jueves, 16 de octubre de 2014

A la fresca con Manuel en la puerta de Micheto

A falta de un par de semanas para San Roque el verano se resistía a entrar, aquel sábado final de julio habíamos llegado al pueblo, dado un paseo hasta al  huerto y de vuelta decidido volver a casa dando a su vez un paseo mayor, en realidad todo un rodeo pasando por la Plaza de la Iglesia, nueva aquel día y engalanada para el acto de proclamación de las reinas, pasando a su vez por el ya viejo Pasaje Palafox, en suma, acercarnos a lo de Micheto, antes de volver al Barrio a cenar.

Manuel sentado en un banco al pie de calle, nos recibió con alegría y cariño: Hombre ya llega el verano, como si con nosotros fuese a aparecer el calor, ya están aquí los veraneantes, venga más forasteros a dejarse las perras al pueblo, se ve que en Valencia la cosa de la calor está mal de verdad y os venís todos aquí en busca del fresco. Anda maño siéntate, y olvídate del sombrero, no te hará falta en todo el verano.



Sentado junto a él, comenzamos a charrar: Así había de hacer todo el año, dijó, este tiempo es muchísimo bueno, el calor justo para no tener que llevar chaqueta es lo mejor que hay, ni aun regar la calle como antaño es menester para estar a gusto a estas horas en la calle, una miaja de aire igual se echa en falta, pero no pases pena,  esto es lo mejor, y que tranquilidad, no pasa ni dios, aunque a escape echara a venir gente … ojala todo el año fuese así.

Hombre, tendrá que llover, dije yo por continuar la conversación, llover algo aunque sean cuatro gotas para que salgan los caracoles,  y en invierno, qué haríais, si todo el año fuese así, no tendríais de que hablar, echaríais de menos tú y todos, los hielos. Su respuesta, con toda lógica del mundo, fue inmediata.

Joder con los de la capital, los hielos dices que íbamos a echar de menos, para vosotros todos, todos para vosotros y bien gordos, que manía os dado a los de fuera con el frio, pues si no hay nada peor, andaros todos a cáscala a Luco y dejarnos estar … y de agua si me apuras lo mismo, nada, si no han quedado caracoles con los venenos, para que quieres que llueva, si no hay ni aun ribazos, así se seque el rio, la vega y el copón bendito, …

El tiempo que hace hoy es el que debería hacer todo el año y san se acabó. Lo demás, todo lo que necesitamos, hasta los  caracoles, están en las tiendas, y sin tener que agacharte y joderte los riñones ni ahogarte con el carburo, más baratos y mejores, a mi ya, para lo que me queda, me es todo lo mismo, leche que caldo teta, joderos como podáis, el que venga detrás que arree. Llevaros todos los hielos, todas las pedregadas y todo lo que haga falta, todo para vosotros, los caracoles también,  pero a mí, a mi déjame este tiempo, que yo ya he padecido bastante. El cielo me he ganado, aún sin ir a misa.

Mira, lo que te decía, ya echa a pasar la gente, todas estas van a misa, son muchísimo beatas, mira otra más, ahora sale mi mujer que también se va, otra que tal baila y aquellos veraneantes de Zaragoza, también van, no sé qué les dan allí, pero se les había de caer la iglesia encima, ale, buenas tardes a los del charco, rezar por nosotros, muy ahorrada vas niña, llévate la chaqueta, que en la iglesia hará un frio del copón.  Y pasar a comulgar venir cenadas… Que bien se está oye.

Calla que me estoy acordando de una, tu ni habías nacido, de recién casaos, ahí arriba en el rabal, cuando vivíamos en la esquina del Barrio Verde un día de esos de verano de los de antaño, que había hecho una calor de tres pares de cojones, una sofoquina de esas de las de antes que no sabías ande meterte cuando tiraba hacerse de noche, que en casa no se podía estar y en la calle menos aún, que hervía el Santo Cristo entero, como te cuento, que estábamos allí sentaos unos cuantos en la fachada del Gato ande la carnicería y en eso que vino del matadero el este, ahora no me sale, coño el vecino que vivía allí en la esquina, aparca la bici en la palanca de los machos, echa a provocarnos, que si mal trabajadores, que si esto que si lo otro, sofocado como un mulo que venía y eso que bajaba costera abajo desde allá arriba, y nos echa en cara que ni la calle habíamos regado, coño si ya se había secado, que lo esperáramos que a escape se sentaba con nosotros, y en eso que entra a casa a refrescarse y sale con el pozal lleno hasta arriba del agua del pozo y dice venga vamos a remojar esto un poco, mira agarra desde su puerta con el cubo para arriba y nos suelta todo el jarve hacia nosotros, y en eso, que claro, entonces no había neveras, eran otros tiempos, y a mi ver la mujer le había metido el porrón con el vino en la caldereta al pozo para que se refrescase para la hora de cenar, si lo que se hacía entonces, y mira, el agua que se nos venía encima y el porrón de por medio volando cara nosotros, ande vas, tira para allá, cuidado,… mecagüen el copón, claro uno para un lado, otro para otro, todos allí en el corro y el pobre padre del Gato, que estaba un poco teniente de una oreja y que con la otra no oía, y que ni veía ni olía que estaba ya mayor, a lo que quiso darse cuenta, mira que la calle es grande, pues nada, con el porrón al canto de la cabeza, que menos mal que llevaba el hombre la boina, que si no allí mismo fenece de un golpe de calor. No te creas que no hubiera sido gorda esa,…


Por eso te digo maño, que este tiempo es el mejor, y donde este el vino que se quite el agua, déjate de lluvia, hielos y demás que solo traen desgracias, no nos vaya a pasar la del pobre Gato. Ya vuelven de misa, de noche ya, la hora cenar, que pena todo, con lo bien que estamos aquí.

jueves, 2 de octubre de 2014

El Amigo del Poyo.

Los franceses, y mi Tío Blas estaba entre ellos, eran la parte de la familia que además de perder la guerra, lo había perdido todo, exiliándose a Francia, a la cuna de la libertad, igualdad y fraternidad, a la república de La Marsellesa, himno que tanto y tanto cantaron cuando no sabían francés. Luego tras cruzar los Pirineos, se les fueron las ganas de cantar y finalmente hasta de bailar. Aquel país resulto no ser el paraíso que soñaron. La utopía nunca fue tal ni aquí ni allí. Si acaso, los días de la infancia en Torrijo.

En aquel verano ni Tío Blas, todo él era la revolución, campechano, trabajador, cachondo, mejor persona imposible, caminaba con paso firme hacia los ochenta años, y al llegar de vacaciones a Calamocha dijo “esta navidad, le escribí una misiva con cuatro letras a mi amigo el del Poyo y le dije que una tarde antes de San Roque iría a verlo y charrar un rato, a ver como esta, recordar aquellos años, y despedirnos por si faltamos ya uno u otro, un día de estos”.

A mitad de camino entre Calamocha y el Poyo a donde nos dirigíamos en pleno mes de agosto, una tarde después del guiñote a eso de las cinco, justo antes de las fiestas de San Roque, andando bajo el sol, allá por los primeros años ochenta, por fin me quedo claro, de qué iba toda esa trápala.

