CUANDO
en los veranos del despertar a la vida, la llegada del catorce de agosto
parecía un imposible, no podía ni imaginar, que años después, hoy, esos mismos
días, se volverían una utopía. Eternas me parecen las horas que restan para San
Roque, tan es así, que a veces creo, no va a llegar nunca.
De
entre todos aquellos veranos, contados día a día, hubo uno que se hizo
especialmente largo, la caída del sol por Santa Bárbara, venía a significar una
nueva victoria, en el camino a aquella noche víspera de la festividad de
Santiago, en la cual todos habíamos puestos nuestros ojos.
Meses
atrás, entre las apáticas clases del instituto y las tardes de los domingos
ochenteros, corrió la noticia, ver para creer, no podía ser verdad. Y así, solo
cuando empezaron a verse los carteles, comenzamos a creer y dar por cierto el
rumor.
La
noche del 24, en la plaza de toros, habría concierto, en realidad aquello tan
solo iba a ser el principio de lo que luego vendría después, aunque en aquel
momento no nos lo podíamos ni imaginar.
Tocaba
Cadillac, un grupo hoy olvidado pero que a mediados de los ochenta, estaba en
eso que llaman la cresta de la ola. Puestos a elegir, todo hay que decirlo,
habríamos escogido cualquier otro grupo, pero lo cierto es que nos daba igual…
Allá que íbamos todos de cabeza, a lo que nos echasen, a nuestro primer
concierto, ante un grupo de primera fila. Habían ido hasta Eurovisión y no lo
habían hecho nada mal, hacían funky o música disco, algo más o menos tranquilo…
para escuchar en una disco y bailar a pie de pista, o en un teatro, pero,
nosotros como si del Rock en el Ruedo de Miguel Ríos se tratase, teníamos plaza
de toros, y allí íbamos a ir.
Aquella
noche, el resultado fue una faena aseada, por parte de los toreos ante un
público que premió con palmas tan valerosa actuación. Hacía un calor terrible
en los tendidos de sombra a pesar de ser medianoche, el sonido era
espectacular, las estrellas también, y nosotros por fin teníamos lo que
queríamos, un concierto, y una vez allí, sentados, sin saber, si bajar o no al
ruedo, que hacer en definitiva, nos dimos cuenta, de que no era para tanto…
aquello en sí, no era ni una verbena ni el concierto soñado, por todos.
Los
mismos Cadillac se dieron cuenta de la situación, la gente se agolpaba junto a
la barra del bar al pie del burladero de sombra, mientras el escenario hacia
los toriles, permanecía casi vacío, había más gente de espaldas a ellos, que
frente a ellos… Por fin acabo para todos y nos fuimos. Silencio y ovación.
Ha
estado bien, un poso sosos, en la tierra no se puede bailar, y estos dan poca
caña… una pena, podían haber traído… La salida, parecía el fin del mundo, la
oportunidad perdida. La Puerta Grande permaneció cerrada.
Aquello
era un sueño, un grupo, un concierto, como si Calamocha fuese una gran ciudad,
pero no lo era aún, para qué lamentarse, los grandes grupos, los buenos
conciertos, quedaban reservados para otras plazas, otras ciudades, las grandes,
tocaba conformarse y marchar a la verbena en las pistas de las piscinas, un
lugar, del todo paradisiaco, aislados, cual la isla de Alcatraz, encerrados
entre rejas, bajo las estrellas, donde de madrugada, al acabar el baile, sobre
las cinco, bajaba un frio de entre Bañon y la Dehesa, de tres pares de narices.
Jamás
nos veríamos en otra igual, en un concierto, cundía el desánimo, no había
culpables, dado que encontrar un grupo al gusto de todos, era harto imposible.
Seguimos.
Años
atrás, se recordaba algún concierto de alguna gloria sesentera en Las Vegas,
pero poco más,.. Incluido Luis Aguile,
el genial autor de Nadie me quita mis vacaciones en Castellón, y sobre todo
Mayra Gomez Kemp, su llegada vino precedida del escándalo, en realidad venía a
cantar. Pero, ¿era cantante?, en los
posters anunciando el concierto, en aquellos, los benditos años del destape, no
escondía nada, se le veía todo… había que ir si o si, decían los mayores… El
concierto igualmente en las pistas, no paso a la historia local más allá de lo
anecdótico,… al parecer, según siempre se comentó, el cambio de agua a la hora
de cenar, le había sentado fatal.
