Antaño, en realidad no hace tanto, en una casa si y en otra también, había cuando menos un tocino cojo, y a dios gracias, que diría aquel.
En las noches de verano, en la fresca, en cualquier conversación que viniese a cuento… era fácil escuchar allá en el Barrio: “En esa casa, los tocinos eran cojos”, de modo que el dueño de la misma, protagonista de la conversación, para bien o para mal, quedaba sentenciado, era, o había sido pobre, cuasi “de solemnidad”, uno más, uno de tantos, años atrás.
“Jódelo ahora, concluiría Gargallo el asunto, que tiene hasta cosechadora, mejor no hablar, que nosotros vamos en bici y si pinchamos, andando”. En suma, en todas casas cuecen habas.
Y ojo apuntaba y matizaba también Gargallo, porque aún podía ser peor, y es que había que tener categoría, pues existía a quien ni le daban un tocino, por miedo a que se lo comiesen,… “a nosotros mismo sin ir más lejos, de siempre los más pobres, que se ha muerto el animal, la patera, que ha cogido la solitaria, que no engorda… echa a buscarlo, nos lo hubiéramos comido para la Virgen por muy mal tiempo que hiciese para el tocino, que el hambre, no entiende de fechas”. Aseguraban unos y otros.
Cuando el que podía destetaba los tocinos ya con el buen tiempo, los ofrecía y siempre uno u otro se iba quedando con los animales, se los quitaban de las manos, los engordaban, y luego en el invierno, cuando los mataban, uno de los jamones había que dárselo a quien le había dado el tocino, y así todos contentos, en todas casas había algún tocino cojo, porque donde comen dos comen tres, ninguna deshonra fue y si criabas un tocino que no era tuyo, luego al dueño un jamón y para ti el resto. Aquí paz y después gloria, pues lo peor de la cría, siempre fue el aviar a los animales y el sacarles la corte, un día si otro también. A la hora de comer, la vergüenza aparte.
En fin, que si un tocino pequeño, costaba trescientas o cuatrocientas pesetas, lo que fuese, y un jamón, en aquel tiempo cien duros, si no tenias para comprar ni un tocino, menos aun para comprar un jamón, así que no te quedaba más remedio, si querías comer jamón y morcilla, que agarrar un tocino del señorito, por mas que fuese un botarate entriparrao, un farute de tres al cuarto y criarlo, y así todos contentos… todos comían.
Entonces, tal vez la cosa estaba mal, pero para lo de ahora, no quedan palabras. La cosa esta mal y peor que se va a poner, a decir de los optimistas.
Hace unos años, cuando empezaba la cosa de la tontería, “Hombre de Calamocha, tráeme un jamón”… traías un jamón, sin pata, sin etiqueta, cualquier cosas les servía. Todo eran elogios.
Luego conforme la tontería se hacía patente, iba cambiando la situación, “tráeme un jamón, de los buenos, de los que llevan pata”… Pero criatura, alma cándida, no eran buenos hasta ahora,, ignorante sin más, les decías, para que quieres un jamón con pezuña, si siempre se les corto, porque solo sirve para criar gusanos.
En el apogeo de la tontería, llego la cultura del pelotazo y el cueste lo que cueste, “tráeme un jamón pero ojo a lo que traes, que sea de Denominación de Origen, de esos que llevan la estrella en la carne, no en la etiqueta, que te estás pasando, que solo buscas tu comisión….”. Pero hombre, intentabas defender lo imposible, si no se ha hecho la miel para los morros del,… si hace cuatro días te comías cualquier cosa, y además yo ya me comí todo el jamón de zagal.
Ya instalados en la tontería, conocedores todos de lo que un jamon de D.O. es,…un paso más.
No hay tregua, que ya todo el mundo tiene un ordenador, y sabe buscar en el googel… y no basta decirles la mitad de lo que lees en internet es mentira y la otra mitad, tiene escaso fundamento en la realidad. No hay que irse muy lejos, baste el blog. Que entonces te dicen hasta en el Mercadona, lo saben, “jamón de hembra”, algo tendrá el agua cuando la bendicen, con la iglesia hemos topado. Es el fin. Ahora quieren jamón de hembra, D.O.
“Sabes, me comentan, dice internet que no solo el de hembra es mejor, sino que si además das con la pierna sobre la que duerme el animal, … es algo exquisito…El próximo que traigas, que sea de hembra, de la pata sobre la que dormía… “. La hembra coja.
“Y ahora te voy a explicar cómo ha de ser el jamonero, como se ha de cortar,… todo vamos, para que el jamón este aun mas bueno, de categoría”
Que la necesidad parece no tener límites y es lo triste de la misma, y la tontería, ni límites ni vergüenza, penoso. Que hoy a la hora de comer jamón, lo que menos cuenta es el hambre. Y las cosas, con gana, están mejor.
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