A veces lo recuerdo, mi tío Jesús paró el coche, aquel Renault 8 cuyos números de la matricula Teruel sin letra, sumaban 24, al borde de la carretera junto a unos setos, por allí pasaban un montón de camiones y coches con un ruido infernal, ten cuidado, no te muevas dijo mi padre, y yo allí quieto, asustado, no sabía muy bien ni dónde mirar ni qué hacer, ni mucho menos sabia donde estaba, mire finalmente tras de mí, sin moverme y vi un bloque de pisos, me pareció familiar, blanco y rojo, y frente a mi adivine una gasolinera y un edificio enorme, un taller, todo me era familiar… aquí nos quedamos, dijo mi padre y yo pregunte ¿dónde estamos?, en Calamocha me dijo, donde te piensas si no, está el Santo Cristo cortado por las fiestas, ya llegamos tarde, nos iremos a casa andando… venga vamos. Aquel lugar, con unas casas enormes, y montones de coches y camiones, era Calamocha, su entrada, no me lo podía creer, vivía en un pueblo que parecía no tener fin.
TRANSICION
La recordada transición probablemente comenzó allí, en el Barrio una mañana cuando nuestras abuelas aún estaban en la cama y sintieron ruido de escobas en la calle, su calle, y se estremecieron… De fuera vendrán que de tu Barrio te echarán.
Rosa, maña ande estas, has sentido barrer la calle al punto la mañana, quien te crees que ha sido, no te lo vas a creer, joder, ha sido la Hippy, que chica más maja oye, quien lo iba a pensar.
DOÑA ASCENSION
A mediados de los setenta a la segunda puerta del primer porche, llego Doña Ascensión, creo recordar que llegaba desde algún lugar de Valencia, debía ser su primer destino, aparco su Seat 127 azul, bajo de él con sus pantalones vaqueros de campana y su bolso de cuero marrón, morena, alta, guapa, simpática, dijo hola a toda la chiquillería del Barrio y caímos rendidamente enamorados ante su presencia, rogando a dios, la virgen y todos los santos, tener la suerte de que nos diese clase, como así seria. Un par de días después, escoba en mano, salió a barrer la calle antes de marchar a la escuela…
Compartía la casa, con otra Maestra, Doña Rosa, al menos durante algún curso y de vez en cuando, con el buen tiempo, porque en aquellas casas hizo siempre un frio de tres pares de narices, por no decir la verdad, se reunían allí todos los jóvenes maestros y maestras de la “contornada” supongo a tomar cuba libres y escuchar cantautores, con Labordeta a la cabeza y reunidos bajo la atenta mirada de las abuelas y las otras maestras, que no les quitaban ojo, con el Barrio lleno de coches, vigilaban que a su hora cada uno marchase hacia su casa y dios a la de todos.
CIENCIAS SOCIALES
Una tarde, con el verano a un paso, en una de esas horas perdidas en las que volvías a casa antes de lo habitual tras acabar las clases del instituto, a la entrada del Barrio desde el Rabal, me encontré con Doña Ascensión, caminamos juntos hasta casa, yo con mis libros y carpeta y ella con su bolso, y me dijo, lo inevitable, lo que ya todos sabíamos, se marchaba a otro pueblo, se casaba con aquel chico tan simpático y charrador con el que festejaba y que era ya uno más del Barrio…
El Barrio se quedaba huérfano, o más concretamente, sin eso que luego se dio en llamar musa, nos quedábamos sin nuestra musa de la transición… Me preguntó, que me gustaría ser de mayor, que estudiaría cuando acabase el instituto… Me falto valor para decirle la verdad, o simplemente para contestarle algo más que un monosílabo… Yo quería ser como ella. Nos despedimos y la vi desaparecer en el porche por última vez.
