jueves, 17 de julio de 2014

El Tio Jorge y la Tía María.



Mi madre cambio de conversación.  Sera que no te acuerdas, insistía, el Tío Jorge y la Tía Maria siempre han estado en la familia, a falta veces habremos hablado de ellos. ¿Venga hombre, como no te vas acordar…?

El caso es que yo, jamás en la vida había sentido hablar de ellos, ni del Tío Jorge, ni de su mujer, la Tía María. Mi madre no salía de su asombro, pero en realidad era yo, el asombrado,  quien no podía creer lo que estaba escuchando. Así a bote pronto, al ver en la carretera el cartel que señalaba el desvío a Albentosa. Mi madre cambio de conversación

Dejó las historias de Francia, con las cuales un día más venia dándome la tabarra desde que salimos de Calamocha, su tema, sin duda,  favorito cuando estamos solos, como queriendo, una vez más que  le cuente y explique lo evidente pero con la esperanza de encontrar un distinto final. 

Para mí, hubo suerte el cartel le hizo cambiar de conversación. Aunque pueda parecer lo contario, rara vez pregunto, los recuerdos, surgen solos. Se trata de escuchar. De esperar.

Fíjate tu, ahora, me decía, lo cerca que esta hoy Albentosa de Calamocha y lo lejos que estaba entonces, te hablo de hace cincuenta años, o más. Cuando llegar te suponía un día. Las últimas veces, ya me dejaban venir sola a ver a la Abuela Emilia, que estaba aquí con el Secretario y su familia. 

Me acuerdo como si fuera hoy, en Albentosa nació el primo José Vicente, el Viçen que dice la Rosa, y la que se preparo con aquello fue buena, toda una dijenda, que andaba de boca en boca por el pueblo “eso son cosas de los de Calamocha, vendrá de lejos, ellos sabrán” decían los de allí, que no acertaban a comprender nada, lo mismo que el pobre Secretario, el Victor, con lo sentido que era él para todo. La que se le vino encima, al nacer el Viçen.

El primo nació con el calor de julio, a principios de semana, y ya sabes cómo era la cosa entonces, nacer y bautizar, a escape había que correr a echarles agua bendita a los zagales, pero, hazte cuenta en aquellos años.

Entre unas cosas y otras, nacería, mandarían recado, de que todo había ido bien y era por fin un crio,  ya sabes el Tio, la preocupación que siempre llevaba por que el apellido no se perdiera, mandarían recado a Calamocha, y al resto de la familia, porque ellos allí estaban solos, y nos enteraríamos un par de días o tres después, daríamos traslado con una cosa u otra, total que para el domingo no llegábamos a bautizarlo ni aun corriendo, ni unos ni otros.

Y así paso lo que  paso, en aquellos años todo el mundo iba a misa, no había otra cosa mejor que hacer, y más el tío, siendo como era el Secretario del Ayuntamiento, casi tenia la obligación de ir,  pues toda esa gente, no podía faltar, que si el maestro, el médico, y el cura claro, el cura tampoco faltaba.

 El único que falto aquel día a misa en Albentosa fue el primo recién nacido. Y el Tío Victor, pues bien te acordaras también que era muy sentido y le gustaba tenerlo todo dispuesto, y se ve que había hablado cuando fuera con cura y le diría, no creo que se le olvidara semejante cosa,  que el bautizo seria más adelante, porque la familia no podía venir. Y Aquello al cura le debió sonar a excusa.

Y que te crees que paso, pues que va el cura, y en mitad del sermón, delante de todo el pueblo, a voz en grito, enfadao como un demonio,  señala al Tio y a toda su familia y empieza a echarle en cara, que si esto que si lo otro, y pregunta que donde está el zagal, que si lo iba a bautizar o no, que si las hermanas estarían bautizadas o no, que él como Secretario  iba de pueblo en pueblo y a saber, lo que hacía y dejaba de hacer.