Estaba, muy equivocado, mi Tío y yo no íbamos hasta allí con al intención de reorganizar  él, por segunda vez, el III Escuadrón de la XXVI División de Caballería de la extinta Columna Durruti, y terminar así lo que por una u otra cosa, los mayores, dejaron sin acabar en el jaleo del 36, reorganizarla en una calurosa tarde de agosto con el consabido fin de lanzarnos a la conquista y revolución de Aragón, a terminar lo que empezaron en sus años de juventud. Nada más lejos de la realidad.

Y así andando, nos fuimos al Poyo, un par de gorras, una cantimplora y a caminar. En cuanto veía un campo de panizo se metía dentro, mal asunto decía, yo siempre fui más alto que el panizo, será cosa de la tierra, esta es mejor, en Francia no hay mata de panizo a la que no le saque un palmo.

Y seguíamos camino, saludaba a todo el mundo, y no dejaba de asombrarse por todo, el campo era su pasión, de vez en cuando, en realidad a todas horas, daba con alguien que en aquellos años había estado como él en el jaleo,… y ¿dónde estuviste?, y ¿cómo te fue?, que vaya todo bien… ¿eres francés no?, de papeles solo.

Y si después de ir no está su amigo, le decía yo con todo el pesimismo posible dado el calor reinante, no digas tonterías, le dije que iría y me estará esperando. Ni siquiera quiso llamar por teléfono para avisar de que íbamos esa tarde, para él aquello era perder tiempo y dinero, sobre todo dinero, además paseando aunque fuese bajo el sol, siempre aparecía alguien interesante con quien charrar un rato y miles de cosas que ver.

Para mí, lo más asombroso de todo era que todas  y cada una de las personas con las que charraba habían combatido en el Bando Nacional, frente a él que lo hizo en el Bando Republicano, y se hablaban de uno a otro con un cariño inmenso, como si ambos hubiesen luchado por lo mismo.

Quien aquí se quedo a pesar de estar en el bando de los vencedores, también perdió la guerra trataba de explicarme, si bien no hubo de pasar por todas aquellas tragedias, que nos llevo el cruzar a Francia.

Ambas partes, a mis ojos de crio, nunca se reprocharon nada ni menos aún rivalizaron en torno a quien lo había pasado peor, ni si habías hecho esto o dejado de hacer aquello.

Tus abuelos, me decía y todos estos compañeros, no pudieron elegir donde luchar, pero todos pensábamos igual. Quien más perdió, fue quien murió. Pasó lo que paso, y aquello jamás tiene que volver a repetirse.

Sin embargo, íbamos al Poyo a reencontrase con su amigo de la guerra, yo estaba hecho un lio, el contaba lo mismo que contaban nuestros abuelos, y sin embargo a veces veías documentales en la tele donde se oía todo lo contrario, odio, rencor, buenos y malos, tan diferente a lo que oías con ellos… hasta me había comprado meses antes en lo de Agudo, el libro de Gabriel Jackson “La República Española y la Guerra civil”… del cual salvo los números, no entendía nada.

Así que estaba deseando llegar al Poyo para ver y oír la realidad de todo aquello, allí, los dos amigos, pondrían las cosas en su sitio y siendo los dos del mismo bando, todo cambiaría, volvería al discurso que siempre estaba presente en casa cuando los Franceses eran mayoría, “la guerra la perdimos nosotros, y el que gano hizo lo mismo que habríamos hecho nosotros. Lo que le dio la gana”.

Llegando a nuestro destino, me debió ver tan perdido, que de un modo sencillo lo aclaro todo: No hombre, el amigo que vamos a ver, el mejor amigo que hice en la guerra, con quien pase los últimos meses, combatió en el Bando Nacional.
Aquellos años de Jaleo

Y entonces empezamos a oír Blas, Blas,… allí a la entrada del Poyo sentados a la sombra un montón de abuelos y entre ellos su amigo esperándolo. Nos recibieron, lo recibieron, con la mayor de las emociones y el cariño posible. Habían pasado más de cuarenta años.

Y allí, mi Tío recordó como se habían conocido:

A nosotros allá en Barcelona, el jaleo se nos acabo pronto, en el 36 enseguida nos echamos para adelante y fuimos los primeros en venir por aquí, por toda esa parte del Bajo Aragón con la Columna Durruti, hasta Herrera de los Navarros llegue a estar alugn día de aquellos, yo casi me veía entrando a caballo en Torrijo,… pero en cuanto se torció un poco la cosa, ya no hubo nada que hacer, de vuelta a Barcelona, los rojos se adueñaron de todo, mandaban los comunistas, y nosotros nos negamos a entrar a filas y ya no salimos de allí mientras  duro el jaleo. A mi cuñao lo hicieron preso los comunistas y me costó el oro y el moro que lo soltasen del barco aquel en el que lo metieron, y a mí, allí en Barcelona, lejos ya del Frente, no me quedo más remedio que hacer lo que me mandaban, como a todos, así que como en aquellos años estaba fuerte como un toro y media casi los dos metros, me pusieron a recibir y cuidar de los presos que llegaban del Frente, y así fue como nos conocimos.
Cada vez que venía un tren o un camión con presos del bando nacional allí donde yo estaba, el encargado de asomarse a ver el percal que venía era yo, llevando detrás de mí a media docena de tíos como yo, pero bestias de carga por lo que pudiera pasar. El simpático y el que hablaba, siempre era yo. Conmigo nadie pasaba miedo.

El caso es que yo iba siempre de camión en camión o de vagón en vagón, preguntando ¿hay alguien de Teruel?, ¿alguien de Teruel por ahí?. Y yo pensaba, aquí venga a entrar gente y más gente y no voy a dar con ningún paisano.

Había miedo, mucho miedo, luego yo también estuve en el lado contrario, en el de los presos, y la verdad no se sabe cómo acertar, cuando a uno le preguntan, lo mejor callar por si acaso, pero este, que tenéis aquí, no se calló, fue el único que encontré y fíjate que pasarían unos cuantos.

Y entonces dijo, “yo soy del Poyo”, y yo le pregunte, ¿y más arriba del Poyo que esta?, y el dijo “Fuentes Claras”, y ¿luego? “Caminreal”, y ¿después? “Torrijo”,… Y me acerque a él y le dije, pues de allí soy yo, ahora cuando bajéis al patio, me formas a todos los compañeros y te quedas fuera de la formación.

Había que andarse con ojo, si no buen pelo nos hubiera corrido a él y a mí, si hubieran notado algo, buena estaba la cosa ya, pero para eso estábamos los amigos del pueblo, así que en cuanto podía le llevaba algún chusco o si me enteraba de cualquier cosa, se la hacía llegar.

Oye, pedirán voluntarios para esto o para lo otro, procura que no te cojan que os llevaran a picar, oye, pedirán gente, tu allí el primero, que os llevaran a vendimiar y podrás comer todo lo que quieras, oye, esto, lo otro, toma ropa de abrigo, unas botas, un chusco, unas nueces, almendras… y un cigarro cuando se podía.

