HERALDO DE
ARAGON, DOMINGO 7 DE ABRIL DE 2002
Todavía pertenezco a esa última
afortunada generación que puede presumir, con bien poco nos conformamos, de
haber nacido en su pueblo, en su casa y más aún, en su cama, allá en Calamocha.
Mi madre
siempre cuenta que al ponerse de parto, mando a mi padre en busca de Doña
Celia, la comadrona, ella misma había tenido un niño apenas dos semanas antes.
Doña Celia se encontraba asistiendo a otra parturienta unas casas mas arriba,
evidentemente eran otros tiempos, de modo que cuando llego, el que ahora
escribe todo esto ya “estaba fuera” y ella sólo tuvo que cortar el cordón.
Casi 34 años
después, esta vez en el Hospital de Castellón, hace un par de meses, vino al
mundo nuestra hija Cecilia, la cual esta Semana Santa fue por primera vez a
Calamocha, y allí, Doña Celia, toda ella amabilidad y ternura. Humanidad. Le
puso sus primeros pendientes.
Gracias,
sinceramente gracias de todo corazón, por habernos hecho tan felices aquel día,
ahora, Cecilia y yo, tendremos en común una anécdota en torno a nuestro
nacimiento y Doña Celia, que nos acompañara el resto de nuestra vida, eso es lo
mas maravilloso del mundo, y eso es lo que ella nos dió aquella mañana de
Viernes Santo.
Un fuerte
abrazo desde Castellón y nuestros mejores deseos, “que siempre se vea rodeada
de niños”.
Jesús, Mayte y
Cecilia
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