 Y el cura venga a cascar sin parar, a dónde íbamos a llegar con esa juventud que debía dar ejemplo, y más trabajando en el ayuntamiento,…, el Tío se ve que de pocas se muere del disgusto. Para el cura aquello era lo que faltaba por ver, ya nada se respetaba, a donde iría la cosa a parar. Así que acabo la misa, y en todo el pueblo ya no se hablaba de otra cosa, si seria o no verdad lo que decía el cura, si lo bautizarían o no, y vete a saber tu si el resto lo estaban. 

En todo el verano no se hablaría de otra cosa, y más porque el Tio, de aquella, se echo al monte. Y los días pasaban y la cantinela del cura, seguía siendo la misma, ¿A qué esperáis?.  




Yo no sé muy bien porque, ni a santo de qué, pero el caso es que el padrino del primo iba a ser el Tío Jorge, ya mayor, coño viejo ya para aquel entonces, si tendría  más de cincuenta años, ya lo creo, mayor que mi padre, y vivía  el padrino en Valencia, con su mujer, la Tía Maria, el era primo hermano del abuelo, y del Victor claro, de la familia Meléndez que les quedaba nacida por  Odón, y la mujer creo que era de Daroca o de Calatayud, ya no lo sé.

 El caso es que para más liar la cosa, trabajan en el puerto de Valencia a turnos, de modo que no podían ir al bautizo hasta no se cuantísimos días después, ya que a mi ver se ve que hacían fiesta un domingo cada uno o dos meses.Imagina. Ese domingo al cabo las mil fue el del bautizo.  

Espera, que casi se me olvida, el cura era amigo del Tío, coño,  venia la cosa de lejos, el cura era de Calamocha, un hermano de Leo el del Estanco, se conocían de años atrás, por eso la gente cascaba tanto, “esto viene de lejos, de Calamocha”. El Tío no le encontraba explicación alguna.

Al final lo bautizaron, subió toda la familia, nosotros en tren desde Calamocha hasta Rubielos, uno de esos dos pueblos no sé cual, allí bajabas y la Abuela Emilia ya nos estaba, como todas veces que fuimos, esperando. De allí a Albentosa había un trozo grandísimo, pero mucho, lejos de verdad, había que andar, pues como de Calamocha a Torrijo, por medio del monte.

 La Abuela Emilia, no recuerdo a mujer más echada para adelante que ella, mira que no se le ponía nada de por medio, ni siquiera mi madre y eso que se las traía, era así, ella ya llevaba el doble de camino, y recuerdo que nos decía, “esto maños, está lleno de Maquis, aquí tirar para adelante y a casa, ver, oír y callar,  si nos salen al paso, dejarme hablar a mí, yo saludare, daré razón de quiénes somos y a donde vamos, y a seguir camino, aquí nadie ha visto nada, así que todos a callar, lo digo por ti maña, le decía a mi madre, no me vayas a empezar aquí una revolución, por este, por el abuelo, no paso pena, este se va con cualquiera y nada le incomoda”. No vimos a nadie.

Después del bautizo creo que la Abuela Emilia se fue a Valencia con sus sobrinos, con el Tío Jorge y la Tía Maria, y hasta creo que yo me fui con ellos. No me hagas mucho caso, pero pase unas cuantas temporadas allá en Valencia en su casa, por llamar de alguna manera al lugar donde vivían, no te puedes dar una idea del pitañar aquel en el puerto en el que estaban, en medio de campos, en un bloque de pisos o lo que fuera aquello, que ni aun puertas ni ventanas tenían, a medio oscuras todo el día, todo manga por hombro, sin agua, todos revueltos por allí, unos que entraban otros que salían, que ya no sabias ni en casa de quien estabas, y eran, los más felices del mundo, no te puedes dar una idea de lo bien que aseguraban se vivía allí, con toda esa gente de vecinos y en la calle todo el día, porque dentro no se podía casi ni estar. 

Gracias a dios, la Tía Presen, la hermana de la Felisa, ya de la otra rama de la familia vivía un poco más allá, cerca, cerca, y yo iba y venía de una casa a otra haciendo faenas, … y en cuanto podía me quedaba con la Presen, que esta sí, tenía una casa como dios manda. Entre ellos, el Tío Jorge y la Tía Presen aunque no eran familia, como si lo fuesen, a todas horas se juntaban. 

