“Los cronistas al obstinarse en contemplar lo
que pasó, se les desliza sin advertirlo, lo que verdaderamente está pasando.
¡Terrible dificultad, la del ser cronista de lo que está pasando!”
Benjamín Jarnés
Viaje a Calamocha presentación del libro de Fermin Ezpeleta
“El Maestro Ricardo Mallén”
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Viernes 15 de noviembre de 2024
(7.4ºC)
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Sábado 16 de noviembre de 2024
(3.8ºC)
En
estos tiempos, prácticamente en lo que va de siglo, vivimos pendientes de las
pantallas y en concreto de la del teléfono móvil. Así uno se levanta y lo
primero que hace, incluso antes de salir de la cama es agarrar el móvil de la
mesilla y ver cuántos wasap tiene así como las ultimas noticias y las llamadas
perdidas, hablar lo que es hablar, cada vez se habla menos por teléfono y sin
teléfono, todo son mensajes de texto en un lenguaje que poco a poco se va
creando, económico, abreviado, lleno de emoticones o dibujos. Nunca suelo tener
nada en la pantalla, el viernes tampoco, eso sí, repase las noticias de
actualidad en titulares:
RTVE
Mueren al menos diez personas en un incendio en una
residencia de mayores de Villafranca de Ebro, Zaragoza
Un
instante después recibí un wasap de Fermin Ezpeleta, perfectamente escrito no
en vano es profesor de filología hispánica y decía así: “Buenos días, Jesús
¿puedo llamarte?”
Fermin
me comunico que en dicha residencia vivía una hermana suya y no sabían nada de
ella. A pesar de todo el acto de presentación, vaya o no vaya yo se
celebrará, sigue adelante. Así que le desee suerte, aun a sabiendas de que
su suerte seria la desgracia de otra familia.
Nos
pusimos en marcha con la incertidumbre, sin embargo, hubiese o no finalmente
presentación, el coche llevaba unos días lleno de flores y había que ir a
Calamocha y Navarrete a dar vuelta de los cementerios ya que no pudimos ir en
medio de las lluvias de Todos los Santos.
Fue
un viaje entretenido con llamadas y más llamadas, en la primera de ellas
desgraciadamente Fermin confirmaba que en la residencia había muerto su hermana
y por tanto no vendría, pero que en su lugar acudirán los editores, Ediciones
Taula, y si no me importaba llevase yo el peso de la presentación.
Asimismo,
la visita a las cinco de la tarde al colegio seguía en pie, Inocencio insistía,
habían trabajado mucho las maestras y dispuesto hasta una pequeña recreación de
un aula de antaño. Además, van a recuperar la figura del maestro y divulgarla
entre los alumnos
¿Te has leído el libro?, pregunto
Inocencio. Si, tranquilo, le conteste, (si el ayuntamiento se leyese todos los
libros que presenta alguno que otro no se habría presentado jamás en la villa)
pensé.
Por
cierto, charrando con el editor, este se lo había leído a corros, como es
normal según aclaro, cuando escribe un primer espada con tantas tablas como don
Fermin.
Y
el alcalde como es lógico sufría por si era lo correcto tras los días que
llevamos de desgracia con la Dana y ahora la residencia si era conveniente o no
celebrarlo, creo que andaba temeroso de dios, y el qué dirán. Además, Fermin había
movilizado a un montón de gente, venia toda la familia de don Ricardo, y cómo
ponerlos a todos de acuerdo, y como encontrar hueco en una Sala Lapayese que en
dos semanas iba a vivir con esta cuatro presentaciones, cuatro, de libros.
Había que tirar para adelante, no quedaba otra.
La
casa se puso en marcha sin problemas, no ha helado y eso se nota, con poco
esfuerzo la calefacción la calentó y llevo los 15 grados iniciales a 24ºC
mientras nos marchamos al cementerio de Navarrete a poner flores a las
generaciones que allí descansan, tíos, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos…
Ya
camino de las dos decidimos dejar el cementerio de Calamocha para el día
siguiente e irnos a comer. Hacia buen tiempo, teníamos reservado a las dos en
Carlos Arguiñano, y en la misma calle aparcamos, al tiempo que un minibús se
paraba junto a nosotros y de él bajaban un buen número de emigrantes del centro
de refugiados de Burbáguena ACCEM con destino a la Mezquita sita en la misma
calle y obra arquitectónica de otro maestro, don Miguel Maicas, como ya conté
tiempo atrás, vivienda de su hermana, la señorita Laura de tan tierno recuerdo
en nuestra familia.