Y alguna que otra actuación del mundo de las varietes en la plaza de toros, a eso de las cinco de la tarde bajo un sol de justicia, con las rumbas de los Bordon 4, me parece recordar que eran ellos, en pleno boom de los casetes de gasolinera, y las gafas de sol imposibles, el mismísimo Maestro Arno, hipnotizador, asiduo del Un Dos Tres, que llego e hipnotizo a unos cuantos y nos reímos una barbaridad, ver para creer, en la tele parecía todo preparado, pero en la plaza, todo real....Karina con el arco y las flechas o alguien semejante y como no Marianico el Corto, el Sr Tomas, y algún mago, amen de un striptis a destiempo, silbado como merecia... Terrible todo, a esa hora, todo terrible... como para salir al ruedo a bailar rumbas.
Y alguna que otra actuación del mundo de las varietes en la plaza de toros, a eso de las cinco de la tarde bajo un sol de justicia, con las rumbas de los Bordon 4, me parece recordar que eran ellos, en pleno boom de los casetes de gasolinera, y las gafas de sol imposibles, el mismísimo Maestro Arno, hipnotizador, asiduo del Un Dos Tres, que llego e hipnotizo a unos cuantos y nos reímos una barbaridad, ver para creer, en la tele parecía todo preparado, pero en la plaza, todo real....Karina con el arco y las flechas o alguien semejante y como no Marianico el Corto, el Sr Tomas, y algún mago, amen de un striptis a destiempo, silbado como merecia... Terrible todo, a esa hora, todo terrible... como para salir al ruedo a bailar rumbas.
Dispuestos
a salir adelante, dejamos pasar el tiempo de aquellos cálidos veranos y sus
verbenas, que solían ser tres, antes de la llegada del chupinazo el 14 de
agosto. Dos o tres, con la del comercio, donde nunca toco nada, y la de la
proclamación de las reinas, dando paso a las fiestas de Navarrete, previas al
gran día, aquel fin de semana del forzado exilio que solía preceder a la
llegada de San Roque, y que convertía la carretera en un continuo ir y venir
festero y a Navarrete, donde el que no cojea, garranglea, en el cosmopolita
centro del universo, la comarca entonces, era algo que prácticamente ni se
conocía.
Quiero
contar todo aquello que recuerdo, aun sabiendo, que es una parte pequeña en
comparación con todo lo que ya he olvidado de aquellos maravillosos veranos, y
años en general, pues de pronto, un año, un día, un verano cualquiera, llego el
“cambio” y la “Calamocha De Siempre”, se puso en marcha y aun muchos años
después, sigue siendo insuperable.
Tal
Calamocha, tal vez, sigue esperando, y para rato tiene, que le den las gracias, o tan
solo un simple abrazo en reconocimiento a todo aquello que empezaron, al camino
que fueron abriendo, y que a ratos y días, se ha seguido, se ha dejado de
seguir,se ha vuelto atrás, se ha embarrado, se ha limpiado.... Hay un tiempo
para cada cosa.
El
“cambio”, llego a Calamocha y como llovidos del cielo, empezaron a llegar
grupos, uno tras otro, y a cual mejor, un concierto tras otro, un año tras
otro,… y no dejábamos de preguntarnos, ¿Cómo era posible?, que a un pueblo tan
pequeño, perdido, y desconocido, donde no había, nada de nada, ni récord del
frio ni jamón, llegasen tantos artistas y de tan variado pelaje…
Por
cierto, aquellos conciertos, fueron pagando, y jamás nos importó. Para navidad,
ya teníamos ahorrado el dinero de las fiestas de San Roque, el bono de
conciertos, el de los toros, y gastos propios, todo un pastón para la época, un
montón de duros y más de pesetas… Yo, sinceramente, creo que en aquellos años,
si los de la Calamocha De Siempre, nos dicen, que por ir a la procesión y
hacerla más grande, había que pagar, lo habríamos hecho sin decir esta boca es
mía.