Aún recuerdo una de aquellas. Venga decían, que va a venir a Valencia el Secretario con toda la familia, y enseguida el Tio Jorge con la Presen, veniros vosotros también a comer, mañana me ire con la chiquilla al mercado de Ruzafa, comprare anguilas y comeremos “allipebre”. Mira, se me llevo al mercado, una paliza de ir y venir que para qué y yo que me lo veo comprando culebras, un cesto hasta arriba y el venga hablar de lo buenas que eran,… y yo un miedo, solo hacía que pensar, y eso vamos a comer… mala me puse, y a ellos cuanto les gustaba comer eso, y para terminar a la vuelta el Tio Victor había mandado recado que no venían, … una semana comiendo anguilas, una semana en ayunas que estuve. En fin, todo aquello se acabo ya.

La última vez que fui a Albentosa, ya vine sola, y andando de la estación al pueblo con un miedo terrible, nadie salió a buscarme, no sé si eran fiestas o que pasaba y tu Tío Jesús que tenía que haber salido, se durmió, y la Abuela Emilia, no lo despertó, ya vendrá, … Y yo venga a pensar en los Maquis, si la Abuela Emilia les habría dicho que venía o no y que me dejaran pasar… que miedo he tenido siempre a todo. Ale, ya estamos en Segorbe.

Aquí estuvo muchos años viviendo un hijo de la Tía Presen que era ferroviario en eso de la Renfe y los trenes,  cada dos por tres estaba en Calamocha, como el abuelo siempre andaba por la estación descargando trenes, uno u otro le decía, “Tu sobrino el de Segorbe bajara a verte tal día, que le mates un pollo”.

 Menuda amistad había entonces entre las familias, luego todo se perdió… el abuelo le temía más que un nublao cuando por estas fechas de Semana Santa, le llegaba el recado “no compres tocino, que bajara tu sobrino de Segorbe y dice que te lo trae y que corras la voz”. 

Como no pagaba billete por ser trabajador de Renfe venia a cualquier hora y se presentaba con una retahíla de tocinos, unos para casa y otros para vender, conociéndolo a él y a la familia en general, si ellos no criaban, de ande los sacaría.  El abuelo Casimiro decía, “mecaguen el copón otro año que nos jode este con los animales, no comeremos jamón.  No he visto cosa más fura y fina que un tocino valenciano”     

 De los Años de la Cazalla. El Bautizo.

martes, 1 de julio de 2014

JILOCA. El rio que nos lleva.



En la sección Jiloca de aquel día, el Lucha, lo que hoy sería el Diario de Teruel, hablaba de paisaje, de reforestación como forma de evitar la erosión y ganar pastos, un éxito sin precedente ya alabado, remarcaba, tanto por contrarios, como por “adictos”  de cultivo en tierra baldía y laderas siguiendo la lógica de las curvas de nivel, de poesía, de historia. Decía así uno de sus párrafos: 

Reforestación 

… Por otra parte el elevado número de jornales invertidos en la misma quedan en poder de los más menesterosos que con su trabajo, están llevando a cabo la importante tarea de reforestación.

Por medio de nuestro periódico Lucha, hacemos un llamamiento a todos los pueblos, que sus aguas afluyen al Rio Jiloca, para que siguiendo el ejemplo de estos pueblos, no vacilen en llevar a cabo la repoblación, con la doble finalidad de aumentar sus riquezas y a la vez evitar que las tormentas, y precipitaciones produzcan los efectos, tan desastrosos que hemos conocido en estos últimos años, en la fértil vega del Jiloca, donde muchas familias se ven obligadas a la emigración, al ser arrasadas sus cosechas, y echadas abajo las ilusiones de todo un año de trabajo, aparte de los innumerables desastres que se producen en las vías de comunicación y propiedades.

XXX 

Han pasado más de cincuenta años y seguimos en las mismas, cuando no por una cosa por otra, la casa sin barrer, en este caso, el rio sin limpiar. Lo mismo que hace medio siglo. La cosa no cambia, ni cambiara, no lo esperes.