Y
la siesta breve, se estaba bien en casa, se había calentado a escape, pero más
allá de donde no llegaba la calefacción mejor no estar. Era el momento de
ponerse el traje de cronista, la americana, la camisa blanca de la boda, y la
pajarita verde, y por su puesto el sombrero de invierno. Amén del pin con el
escudo del Calamocha, el reloj de oro que me regalo la empresa y la medalla de
cronista de la RAECO que por cierto luego se me olvido poner. El editor Joaquin
Campos, de Taula Ediciones y su socio me llamaron y llegaron con el coche a la
puerta de casa, me subí y nos fuimos al colegio, Cecilia e Imanol llegaron un
poco después.
A
Raimundo, a quien le llevo un año y fuimos juntos a la escuela, y hoy es el
conserje le costó reconocerme. Así que nos reímos. Fuimos los primeros en
llegar, entramos por la puerta de la casa del conserje, hoy entiendo
deshabitada, siempre imagine que vivir allí debía ser algo maravilloso y
accediendo ya al centro del colegio nos esperaba su directora Silvia, la jefa
de estudios, M Luz Lario, y Maria Ángeles Gallego, así que recuerde. Y me
recuerdan que en el 2026 será el 50 Aniversario del Colegio Ricardo Mallén en
su ubicación actual.
Bajo
las escaleras principales han recreado una aula con las mesas y sillas que
usamos y sobre las que busque algún grafiti, y viejos libros de casi cien años
atrás amen de una fotografía de don Ricardo, y allí al despedirnos nos haríamos
fotos.
Volver
a visitar el colegio 42 años después por mi parte, fue igualmente para
celebrar. Por el edificio no parece haber pasado el tiempo, esta igual, incluso
las ampliaciones cuesta verlas. Los tubos de la calefacción y cableado
informático van por los techos, pero el color de la pintura sigue siendo igual,
recorrer sus pasillos viendo las nuevas clases, que si orientación, que si psicomotrocidad,
que si acogida… hace que a la vez todo parezca nuevo, antes había diez cursos,
dos de párvulos y ocho de educación general básica EGB y dos aulas por cursos,
y una treintena de alumnos por aula.
Ahora
la verdad no lo sé bien, pues anexo al viejo colegio está el de infantil,
tendré que preguntar. Y no recuerdo, aunque estará apuntado más arriba el número
de alumnos sobre 400 tal vez para unos 40 profesores, la verdad no preste
atención, yo solo quería recorrer sus pasillos e ir a la primera clase que pise
allí, la del Tercero A de Doña Ascensión Rubio, curso 1976-77 el cual habíamos
empezado en las aulas de lo que luego sería el instituto, una mañana bajamos,
recogimos todo y nos subimos al colegio, en la puerta de las escuelas viejas
nos esperaba el resto, fuimos todos a la vez.
Hoy
aquella clase ni siquiera tiene mesas y sillas pues se ha convertido en el aula
de psicomotricidad. No sentí nada, hubo que esperar a subir a la planta de
arriba y visitar la clase donde hice séptimo de EGB la cual prácticamente
estaba igual. Hasta tenía la misma disposición de las mesas, y la mesa del
maestro, y la misma poca luz, los mismos fluorescentes, increíble, no hay luz
de led, aún no han entrado en el siglo XXI, “la mala orientación del colegio”
siempre se dijo, el ochenta por ciento de las aulas solo tienen luz natural
ventanas por uno de los lados del rectángulo, el corto. Y además las ventanas
siguen siendo las mismas, ahora empiezan a poner doble acristalamiento, la de
calor que se habrá perdido con el frio que hace allí en invierno con esas
pobres ventanas.
Por
lo demás, el colegio impresiona, son todo colores, y las aulas repletas de
colores también, hoy no sabría donde mirar. Ya no está el aula de “filiminas”
ósea donde estaba el proyector de diapositivas y nos llevaban de vez en cuando,
ya las aulas tienen su pantalla y su pizarra. Tampoco está ya la multicopista
con su olor a tinta y sus impresiones en folios que parecían lija, los exámenes
los imprimían el día de antes así que por la noche íbamos o iban, que siempre
fui un buen estudiante aunque del montón, a ver si encontraban el negativo de
la impresión del examen que íbamos hacer al día siguiente. Aquel chollo duro
poco, pronto se dieron cuenta, el conserje vivía allí y veía el trajín de
alumnos saltando la valla.
