·
Miércoles 1 de enero de 2025
(-6ºC) Año Nuevo
Comienzo el año V de la Crónica de la
Villa de Calamocha en Zaragoza donde hemos venido a pasar Noche Vieja, y lo
hago leyendo a Francisco Javier Bernad Polo, hoy además es su cumpleaños, para
frio Zaragoza.
Bien lo sabemos quiénes hemos vivido
aquí algunos años, te jopabas del pueblo a estudiar que te comias el mundo y a
escape te paraban los pies y de pronto te dabas cuenta que no había suficiente
ropa de abrigo para vivir en el charco, no bastaba con lo que llevabas
en Calamocha, ere menester más, ese cierzo, esa niebla esa humedad, no ver el
sol, y sin apenas helar, para que te quieres incomodar. Considera tu no
va hacer mas frio en Zaragoza que en Calamocha, cualquier lo sabe.
No me apetece salir a pasear, por
Calamocha han despedido el año, corriendo, que manía, siempre corriendo, y sin
pollos que alcanzar, como si el final no fuese a ser el mismo para todos. Y con
una verbena donde no cabía un alma, más impresionante, más gente que en San
Roque.
La ruta del azafrán, dragón de
fuego, es el libro que leo con entusiasmo, no cale correr, te
hace imaginar, viajar, sentir. Lleva su autor unos cuantos libros, y a cual
mejor.
No escribe por escribir. No solo tiene
algo que contar, sino que además lo hace bien, cada vez mejor, entretiene, es
una prosa elegante, florida, cariñosa, ….
Tiene la rara habilidad de superarse
libro a libro, y gracias a dios, aún no ha tocado techo, y no creo que lo haga…
tarde o temprano quien sabe si no renovara la mitología calamochina de don
Francisco Lomba Barquero, le dará forma, color… El caso es que lo necesitamos.
A ello esta llamado.
La novela forma parte de algo grande.
Para quienes somos de un país llamado Jiloca, la vida debería ser “amor y
azafrán” nada de pan y cebolla ni aun cañao y jamon, el amor puedes encontrarlo
a la vuelta de la esquina, hoy incluso sin salir del casa, y eso será lo único
que quedara, “al final solo queda lo que hemos amado”
El zafran, ya es otra historia, y esa
es la que nos cuenta, la ruta del azafrán, o trata de hacerlo, pues todo está
por conquistar, o casi todo, el azafrán frente al amor, termina por desaparecer
de una forma u otra… Unas novelas atrás estábamos nosotros los cristianos
repartiendo estopa por Daroca, y en esta nos han parado los pies a las puertas
de Damasco, a pesar de todo no nos va tan mal, siempre nos quedara Aragón, la
novela nos lleva y nos trae…
“Solo queda el amor con el que has
vivido y que has dado” Del resto no queda nada, como nos
contara en un capitulo final, que sin duda, es lo mejor que este cronista haya
leído jamás. La cosa, promete, continuara, y parece que por tierras aragonesas.