Queda el consuelo, para eso están las hemerotecas de cajón, los periódicos viejos con los que nuestras abuelas cubrían el fondo de los cajones, aquí un ejemplo, que ahora si saber ni cómo ni porque uno se pone a leer, aburrido de leer tantas y tan importantes cosas como nos cuentan hoy los periódicos.

 Habrá estado ahí todos estos años, desde la década de los cincuenta, pero ni caso, lo mismo que al rio, ni caso. No le he hecho ni caso, no le hacemos ni caso. Pero tanto el periódico como el rio, han logrado llegar hasta nuestros días, lo cual me da pie a pensar, que me sobrevivirán sin esfuerzo.

Sin firma, o firmado como X.X.X eran otros tiempos, nada fáciles a la hora de criticar ni menos aun, a la hora de pedir lo que hoy llamaríamos responsabilidades, ¿a quién?, vete tu a saber, al Maestro Armero. Sin embargo lo hacían. Un llamamiento a todos sus pueblos…

Ahí están los trozos de periódico viejo, para recordarnos que poco o nada ha cambiado, que ya entonces había quien clamaba al cielo y al Maestro Armero a un tiempo, como lo hay ahora, por que hiciesen, hiciésemos,  algo por ese rio llamado Jiloca, que nos dio la vida, riqueza que poco a poco se nos escapa de las manos.



Pd Entre las fotos, veinte años de diferencia, como dice el tango, “veinte años no es nada”.

 AÑO 2013
 AÑO 1995



 AÑO 2013
 AÑO 1994

martes, 17 de junio de 2014

El día del Corpus del año 1974 en Calamocha.

Aquellos calamochinos que nacieron en el cada vez más lejano año de 1966 comulgaron, de la mano de Mosén Salustiano, un  jueves 23 de mayo de 1974, tal y como puede leerse en los recordatorios de aquel ya tan igualmente lejano como señalado día en el cual se celebraba la festividad de la Ascensión. 

Ocurre, a veces, que aún teniendo las fotografías frente a ti, se hace enormemente difícil recordar algo, por momentos no crees lo que ves, y hasta llegas a pensar, que de no existir el testimonio gráfico que tienes entre las manos, aquello jamás habría ocurrido. 

Concluyes no sin cierta tristeza pensando en la de cosas que habremos olvidado, al no haber de las mismas, ninguna foto que de vez en cuando nos recuerde lo que fuimos, camino de llegar a ser lo que somos, o algún día seremos.

En cualquier caso, afortunadamente aún hay quien de vez en cuando se acuerda de todas esas cosas caídas para la mayoría en el olvido, lógica consecuencia lo uno y lo otro, el olvido y el recuerdo, del paso de los años. 

Así, alguien un buen día, aún sin venir a cuento, lo mismo sea San Roque que la maltrecha Semana Santa,  pregunta sin venir a cuento, te acuerdas, o lo habré soñado yo, cuando éramos zagales después de comulgar, el día del Corpus, el domingo en sí, porque ese jueves no era fiesta, verdad, que nos volvían a vestir con el traje de comunión y salíamos en procesión con unos santos diminutos. 



La foto está tomada a la entrada de la Castellana, en el comienzo de la procesión, aquel lejano día del Corpus del año 1974, hace ya cuarenta años. Se dice pronto, y pensarlo, recordarlo da miedo.

Lástima que en esta foto, alguno de los menos templados de la quinta, dado que se comulgaba por riguroso orden de sección, o de sabiduría con respeto al catecismo, de listos a torpes, en acorde con aquellos tiempos del blanco y negro, perdón, de listos a menos listos, así se diría en los tiempos que nos hacen correr hoy, como digo, alguno de las últimas filas, el gracioso de turno seria, estropeo aquella tarde, al tiempo que dio hoy un sentido interesante a la foto, ya que la mayoría de comulgantes están girados hacia atrás donde debía ocurrir, sin duda, algo más divertido que al frente. ¿Qué ocurriría? 

 Dos años después, ese mismo día llovió, así que mi quinta no gozo de tan gran privilegio, no salió a la calle y la procesión se hizo por dentro de la iglesia. Una pena. Fue, eso sí, igualmente  impresionante poder sacar un santo como hacían los mayores en las procesiones, si quiera fuese bajo los arcos de la nave de la iglesia. 