Los
alumnos, una parte de ellos, van y vienen, muchos llegan sin saber español, y
hay una aula para aprender, muchos proceden de ACCEM del centro de refugiados
de Burbáguena.
Acabada
la visita hacemos tiempo en la sala de profesores, en la parte de arriba donde
antaño había una especie de aula magna en forma de ele, también laboratorio,
sede de la multicopista, a la visita también ha acudido el alcalde y Ana Cris
Domínguez en calidad doble de concejal y maestra.
A
ratos los editores, muy amenos, charran de sus cosas entre ellos y sus nuevos
proyectos… debe ser toda una odisea poder vivir de vender libros. Nos acabamos
las pastas y el café y ponemos rumbo a la Sala Lapayese.
Sobre
las siete de noche refresca, el editor y
socio suben dos cajas de libros para vender y necesitaran de una tercera.
Arriba ya se nota el trajin de gente, Inocencio y yo nos abrazamos, “con
sombrero y todo” dice. Es el uniforme de cronista, contesto. Pronto se advierte
que la sala se va a quedar pequeña, se va a llenar y hay que subir sillas desde
la biblioteca. Mi Tia Pili me entrega la carta, que ha llegado de Pablo Marco,
por correo normal, 0.9 euros, así que la abro y leo para ver si he de añadir algo
a lo que ya traigo listo.
La
tele me reclama, he de hablar, y lo primero que explico es por qué no está el
autor, por la muerte de su hermana, pero esa parte no saldrá en el reportaje,
no entiendo el porqué, simplemente dirán que el autor no pudo venir.
Hablará
el alcalde, el editor explicara la ausencia del autor por la muerte de su
hermana y el cronista hablara a lo largo de unos cincuenta minutos con la
familia sentada en primera fila, a su derecha la del maestro y a su izquierda
la propia. Grabo el acto en audio y Cecilia en video. Resulta bonito,
entrañable y entretenido, la gente lo pasa bien, el cariño hace sonreír.
Obviamente hablo más de lo que hubiera hablado de estar Fermin, aquí un
resumen, pero no hablo de lo personal, de cómo llega el maestro a la villa,
como se casa, sus hijas, …
PRESENTACION
Calamocha
viernes 15 de noviembre de 2024
Presentación
del libro:
EL
MAESTRO RICARDO MALLEN
Fermín
Ezpeleta TAULA EDICIONES 2024
Ricardo
Mallén Insertis (Aliaga 1892- Calamocha1987)
Muy
buenas noches Calamocha, gracias por salir de casa en una tarde como esta y
llegar hasta aquí para arropar al libro y a la familia de don Ricardo Mallén
cuyo recuerdo nos ha traído hasta aquí.
Podrá ser una presentación, pero de hecho
será un homenaje, necesario a pesar de los muchos que afortunadamente tuvo en
vida, que es cuando se deben recibir.
Calamocha quiere a sus maestros,
pero también como es lógico el tiempo hace su trabajo y los va olvidando. El
caso más significativo quizás sea don Ricardo Mallén quien da nombre a nuestro
colegio desde los años setenta.
La
Villa muy probablemente ha olivado no quien era don Ricardo, sino la magnitud
de su enorme figura.
Por
eso estamos hoy aquí. Por que fue algo más que un Maestro.
Fermín me llamo el pasado 20 de abril,
y me hizo participe de la idea que llevaba entre manos, escribir la biografía
de don Ricardo Mallén. Tenía ya mucha información recopilada y era el momento
de darle sentido. Y este cronista le dijo la verdad, sé que un día estuve en su
casa merendando con él y mi abuelo, pero de primeras no se decirte nada más
No recordaba nada, ni verlo el día que
se inauguraron las nuevas escuelas, ni paseando, ni en misa, por decir algo, ni
en las fiestas de San Roque, para mi desde aquel día, desapareció, sé que vivió
muchos años, mas, que le dieron el Batallador, pero desapareció.
La intriga por el que había pasado a lo largo de todos esos
años fue pareja a mi ignorancia, cierto es que había
leído en torno a su figura en las hemerotecas escritos suyos, y conocía sus más
y sus menos con el ayuntamiento de la villa, al cual uno siempre ha tenido como
ejemplar, pero parece que una cosa son las ideas de cada uno y otra el dinero
de todos, y por ahí el ayuntamiento no pasaba.