LLEGA LA DEMOCRACIA
El largo camino de la transición acabo pronto en el Barrio, no había que entusiasmarse más de lo debido, dado que la política venía a ser algo que para los pobres siempre acababa mal, el hambre con gana o sin ella, no conoce la decencia, y la eterna manía de los pobres de andar peleados entre ellos no conduce a ninguna parte …
Así que mejor, no hablar y sentarse a la fresca y dar tiempo a que escampase, dándose así por completada y superada aun apenas empezada la transición, a la espera de la revolución, con la llegada al penúltimo porche de Don Vicente y su mujer y Don Ángel y Doña Aurora, todos maestros, todos del terreno, jóvenes y con críos… A falta de guarderías, la casa de Máximo y la Manola y alguna más ejerció como tal para muchos de ellos.
Especialmente Don Ángel y familia estaban por el Barrio a todas horas, también en verano, y era inevitable que, al llegar a casa, se acercasen al rolde de la fresca a dar las buenas noches y charrar un rato, de lo que traían tan apasionantes tiempos como aquellos…
Y así, tras el saludo inicial entrar en materia, dejando como ya he dicho, sabios que eran nuestros mayores el tema político para más tarde, para el final, para otro día, para nunca jamás…” La semana que viene hablaremos del gobierno” Eran Tip y Coll quien lo decían, y ellos bien lo aplicaban atentos a todo cuando nos enseñase la tele. Centrando el Barrio todas sus preocupaciones terrenales en el cielo, en el tiempo…
Una noche de aquella, Gargallo se retrasó en su salida a la fresca, estará viendo a la Lola Flores, pensamos, en fin, algo le distrajo en la tele y cuando salió, con todos en su sitio, dirigiéndose a los maestros dijo …
Uno aprende muchas cosas en la tele, enseña mucho, y más con los tiempos que corren, quien me lo iba a decir a mi cuando de crio en Fuentes Clara andaba a palos con los aucos por las caracolas, esa es la verdad la tele viene muy bien, pero como está más sorda que esta que tengo aquí a mi lado, señalando a la Carmen, su mujer, si te quedas con alguna duda, aunque le preguntes, no te contesta, así que vosotros que sois jóvenes, explicarme, porque han estado hablando y no me he enterado de nada, decirme, qué diferencia hay entre una bacanal, me parece que han dicho, una orgia y una cama redonda…
Se hizo el silencio, mientras se sentaba y del lado de los maestros el silencio absoluto… hasta que Gargallo les explico lo que sabía, había oído e intuía, prometiendo que luego hablaría el a propósito de ribazos, catres y pajeras de antaño, que al fin y al cabo, la cosa siempre había sido igual… pasando ya el cuerpo de maestros a sentar catedra sobre los tiempos que corrían a propósito del tema de cara al posterior debate…
REVOLUCION
Inmersos en la quietud del día a día, nos creímos a salvo de todo, viviendo nuestra propia realidad, transición, destape, democracia, libertad, nuestro mundo perfecto, el paraíso mismo en la tierra entre las casas de los maestros y el cuartel, hasta que un buen día, Don Vicente y doña Tomasa, se marcharon del primer porche, de la primera casa, dando paso a la llegada de la revolución con mayúsculas, uno o dos años después…
Con la llegada al Barrio, para vivir, para quedarse, para toda la vida… hace tan solo unos días hable con ella, nos felicitamos la navidad, desde octubre no habíamos vuelto hablar, hasta la llegada al Barrio de Doña Pilar y familia. La Revolución.
“Sabes maña, la Moracha siempre se enteraba antes que nadie de todo, muy probablemente ni la misma Doña Pilar lo supiese aun, quien va a venir a meterse la casa de la Tomasa y Don Vicente, esa maestra que es de por ahí de por la Ribera, que le dicen la gorda y que se ve que ningún crio quiere ir con ella por que los lleva como es menester, más derechos que una vela…”
TEATRO
Creo que volvimos a casa, de la escuela, con una entrada para el teatro, en realidad un vale descuento y que Don Juan nos dijo que merecía la pena el ir, pagar, escuchar y aprender, y lo que decían los maestros iba a misa… así que fuimos, no a misa, al teatro…
Los maestros entran gratis se decía en la cola, hombre aquello no me cabía muy bien en la cabeza, ellos que tenían dinero, pasaban gratis y nosotros pagando, seria aquel disparate verdad… el caso es aquel dinero aquella entrada fue muy bien gastado, invertido seria la palabra.