Olvidado
el orden, los años, y muchos de los artistas, bien recuerdo, el día que por
fin, nos quitamos un peso de encima, y pasamos pagina a la noche de los
Cadillac en la plaza de toros aquella víspera de Santiago, asistiendo por fin a
un concierto a lo grande, a media tarde,
en los almacenes de Vegé, un auditorio impresionante, lo que hoy seria
Carrocerías Moreno, comenzó la música y salió al escenario Marta Sánchez, la
chica de Ole Ole, la creme de la creme… con minifalda, y por supuesto con
generoso escote, y vestida de riguroso blanco, y de un rubio subido y no sé que
más… Resulto memorable. Alcanzamos el cielo.
Aún,
no nos habíamos recuperado del concierto, de hecho los dias siguiente no
hablábamos de otra cosa, cuando unos días después cundió el desanimo por el
pueblo, un periódico de tirada nacional, traía ni más ni menos que una crónica
del concierto de Ole Ole en Calamocha, escrita por algún periodista, llamemoslo
asi, que seguía la gira del grupo, aquello corrió como la pólvora, un paleto
pueblo de Teruel, de esa España trasnochada y babosa… vamos, que no salíamos
muy bien parados desde la capital… y nos preguntábamos, que habíamos hecho para
merecernos semejante crítica y si el periodista en cuestion había estado o no
de verdad en la nave de Vegé, pues no habia visto lo que nosotros vimos. Si
vuelve por el pueblo, a la hoguera con él cuando llegue el Santo Cristo…
Y
entre tanto llego Juan Pardo, Emilita, Reina de la Noche, estuvo allí, poco menos que dios en
persona, al mismo escenario a Vegé, y también fuimos a verlo, bravo por la
música, el público femenino tan encantando o más, como lo estuvo el masculino
con Marta Sánchez… Sin duda estábamos en el buen camino y el Auditorio Vegé
parecía vivir unos días de gloria renovados sin fin, que tuvieron su concierto
estrella con la llegada de todo un clásico a Calamocha, fue tal su éxito que en
años venideros, repetirían actuación, año tras año, quién sabe si media o una
docena de veces.
El
Vegé se vino abajo, con la actuación un puente de la Inmaculada de vete a saber
qué año, de los Inhumanos… Allí estábamos todos, nerviosos, con bastante frio,
con nuestras mejores galas ochenteras, “Moda Albónica” como un buen día dio en
llamar con gran acierto, Doña Eva Lagunas, eterna diosa ochentera de la villa, a nuestra forma de vestir en aquellos
maravillosos años, rematada por aquellos zapatos negros de puntas imposibles y como no, los calcetines blancos a lo Michael Jackson.
Por fin, los calamochinos-as alcanzamos el
cielo. Cualquier grupo verbenero tocaba y cantaba sus propias canciones mejor
que ellos, pero nada importaba más que tener a los auténticos, Inhumanos
enfundados en sus togas blancas, si es que eran los auténticos, en el
escenario… coreando sus éxitos uno tras otro, un año si otro también.
¿Cuántas
veces irían a Calamocha?. Qué más da,.. En cualquier caso, pocas, y no pierdo
la esperanza, y como yo otros muchos, de que vuelvan. De pronto la gachi se
quitaba la camiseta y el pabellón calamochi se venía arriba. Hoy una cosa así
seria del todo impensable. Pero a estos, artistas sin glamour, no los seguía
ningún cronista capitalino… para dejar constancia de un éxito tras éxito.
Y así
en aquellos días, de aquellos años, podían pasarte cosas como que al salir de
los toros, parase frente a ti una
furgoneta llena de bultos sospechosos durmiendo el sueño de los justos, para
preguntarte, por la plaza de la iglesia, y darte cuenta que tenías frente a ti
a los Martes y Trece, perdón a los Gabinete Galigary, todos unos dioses para
nosotros…
Y
como desde allí desde lo de Lázaro, los mandas al puesto, con todas las calles
cortadas, sin que acabasen Camino Soria,.. Pues muy fácil,… seguir recto hasta lo
que hoy es la Aragonia, girar a la derecha, no hagáis caso a nada, esa infame
rotonda cuadrada, seguís recto, bajáis una costera y subís una cuesta y os
metéis por un callejón en dirección prohibida, y llegáis a las Cuatro Esquinas,
una especie de cambio de rasante, y en cuanto bajéis, la primera a la derecha,
un giro de noventa grados y ya veréis la torre de la iglesia y la plaza.