Su
decepción con su ayuntamiento correrá paralela a la que experimenta con los
sucesivos gobiernos y su poca implicación para con la carrera del magisterio, a
pesar de la idea que hoy tenemos de la república como abanderada de la
educación, que lo fue, no parece que lo fuera en todos los campos, no cuido de
sus maestros. El autor nos contara, o mas tarde en casa lo leeremos.
Uno no tiene por qué saberlo todo,
pero el hoy cronista oficial de la villa resulta que nació en la calle de los
Maestros en la calle Escuelas, esa que don Ricardo decía había que abrir para
que los niños llegasen al colegio, (la otra la calle Ingenio, cien años después
aun esta por abrirse).
Así
que he crecido entre maestros y civiles escuchando las historias que el Barrio
recordaba… sin embargo, nunca hablaron de don Ricardo, tampoco vivió allí, él
se jubiló en 1958 y las casas llegaron en los sesenta…
La
estrella entre nuestros abuelos fue siempre el sin par lechaguino y hombre del
renacimiento Don Miguel Maicas, pero eso ya es otra historia
Tan
solo acerté a ponerle en contacto, entre otros muchos, con doña Conchita, cuya
madre ya olvidada fue maestra y compañera de don Ricardo. Doña Conchita nunca
me dio clase, pero hoy se ha convertido en el alma mater del cronista de la
villa. También doña Pili Guallarte y don Pedro, a quien mando un saludo, o el
hoy Guardian de San Roque Juan Miguel León
A pesar de que hoy presentemos el libro, este se seguirá
escribiendo, aparecerán nuevos testimonios, uno de ellos,
me lo recordó esta misma semana mi tía Pili y cuyo olvido por mi parte me duele
es el del niño Pablo Marco a quien ya camino de los cien años le hubiera
gustado estar hoy aquí, quiere el libro dedicado, y lo recuerda así en su libro
“Los olvidados”:
“Ingrese
en la escuela a los siete años, acudía cuando podía. Primero a la clase de don
Miguel, luego a la de don Ricardo, nos daba los lápices, el maestro sabedor de
que no podíamos comprarlos.
A
los doce años empecé a faltar mucho a clase, al final tuve que dejarla, tenia
que trabajar. El maestro don Ricardo no estaba de acuerdo, y sin tener yo la
edad para la Escuela de Adultos me incluyo en ella por la noche.
Al
pastor se le considera el ultimo eslabón en cuanto a cultura y formación, y yo
procuraba a toda costa estudiar, aun sin futuro, por cuenta propia todo lo que
podía, en el campo o en casa, aleccionado por mi maestro don Ricardo.
En
1948 me eligieron oficialmente para estudiar, beneficiado por una beca, pero
habia que pasar un examen.
Acudía
a casa de don Ricardo después de encerrar las ovejas, y me preparaba, los
últimos dias deje el ganado y los dedicamos al repaso. Sin cobrarme.
Al
examen nos presentamos cinco niños en Calamocha. Y aprobe.
¡Que
buena persona era don Ricardo. Dios le tenga en la gloria!”
Hoy estamos aquí gracias a don Fermín Ezpeleta Aguilar,
nacido en el Charco en 1959 zaragozano doctor en Filología Hispánica, fue
profesor de la Universidad de Zaragoza, de secundaria y autor infatigable de
números libros que trascienden más allá de lo local y que hoy nos visita de
nuevo ya convertido en uno de los nuestros, en un calamochino más. Recordar
que no es la primera vez que llega a nuestra villa a propósito de escribir en
torno a nuestros viejos maestros, ya lo hizo al estudiar no con uno si no con
varios libros al Maestro Alejandro Gargallo. Quizás no haya dos sin tres. Pero
nos lo tendremos que ganar.
Así Fermin vino hacer los deberes,
para que nos entendamos todos; Deberes que deberíamos haber hecho nosotros. Desgraciadamente
no somos tantos los calamochinos dados a escribir a pesar del mucho trabajo que
tenemos entre nuestra particular historia.
Por eso debemos darle las gracias
haciendo que hoy se vaya no solo contento lógicamente, y lleno de besos y
abrazos, sino con todo vendido es lo menos que podemos hacer, soltar los
cuartos que dirían mis antecesores cronistas. Recordar que se debe comprar
un libro para leer y guardar y otro para regalar.