Habían montado el teatro de la nada, en la cerrada… solo de verlo me quede maravillado, levantado paredes enteras y un tejado no de tela como el circo si no de madera… parecía de verdad, parecía que llevase ahí construido toda la vida… y era enorme, parecía no tener fin… Al entrar de la luz a la oscuridad y al fondo de nuevo la luz del escenario, con los maestros ya en primera fila, la sensación de estar en otro mundo era total, caminabas por el pasillo sobre una tarima de madera hasta que buscabas tu lugar entre las sillas ya sobre la hierba del campo verde de la cerrada de Sancho… si caía en ese momento el diluvio, allí moríamos todos…
Era una función para niños, tal vez por la noche o más tarde fuese otra la representación, aquella tarde vimos la versión teatral de Marcelino pan y vino… con su pequeña estrella, con su niño actor incluido, el Pablito Calvo de turno, resulto algo increíble, casi mágico, como el mismo milagro final con el cristo del decorado moviendo la mano, que aún hoy en día, no acierto a saber cómo lo hicieron si no gracias a un milagro.
Al acabar, fascinados como estábamos por todo, por la obra, por el teatro, por el pequeño actor, nos dejaron acercarnos al escenario, subir y ver por nuestros propios ojos el milagro.
CHOQUE
EL choque generacional fue inevitable, Doña Pilar con respecto a lo que estaba llegando al Barrio parecía como sacada de otra época, anterior incluso a nuestras abuelas, “redios, esta sí que es más gitana que yo”, decía la Carmen, mientras mi abuela, decía algo así como “copón bendito, más que maestra parece monja, no para de pasar a casa a pedir esto y lo otro… si sigue así, si no para, habrá que mandarla a Luco o echarla al rio”, “Pues al rio con ella, que se joda”. “Si niña, al rio con ella y con su madre, que te crees que me ha dicho esta mañana barriendo la calle, que tu como estas sorda, solo te enteras de lo que quieres… La semana que viene se trae a su madre, que si nos podremos ocupar de ella”. …” No me jodas, que te ha dicho eso”.
Doña Pilar afortunadamente aún vive para contarlo, no termino en el rio, aunque más de una vez y dos lo pensarían y se arrepentirían de no haberlo hecho, a buen seguro a la Carmen, en la Fuente del Bosque, lavando la ropa, se le paso por la cabeza, pero entre sorda, la pata galana y lo grande que era la maestra, el remedio era peor que la enfermedad, y dejar pasar el tiempo la mejor solución…
“Yo al menos dos cosas les puedo decir, la una que no tengo vergüenza, porque se nace sin ella, y si, es verdad, estoy gorda, por que como, esa es la otra”
Doña Pilar ella ejercía de maestra las veinticuatro horas del día, dentro y fuera de la escuela, y nos trataba como si fuésemos, a grandes y pequeños, sus alumnos…por cierto, nunca me dio clase. Había en ella algo sorprendente, que hizo que todos se pusiesen de su parte, pedía a todas horas, esa era la verdad, pero daba tanto como pedía, y se empeñaba en enseñarnos de todo a cualquier hora, hablaba y dejaba hablar, escuchaba a todo el mundo, y siempre parecía estar del lado del más débil y sobre todo de las causas perdidas o imposibles, en clara sintonía con el resto del Barrio.