La cosa ya se veía que iba a acabar como acabo, pero allí estábamos el uno y el otro  aguantando, hasta el final casi, cuando ya nos despedimos: Oye de madrugada pedirán gente y os harán recoger todo con la excusa de llevaros a otro puesto, tu deja que salgan cuatro o cinco y sales también, con un poco de suerte os cruzaran al otro lado, os van a cambiar por presos de los nuestros, y en nada esto se acaba y vuelves a casa, acuérdate de pasar por Calamocha a ver a mi hermana o si subes a Torrijo a mis padres y mi otra hermana, diles que estamos bien, pero que no nos esperen, que de la familia no falta nadie, y hacemos cuenta de marchar a Francia, mi hermana y yo.

Aquella tarde el tiempo entre recuerdos se me paso volando, no tengas prisa, cuando nos echen de menos ya vendrán a buscarnos, era ya de noche, habíamos dado cuenta de jamón y conserva y la conversación continuo hasta que oímos a mi padre pitar con el coche en la calle. Y una vez más obligados por las circunstancias se despidieron. Yo no tenía prisa alguna, de hecho aún estaría allí escuchando.

Por su parte, el amigo del Poyo, conto como llego hasta allí, como fue hecho prisionero, a paso agigantados uno dejaba de creer en todas y cada una de la películas de guerra que había visto, los sábados por la tarde, tiros, heroísmo, buenos y malos… Teníamos preparada una emboscada a los rojos, y estábamos apostados a dos alturas en una ladera, nosotros abajo listos para asaltar los camiones y los compañeros de arriba preparados para empezar a disparar y cubrimos, … y a lo que nos dimos cuenta, el comboy se nos vino encima, nos habían dicho que eran cuatro gatos y resulto ser medio ejercito republicano, mirases anden mirases, una barbaridad de camiones y soldados, eran muchos más que nosotros, tiramos la vista para arriba y los que nos debían cubrir, cogieron y se joparon, ellos que podían, hicieron bien, pero nosotros, si tirábamos para arriba malo, nos verían y nos matarían, y si tirábamos para abajo peor, así que agarro el que nos mandaba que era de los nuestros y dijo, ¿qué hacemos aquí?, pegamos cuatro tiros y nos llevamos a otros tantos por delante, antes de que nos maten a todos, o salimos con los brazos en alto y que sea lo que dios quiera, si nos dan matarile mala suerte y si no, pues lo que venga, si pudiéramos irnos como los de arriba nos iríamos, pero no podemos. 

Así que nada, sacamos un trapo blanco, de ande pudimos y salimos con las manos en alto y la guerra para nosotros se acabó. Ojala lo hubiésemos hecho el primer día. Tuvimos suerte, y yo mas de dar con tu.

Los Años de la Cazalla. Compañeros de Guerra

sábado, 20 de septiembre de 2014

FE

La tarde noche del Santo Cristo, en los instantes antes del momento cumbre de las fiestas, de encender la hoguera, vestido aún de paisano, se asomo el cura al altar y dijó:

“Buenas noches, (hizo una pausa a la vez que se hacia el silencio y recorrió con la vista la ermita, para continuar) veo que estamos todos, (debió verme a mí), en el programa dice Salve a las nueve y cuarto, pero si queréis, (eran y cinco), me cambio y empezamos”. Se cambió y  empezó.



La Salve siempre fue esa misa inoportuna y a destiempo que retrasaba el encendido de la hoguera, algo que los críos del arrabal  habíamos estado esperando desde el mismo día en que acabara San Roque.

La ermita se llenaba de abuelas de negro  con pañuelo a la cabeza que caminaban encorvadas y cogidas unas a otras del brazo, se llenaba también con algún que otro beato, en su constante llegada parecían adueñarse de todo el Barrio, no solo de la ermita, subían hasta del Peiron, y tu temías, que esos cinco minutos que iban desde el sonar de las campanas a su salida, al cohete anunciador de la hoguera, no terminasen jamás, como si los de dentro, a tus ojos de niño los dueños de todo, se negasen a salir, a que la hoguera se encendiese, como si su fiesta no fuese con la de los demás. Estaba equivocado, la Salve, la hoguera, son, o debieran ser, una misma cosa.

Quiero pensar, que no era la primera vez que asistía, que volví a la Salve después de tantos y tantos años, quiero por tanto pensar que alguna vez de zagal vencido por la curiosidad la vi desde el coro ahora cerrado, lo mismo que la misa del día siguiente, a la que nunca falte.

Eso es en realidad lo que yo quería, volver a subir al coro, y no pude. Así que me quede sentado en su puerta, lo más cerca posible, allí donde el Nazareno pasaba sus días hace unas décadas.

Pero no solo quería subir al coro, quería hacer algo más, aunque no me convencía, no me terminaba de parecer decente, fijarme en quien estaba o dejaba de estar rezando, fotografiarlos con la mirada, guardarlos en la  memoria, tal vez ya, buscándome a mi mismo, o tratando de encontrar alguna abuela o beato de aquellos.

La gente que entraba a la Salve siempre me pareció la misma, además el cura dijo “ya estamos todos”, y eso me incluía a mí, el no echo a nadie en falta, ni me extraño, allí estaban todos aquellos que esperaba. Yo ya era uno más.

Ya soy uno más de aquellos que de niño me parecían unos “visitantes” inoportunos, abuelas, beatos, esa gente que va a misa y que de fiestas no quiere saber nada, o eso me parecía a mí.

Por megafonía anunciaron el sorteo del jamón y me quede solo, a mi alrededor se marcharon dos o tres personas, no me toco, tampoco me lo merecía, alguien me vio allí sentado y se acerco, empezamos hablar, estaba cansado y agobiado al verme solo, tarde en reconocerla, hablamos de la Fe  y el corazón, me sucede con cierta frecuencia, me preguntan, y la mayoría de las veces no sé qué contestar, el antes, el después, algún consejo, y suerte que no falte.

 La Salve nos interrumpió pero ya estaba todo dicho, había que tirar para adelante y volver al sitio un año después como si tal cosa. Nos despedimos, y así se hará. Salí algo desorientado, la Salve, su canto en latín,  me emociono, la conversación también.



Para más inri de emociones, al salir de la Salve y caminar hacia la hoguera, me vi envuelto en una procesión de fuego y demonios, que a las puertas del infierno parecían llevarme, no sé muy bien si en castigo a no haber asistido a la Salve durante todos estos años, o por haberlo hecho.


En cualquier caso, entre la Fe y el fuego, debí quedarme en aquel banco del Santo Cristo cual Nazareno y olvidarme de la hoguera. 

Señor Nuestro Procopio que estas en los cielos, cigarro, mechero, bálago y papel. Yo que voy llegando a los cincuenta, ya he visto la hoguera en cuatro lugares diferentes, pero a nadie encenderla como a usted.


jueves, 11 de septiembre de 2014

Rumba Catalana

A mediados de aquel mes de agosto ya pasado San Roque, madrugamos,  y pusimos rumbo a Barcelona, carretera y manta. Menudo palizón, aún más en aquellas circunstancias. Íbamos de entierro.