Fermín
debe seguir y seguirá escribiendo, y si escribe en torno a la villa tanto
mejor. Quizás así logremos motivarlo, para que continue haciéndonos los
deberes, y escribir en torno a nuestros maestros olvidados. Mejor maestras,
pues las hubo tantas como maestros.
El
autor nos hablara de don Ricardo como
Maestro,
periodista
y cronista.
MAESTRO por vocación. Apolítico, como un
sacerdocio, lo primero los niños. El maestro se veía obligado a ir casa por
casa buscando alumnos. Feliciano Martin, mi vecino lo recuerda:
“Si teníamos que ayudar a nuestros padres en el campo, nos
dejaba salir de clase. Pero primero había que ir”
Serafín Catalan lo recordó así:
“Un
maestro elegante, de traje en la calle y con bata en la Escuela”
No
sé si hoy te llamen “PERIODISTA” es un halago o todo lo contrario, pero
hemos de tomarlo como lo que FUE: un halago mayúsculo, pues su labor se
desarrolló casi un siglo atrás y durante décadas. Corresponsal de Heraldo de
Aragón, escritor, comercial, encargado de cobrar las suscripciones, articulista
en otros periódicos, Lucha, Suplemento Jiloca y en prensa especializada en el
magisterio.
Y agradecer, no tengo palabras, que le haya dado el título
de CRONISTA, con el cual se hace justicia a tantos
y tantos calamochinos que antes de tener la villa un cronista oficial hicieron
esa labor tan necesaria de simplemente ponerse a escribir. Esta faceta de
cronista, quizás, sea la más desconocida y la más interesante para mí, pues
he de buscar el camino a seguir en quienes antes que yo fueron cronistas, sus
preocupaciones, su saber estar, también su prosa, y quien sabe si escribir en
Esperanto, idioma que de niño me maravillo. Aquella generación utópica creía
que, si todos hablásemos el mismo idioma, garantizaba el entendernos.
Además fue un ejemplo don Ricardo de estudio, un enorme
lector, Fermin nos hablara, de su biblioteca, municipal y
pedagógica, situémonos cien años atrás, “¿cómo cultivarte?”, como conseguir
libros, la prensa, las publicaciones oficiales. Y lo leían todo, y hoy
nosotros creemos que tenemos una buena biblioteca o que leemos mucho, y
tenemos internet, ¡nada! en comparación con don Ricardo, que clamaba, esa es
otra, por conseguir una radio para la escuela.
Lo apartaron de la docencia al llegar la guerra, y Fermin o
la lectura sacara al auditorio de dudas, el caso es que le salvo Dios,
nunca mejor dicho, el ir a misa, el ser religioso, no estar sindicado, no
hablar de política en clase, aseguro el capitán de la Guardia Civil habia
votado al Frente Popular. Se unió dicen, al glorioso movimiento, pero hay veces
que no se puede escoger, bien lo sabían nuestros abuelos. En diciembre del 37
fue rehabilitado.
Pero eso no le hará cambiar en su lucha por el
Magisterio. Habría que darle también el
título de INDIZCADOR, seguirá escribiendo cartas de “amor” al ayuntamiento,
los retretes, la iluminación, el pararrayos, artículos a los periódicos… Doy fe
el pararrayos en los años setenta seguía sin arreglarse
El autor nos contara y nos hablara de esa Calamocha
analfabeta que le recibió y la que dejo al jubilarse, de
sus reconocimientos y premios no solo locales, recibió la Cruz de Alfonso X
El Sabio al jubilarse y los fastos duraron dos días (También la recibió doña
Salvadora Barquero) de sus paseos viendo esa Calamocha industrial y
religiosa, la torre y la chimena y lo campos con sus surcos rectos y
cultivados. Una Calamocha tan diferente a la que hoy ve este cronista
cuando camina por las veredas yermas que otros ya transitaron, nos salva el
cielo, ese no ha cambiado
Su desaparición de la vida pública durante tantos años, vino
motivada por la salud y movilidad. Don Amable
Moragriega, mi admirado cronista de la villa, gloso su figura a la hora de
la jubilación y dijo de él que realizo:
“Una
labor educativa del más alto significado cultural y social”
Antes
y después todo han sido saludos. Al acabar me quedo absolutamente destrozado,
un día terrible, no por el acto si no por la inquietud desde la hora de
despertar, el tratar de agradar tal vez, lo raro de la situación, así que
cuando acabo de hablar apenas puedo levantarme y saludar a Pascual El Gato,
quien tanto me ayuda, las caras cuando estoy cansado se me borran, y lo estoy y
mucho. Habla el editor, el alcalde y llegan los aplausos.