Llamáis a la puerta, y decís que sois los Gabinete. No tiene pierde.
Doy
fe, yo y todos, que supieron llegar, y cantar, un concierto magnifico, como
empezaban a parecérnoslos todos, asombrosa la recuperación del grupo, que llego
a media tarde sobao a mas no poder y se fue por la puerta grande, bares, que
lugares, se ve que cenaron bien y aun les quedo tiempo, una vez acabado el
concierto para darse una vuelta por el pueblo y acabar bailando el cha, cha,
cha en la Peña La Unión.
Una
peña, que por aquellos años, vivía sus peores días, abandonada por casi todos,
salvo los más jóvenes, imposible competir ante unas fiestas así, para todos,
populares en el sentido no gratuito, si no de actos para todos, parecía
condenada a desaparecer, lo que La Birolla en sana competencia no había
conseguido hacer años atrás, ahora lo iba hacer el poder, aquel ayuntamiento
descomunal, que parecía haberse vuelto loco.
¿A
que no sabes a quien traen estas fiestas?. Esa pregunta, obligada cada año,
daba paso a un torrente de grupos que cobijaban a todo el mundo, bajo un
escenario insuperable, y hoy impensable, la ratonera de la plaza de la iglesia,
con el frontón desaparecido, sus encantadores servicios, y cerrada a cal y
canto, con unas enormes puertas metálicas, que lo mismo servían para que nadie
se colase que para que no se escapasen las vacas y novillos de los recuperados
encierros matutinos, pero a nosotros los calamochinos, parece gustarnos más el
toreo on line, de salón, sentados, que el salir a correr. En cualquier caso,
tras pasar la noche de concierto, y luego verbena, ya de madrugada, no
estábamos para correr… Por dios, si hasta estuvo anunciado para torear, Don
Antonio Chenel, Antoñete, gloria eterna del toreo. Pero eso, ya es otra
historia.
Ahora
que han vuelto los conciertos a la renovada plaza, no estaría mal que una placa
recordase, a todos aquellos grupos, que allí tocaron,… no dejaríamos de pasar
las horas frente a ella, preguntándonos una y otra vez, si realmente fue así, o
lo soñamos. Yo y otros muchos podemos dar fe de que fue así.
Aquello
era un no parar, un estrés total, amén de los conciertos, aparecieron las
verbenas populares por fiestas, en la plaza del Peiron, gratis y con las
mejores orquestas de la época, a media tarde y tras los conciertos, corriendo
el Casino una suerte paralela a la Unión. Pero antes de llegar ahí, a las
mejores verbenas posibles, hubo algún año, un tanto desangelado, que sí, que
no… con la Banda de Encinacorba, que lo mismo sirvió para un roto que para un
descosido, todopoderosa ella, pluriempleada, magnifica, inolvidable… Y que
algún día en Calamocha tendrá una calle, una avenida, una plaza, un monumento.
Recién
inaugurado el faraónico pabellón polideportivo, aquella granja de pollos, fue
escenario de verbenas festeras, de un
fracaso total, lejos de todo, ni siquiera el oficio de los de Encinacorba pudo
levantar aquello, ni tampoco al año siguiente, antes de irrumpir los grupos
verbeneros de primera fila en el Peiron, cuando tocaron alguna verbena que otra
en la plaza de la iglesia bajo el escenario de la puerta del ayuntamiento,
donde los recuerdo, recostado sobre el muro de la iglesia, sinceramente
magníficos, …
Cada
vez que oigo Perlas Ensangrentadas de Alaska, vuelvo a aquellas verbenas, con
la Banda de Encinacorba, haciendo sonar sus acordes, para a continuación, sin
solución de continuidad, atacar los acordes de El Rey del Glam. Insuperables,
si Alaska hubiese estado allí… pero no se puede tener todo, y ella, jamás vino,
aunque supongo aún estamos a tiempo de remediarlo.
Otros
en cambio, estuvieron anunciados, nos tuvieron en vilo, y luego no pudieron
venir, flor de un día, Los Frenillos, nos dejaron con las ganas de entonar sus
célebres himnos, y en concreto aquel del “nos has cambiado, las toallas del
lavabo”. Algún otro grupo llegaría en su lugar, y probablemente, mejor. Fueron
tantos y tan buenos, que pasados los años, y bajo el recuerdo del tiempo, a
veces cuesta creerlo.
