Calamocha y yo
Calamocha fue...
Calamocha
fue un mes de mayo, sus mañanas y sus caminos, el mío fue la calle
Real, recién barrida, también, lo fue, la Balsa y su umbría,
camino del instituto bajo el tibio sol de las ocho y media de la
mañana, con la rosada en los tejados y el frío que pasa, olvidándose de nosotros, también de la tierra, fueron los corros de los mayores
al sol final de la tarde, hablando del sonar de las campanas al medio
día, Calamocha fue aquellos fines de semana, de las ultimas
cosechas, el dolor de abandonarlas, el sembrar la vega, el ver crecer
el cereal en el secano, fue el caminar y echar la vista atrás, el
polvo de los caminos, porque nunca llovió lo que tocaba, Calamocha
fue la calle y su trajín los miércoles de mercado, adolece la
calle, fueron los domingos de los ochenta, días, con la ilusión de
la llegada del verano, y sus verbenas, las fiestas de San Roque, la
cosecha, Calamocha fue la noche de mayo, viendo a los mayores,
mirarse los unos a los otros antes de cerrar la puerta, con la vista
puesta en el cielo de Santa Bárbara, a la espera de la última
helada, helada que ha de venir, y dejarlo todo pardina, única
certeza de aquellos días, abandonados por el Santo Cristo, Calamocha
fue el despertar del último día de clase, preguntándonos si
habría un mañana, y cual sería…. Calamocha fue mayo, como el
resurgir de la vida, lejos del frío, a la espera de la lluvia, de la
lluvia sin granizo, del sol abrasador, de las moscas, de la escasa
cosecha… En una palabra: Ilusión. En tres, Calamocha es mayo.
(Fue)
A todo
eso que recuerdo Chabier hace unos días, le puso imágenes y también
letra, y dio en llamarlo LAS
HIGHLANDS DEL JILOCA:
“Verdes cruzados de
labores frescas,
Abiertas en los
barbechos
Para preparar la
sementera de octubre...
Azules, verdes,
royos...
Son los colores de mayo
En estas tierras
altas”
( http://naturaxilocae.blogspot.com.es/2016/05/las-highlands-del-jiloca.html )
Abonando en Los Molinares. Mediados de los ochenta. Calamocha fue un día de mayo. |
Y nos despertó, a los
calamochinos de la diáspora, en palabras de Jesús Blasco, de ese
largo invierno, que no es otra cosa, si no la ausencia de Calamocha.
La vida. Si algún día, aquellos campos, se abandonan Dejaremos de
ser Calamocha. Dejaremos de ser nosotros mismos.
Por qué nos fue siempre
tan fácil conocer la tierra lejana, oída, leída, vista y por qué
nos cuesta tanto querer, la Retuerta. Calamocha siempre fue, un
lamentar continuo, cuando allí vivimos. Luego fue un recuerdo. Hoy
es un recuerdo, tan solo eso. Lamento, ilusión, recuerdo.
Definir Calamocha.
Unas
pocas palabras del diccionario más próximo, del María Moliner,
deberían, bastar para definir Calamocha. Debería
poderse definir de alguna manera, pero ¿Cómo?
La verdad es que no lo
sé, o soy incapaz, al menos por el momento. Además, en mi caso, entiendo, ha
de ser una definición en pasado, un imposible.
Quien haya vivido allí siempre, tal vez pueda pueda dar con una definición, y quien sabe si no lo haría mejor, un recién llegado.
Quien haya vivido allí siempre, tal vez pueda pueda dar con una definición, y quien sabe si no lo haría mejor, un recién llegado.
Ahí
está el diccionario, en la estantería, con las tapas a punto de
romperse, con las hojas, arrugadas, y yo sentado bajo él, sin
encontrar esas palabras.
Espada de Damocles sobre mi cabeza. Hielo a finales de mayo.
Calamocha, unos y otros, fue una suerte llegar hasta allí.
Espada de Damocles sobre mi cabeza. Hielo a finales de mayo.
Calamocha, unos y otros, fue una suerte llegar hasta allí.
Si
lograse definir Calamocha, no como algo pasado, si no como algo
presente, tal vez, dejase de escribir. Pero no doy con el orden de
las palabras, no puedo, y eso, por momentos, me desespera. Seguiré
recordando, seguiré escribiendo. Lo que Calamocha fue.
Nada
nuevo es el querer definir Calamocha, antes que yo, el gran Jesús
Blasco, dio en intentarlo. El sí lo consiguió. Su definición fue
algo más que un reclamo turístico, o un eslogan comercial. Fue un
lamento desesperado en busca de ilusión.
Calamocha,
conocerte para quererte. Cuando se le ocurrió, tan enorme desatino,
tan enorme como fue y aun es su éxito, dice que lo tuvo claro, a
Calamocha, hay que conocerla para quererla, y cuando más se le
conoce más se le quiere.
De
golpe y porrazo, nos llamó a todos “mal nacidos”, y aquí paz y
después gloria, nada pasó, solo él podía hacerlo, uno no deja de
preguntarse, debes conocer a tu madre para quererla. Al menos en el
caso, calamochino, a decir del genial Blasco, sí.
Últimamente, permeable a todo lo que le rodea, su definición es “Yo por mi pueblo yo por Calamocha: Mato” Faltan, las pegatinas para el coche, como aquellas otras, que tanto éxito tuvieron, todo llegara, alguien las hará.
Últimamente, permeable a todo lo que le rodea, su definición es “Yo por mi pueblo yo por Calamocha: Mato” Faltan, las pegatinas para el coche, como aquellas otras, que tanto éxito tuvieron, todo llegara, alguien las hará.
Definir
algo que para mí dejo de existir, empieza a carecer de sentido, todo
lo que puedo hacer es, recordar, una parte del pasado, que lleva el
mismo camino que todo, pardina de aquí a un tiempo. Todo se acaba.
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