Aun
sentado se acercó mi quinta Reme Agustin, con los cuadernos de su padre, su
presencia, la vi mientras hablaba es algo que me encanto.
“Joder que mal nos hemos portado hemos aplaudido al alcalde
por que ha sido el último en hablar en lugar de a ti. No sé por qué no te hemos
aplaudido… esto de aplaudir, el momento justo, los calamochinos lo tenemos
pendiente” Juan Miguel Guardian de San Roque.
Charre
con un montón de gente, pero apenas logro recordar nada, estaba Chabier de
Jaime a quien luego vi en el Minino ya con más tranquilidad, Jose Maria
Carreras hasta hace nada director del CEJ, David Pardillos a quien le entregue
en papel Leyendo a Benjamin Jarnes, pues me interesa conocer su opinión,
y me dio recuerdos para Rafa Saiz, por cierto también se lo entregue a los
editores para que le echasen un vistazo y lo hiciesen llegar a Fermin, quien
para mi sorpresa ha resultado ser un lector de Jarnés, así que la cosa promete.
Conocí
a la bibliotecaria de Calamocha, que a mi ver es de Monreal, Begoña como
siempre estaba pendiente de todo, me saludo con todo el cariño la madre de
Silvia Lario muy agradecida por lo que escribí a propósito de su nieta Sandra
la poeta. Y por supuesto el cariño de la familia Mallen… Y Agustin el cronista
de Lechago, Sonia Palacio que tan pronto acabo se marchó para hacer los deberes
de cara a los presupuestos de la Diputación Provincial de Teruel. El padre de
Fernando Herrero y por supuesto mis tías. Al día siguiente mi Tía Pili me daría
la razón: “Debí comprar no un libro sino dos, y hasta tres, para regalar.
¿Donde puedo comprar para Encarna la de don Jesús?”
Doña
Conchita no quiso salir hablar, la familia igual, pero al acabar charre con
ella y le regale el Epitome de San Roque edición reducida a ver qué le parece,
lo mismo que a Juan Miguel quien además entregara otro a Castañosa y a Mosén
Paco, luego a Inocencio, a Begoña, de cuyo hijo, de uno de ellos vaya, del
artista, si el proyecto sigue adelante quiero se encargue de las ilustraciones,
otro para el alcalde, uno para Antoñin, otro Raba junto con las crónicas
festeras del año y Paco el Patre, flamante nuevo miembro de la cofradía de San
Roque y llamado a revolucionar la procesión…total 10, cada uno me costó
imprimirlo 6 euros.
Y
quizás el mejor rato de la tarde noche lo pase con el marido de doña Conchita,
con Victoriano, telegrafista y fotógrafo en sus años jóvenes, me enseña unas
fotos de las escuelas viejas, hechas con una cámara que requirió de dos fotos
para poder sacar toda la fachada, y también una foto de un aula con una
televisión y sillas a modo de cine, que parece quiero recordar estuve en ella.
Hubo
un vino español y jamón… no se puede pedir más. Quizás falto una foto con la
familia.
Y
si en cada caja iban 25 libros, subieron dos de primeras y necesitaron de otra,
el editor tenía razón Fermin es un superventas. Saque cuentas el lector y se
hará una idea de lo vendido. Llego la despedida.
Por
mi parte compre y regale a Feliciano Martin, Serafin Catalan y Pablo Marco, los
libros se vendían a 15 euros
Manuel
y Maria José nos invitan a cenar, Paquito declina porque teme acabemos como en
la noche del Santo Cristo, y se van a buscar sitio, la cosa esta complicada, al
cabo de un rato largo nos comentan que están en el Hotel Calamocha.
Al
bajar y salir a la calle allí nos esperaba mi tio Antoñin, lo había olvidado
por completo, quería cenar en el Minino y allí nos fuimos.
Recuerdo
que sentado en centro del Minino estaba totalmente exhausto, apenas me podía
mover, ni sabía dónde estaba. No podía más, perdí la noción del tiempo y el
espacio, ni siquiera recordé llamar a casa para decir que todo había ido
conforme a lo previsto. Abrimos una botella de Borsao…Bien.
PD A día de hoy tanto la prensa
provincial como regional de la cual fue corresponsal no parece se haya hecho eco del acto.
Gracias
al Centro del Libro de Aragón por difundir la presentación.
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