Llegaron
Los Rebeldes, quienes por cierto, al menos su cantante, vuelve este año, y se
encontraron tan a gusto, que parecían no querer bajarse del escenario, y
tocaban una tras otra, para acabar con la tierra de las mil danzas, osea,
Calamocha en estado supremo, todos conocíamos sus canciones, puro rock and
roll, Mediterráneo, Mescalina, Bajo la luz de la luna…Y este año parece que
vuelven, todo un baño de nostalgia. Tocara
esa noche, dejar el blanco en casa, y vestirse elegantemente para la ocasión,
buscar los botines en el granero, el corbatín, la camisa baguenera y aunque no
haya sol, el sombrero y el pañuelo. Tambien parece, que llegara este año el
cantante de Danza Invisible, para hacernos corear el amoroso himno de Sabor de
Amor, no hace falta enseñarle el camino, pues no hace tanto que estuvo. Y por
la Nacional II, si no se pierde llegara el cantante de La Guardia por primera
vez.
Calamocha
era tan especial en aquellos años, que por momentos uno, todo vanidad, llegaba
a pensar, que los carteles de los conciertos de las fiestas los hacían pensando
en mi y mis grupos favoritos, olvidos aparte, y todo en compensación por el
semi fracaso inicial de aquel primer concierto en la plaza de toros con los
Cadillac, pero a la vista de los continuos llenos, no solo no había duda de que
a todos nos gustaban por igual los grupos que llegaban, o mejor aún, nos
habíamos acostumbrado a los conciertos, y todos nos hacían disfrutar.
Y también
fueron llegando lejos de las fechas señaladas, otros grupos a la Albonica, la
Scaner o La Union… Así vimos a Mauricio Aznar, con los Golden Zippers, luego
Mas Birras, una noche de sábado en la Albonica, con su encantador Rock a Billy,
luego le cantarían al Moncayo, y a Cass, la chica mas guapa de la ciudad… Los
Mestizos, los Reverendos, Distrito 14, Tako, IXO RAI, La Union un dia de San
Jorge, junto con Dias de Vino y Rosas, o los Niños del Brasil, que se yo y
Rosendo. En cientos de kilómetros a la redonda,
reinaba el bacalao y Calamocha nadaba contracorriente hasta que finalemente se
ahogo en la orilla. La tarde del día de San Roque de 1995, obligado por la
edad, me fui a la mili, allí, en la cola de la peluquería, alguien me pregunto,
¿de donde eres?, de Calamocha, joder, me dijo, que gran pueblo, yo soy de
Castellón y allí no tenemos nada, he ido
a tu pueblo de marcha un montón de veces, la última vez fui a ver a Rosendo. Lo
viste, a ese pedazo de disco que tenéis, la Scaner. Si claro fui a verlo. Mentí.
Llegaron
Los Elegantes, apunten y fuego, abanderados del movimento Mod, para compensar a
los Rebeldes, reyes del Rock And Roll, aunque no vino el Loco, Loquillo, el
Rey… y ahora estoy aquí sentado en la puerta de casa esperandolo. Y tras la
puerta verde una noche aparecieron los Tennessee, y su rock and roll de los
cincuenta, supongo que los mismísimos Inhumanos pasarían sin querer por allí, y
por supuesto Los Puturru de Fua aquel soñado trio, que nos enseño a todos, lo
que era un menage a trois, ¡que barbaridad! y como no, ni más ni menos que los
Héroes del Silencio, ya consagrados sobre un escenario inmenso, que costo dios
y ayuda traer a Calamocha desde algun despacho grande de Zaragoza. Amen. Para
aquella Calamocha, no había imposibles.
Dado
que con el bono entrabas a todos los conciertos, ni que decir tiene, que a
falta de no tener nada mejor que hacer, fuimos a todos, si bien, de muchos de
ellos, ya ni me acuerdo, de otros, tan a penas de nada... La Frontera, me
parecer recordar que también paso por allí en busca del cielo del sur y el
miserable de Judas. Si no eran, grupos ochenteros, nos sentábamos en las gradas
de la iglesia, y charrábamos, una vez nos habíamos acercado, cuando eso era
posible, hasta las primeras filas, para ver en carne mortal al artista de
turno.