Cuando la muerte llega a causa de la edad, cuando se ve venir, uno se hace a la idea, hasta el protagonista supongo, y se dejan pasar los días, a la espera del desenlace, en nuestro afortunado caso, al no ser el protagonista, a la espera de que el teléfono sonase y alguien al otro lado dijese, lo que todos sabíamos, ha muerto, por fin ha descansado.

Una pena, pero, qué se le va hacer, es la vida así, salud que tengamos, bien podría haber vivido algún año más, pero ya para qué, mañana será el entierro, nos dijeron, a eso de las cuatro. Ha sido enormemente feliz. No vengáis no hace falta, estamos tan lejos, ya nada se puede hacer. Concluyeron.

Considera, que decían en Navarrete, pueblo que fue uno de sus primeros destinos como Secretario Municipal, si hará años de aquello, que hasta había Ayuntamiento, en tan bello rincón de Teruel donde fuera a nacer una de sus hijas, allí frente al horno, considera no íbamos a ir.

Nos metimos en el coche de madrugada y pusimos rumbo a la Avenida del Paralelo. Y de qué íbamos hablar, si no de lo que traía el tiempo, en este caso, el muerto, el Tío Secretario, tan largo y apacible viaje estuvo lleno de recuerdos, de historias, de cariño, os acordáis de, y aquella vez, y aquel día… Toda una vida, tantos lugares recorridos y tan gran familia tres dan para mucho.

Paseando y escuchando Años 90
Recuerdo, llego un momento en el que la conversación giro en torno a llamémosle Y1, es decir, el primer yerno que tuvo, quien fue alguna vez por Calamocha y dejo entre todos una grata impresión, se ve que era un cachondo, un buen tío vamos, y se cascaba unos tragos en la bota que ardía el hacha, llegó hasta con una barca para navegar en la Laguna y conquistar Berruecos y  Gallocanta, joder con los catalanes. Finalmente, no llevamos a cabo tan gran empresa como era aquella de surcar las aguas. Estaba casi seca.

Y1 enseguida cogió acento maño al tiempo que mi Tío Jesús y mi padre siempre ávidos de conocimiento, mejoraban su catalán básico a pasos de gigante, collons, fill de puta, molt be tot,… Luego cosas, que pasan, la cosa no funciono en el matrimonio de Y1 y acabo cada uno por su lado, afortunadamente para todos, aquello era Barcelona, una gran ciudad, en aquellos tiempos grises, y el separarse entraba ya dentro de lo normal, si eso en aquellos años pasaba en un pueblo, aseguraban, era tanto una dijenda como una jodienda para todos. “Estos catalanes están muy avanzados, ya lo estaban en el 36 cuando el jaleo”. Aseguraba mi abuela, para quien todo entraba siempre dentro de la normalidad de las cosas de la vida.

A Y1 llegó un día, muchos años después de aquello, que la salud le abandono, lo supimos porque a pesar de todo, la relación con la familia continuo y cada tanto a pesar de estar tan lejos, nos llegaban noticias, su recuerdo aún perduraba. En el fondo siempre lamentamos no haber podido navegar por la Laguna en pro de la conquista de todos aquellos pueblos.

La Conquista de Gallocanta Años 70

En la vida es menester, como en todo, suerte, le llego la enfermedad, una tras otra y no había manera de echar el mal pelo fuera por su parte. Siempre que llegaban noticias en torno a él eran malas. Que mala pata, pobre…con lo fuerte y sano que estaba, y los  tragos que se cascaba allá en la Laguna.

 Y en aquellas estábamos cuando fue mi madre quien dijo aquel dia camino de Barcelona, charrando en el coche dijo, pues sabéis que hace ya tiempo, pero años hará ya, que no cuentan nada de Y1, casi parece raro, tanto como hablamos, y el caso es que yo no me acuerdo de preguntar, y con lo buena persona que era, no creo que sea porque se hayan dejado de hablar después de tanto tiempo…
Se hizo el silencio y la dudas empezaron a llegar, ¿Qué había pasado?, ¿qué había sido de él?

 En momentos así, la familia recurre a mí, y confía en mi memoria heredada de generación en generación a través de las tías Fidela, Felisa y Nati, memoria de las cuales parezco ser el depositario, cosas de Torrijo. Me tome un tiempo y dije:

Pues yo diría, que se murió hará cosa de un par de años, para unos San Roques, echamos de menos que no llamaran por teléfono ni lo cogieran y resulto que era porque estaban de entierro.

De nuevo se hizo el silencio, pero fue muy breve, todos empezaron a recordar  y hablar a un tiempo, se ataron cabos, y sin duda alguna, estaba muerto, todos recordaban, asociaban algo a su muerte, un par de años atrás, casi por esas mismas fechas, el día de la muerte, el entierro, la causa, el después,...

Aclarado el asunto del pobre Y1, todos descansamos y el Tío Jesús pidió la palabra, venga, para ande sea que me estoy pisan, vamos a conocer mon, para una vegada que salimos de casa no vamos hacer el viaje a tirón, como los valencianos que pasan por Teruel si dejarse una puta perra, comiendo a todo el sol en las cunetas, vamos a dejarnos los cuartos, que dicen los catalanes, que la buchaca esta llena, para por ahí en cualquier área de servici. Dios lo tenga en su gloria al gran Y1 pero, que no nos espere. Paramos y seguimos.

Finalmente al mediodía empezamos a recorrer las calles de Barcelona, tan enorme ciudad parecía recibirnos con los brazos abiertos, sin casi circulación, no perdíamos detalle, aunque yo iba más pendiente del plano que de los edificios, el Tío Jesús, más de medio siglo después de que su madre abandonase sus repetidas estancias, guerra incluida, en Barcelona, el mejor sitio en aquellos años para emigrar sin duda, escudriñaba todo al detalle y parecía conocerlo todo, por aquí vivía fulanito, por allá los de Monreal, allá los franceses,… Y en eso llegamos al Paralelo, el cual por cierto estaba desierto, tan era así, que al detenernos en un semáforo junto a un coche de la policía preguntamos si se  podía aparcar, y allí mismo, en la puerta de casa, dejamos el coche. Más hospitalidad era imposible.

Habiéndonos dicho que no hacía falta que fuésemos, habiendo dicho que no iríamos, cualquiera podía imaginar, que iríamos, así que dada lo hora que era, ya comenzaban a echarnos de menos, la hora de comer y como era el deseo del Secretario, la familia tenía el restaurante reservado contando con nosotros, pero antes pasamos por su casa.

Me encontraba  recostado sobre el capó del coche situando el plano de Barcelona, dos metros cuadrados de papel tan útiles como difíciles de manejar a sabiendas de que su casa estaba a tan solo unos metros, cuando sentí a mi Tío Jesus parlar con un variopinto grupo de personas, con melódicos acentos, no me lo podía creer, ya estaba haciendo amigos, se despidió de ellos, se acerco y dijo: dos carrers mes a baix y a la esquerra la primera. Aquí me parece que por muy grande que sea el carrer, los únicos catalanes que hay somos nosotros, concluyo. Estos ninguno, ni encara lo parlan.