Un año u otro después, la procesión debió desparecer, prácticamente todas las procesiones en si cayeron en desuso poco tiempo después frente a manifestaciones, más de moda. Llegaban otros días, llegaba el color a la fotografía, y de todo nos avergonzábamos, con tal de tirar para adelante, aún si razón alguna. 

Al próximo año, si me acuerdo, buscare la foto que falta al respecto del día del Corpus y las comuniones de aquellos años. Toca esperar. Años que ahora nos parecen tan bonitos, pero que a buen seguro si nos dejaran volver, nos lo pensaríamos dos veces; y diríamos que no.

Recuerdos

PD Las quintas anteriores, dicen, subían al Santo Cristo,  el mismo día de la comunión, con el bocado en la boca, amén del día del Corpus en el cual también “procesionarian” como viene diciéndose ahora. Solo les faltaba bajar a San Roque a pasar y posar bajo su Capa… Menuda foto.

miércoles, 4 de junio de 2014

Costodias y leches.



En aquellos años la puerta de casa estaba siempre abierta, había un timbre, que casi nunca sonaba, y si lo hacía, ya se sabía, algún forastero llamaba, alguno pidiendo, alguno falto de confianza. El resto, los de casa, empujaban la puerta y pasaban. Siempre fue así.

Aquella mañana, ya tarde, la hora de comer seria, la puerta se abrió, era el Sr. Pepe, hacia cara de cansado, entro y se sentó en la primera silla que encontró, recupero el aliento y llamo: 

José Maria, maño, ¿estás por ahí?, veo que tienes el camión en la puerta, sal anda. Cuando se hubo recuperado de todo un poco, cansancio, rabia, no saber qué hacer, comenzó hablar. Estaba, en concordancia con aquellos y estos tiempos; indignado.

Coño que de donde vengo, pues considera, di mejor a donde voy, a pedir un favor, y de donde vengo, pues de allá arriba del Hotel, que me he cascao toda la mañana para nada. Ahora son todo, costodias y leches.

Me mandaron otra amonestación, todos los años lo mismo, se conoce que con la leche esa de los ordenadores lo saben todo de uno, me mandaron la carta de la revisión, lo del coche, que había que pasarla, que si patatin, que si patatan, que si no la pasas y te pillan te joden, y que si pasa algo el seguro no quiere saber nada, vete tú a saber, porque a ciencia cierta ninguno lo sabemos, que por todos lados nos engañan. Van a jodernos y se acabo.

Miedo y mentiras que nos meten, que no saben hacer otra cosa. Parece mentira, que vamos para atrás como el cangrejo. Lo saben todo y a escape te amenazan. Ya no es como antes, cuando éramos jóvenes y se podía hablar.

El caso es que he cogido la furgoneta y me he subido a que se la pasasen, no queda otra que pasar por el aro, por donde ellos dicen, no veas, todos a lo mismo, a comulgar con ruedas de molino, toda comarca allí, un follón de tres pares de cojones, toda mañana allí, y a lo que llego al camión, sale el Señorito Ingeniero y me dice que no cale que suba, que no me pasa la revisión, que ese coche así, no puede circular. 

Oye, José María, que mala jerga se me ha puesto, sin respeto ninguno, ni menos educación, que todos vamos el mismo día, coño el que nos mandan, que hasta de trabajar se cansa la gente joven, que lo que buscan es un trabajo, pero no trabajar, cobrar por no hacer nada, joder yo también querría algo así, que pidamos le pongan más gente nos decía, y nada de quejas ni aún de hablarle a la cara podías. Te pierden el respeto.

Y que no me la ha querido pasar el Señorito, joder, el ingeniero el copón, lo que hace el estudiar, ahora hay tantas leyes, para todo, ahora no es como antes, ahora lo saben todo, y no puedes hablar, tenemos todos tantos derechos, bueno los otros, nosotros ninguno, los de siempre, ver oir y callar, jodernos y punto en boca… conque nada, ni dejarte hablar te dejan, que me ha hecho sacar el coche y me ha mandao para casa, aun me ha tocao darle las gracias, por dejarme salir, que si quería poco menos que me lo quitaba ley en mano. A lo que se llega y lo que nos faltara por ver, más a vosotros que sois más jóvenes.

