivir, al recuerdo y al futuro, a quienes aquí nacimos, a quienes tan solo estuvieron de paso y a quienes vinieron después.
Si maravilloso ha sido lo vivido cuando miramos atrás, aun podemos hacer algo más y que entre todos el futuro sea muchísimo mejor.
Aquí y ahora da comienzo el resto de nuestra vida. A unos pasos de donde comenzó, nuestras casas, las escuelas, el instituto, la EFA, Calamocha.
Hoy no debe ser un día cualquiera, una noche de marcha más, un día de tantos de los ya vividos, una noche de la que no recordar nada al día siguiente.
Todo lo contrario, hoy debe ser el primer instante del resto de nuestra vida juntos, unidos por la celebración de estos primeros cincuenta años.

En cincuenta años han ocurrido muchísimas cosas, aunque nos siga pareciendo que ayer mismo éramos unos niños y nos quede tanto por vivir
Los años, la distancia, las prisas, el fin de nuestros días con centro en la escuela, el instituto y los garitos de los ochenta, hoy catedrales de digno recuerdo, los sanroques perdidos, la familia, los hijos, la vida que pasa, las prisas, el no llegar a todo, nos fue separando.


Pero el esfuerzo enorme de reunirnos hoy debe hacernos cambiar la dinámica, volver a ser unos niños, volver a comernos el mundo o cuando menos Calamocha
Y hacerlo de ahora en adelante todos juntos, reunirnos al menos una vez al año, un café, una cena, una comida, unos pocos quintos, aquellos que puedan.
En suma:
Que hoy, al cumplir los cincuenta años, aquello que la nostalgia, el entusiasmo, el amor y un grupo de wasap ha unido, no lo separe el tiempo.

 

                                               Fotografía DAVID SANCHEZ LAZARO
 

Nacimos en el 68 del siglo pasado
Mira tú si hace años
Pronto se saca la cuenta
Cincuenta
Recién llegada el agua corriente a las casas
y encementadas las calles
nacimos aquí mismo,
en Calamocha,
no cabe mayor suerte
Otros llegaron de paso
Y siendo todavía unos niños se marcharon
BIENVENIDOS
Otros llegaron más tarde para quedarse
BIENVENIDOS
Suerte para todos encontrarnos hoy aquí.
 
 
Una comadrona, Doña Celia
iba de casa en casa
y nos traía al mundo
no había pediatras ni revisiones
ni casi enfermedades
que no pudiese curar la madre la abuela o una tía
Nos pesaban en la tienda de ultramarinos
El medico tenía un vespino rojo
Solo de oírlo querías morirte
Don Angel pedía una cuchara a tu madre
Te miraba la garganta, el pulso y la fiebre
Y te ponías bueno a escape
Este chico necesita una receta de calcio
No tiene nada, está sano
jarabe, supositorios y pinchazos
hay que llamar a Don Paco
Y Mañana a escuela
 
 
El primer día de clase con Doña Pili
Escuelas viejas, baby azul, leche Ram, carbón y merienda
El segundo y el tercero, Don Juan y Doña Ascensión
Otros muchos maestros, los años que pasaron
Mayores que nos hicimos
Unas veces juntos, otras separados
Éramos muchos, dos clases y afortunadamente
Seguimos siendo muchos
Hacia un frio terrible pero nunca nos importó
Ni en casa ni en la calle.
Estufa de leña, luz y gloria
Crecimos
Tres navíos en la mar, la gayola
La bombilla, los tres fallos
Un parchis, una baraja, churro va
Pitones, chapas y cromos
Una soga, la comba y un balón
Entre el Rabal y el Peirón
La fuente del bosque, la huerta grande,
Los hortales, el rio, las eras y los pajares
La calle para correr
Que guapas las chicas
De todas nos enamoramos
Los chicos buenos soñábamos con ellas
Yo aun lo sigo haciendo, sigo enamorado
Hoy por fin os hemos vuelto a ver
Difícil olvidaros
Pero ellas se fijaban en los malotes
Hasta Miguel Rios sufría mal de amores
 
 
Que le vamos  hacer
Si cuando éramos jóvenes
Nos gustaban los malotes
El tiempo nos curó de casi todo
 
Pero sé que los chicos malos
Tienen un corazón inmenso
Lleno de canciones de amor
Y esta noche quiero que canten
Por qué yo quisiera saber
Y poder perdonarles
Quien por San Juan nos ponía cardos
En lugar de flores
Y que ellos me perdonen
El habernos quedado con los otros
Los trozos de pan
 