Al recibirnos mi Tia, la viuda, lo primero que dijo, fue más o menos lo esperado: “ya veréis lo guapo que lo han dejado, y para que venís, si no hacía falta…Cuando lleguen todos nos bajaremos a comer, hay sitio para todos, contábamos con vosotros, no podía ser de otra manera. El Secretario estará contento”

 Efectivamente comimos todos juntos en uno de esos restaurantes que pueblan Barcelona, uno de esos de pasillos y salas imposibles tras una fachada no menos imposible, “un tallat amb una miqueta de coñac, o encara millor, portame també una copa”. A pasos agigantados mi Tio Jesús no perdía el tiempo, todo era aprender, en este caso el catalán. Para las personas mayores, para tal vez para otras generaciones, lo importante siempre era aprender, lo que fuese, con tal de saber algo más cada día. Llego la hora de ir al cementerio  y comprobar lo que mi Tía decía una y otra vez “ya veréis lo guapo que lo han dejado”.

Y2 todo amabilidad se ofreció a guiarnos, fue a por su coche y mientras lo esperábamos el Tío Jesús matando el tiempo hizo una de esas preguntas que ya a tales horas, después de tanto tiempo, no venían a cuento, ¿pero este catalán tan majo que nos va a guiar es Y2 ó Y3, seguro que trae un coche de aquí hasta allá?...

 Al cabo del rato se acerco un coche y empezó a pitar, al tiempo que mi Tío se cabreaba, “che collons, aquí estamos aparcaos nosotros y estamos a la sombra, tira pa allá pardal?

 Era Y2 que pedía que lo siguiésemos, comenzó así la percusión del Opel Kadet Colorao  matricula Palma de Mallorca, que un día fuera realmente rojo,  vermell mediterrani. Mi Tío enmudeció, joder con los catalanes, tienen perras porque no se las gastan, con el saquillo que tendrán estos…chaval échale un lazo que lo perdemos…. Acelera Torete. La mare que va, que tío tu, como le pisa…

Las desiertas calles de Barcelona tan largas como son, las atravesamos en un visto y no visto, los semáforos dejaron de existir, por allí, a la derecha, pucha, baixa, cambeate de carril, media volta, … “El gacho nos va a dar la comida, con lo bien que hemos comido y el copón de coñac que llevo encima, de corbata los llevo. La madre el cordero, no para, no…se ve que no lleva aire acondicionado y así le correrá algo”.

A duras penas conseguimos no perderlo de vista, de pronto Barcelona despareció y nos encontramos en medio del monte subiendo y bajando rodeados de arboles. “Esto deben ser los Pirineos ya, me parece que el pardal este sa perdu”. Y así sin más novedad, llegamos al cementerio de Collserola, sanos y salvos.

“¿Os va agradat el paseo” Dijo Y2. Masa, maño, masa, molt bé, le contesto mi Tio.  En aquellos momentos mi Tio ya solo hablaba catalan.

Una vez abierta la puerta y pudimos pasar, mi Tía, la viuda, insistía una y otra vez, “veis que guapo esta, hasta parece más joven”… Al cabo de un rato, ya sin saber que decir ninguno, habiéndonos despedido y dado las gracias, por tan buenos ratos pasados, comidas, conversaciones, paseos, … mi Tía reparo en el cuello de la camisa, lo veía torcido y repetía una y otra vez “esta torcido, una pena” , “esta torcido, vaya de que cosas me preocupo”…y se reía, y seguía con la misma cantinela, entonces el Tío Jesús dijo: Pero no le vamos a pegar fuego al pobre Secretario de aquí a nada, pues déjelo estar, todos lo vemos bien.

Lo dicho puede parecer y ser una barbaridad, pero responde al más puro y franco humor socarrón aragonés, entre Calamocha, Torrijo y Pozuel quedaba todo,  mi Tía empezó a reírse, y no había manera de hacerle callar, menudo espectáculo por momentos, “tienes razón, tienes razón, dejémoslo estar que lo van a tapar ya” medió mi madre para recordarnos a todos donde y para qué estábamos allí. Silencio y andaros fuera. Salimos al pasillo.

Se estaba mejor y más fresco dentro, en el cuarto pequeño junto al ataúd, pero debíamos guardar las formas y no quedo más remedio que sentarnos en el pasillo en unos enormes sofás de piel que abrasaban por estar bajo unas grandes cristaleras, “al final arderemos nosotros”.

Sin tiempo para respirar se acerco un empleado del complejo hasta nosotros, temerosos de que nos fuese a llamar la atención, el Tío Jesús, quiso adelantarse pero no pudo levantarse y quedo perplejo ante lo que oyó:

Joder con el noi este, ¿qué ha dicho?, que podemos firmar, que hay un libro de recuerdos, la madre que los pario a estos catalanes, de tan europeos que son, parecen americanos… Y qué coño vamos a poner, Enhorabuena, Felicidades, No nos esperes,… anda pequeño, por mi, ve tu y escribe algo, allí esta.

Pero no llegue a ir. Fue entonces cuando nos quedamos mirando el libro de firmas, los libros, y la cola era inmensa, de hecho, debíamos ser los únicos que no estábamos allí. Fue entonces como digo, cuando mi Tío enmudeció, le cambio la cara, se puso blanco, le tiro un manotazo a mi padre, que me dio a mí y que aún me duele cada vez que cambia el tiempo o voy de entierro. Se levanto y se puso a cantar aquello que cantaba, Peret.

“No estaba muerto, que estaba de parranda…” Mecaguen la puta maños, mirar el muerto.

Y1, el cachondo no estaba muerto, estaba vivo, el gacho de la barca…Mi padre se moría de la risa, a mi Tío le volvían a entrar ganas de ir a mear, pero no podía ni moverse, yo miraba en la dirección que señalaban, hacia el libro de firmas, y evidentemente estaba vivo, de lo poco que recordaba, no había duda era él… además, cantaba de lo lindo con unos pantalones rojos, una americana azul y una camisa con topos poco más o menos, parecía un “Manolo del 92”, entrado en años… Tirar y avisar a vuestra madre, no vaya a ser que al verlo del susto se muera.

Tal era el escándalo que preparamos que Y1 y el resto de gente empezó a mirar hacia donde estábamos, había sido todo culpa mía, yo lo había dado por muerto y todos me creyeron, pero estaba vivo, Y1 inmediatamente reconoció a mi padre y mi Tío, dejo todo lo que tenía entre manos y tiro pasillo adelante hacia ellos, que hicieron lo mismo y se fundieron en un abrazo.

Cuanto me alegro de veros les decía. Nunca podrás saber lo que nosotros nos alegramos de verte. Dijeron ellos. Así debió empezar la larga conversación que mantuvieron con el cachondo de la bota, la barca y Gallocanta al que unas horas antes habíamos dado por muerto…


Fin de la historia del entierro del Secretario, a pesar de ser un entierro, no acabo en boda, pero tuvo un final feliz. Nos reímos mucho, esa es la verdad.

