CAPITULO III
Cuando ILEGALES actuaron en Navarrete
tan solo unos días atrás de aquel día de agosto del año ochenta y pico
Canción
¿Qué hace una
chica como tú en un sitio como este?
Qué clase de aventura has venido a buscar
Los años te delatan, nena, estas fuera de sitio
Vas de caza, ¿a quién vas a cazar?
No utilices tus juegos conmigo
Mujer fatal,
siempre con problemas
(¿Que hace una
chica como tu en un sitio como este? Burning)
-
Sigo pensando que los tíos que vimos el domingo
en Navarrete eran los Ilegales. No me lo puedo quitar de la cabeza eran ellos
fijo. Están a todas horas en la tele son de sobra conocidos no sé cómo la gente
no se dio cuenta de que los teníamos ahí mismo subidos al escenario al pie de la
iglesia a tiro piedra que si les caía una teja o un cacho yeso con la
escandalera que prepararon les partía la crisma. Era yo quien contaba por
enésima vez lo que había visto. Debimos salir corriendo tras ellos por muy feos
que sean y tenerlos tocando hasta el amanecer
(Aun hoy después de más de tres
décadas de aquella tarde noche de domingo allá por los ochenta y pico pienso
igual. Yo vi a Ilegales en Navarrete)
-
Estoy seguro, seguía firme en mi razonamiento y
hasta tenia ya una teoría para explicar lo acontecido. Estos tíos venían
perdidos de tocar en las fiestas de algún pueblo de la parte de las minas
y al pasar por Navarrete camino de la
general vieron la luz, aunque no la había, sintieron el olor de la carne y cerveza
fresca y se amorraron a abrevar en la barra. Alguno habría supongo de la
orquesta que yendo sereno los reconoció y les pidió que se tocasen algo a
cambio de unas birras más y un bocata de panceta y ahí está el resultado, se
pusieron hasta las orejas, se enrollaron tocaron y nos dejaron algo que contar
a nuestros hijos aunque en realidad nunca sabremos si paso o no paso. Yo como
lo vi todo no tengo duda alguna.
-
La tajada que llevábamos era buena, si ya
bajamos mamaos, si aún no se nos había pasado la kurda de la noche, entre que
arreglaron y no el corte de luz nos pusimos otra vez finos, total para diez
minutos de verbena. Fue la hostia, lo que sea que paso. Parri el más alto de
todos, lo había visto como yo.
-
Joder, hay que ver lo mal que os sienta el beber
cualquier cosa fría, una orquesta de pueblo y punto, unos mataos de tres al
cuarto que aquello es Navarrete machos,
solo recuerdo que tocaban pasodobles y que me tenían hasta los cojones,
todo estaba lleno de viejos y críos, un domingo por la tarde nunca es lo mismo
que un sábado por la noche y cuando tocaron Paquito el Chocolatero ya fue el
colmo se me acabo la paciencia, si se ponen a tocar el Manisero subo al
escenario y los echo a patadas, total que
salí huyendo a Calamocha con Carlos y los de Cosa que estaban en las
mismas. A buen seguro la razón estaba con Miguel Ángel
-
Yo vi a los Ilegales en Navarrete y punto, nadie
podrá jamás convencerme de lo contrario, ni siquiera su cantante.
-
No me seas gilipollas
Habíamos estado de fiesta el
sábado por la noche en Navarrete el único lugar donde se podía ir el primer fin
de semana agostero, con permiso de Luco con cuyas fiestas coincidían, pero
irnos a cáscala sin que nos mandasen siempre nos pareció una pedantería por
nuestra parte, ir demasiado lejos. Eso si no quedaba otra que irte fuera dado
que en Calamocha no quedaba nadie, no había nada desde que dejo de hacerse la
verbena del comercio o de la presentación de las reinas para que pudieran hacer
caja el resto, y doy fe de que la hacían talego a talego.
Aquellos sábados navarretinos in
the night previos al chupinazo siempre fueron casi lo mejor del verano. El
domingo posterior obviamente lo dedicábamos a velar armas entre jarbes de
cerveza con el chupinazo a la vista y recordando no sin dificultad lo sucedido
la noche anterior, pero aquel día, como invariablemente siempre pasaba, llego
un momento en el cual nos decidimos a ir de nuevo a Navarrete y echar la última
cerveza.
Al llegar aquella tarde noche era
evidente algo pasaba a la altura de la plaza y su escenario. No era normal el
silencio musical y la oscuridad que se apoderaba del lugar montones de coches a
todas caras, gente y más gente y solo se oía el bullicio del pueblo. Así que a
falta de nada mejor la barra estaba hasta los topes, y aunque no teníamos sed,
cortesía obligaba hacer algo de gasto, “vosotros pillar cacho por allí,
nosotros probamos aquí y nos hacemos unos litros, el primero que pida que
avise”. Momentos después todos habíamos culminado con éxito la misión y
teníamos antes nosotros una vez más, más litros que manos. “Venga que se
enfría, que no pare la bota que le decía el pastor al perro”.
Y alargando la espera, otra ronda
hasta que se encendieron las luces, chirrió algún altavoz y entonces tal vez
sucedió. Dos tíos y medio sobre el escenario porque ya me era imposible alcanzar
a ver más hicieron sonar unos primeros acordes guitarreros, todo ocurrió tan
repentinamente que cuanto más lo pienso más me doy la razón a mí mismo.
Ilegales, unos cachondos con
clase, tras el bocata de panceta y las litronas subieron al escenario y atacaron
los primeros e irónicos acordes de “Agotados de esperar al fin” para
seguidamente sin darnos tregua ni dejarnos pensar si lo que veíamos y oíamos
era real o no tocar dos veces seguidas “Soy un macarra” afortunado corte
de luz incluido entre ambas. Nos volvimos locos, parecía que se había hecho de
día, una más y nos vamos, dijo roncamente su líder y ya eran sobre las diez
cuando tocaron el himno verbenero de la canción protesta ochentera por
excelencia “Odio los pasodobles” Fue la apoteosis de una noche de
verano, que levante la mano quien con veinte años no odiaba los pasodobles en
las fiestas de pueblo. A todo el que quería escucharme le decía lo evidente “Oye
que son Ilegales de verdad, fíjate en el peinado del cantante, que esto no es
la orquesta, es el grupo”
Y se acabó lo que se daba,
desaparecieron sin más del escenario lo mismo que subieron a el y comenzó a
sonar “No te vayas de Navarra” y ya no eran tres o cuatro tíos, ni
siquiera los mismos los que estaban tocando, eran otros y era una tía a años
luz del sexapell ilegal quien cantaba. Muy probablemente el líder de Ilegales o
cuando menos el batería llego hasta allí en busca de su amor, esta pudo haberse
fugado con el pero le dio calabazas una vez más.
CAPITULO IV
Hasta que la muerte nos separe
Continuará el 14 de agosto
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