martes, 10 de abril de 2012

De las procesiones, la salud, los caracoles y el bacalao...

Carta a Mallorca

Los días pasados ya son recuerdo, termino Semana Santa y decididamente, no, no es San Roque, empezando por el frío.  Ya sabrás, el Domingo de Ramos llovió y el Vía Crucis, quizás el único que se celebre tal día en todo el mundo, no salió de la iglesia, una pena.  Llegado el miércoles, al parecer otra de las procesiones quedo reducida a la iglesia, así que la cosa pintaba bien, para el suplicio del jueves en la tarde noche, con ese Vía Crucis tan ameno como eterno, afortunadamente volvió a llover, pero resignados aguantamos la lluvia, dejamos que escampara y allí sin movernos del porche del Santo Cristo, una tras otra, las catorce estaciones, como catorce lunas, pasamos frío, esa es la verdad, en ese sin sentido camino del calvario de los jueves, con un Nazareno, que no es el nuestro, rescatado del ostracismo para tan complicada  y tediosa empresa, como vienen siendo los jueves santos calamochinos. Las alforjas y el viaje. Te llevas retacia, traes ensaimadas.No hay color.



Y en eso llego el viernes y a dios gracias por la mañana volvió a llover, pero ahí ya te da un poco de pena al fin y al cabo, la semana calamochina siempre fue eso, la procesión del Viernes Santo, que lo demás, para nosotros, casi está de más. El sol se apodero de la tarde y empezaron a oírse los tambores por todo el pueblo, te vistes y te acuerdas del 14 de agosto, qué diferencia, son tambores lo que se oyen, no cohetes ni charangas, y salió la procesión, había bastante gente, más que otros años, los más pesimistas te dirían que se nota la crisis y la gente no viaja, yo en cambio diría que la costumbre te lleva a salir de casa, a estirar las piernas y aprovechar para dar un paseo sin lluvia apetecía más que otros años, sin embargo, como dijeron los abuelos, “nos jodimos de frío”. Ya lo creo, pasamos un frío terrible, los unos por mayores y los otros por falta de costumbre.

 A todo esto, antes de que se me olvide, la estampa más bonita fue al llegar a la iglesia, cuando los cuatro palos de la cofradía empezaron a empujar el carro entre las gradas para llevarlo dentro y todos los zagales del Nazareno, Rodrigo, Guzmán, Pablo, Cecilia, Sofía, Alba, Javier y Ana, sin decirles nada, al ver que nosotros no nos movíamos de la formación, nosotros confiados en la fuerza de los mayores y pasmaos ni nos canteamos, ellos en cambio, salieron disparados a empujar al Nazareno y llevarlo a cobijo del calor de la iglesia. Y eso fue todo, pena de foto que no la hubo.

Esto que debía ser una carta sin más que cuatro letras para dar cuenta de la salud de todos allá en el pueblo, todos bien, aprovecho y lo pongo en aqui a modo de crónica de lo que fueron estos cuatro días mal contados, lo mismo de todos los años, no dio más de si esa Semana Santa, bueno, el domingo había otra procesión, yo ya no estaba, chico, una barbaridad, pero al fin y al cabo, otro entretenimiento más, al final, dan un trozo de mona, que ayer me llego por estas tierras y me comí.


Hablando de comida, lo más grande de estos días, por los clavos de cristo, mejor no se podría definir, unos caracoles y un poco de bacalao, la foto no le hace justicia, con setas de cardo, que tenia Modesto en Navarrete, debate a parte de si los caracoles son carne o marisco, al tratarse de un Viernes Santo, manjar tal que como te digo por ahora, no sale en el programa oficial, pero que a buen seguro, publicitado como Dios manda, atraería, eso que tanto necesitamos, peregrinos, entiéndeme, turistas que se dejen los cuartos y canten las excelencias de Calamocha, ya lo creo que si, porque lo que nosotros podamos decir, cantar y contar, poco o nada cuenta. 


Por cierto, deje a medias el tema de la salud, no vi a tu tía, no se acerco, no hacia tarde para andar rezando, tu tío me comento que estaba bien, y a él lo vi, como siempre, bien, con un año más que diría la Moracha, bien mientras nos vayamos viendo.

Amigo Pepe, cuídate, por cierto, olvide llevarme lo que te prometí.

 Y es que si no me apunto las cosas, no me acuerdo de nada. Así ahora mismo apunto, el destino de la próxima carta: Soria.

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