Los Años de la Cazalla. El fin

lunes, 25 de agosto de 2014

Adolece San Roque

Al punto la mañana mi madre abrió la puerta de casa, se asomó al Barrio, miro cara Santa Bárbara y dijo: Maña, con este tiempo no adolece San Roque. Hace frio, será menester coger algo de abrigo, para las fiestas es mejor la calor. Mi madre, la familia, siempre usó adolecer como sinónimo de apetecer, y con ese frio en el centro de agosto, era difícil imaginar el mismo Baile, el mismo día grande de las fiestas sin su acompañante fundamental, el calor del sol. No apetecía salir de casa, esa era la verdad.

Ropa de abrigo. San Roque 2014 

He de reconocer, cuanto más madrugo más tarde llego a los sitios, de la salida de la procesión ni hablamos, así que tampoco llegamos a la ermita, esperamos al Santo de vuelta a la altura del Instituto, sentir el silencio de Calamocha roto por las castañuelas de los bailadores más rezagados por la Calle Real en busca de su sitio en la procesión, sea quizás, tan bonito como el mismo Dance, acompañar el paso con el repique de las castañuelas, esperarlo oyendo los sones de la banda, a su vuelta de la ermita igualmente bonito …

Claro está, tampoco llegamos al chupinazo, lo escuchamos a medio camino a la altura de la Balsa, aquello de ir corriendo de un sitio a otro, ya no es tal, y ya, por fin, este año cuando llegamos, lo vivimos desde la primera grada de la iglesia, siempre se aprende algo, aún quedan muchas gradas hasta llegar a la puerta de la iglesia, donde se refugian los más mayores, pero una vez iniciado el camino, el tiempo pasa tan rápido, que ya no pararemos hasta el final. Veremos en qué escalón nos quedamos. Para todo es necesario algo de suerte.



De un modo asombroso no recuerdo haber saludado a nadie aquella tarde del chupinazo, cuando lo habitual fue siempre un continuo reencuentro con unos y con otros, saludos unos por compromiso otros por cariño, validos todos en cualquier caso y este año, ni lo uno ni lo otro, me pregunto ahora, si no habré subido demasiado pronto a la primera grada, en cualquier caso, ya no hay vuelta atrás, una posición ganada, una vez tomada, jamás debe abandonarse, te lo enseñaban en la mili, a la cual, por cierto, me marche el día de San Roque de hace un montón de años, pero, eso, ya es otra historia.

Sera por procesiones, el caso es que a la del día de la Virgen, como a la de San Roque, tampoco llegue, o sí, ya no lo sé, bajó la ofrenda desde el Rabal, y se hizo realmente interminable, cada día va  no solo a más sino a mejor, pero volví a cometer el error de siempre, no entrar en misa, por mal de saludar, esta vez sí,  a unos y otros, el caso es que luego echas a oír tocar las campanas y te acercas a la plaza a la procesión y ya ha terminado, que lo bueno si breve, dos veces bueno, será que “no la quieren despertar”, una pena, la procesión debería ser antes de la misa. No debe ir ni Dios, ni aún fotos hay.

Aprendiendo a Bailar 2014

Y será, igualmente por misas, la del día de San Roque, también me la perdí, me quede en la puerta, junto al Dichero Olvidado ese compendio enciclopédico del saber calamochino, totalmente permeable a todo cuanto le rodea. Apareciendo al cabo del rato junto a él, el Bailador, esta vez en carne y hueso, acompañado de un pareja de estudiosos, llegados desde la capital, de Zaragoza, de donde si no, hay gente para todo, que la verdad sea dicha se preocupan por unas cosas dignas de alabar por nuestra parte, venidos para ver en sí, qué era eso del Baile de San Roque… Este hombre, os contara todo, y os dirá donde debéis acudir. Dijo el Bailador.

Y el Dichero Olvidado comenzó hablar:



Pues en esto lo único que se me ocurre para empezar es como cuando se juntan los novios y se preguntan, “¿cómo lo hacemos?”, pues eso, igual, una de dos, o preguntáis, o empiezo hablar hasta que acabe, con la certeza de que una vez haya acabado, si no os habéis cansado antes, y mandado a cáscala a Luco, no tendréis ni una sola pregunta por hacer, lo sabréis todo, así que venga, empezar a tomar apuntes, luego preguntare. Bueno soy yo. Atentos que voy.

Efectivamente, ahí detrás en la fachada dice 125 Aniversario del Dance de San Roque, Fiesta de Interés Turístico de Aragón, pero, mucho cuidado, en aquellos días, San  Roque ya era patrón de Calamocha, pero qué ocurrió, qué paso, para que naciese la devoción, el Dance, qué cambio, para pasar de ser patrón a ser algo más para los calamochinos de aquellos días…

Pues en realidad, nada de extraordinario, Calamocha como cualquier otro pueblo, en aquellos años de mediados de los ochenta del siglo diecinueve, estaba asolada por la peste, y aquel año, todo era morirse unos y otros, más con las calores del verano, tan era así la cosa, que si enfermabas, te dejaban a la buena de Dios, no te cuidaba ni tu hijo, quedabas a la buena de Dios o de San Roque, ¿cómo te iban a cuidar?, si eso significaba que tú también morirías. Y los calamochinos, como los demás, tontos no éramos.

En concreto aquel año del que hablamos, el día catorce de agosto, murieron siete personas, y el mismo día quince, fueron nueve las que murieron, eso para un pueblo pequeño resultaba una auténtica barbaridad, pero ¿qué ocurrió?,… pues que el día dieciséis, el día de  San Roque, patrón del pueblo, aunque no estarían para fiestas, no murió, nadie, cero patatero, nadie,… y a partir de ese momento fueron pasando los días y la peste remitiendo. Pero aquel dieciséis de agosto día de San Roque, como os digo, no murió nadie, ese es el hecho en sí.  Y los calamochinos los pocos que quedaron se pusieron a darle vueltas a la cabeza.




Habrá que hacer algo, esto habrá sido cosa de San Roque dieron en pensar, de la medicina ya te puedo asegurar yo que no seria, seria casualidad, pero eso ya que más nos da, total, que de tanto cavilar, hicieron responsable del fin de la peste a San Roque, como en todos lados en cualquier caso, y pensaron en agradecérselo de alguna manera diferente al llegar las fiestas del año siguiente, y ahí imagino, los culos inquietos del momento, esos que todo lo ven y no paran, nuestros ancestros así como los que estamos aquí y ahora, pensaron en hacer algo nuevo, una locura supongo, al tiempo que los pondrían verdes, los calamochinos responsables de mantener las tradiciones del momento, que por cierto, se estaban muriendo de pena, las tradiciones digo.

Y entonces se les ocurrió cambiarlo todo sin tocar nada, que para eso aquí en Calamocha nos bastamos solos y a escape la forma de celebrar las fiestas de nuestro Patrón San Roque, con respecto de antes de la peste fue variando de rumbo, a mi ver, las fiestas se morían también no de peste sino de algo peor, esta vez sí, de pena, y quedaban reducidas a la representación del antiguo Dance de San Roque, una soldadesca al uso, estática, siempre con los mismos protagonistas, a modo de representación teatral y poco más, lo cual debía resultar un aburrimiento mayúsculo para quien no participaba, ni podía hacerlo…

 ¿Y qué hacemos?, pues tirar para adelante,… y ni cortos ni perezosos, mandaron a cáscala la soldadesca, sacaron a San Roque en procesión y decidieron que la soldadesca caminara junto al santo, y así nació el Baile, pudiendo entrar a bailar cualquiera, ya no los actores del antiguo Dance que siempre eran los mismos, para así agradecer unos y otros a San Roque bailando el hecho de haberles librado de la peste.

