Y
ahora que se acercan Todos los Santos nos vamos a Olalla de entierro, al año
1926 cuando el cada vez más reconocido entre sus contemporáneos como escritor
Benjamín Jarnés acudía a el entierro de su hermano Mosén Pedro, cura del lugar
desde principios de siglo.
No
era la primera vez que iba el ya famoso escritor, fueron varias las que lo
hizo, en Olalla se dice fue deslumbrado por sus mujeres, tal vez conoció el
amor, vivo el paisaje, la vida veraniega y dejo escrita una pequeña obra
dedicada a su hermano, la cual al parecer tenia pensado revisar mas adelante.
Una
pena no llegase a cuajar una nueva versión de Mosén Pedro. ¿Qué tendría pensado contarnos?, si los
muertos hablaran, me olvidaría de la novela, me presentaría en el cementerio de
Olalla y me sentaría a charrar con su hermano, con Mosén Pedro, quien podría
poner fin a tanto misterio familiar.
Y
Don Benjamín Jarnés, harto de curas y misas, en lugar de rezar frente al
cadáver de su hermano, y amigo, (y eso que si algo sabia era rezar), le leyó la
crítica que Azorín había hecho de su novela El Profesor Inútil.
Si
señor… genio y figura, como queriendo darle la buena nueva, una alegría y decirle
a su hermano, “yo tenía razón lo mío son los libros, no las misas. Lo conseguí.”
¿Y
a donde habrá ido a parar el libro?, ¿lo leería el cura al que se lo regalo, qué
pensaría… ?
Genio e ingenio
Ya
te habrás dado cuenta amiga mía de cómo nuestro librito El profesor inútil
suscrita entusiasmos que no merece, sobre todo el breve estudio de Azorín me ha
conmovido… precisamente llegó el periódico a mis manos, en momentos en que
todo, en derredor mío, era tristeza. El artículo del buen amigo se leyó ante el
cadáver de mi hermano Mosén Pedro, al que enterramos dos horas después. El
ejemplar el de nuestro librito allí quedó en aquel pueblecito de Teruel en
manos de otro sacerdote.
Pero
tan cariñoso comentario a estos apuntes de novela ¿no me convida a charlar
contigo unos instantes acerca de problema tan hondo como lo es el de la
superficialidad? Y no hay aquí Carlota intención alguna de hacer saltar la
paradoja, se trata del ingenio, si por ingenio entendemos eso que nuestro
admirado autor de Castilla resume en una frase de su artículo “lo ingenioso es
lo superficial”.
Benjamín
Jarnés Obra Critica por Domingo Rodenas
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