 
Estudiar, deberes y jugar
Via crucis, retiro y flores en mayo
Formar al entrar en clase
Bendito orden y silencio
Como se “echa de menos”
Mosén Salustiano y Feliciano repartiendo
Catecismo y comulgar
Aplauso los sábados,
Bonney N y Parchis
Heidi, Marco, Yaqui y Nuca, los payasos
Confesión y misa los domingos,
Futbolines en casa Teo,
Ideal cinema, clasificado S
Kiosco en el Peirón
Los escaparates de Agudo y Elias
Los años del destape
La Lib, la Interviú, y la Muy Interesante
Barbara Rey, Victoria Vera
Leif Garret, Iván, y otros guapos
¡Qué rápido paso el tiempo!
De la mano de la Tía Concha Catalan y su hija
Recorrimos el camino de las chuches al champan
 
 
Las escuelas nuevas a estrenar
La derrota en el concurso de Area 5
El viaje a Benicasim a ver el mar
Para muchos la primera vez
Los Pecos y sus acordes
Que cantamos en aquel bar
Esta noche deberíamos volver a cantar
La tele en color, el teléfono en casa
Dos canales para ver
La camiseta de naranjito
Veinte duros en el bolsillo
El viaje a Mallorca de fin de curso
Nuestros últimos momentos juntos
 
 
La fotografía de sexto curso
Los maestros que nos despidieron
Todos con el Don y Doña delante
Pedro, Vicente, Ascensión, Tomas,
Manolo, Conchita, Jesus
Y los catorce recién cumplidos
Un primer adios
Catorce años. Nos comíamos el mundo
De Monreal a Daroca
Un montón de nuevos amigos, amigos para siempre
Los años del instituto
Sus clases, sus fiestas, los ochenta
La movida, la marcha, la música disco
Perros callejeros, Pajares y Esteso
Catorce, dieciséis, dieciocho
Radio Calatayud
Las películas de video piratas
En el Chato y el Pub Calamocha
Allí vimos ET y Superman
El spectrun, la calefacción,
El video, el radiocasete, la tele por cable
El comecocos, los marcianos
La Derbi C4, el vespino, y por fin el Sinca 1000
Ginebra y Coca Cola, ponche y batido y una caja de cervezas
Las fiestas de los pueblos, noches de verano
Las noches del despertar a la vida
 
 
Las verbenas en el polideportivo
Las fiestas en la plaza de la iglesia
Gabinete, Los Rebeldes, la Frontera
Tennesse, Puturru, y su menage a trois
Eternos Inhumanos, una y otra vez
 
La Pantoja, Manolo Escobar
Y Luis Alfredo el de Cristal
Héroes del Silencio y tantos otros
Ole, ole, la minifalda de Marta
De blanco inmaculado
Las barbas de Juan Pardo
El chachachá del tren
Y el ultimo pasodoble de la Banda de Encinacorba
Nos faltó Alaska, ¡oh todopoderoso Alcalde!
Hágase tanto su voluntad como realidad nuestros sueños
Aléjenos de los tributos ¿A quién le importan?
Queremos ver Alaska en la Plaza de España
 
 
Aquello paso, aunque cueste creer
Hay que recordarlo
El Príncipe saludando en el Peirón
Y todo sucedió, como un verano, en un suspiro
Estudiar fuera
Trabajar donde te dejen
La mili donde te toque
Adiós Calamocha adiós
Adiós a la foto de sexto
Unos se quedaron,
Otros se fueron para no volver
Yo entre ellos
Otros llegaron
Navidad, Semana Santa, veranos
Volvíamos a vernos
Empezábamos a ser unos extraños
Del saludo por compromiso a casi al olvido
Han pasado los años
Las prisas, siempre las prisas

 
Las Vegas. La Kisby y su DJ,
La Albonica y su Gnomo sonando a las diez
A las diez en casa
De marcha los domingos
Frio del sábado noche, encerrados frente a la tele
Sábado cine y a dormir
Los bolos en el Noha
La Scanner y el Zona 5
El cielo en la tierra: El Misa de doce
Bajo el Rincón de Mari Carmen
Música y lugares donde nos enamoramos
Lugares donde dijimos: Te quiero
 
 
Quiero ser una Rock And Roll Star: El Nebraska
Las escaleras del Pub Calamocha
Y tantos otros
El Brindis y el Cinemascopas
El Principio y el fin
Todos echaron la persiana
Quedamos perdidos
Los noventa, el cambio de siglo
Los años, la distancia
 
 
Hoy que nos hemos dado
Todos los besos del mundo
Hagamos el esfuerzo de continuar juntos el camino
Al final solo quedara uno
Quien viva para contarlo que lo cuente
Llegados los cincuenta años nos juntamos
Y ya nadie nos separo
Muchísimas felicidades a todos,
gracias por estar aquí hoy
hoy es la gran noche.

 

CALAMOCHA 16 DE JUNIO DE 2018

50 Aniversario de los nacidos en 1968
 
 
Escrito y recitado por Reme Agustín y Jesús Lechón