Ponerte a bailar delante de un santo en aquellos años debía ser poco menos que la mayor de las atrocidades, más de uno y dos en el pueblo se llevarían las manos a la cabeza, “¿ande van estos?”, pero el resto tiro para adelante, hasta nuestros días. Avanzando en la procesión de costado, como si no te movieras del lugar, para no salirte del escenario, si bien todo evoluciona y hoy habréis visto a los Bailadores avanzar de frente, haceros cargo de lo que sería, subir y bajar a la ermita de costado, nos darían las uvas.



Todo va cambiando aunque no lo parezca, también cuando todo empezó la procesión era más corta, y los bailadores, cansados de segar y trillar, no estarían para grandes alardes atléticos como ahora, mirar si no a este señor, El Bailador, sesenta y tres años le contemplan, mientras nuestros abuelos con poco más de cuarenta ya eran viejos para aguantar el Baile. Él tiene el privilegio hoy de Danzar junto a San Roque, dado que entre las filas de bailadores conforme aumenta la edad del bailador se va acercando uno al santo, se ordenan ellas solas según los años de baile de cada uno.

Era también un baile más sosegado, no el “roncarol” de hoy en día, impensable del todo, ver el baile de hoy en el XIX, así sobre las notas de aquel Dance Don Manuel Marina, maestro entre otras muchas cosas de esta Villa, adapto la música para poder bailarla allá por principios del siglo veinte con tambor y dulzaina hasta que allá por el cincuenta llego al pueblo un jotero, Don Mariano Aparicio Gil para renovarla y adecuarla a los tiempos, resultando el Bolero tal y como hoy, más o menos suena, pues aquí hay ahora debate, que en este caso, no viene al cuento, por quítame allá y ponme aquí unas notas.

Antes de que se me olvide, apuntar, Adelino Gómez Latorre, y su obra “Las Azarollas”.... Para las fotos y demás cosas tenéis el Centro de Estudios del Jiloca y también la Fundación San Roque. Echarle un ojo o mejor dos sobre todo a las Azarollas. Y a mí me tenéis en “feisbu”, camino de los trescientos amigos, sorprendentemente pocos.



 Prosigo. ¿Se baila el Dance por parejas?, ¿es tu pareja el que tienes en frente o el que tienes a un lado?,  yo ya no lo sé, el Bailador os podrá sacar de dudas, cierto es, que siempre se bailó por parejas, cual matrimonio, tan es así, que los días antes de San Roque las parejas se buscaban. ¿Oye bailaremos este año?, y como te dijera que no, ya se había jodido la cosa, si se retiraba tu pareja, tú te retirabas con ella, era como un matrimonio, unidos por el baile hasta que “la muerte”, la edad, los separaba, que uno se iba a la mili, el otro no bailaba ese año, que cojeaba del ancón, pues nada, a esperar un año… Hoy puedes venir solo y entrar en la fila. En mi caso, me retire joven, mi pareja era Antonio Sánchez, de apodo Cuky, y se fue de aquí, al poco de comulgar, y ahí deje de bailar, fiel, que es uno.

A estas alturas de tan amena charla el corro había aumentado, Pascual El de la Cirugeda, se había acercado y cuanto todos creíamos que iba a pasar a comulgar se quedó entre nosotros, junto a alguna persona más que entre curiosa y ansiosa por aprender se quedaba a disfrutar del magisterio del Dichero Olvidado. Solo faltaba el amigo Pepe Tomas, quien dentro de la iglesia seguía la misa. A él va dedicado en parte todo esto. Lamento que te lo perdieras.

Ese antiguo Dance, del que os hablo, se recuperó y se representó con motivo del 125 Aniversario, aquí mismo, donde estamos, en las gradas de la iglesia, pero se ve que nos salió la vena decimonónica y con un par de años o tres, nosotros, como nuestros bisabuelos tuvimos bastante, y no ha habido continuidad,… Todo lleva su tiempo, volveremos a echar mano del mismo, no vamos a ser tan tontos de dejarlo perder, volveremos en cuanto encontremos un hueco. El roce hace el cariño, habrá que insistir.

Cierto que hay otro hecho propio y os ha llamado la atención, los Dichos. Dado que sabéis de lo que hablo en los antiguos dances, en las soldadescas, había varios personajes que tenían su dialogo, no solo se danzaba, también se recitaba, siempre lo mismo eso sí, por lo cual no me extraña que se aburrieran nuestros antepasados, casi lo mismo que nosotros ahora, pero, eso hoy no importa, el Palitroque ya estaba presente en el antiguo Dance, y lo blandía el Diablo, a la hora de recitar.



Y yo que para estas cosas me basto solo, ni corto ni perezoso hace la tira de años, me dije, pues si aquí en el pueblo hay una familia que de apodo tiene El Diablo, igual tiene algo que ver con todo esto, así que a bote pronto, fui un día a su casa y  digo “Buenas, oiga, una pregunta, a usted, porque le dicen El Diablo, es algo bueno o malo”. Y a escape me respondió, “Al contrario maño, aunque no lo parezca es algo bueno, mi padre, mi abuelo, hacían las comedias los días de  San Roque, y salían en ellas de Diablo”. Aquello para mí fue la repera en bicicleta…

 Los Dichos, vendrían de ahí, pero ya sin un personaje fijo, poesías, rimas, estrofas echadas al Santo a lo largo de la procesión, para agradecer o rogar, y echadas con coquines y cariño, al vecino para joderlo, porque sacaba el fiemo con todo el calor o ataba el macho en la palanca del cantón de la calle tapando el paso, joderlo vivo en el buen sentido de la palabra, el Palitroque te da la inmunidad y el derecho de réplica al vecino,…Hoy, como todo, como el Baile mismo, está en proceso constante de cambio sin saber muy bien hacia dónde vamos. Al tiempo los Bailadores descansan se refrescan y lo agradecen.

Claro, como bien observáis,  pensareis, este señor, EL Bailador, de qué va disfrazado, es este el uniforme con el que se baila, pues sí, pero ha sido siempre así, pues evidentemente que no, si nuestros bisabuelos lo vieran, lo primero que pensarían es que menudas pintas de mamarracho se trae, lo echarían al rio las Monjas de cabeza, y tal y como baja, se quedaría clavao entre el zanago y las ovas y no saldría.

Antiguamente lo bailaban con la ropa de “sport” y de mudar del momento, por decirlo de un modo que nos entendamos todos, las albarcas, los calzones negros de pana elegantes, que para el calor sería lo mejor y peducos de lana por si pisaban algún cardo borriquero, con la camisa blanca, poco más rematando la cabeza con el moquero y cuatro nudos para quitar el sol,… vestimenta que con el paso de los años fue avanzando, no se quedó estancada, de las albarcas a las zapatillas, todo cambio, pero como se llegó a lo de hoy.