Y
así, conocí en persona, aunque el no se fijara en mi a Manolo Escobar, estaba
ya viejo, decían, que hacia playback aseguraban, entendidos musicales, hay en
todos sitios, y a esas alturas, en Calamocha, por metro cuadrado, los había a
patadas, a mi me daba igual, aquel era el señor, al que un día, le habían
robado un carro, toda una tragedia, y había cantado el Viva España, el único
himno que realmente merece la pena.
Y
llego, Doña Isabel Pantoja, casi nada, pero será verdad que viene, si dicen las
revistas, que cobra no sé cuántos millones, que pide un par de trajes porque
ella no repite, y un helicóptero para que al acabar el concierto, la lleve a su
casa a dormir. ¿Pero los helicópteros vuelan de noche?, ¿Y esto quien lo va a
pagar?... que mala es la envidia, estábamos poniendo el listón tan alto, que ni
la Pantoja tenia sitio entre nosotros. Empezábamos a morir de éxito.
Recuerdo
la cola para entrar al concierto, por el callejón de los muertos, al borde de
la montonera sanferminera a la entrada al coso. Una vez en la plaza, un mar de
gente, jamás vi tanta. Trate de hacer lo de siempre, acercarme a las primeras
filas para verla, pero no pudo ser, resulto imposible avanzar, y me volví a mi
sitio, a escuchar Marinero de Luces en las gradas de la iglesia, lo único que
alcance a ver fue un gran luz blanca sobre el escenario. Doña Isabel Pantoja,
en Calamocha. Ahí es nada, ...y ahora si, toda la comarca, a sus pies, diosa
coronada.
También
desde las gradas, resuelta la curiosidad de ver en persona al gran Luis
Alfredo, protagonista de la telenovela que cada tarde veíamos todos, para que
mentir, Cristal, por nombre verdadero Carlos Mata, de quien aseguraban que además
de actor era cantante, y llegaba a Calamocha desde la vecina Venezuela, canto,
y no poco, y como no, triunfo, y si, era él, nadie nos engañaba, era el auténtico,
y la Visi, apostada en la primera fila, consiguió saludarle, darle la mano y un
par de besos tal vez, al galán sudamericano que tenía locas a nuestras madres y
abuelas. La virgen, que nivelazo, me estoy quedando sin palabras con las que
recordar tanto y tan bueno. He de acabar ya.
¿Dónde
estás corazón?. Buena pregunta, que fue de todo aquello, ya sólo nada más que
un gran recuerdo, sin duda, pero tal vez fue mucho más, han llegado después
otros muchos sanroques, otros artistas, otras personas, … y unos años mejores y
otros soberbios, la vida sigue, y a veces te da sorpresas cuando menos te lo
esperas
Así
una de aquellas noches, como de costumbre entramos y nos sentamos en las gradas
de la iglesia, ya ni nos acercábamos a las primeras filas por decir hemos visto
a tal artista o tal otro. Creíamos haberlo visto todo ya. Tocaba el Consorcio,
vaya tela, unos carrozas, Sergio y Estibariz, la Pequeña Compañía, Mocedades,…
que muermo dios mio... Pero a dónde íbamos a ir a parar. Era el fin.
Sentados
en las gradas, comenzó el concierto... a los pocos minutos, ya no
quedaba nadie sentado, fuimos como abducidos, por unos alienígenas llegados del norte
hacia el escenario, resulto tremendo, fue un concierto espectacular de
principio a fin... nos pusieron a todos a bailar una canción tras otra, ojala
como aquellos mismos años, nunca hubiese acabado su concierto. Resultaron
geniales.
Nunca debimos dejarles marchar, ni a ellos ni a ninguno, de aquella la plaza de la iglesia, principio y fin de todos nosotros, de aquellos días de verano, que llegaron a nosotros, como salidos de la nada, de la mano de la Calamocha De Siempre y otros muchos.
Nunca debimos dejarles marchar, ni a ellos ni a ninguno, de aquella la plaza de la iglesia, principio y fin de todos nosotros, de aquellos días de verano, que llegaron a nosotros, como salidos de la nada, de la mano de la Calamocha De Siempre y otros muchos.
Felices
Fiestas de San Roque. Agosto 2016.
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