Aguarda maño, a lo que vengo, las ruedas, me dice que con esas ruedas no se puede circular, pero que sabrá él para que uso yo el auto, de nada sirve que solo lo gaste para ir a la paidera, ver la tierra y subir al cementerio los días de entierro, que nada, que así no se puede circular, que le ponga ruedas nuevas. Y no hay otra. Te joden vivo.

Una pena, todo hoy en día, todo una pena, dan ganas de echarte a llorar, ya no es como antes, ya no se habla de tu a tu, ahora van con la ley por delante, con la ley que les conviene, y el caso es que solo quieren las perras, todo es un saca perras. O pagas y te la pasan y ni aun así, o denuncia al canto, y así va todo hoy, de puta pena. Las reclamaciones al Maestro Armero. Aquí no se salva nadie. Mentira, ellos si, que harán lo que les dé la gana.

Me he quedao, parao, que si me pinchan no me sacan gota sangre, con las ganas de decirle de todo, pero para qué, si ahora tenemos todos tantos derechos y no puedes ni abrir la boca, que enseguida te quitan la razón con la ley en la boca siempre todo el mundo, si le digo lo que pienso de él y de todos termino en el Cuartel, y ya no tengo edad para andarme con tonterías. Si fuera uno más joven. Ley en mano te amenazan, casi te diría que no hay cosa peor… sácame un vaso de agua anda, hazme el favor.

Que mal rato he pasao Jose Maria, de verdad te lo digo, lo habré pasao peor que tu el día que te pille con las ovejas en la era de trilla, cuando eras un zagal. Nada, a lo que voy…

He bajao con el auto que se me iba de lao a lao de los nervios que traigo, de la mala sangre que me han hecho hacer, que no atinaba, y ahora ahí al pasar en la esquina de Inocencio al verte el camión, joder, me he parao y he pensao, ya esta, ya lo tengo, lo voy a solucionar y darle cuatro hostias bien dadas al Señor Ingeniero que tantas leyes sabe, a ese, que lo ponía yo a entrecavar el Rincon todo el verano remolacha va, remolacha viene, de sol a sol a ganarse el jornal.

Veras lo que he pensao, si te parece bien…




Coño Señor Pepe, no siga, ya se lo que me va a decir, ya se a lo que viene, a que le deje las ruedas del Cuatro Latas para ponérselas a la furgoneta y así pasar la revisión, joder que espabilao el hombre...

A ver si te parece a ti, que eres es al primero que han tirao para atrás los ingenieros de la capital, y tú al primero que se le ha ocurrido la idea de venir a pedirme las ruedas. Que eso que te ha pasao a ti este año, ya ha les ha pasao antes a otros, y a ti si hubieras ido antes, también.

Y yo ahora aquí, en casa no tengo ni el coche ni las ruedas, que el lunes ya, como todos los años, vino Antonio a pedirlo y se lo llevo, y ahora vete tú a saber quien llevara las ruedas, pues lo tiene allí en el garaje encima unos ladrillos y van pasando las ruedas de un coche a otro, la marcha de todos los años vamos… que tendrás que ir a pedirle cita y que te las ponga en un momento y subir. Todos los problemas que tuviésemos fueran asi… no te des mal, y al que venga de fuera a mandar, que se joda, aquí no.

Mecaguen el copon maño, si llego a saber las trochas, con el mal rato que vengo yo pasando por estos cabrones, y ya está todo pensao de otros años, no me volverá a pasar. Entonces ande dices que están las ruedas del coche, Antonio, ¿Qué Antonio es ese?. Ande tengo que ir… que me voy a ver si llego luego a sacar las ovejas.

Pues nada maños, mil gracias, así es la cosa, saldremos adelante, iré a por las ruedas, y para cualquier cosa que necesitéis, ya sabéis ande estamos.

De Los Años de la Cazalla. Leyes, leyes, y más leyes.