Hace
unos días encontré por casualidad en la red la reseña de una
novela, Tan tuyo como tu muerte, 2017, Editorial Versátil,
cuyo autor Emili Bayo Juan situaba el epílogo de la misma en
Calamocha. Novela negra que en mi caso ya antes de leerla me intrigo. Unas horas después la compre en la Casa del
Libro
Comente
tan magnifico descubrimiento por un lado con el actual superventas
literario calamochino, dormido en los laureles, Don Jesús Blasco, y
su respuesta, no se hizo esperar ni me sorprendió, desbordando
entusiasmo a raudales “ya tardas en comprarla, leerla y
contarnos, habrá un por qué, y cuando lo sepas todo lo pregonaremos
a los cuatro vientos. Localiza al autor y me cuentas” y por
otro lado lo comente con el escritor de Barrendero, Enterrador
Ferroviario, Jon Lauko, quien se entusiasmó tanto o más que uno
mismo y se dio cuenta de que dio clases en el mismo instituto que
Emili con algunos años de diferencia allá por tierras catalanas. El mundo es un pañuelo con centro una vez más en Calamocha.
A
continuación, solicitudes de amistad en Facebook, y pronto el autor
de Tan tuyo como tu muerte escribió “Mi madre era de un
pueblo cercano a Calamocha. Es mi humilde homenaje.”
Entretenimiento
e intriga, dos escenarios, dos tiempos, presente y pasado,
inicialmente cuando te sumerges en uno quieres lanzarte al otro y
viceversa, ¿qué pasara?, ¿qué ha pasado? no lo sabes, obviamente en eso
consiste la novela negra, abres el libro, lees, lo cierras, piensas, imaginas y
tratas de responder a tantas preguntas como te llegan a la cabeza y
dado que la España del mundial, cosa ya sabida, aburre, sigues
leyendo, de vez en cuando miras la tele sin voz y todo igual, sigues
leyendo, y piensas va a ser una lastima, adiós al libro en dos tardes a no ser que
a España le dé por darme algo de emoción, hechos, investigación,
y un par de protagonistas que son ya casi como de la familia me llevan a olvidarme del aburrido fútbol. Y la
familia ya se sabe, “cosa difícil y complicada” como
decía Pla tanto es así, que tendra su propia linea de
investigación. en la novela por parte de los protagonistas. A quien no le va a gustar la idea de tener entre sus antepasados a un héroe.
Alguien
grita gol, pero estoy leyendo un párrafo muy interesante, imposible
no simpatizar con Abel el protagonista masculino, por momentos alter
ego de uno mismo, todo un tierno ejemplo, alguien con el que te irías
al fin del mundo, sentado en el asiento del copiloto del mini de Azucena
“Daban ganas de arrestar aquel tipejo por algo tan simple como
la mala educación, pero los legisladores de este país no están por
la labor y me contuve”. No hay dia que uno no piense asi una
docena de veces como mínimo aun no siendo policía.
Se
ve que los malos no aprenden, lo vemos, oímos y leemos a diario, todos parecen caer, pero ellos deben pensar que no siempre es así, eso o que no han leído novela negra ni visto las
viejas películas americanas en blanco y negro, ni un triste
telediario para tener la certeza de que quien la hace tarde o
temprano la paga, bien bajo la justicia humana o la mas cruel de la
divina, y en ello parece transcurrir la novela.
Cualquiera
puede ser dios, juzgar, condenar y salvar, todos parecemos tener ese
derecho y unos pocos ademas poseen el don de mentir, ¿quien lo
tuviera todo?. Sin embargo, aún teniéndolo todo ponerlo en práctica tiene o debería
tener sus riesgos.
Las
paginas finales, cuando ya da pena que todo se acabe, se deben leer con una copa de retacia a mano sorbo a
sorbo, quien fume, que lo haga también, pero que no suelte el libro
hasta haber leído la ultima de las palabras.
Por fin la novela se
encamina a Calamocha en un viaje de ida y vuelta con parada en el cuartel y algún que otro tétrico lugar cuando ya todo
parece estar resuelto una mañana de enero, ya no queda en apariencia
ninguna intriga por resolver, pero Abel y Azucena no nos han llevado
al fin del mundo, allí donde nacimos, y traído de vuelta a casa para nada, el viaje es
largo y hay tiempo para pensar y hacerse unas ultimas preguntas en
cuanto a lo que ha ocurrido en Calamocha y tiempo atrás.
Recuerdos
y gracias por sorprendernos
PD
Curiosidades de la vida, el primer gran viaje que hice de niño fue
Calamocha-Lleida, mis padres habían dicho que estaba lejos, y yo que quería ver mundo al ver las
primeras casas de Luco del Jiloca pregunte si ya habíamos llegado.
Tardamos un poco más, pero al final llegamos a casa de mi tío
Víctor y Balbina. Al cabo de un rato desaparecí, no estaba en la casa,
ni en la calle, ni en la calle de al lado, era como si la tierra se me hubiera tragado, mi hermano y mi prima me habían perdido de vista, no sabían que responder, mi madre y mi tía lloraban.
Comenzaron los nervios y hubo que dar parte a la autoridad de mi desaparición, pero
eso ya es otra historia.
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