Pues por pura necesidad, aquí en Calamocha, siempre hemos ido un paso por delante con respecto a España, y llegados los cincuenta, eran cuatro gatos los que bailaban, el baile se moría, era cosa de viejos, de curas, de beatos, aquí iniciamos la “Transición” muy pronto … y hacer que la gente joven entrara en el baile parecía imposible, se iniciaba así una travesía en el desierto, que vino a durar años, hasta que la moda en el vestir y en las fiestas cambio con la llegada de las peñas y el conjunto de todas en la Peña La Unión, y su uniforme más o menos “sanferminero”, dándole de nuevo a la gente joven por entrar a filas y bailar… Pantalón, camisa de botones y zapatillas blancas, cachirulo, a cuadros, rojos y negros al cuello y faja azul. Empezando las mujeres a entrar en filas y bailar allá por los setenta sin controversia alguna, como lo más lógico y normal del mundo calamochi.

Y hasta ahí la cosa, luego si te vas a las primeras filas, veras también cosas extraordinarias, fruto del cariño que los calamochinos le tenemos a todo, de la vestimenta os hablo, fajas, que en su día fueron azules, y con la cual ya bailo el padre de alguno, pañuelos rojos de aquella novia que nos dejó tirados en el rio Jiloca el día de la Vaca, moqueros azules y blancos de nuestros agosteros segadores abuelos, albarcas, cachirulos azules y negros, ese que dicen es propio de Teruel, reminiscencia aquí de una peña que hubo y que para diferenciarse de La Unión lo tomo como propio, La Birolla se llamaba; Pero en sí, a simple vista la uniformidad parece total. Una pregunta, ya para concluir:

Y entonces vosotros, de donde venís, quienes sois, para que queréis saber todo esto…. Vamos a un lado, que salen de misa, y pensaran que no hemos entrado.

Oscar Higares San Roque 2014 Calamocha

Y entre un mar de gente que salía de misa me perdí, me despedí a la francesa y me marche Rabal arriba camino del remolachero. Todavía dio el día para una lección más, esta vez, fue en la plaza de toros, con un cartel lleno de figuras, figuras en el camino y figuras en ciernes, asistimos a la mejor tarde de toros que se recuerda, dos orejas cada uno se llevaron, vinieron a trabajar y agradar, no a llevarse las perras, como hasta ahora parecía la costumbre, algo sin duda está cambiando, se ganaron hasta al última peseta y nos devolvieron con creces el precio del abono. Oscar Higares, Canales Rivera, El Cordobés y Carlos Villanueva. Mientras desde el tendido la charanga Artistas del Gremio daba unas lecciones soberbias de música, festera, eclesiástica, ochentera, clásica,… igualmente impagable.

Canales Rivera 2014 San Roque Calamocha
Y llego así el día San Roquico, y con él, el calor, el sol y el sudar en la procesión, y como advirtiera a los curiosos el día anterior el Dichero Olvidado, los calamochinos más chulos que un ocho, no contentos con un santo, sacan dos en procesión, dos tallas del mismo santo, no veras semejante cosa en ningún lado.

Sol y Sombra en la Calle Mayor el día de San Roquico 2014
Llegamos a misa pero no entramos y camine toda la procesión entre las primeras filas de bailadores haciendo las veces de aguador y fotógrafo, por primera vez la procesión se les quedo corta, querían más, en especial a partir del final de la Calle Mayor, cuando asistieron a una lección magistral en torno al Dance, más allá del típico “moveros, levantar las manos, cruzaros, parar, andar”…

En aquel lugar siempre se cortan las procesiones sean de Semana Santa o sean de San Roque, toca esperar, y que mejor que esperar bailando, así el hasta hace un par de años Bailador, ahora preocupado por las últimas filas bailo entre los más jóvenes, y estos le siguieron con tanta devoción como yo mismo, así que un par de docenas de zagales podrán decir que un día tuvieron el mejor maestro posible allá en el final de la Calle Mayor cara Las Monjas.


Aprendiendo a bailar  a San Roque en la Calle Mayor 17 de agosto de 2014

Llego la música, que este año funciono algo mejor, se juntaron las filas y siguió el Baile, los más pequeños habían permanecido atentos a la lección recibida por sus compañeros algo mayores y parecieron comprender algo que se les había pasado desapercibió hasta este año, y que yo por ignorancia innata desconozco, pero bien me advirtieron al final: “ya sabemos cómo se baila, nos hemos fijado es ese Señor cuando estábamos parados”. Llegados a las gradas de la iglesia, querían seguir bailando, que no se acabase nunca. Fue emocionante.

Calor el dia de San Roquico 2014
Se terminaba San Roque, al menos para mí, al día siguiente volvíamos a casa, pero aún quedaba tiempo para aprender, para sorprenderme en permanente lucha con mi propia ignorancia, batalla de antemano perdida.

Hoy toca vermú dijo el Dichero Olvidado al tiempo que la Banda de Música se arrancaba Castellana arriba, ¿y estos a donde van, de serenata a casa del Alcalde como antaño? No, me contesto, van a rendir cuentas al jefe, que no es otro que el Santo Cristo, y no San Roque, a la Salve.


Pues venga, cuenta, le anime, vamos tras ellos a casa, al remolachero como aquellos del Pipero, un poco cañao y una sardina, y sácame de mi ignorancia pues que yo sepa en el programa no dice nada, vamos, que en la vida, en los últimos cincuenta años como aquel dice no recuerdo haber visto en este momento subir Rabal arriba a la procesión, a una Salve en el Santo Cristo dices, pero eso no es el día la “auguera”. Terrible, no logro recordar nada.

El caso es que los progres como tú no van a lo sustancial del programa que son los actos religiosos y solo se leen los perniciosos, y ahí no está la Salve, la cual es probablemente el momento más emotivo e importante de las fiestas, será por eso que no lo conoces ni lo tratamos como debiéramos.

Calamocha cuando da las gracias, ¿a dónde va?, pues ni más ni menos que al Santo Cristo de la Arrabal a rezar la Salve, que debiera ser un acto multitudinario, al aire libre, musical, que sé yo, en el los calamochinos damos las  gracias no porque la tabarra de las fiestas haya terminado, si no porque haya terminado con bien, sin heridos en las vacas y sin heridos en los cohetes. Si al menos los cabezudos hoy salieran del Santo Cristo, ahora la comitiva sería más numerosa.

Me dejas sin palabras, advertí, no me lo puedo creer, siento hasta vergüenza, no doy crédito, ahora bien, estarás conmigo en algo al menos, y es que no tiene sentido alguno, pues si las vacas están recortadas y no sale nadie, y los petardos prohibidos, ya me dirás que manera de hacer el paripé es esta.

Cállate desustanciado, vamos al remolachero y vete a tu pueblo de una vez, con viento fresco, allí podrás correr los bous y tirar todos petardos que te venga en gana. Veremos quien reza por ti.

Domingo 24 de agosto de 2014. Fin



Lo cierto es que adolece (apetece) que San Roque sea todos los días del año. Hoy San Roque, habrá vuelto a su casa, yo ya llevo tiempo en la mía.

Nota: Para saber más acudir a las fuentes reseñadas, lo aquí recordado no deja de ser una conversación informal.