Año 2010 Procesión. Calle Real con el Peirón.
Con San Roque cara la ermita, le hice una foto a mi padre junto a su
amigo de la infancia y la vida a quien más jodido que Arpa Vieja, ingresado en
Teruel, le habían dado suelta unos días. Posaron sonrientes y felices, con toda
una vida detrás donde tal vez nunca imaginaron llegar tan lejos sin salir de
Calamocha. Como todo calamochino el día de su Patrón se sentían inmortales. De hecho,
la foto de la lápida de mi padre es un recorte de aquella. Al acabar echo el
Dicho perfecto: ¡Ojalá todos los días fuesen San Roque! El amigo,
animado, respondió “Viva San Roque”
Ya en casa en la sobremesa entre el café y la Retacía de la
comunión, mi padre resignado hablaba de que ya era tarde para echar a bailar y
contó una vez más como la Tía Marceliana cuando pasaba la Procesión
sacaba a toda la requincalla de la calle Zaragoza y los metía a bailar,
y a escape en cuanto dejaba de guiparlos y quedaban atrás los caimanes
del cuartel se jopaban a refugiarse a la fuente el Piojo. Mi padre era
consciente de que había sido su última foto y sanroques juntos.
Chupinazo 2018. Plaza de la iglesia ya de madrugada
Aquel año volvieron Los Inhumanos. ¡Que frio pasamos! y ¡que viejos
estaban! Nos habíamos hecho mayores, después de más de tres décadas de verlos
por primera vez ¡Soñábamos con Calamocha! Y me pedias que escribiera de ese
amor que todos sentimos, (más en fiestas), por nuestro pueblo y no parabas de
señalar una y otra vez el Balcón del Ayuntamiento y nos decías: “Yo quiero
verte ahí, de Mantenedor…” Y te imaginabas como seria aquel momento que yo
veía tan lejano como improbable para después invitarnos a tu Peña a cenar paella
con conserva.
12 de agosto de 2022 Calle Ensanche
De parte tarde me escape para llevarte la copia número uno de la Crónica
en papel. Estaba aturdido, había retrasado el reencuentro, pero ya no podía
decirte no. Los dos sabíamos que iba a ser la última vez en que nos íbamos a
ver. Me recibiste sin dejar de sonreír con pañuelo a la cabeza y pijama de
rayas. Me abrazabas con fuerza, y me preguntabas por mi corazón cuando era lo
menos importante. No querías dejarme marchar a pesar de que tu madre insistía
en que ya era la hora de cenar. A la mañana siguiente te ibas a Zaragoza, desbordabas
vitalidad, pero no te veías capaz de vivir las fiestas. La conversación junto a
tu familia resulto imborrable. No paramos de hacer planes que ya nunca cumpliríamos.
Y me acompañaste a la calle y nos despedimos y quedamos para el próximo año.
“No te vere en el balcón” Me dijiste, al volver la vista para mirarnos
por última vez.
14 de agosto de 2025 Chupinazo
“El que venga
detrás que arree” Decía el padre del concejal de fiestas. Hoy me
aplicare el cuento. No queda otra que tirar para adelante. Por eso decirte, o
deciros, que por unos días dejare las penas en el Puente la Vía. Son
unas cuantas y van pesando.
Subiré al Balcón,
cumpliré aquel sueño que tuviste la noche del chupinazo del 2018 y seré la
persona más feliz del mundo. Al acabar las fiestas, de vuelta a Castellón
cargaré de nuevo con las penas, y seguiré escribiendo y “soñando con
Calamocha”. Ya te contaré.
¡Ojalá todos los días fuesen San
Roque!
¡Viva el Perro de San Roque
La Virgen y la cama
San Roque, y San Roquico
y hasta el día de la vaca!
¡Que comiencen las fiestas
y el que venga detrás que arree!
¡Vivamos todos!
¡Viva Calamocha!
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