Mi querido lector son tantas las cosas
buenas que dejamos pasar tanto por creer que nos va a faltar tiempo como por
creer saberlo todo que hoy vengo a suplicar lea hasta el final. Cambiamos de
canal, de dial, pasamos página. Nos aburrimos a las primeras de cambio ¡Nos
cuesta tanto dar una oportunidad! Si hace años no hubiera prestado atención a
lo que viene a continuación, por su aparente estridencia, ruido y letras, me
habría perdido sin duda un talento extraordinario. A otro de esos calamochinos
dado a todo tipo de hazañas. Esta tampoco está mal, va por su tercer disco.
Hoy lunes 22 de septiembre vuelvo al
trabajo, y lo hago escuchando Maracanazo último disco de Sheva. Banda
sonora de un tiempo donde “algunos diabéticos luchan por la guinda del
pastel”. Si hoy cenamos en un japonés y como maridaje pedimos un Somontano,
porque no vamos a poder hacer hip hop y rap en la villa, y además bien. “Hay
que medir las palabras” me dijo allá por semana santa cuando el disco
estaba en capilla.
Se toma su tiempo y puede parecer que rapea,
pero en realidad escribe, el cantar es una excusa, muy buena eso sí ¡y de qué
manera!, llamarlo poeta de lo urbano es quedarse corto y faltar a la realidad
ya que dicho termino se asocia más a otros géneros musicales, digamos pues que
es el primero de entre los poetas villanos, acorde con Calamocha y su
título de villa y esa primera acepción que da la RAE para el término. Casi nada
Comienza a merecer ese gol por la
escuadra, ese triple desde su zona, gracias ya a una consolidada trayectoria. Más
con este nuevo puñado de rimas, enormes, vitales, también de amor, canciones
vividas. En ellas transmite, domina el lenguaje, cada palabra en su sitio, da
lo mismo el idioma, nada te hace darle al botón y cambiar. Solo piensas en
volver a escuchar, en buscar ese detalle desapercibido en un primer encuentro.
Claro está que, si un día Sheva alcanza
esa cima del rap más allá del “Campanario”, que ansía, “Confía” y
merece podrá dejar de “servir copas” y hasta de medir las palabras. Será
entonces cuando nosotros pasaremos a pagar a “precio de marfil” sus
discos y su sola presencia. Podremos presumir de tener una estrella, pero al
tiempo habremos perdido a ese tan extraordinario como precoz escritor y poeta
de la vida (Maracanazo) que soñamos con llevar él y nosotros sus
cobardes y fieles seguidores a quienes hoy su música y su voz nos devuelve la
ilusión por vivir, en suma, por luchar contra nuestra propia adversidad.
PD Va siendo hora de publicar las
letras, rapeadas o no en papel. Dar a luz un libro, “de que te vale si no el
rimar”. En este caso no serán necesarios unos miles, bastarán unos cientos
de euros.
(El término “Maracanazo” hace
referencia a la final del mundial de fútbol de 1950, cuando contra todo
pronóstico Brasil, selección anfitriona, fue derrotada por Uruguay)
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