miércoles, 7 de febrero de 2024

El Reino del Covirán


A mitad del rabal, en realidad calle Ramon y Cajal quien en su día y por motivos de salud escuso su visita a la villa a la cual había sido invitado con el fin de estar presente en la inauguración de la calle que le dedicaron, se encuentra El Covirán.

Saludo al último de los Sidrines, parapetado una vez más cara el sol en el cantón de la calle Ingenio al pie de su portal, no me ha visto. Ni un alma por la calle salvo dos mujeres musulmanas muy elegantes que parecen de vuelta del Barrio Bajo. Ninguna cortina se abre a nuestro paso, nadie nos observa, si te caes de tus pies, pienso, igual no te encuentran hasta el día del chupinazo. La funeraria pasa vacía, algún sitio ira, pues no da puntada sin hilo, me saluda, ahí viajo mi padre desde Monreal para llegar a donde ahora esta. Alguna obra en marcha en las pequeñas casas que compran y reforman los emigrantes porque nadie parece quererlas, rompe el silencio, poco a poco tal vez el rabal recupere la vida, lo veremos, lo verán de nuevo brillar. Casas estrechas, sin garaje ni casi corral, enraizadas las unas con las otras. Por todas ande de zagal.

Covirán es una empresa de supermercados de Granada, quien iba a pensar que de tan lejos vinieran en su día a dar vida al rabal. Única tienda como tal, supermercado, que queda. Solo abre por las mañanas, lugar al cual se han propuesto mantener con vida los pocos rabaleros que aún conservan la suya propia a la espera de dar el mango. Porque nadie se quedará en ningún cornejal de esta maravillosa tierra para plantero. Convertida en una tienda de las de antes, un templo, lugar de paseos, olvidos y capazos, de aquellos días de cuando no había congeladores ni enfriaban las neveras, y se salía a diario a mercar. Unos metros más abajo la panadería, olor a vida, el horno de Carlos el Churro y el Bar del Mínino, y ya está, se acabó el mundo conocido, orlado por una mezcla de casas viejas y muy viejas donde apenas se adivina algo de vida.



Inevitable recordar mientras caminamos hacia el Covirán. Vengo de Zaragoza de paso a Castellón y he entrado a dar vuelta de mi madre, quien hoy anda más despacio que yo, lo cual hace relativamente poco que sucede. Recordar lo que veía cuando cincuenta años atrás salía con ella a comprar en esa misma calle que a mí me sigue pareciendo en su renglón torcido el rincón más bonito del mundo, rabal de Calamocha ¡si yo pudiera darte el mar!

Cara el Poyo estaba la tienda de Serrano incluso quiero recordar otra tienda frente a la gasolinera en los bajos de los pisos de Rubio, y del barrio las Escuelas cara el Peirón la tienda de Rafael y la Paca, quien también subía a vender a Los Camineros, la palabra ultramarinos lucia en su fachada y don Juan en clase nos había explicado su significado y yo creía que todo cuanto había allí llegaba de América porque nosotros en España éramos pobres y no teníamos de nada. La pescadería de la Paca y el Figura y su taxi, el bar de Santos, la carnicería de la Lucia y el Gato con sus cabezas de cordero y su carne de oveja, manjar olvidado, la barbería de Máximo que acabaría sus días en la calle Escuelas, donde por unos años tuvimos hasta estudio de fotografía con el dicharachero Enric, los relojes y tebeos de Santiago, las motosierras de Paco, la peluquería de las hermanas Colas, la tienda de Carlos el Pipero, a todas horas abierta, la tintorería, el almacén del pobre Felix, coches y motos en venta y otras muchas que ya no recuerdo por su nombre. Decididamente si, para el Rabal cualquier tiempo pasado fue mejor.

Sin más Antonio el Mínino la pasada fiesta del Santo Cristo desde la puerta del bar uno a uno me fue nombrando los negocios, oficios perdidos, que había tras cada una de las puertas hasta donde le alcanzaba la vista, carretero arriba y abajo. Imposible recordarlos todos, necesitaría el periódico entero.

Verano del 2023 D.C.


Doña Conchita, la Maestra, tras la lectura recordó: 


La tintorería, María la Pipera haciendo jerséis,  el Consultorio Médico de D. Ángel Lillo.

La tienda de frente a la gasolinera, ULTRAMARINOS de Jesús Teruel,  casado con Tere la Chopa, dependienta de la farmacia. Jubilada o muy cerca ya de su jubilación.

El de los T.B.O.S también tuvo joyería

Si nos vamos unos metros hacia el Peirón, el Banco Hispano Americano. Bueno ya es salirse de Ramon y Cajal

Frente al Pipero hubo una funeraria, propiedad de Jose Antonio El Cantavieja

Se me olvidaba la Carretería de Miguel, junto a el la herrería del padre de la Concha La Ruiza y TELEGRAFOS. No sé si ya esta todo

Por cierto, desde las Cuatro Esquinas hacia Bello, además de Calle Aragón, ¿tiene algún nombre?

Barrio Nuevo


Amparo Lopez

La tienda de enfrente la gasolinera la llevaron antes María y Armando Leon
Y lo bien que nos venía en aquella época, no tener que bajar hasta el pueblo!!!


Conchi Puertolas Lopez

La peluquería de Marisa también estaba en el arrabal y Angeles la modista cuñada de Paca la de la tienda



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