Pero coñe, como es que no saben ni leer ni escribir, ya sé que los suyos eran otros tiempos, pero han pasado ya muchos años para que sigan igual, vale ya de lamentos, esto lo arreglo yo en cuanto ustedes estén dispuestas, y si no mi madre, un rato cada tarde y en cuatro tardes les enseñamos a todas a leer y escribir y las cuatro reglas de los números… Que no pudieran aprender en sus años, no quiere decir que ahora no puedan, y estos también son hoy mis años… Miren mi madre, ¿mama, cuénteles como aprendió usted y a cuanta gente ha enseñado?
DOÑA PURA
Doña Pura era una abuela como cualquiera de las nuestras, de modo que sabía cuidarse, pasaba largas temporadas en el Barrio y cuando se cansaba se marchaba a su piso de Zaragoza, no creo que llegase a medio metro de estatura ni que pesase más allá de un par y tres cuartos de arrobas, “ si, yo a veces, también me pregunto cómo he tenido una hija así, como ha podido salir de mí, pero es que tendrías que ver al padre, lo flamenco que era. Lo de la falta de vergüenza es cosa mía, lo otro del padre”
A veces madre e hija pasaban más tiempo en nuestra casa que en la suya… ¿Pero Señora Rosa, se da cuenta usted del frio que hace, deje que me siente, que no tengo prisa alguna por volver a mi casa, para el verano van muy bien, pero ahora en la calle se está mejor que en mi casa… a quien hizo estas casas, había que … iba a decir una barbaridad, caparlo sería poco… Esa estufa que tiene usted en el cuarto, hay que ver lo que calienta para la poca cosa que es, … aunque el carbón es caro, he de mirar donde está la chimenea y poner yo una, en el tejado esta, pero no sé dónde va a parar, abriré el hueco, pero esto de la gloria en la cocina, Señora Rosa, eso es una maravilla, yo no lo conocía, si algún día tengo una casa, me pondré una gloria, deje que me descalce y le cuento de dónde vengo y lo que he de menester, y usted madre, deje ya de darle a la sopeta…”
EL CENTRO
Ni que decir tiene, el porche de Doña Pilar, ella misma, empezó a ser el centro de todo y de todos, allí el sol de mayo parecía calentar más, y la luna de agosto ser más fresca… y hasta el cuarto de la fría casa nos sirvió de cobijo alguna que otra vez a todo el Barrio.
Un invierno de aquellos la parroquia organizo por calles, el motivo es lo de menos, ya lo he olvidado, unas jornadas que consistían en reunirse los vecinos una vez cada tanto durante un tiempo, con el fin de hablar de lo divino más que de lo humano, y así, ir ganándonos el cielo, Doña Pilar debió presentarse voluntaria ante la iglesia y no tardo en invitarnos a su casa el día señalado, el primero de unos cuantos.
Con ella ejerciendo de maestra de ceremonia, se trataba de seguir el guion establecido, una lectura y a continuación jóvenes y viejos debatir… Ni que decir tiene, que, como católicos, apostólicos y romanos, el tema nos apasionaba, y aquel con el que dieron comienzo las reuniones aún más… Doña Pilar siguiendo el guion comenzó a leer la historia que debía dar origen al posterior debate y reflexión, una de esas narraciones de la biblia que tantas veces hemos oído, en torno a padres, hijos, abuelos, tíos, hermanos, en un lio tremendo de parentescos… ¿Que os parece?, dijo cuando termino de leer.
Lógicamente si estábamos allí, todo el Barrio, desde el Rabal al Cuartel, era por ella, por no saber decirle que no, y no precisamente porque nos apasionase el tema, así que la callada por respuesta fue lo único que encontró, si bien ella, nuestra anfitriona, curtida en mil épicas batallas, estaba más que acostumbrada al incomodo silencio de los alumnos y trato de animar al entregado auditorio, venga, cualquier cosa les servirá a los curas… decir lo que queráis y yo apuntare…
CATOLICOS, APOSTOLICOS Y ROMANOS
Coño, dijo mi abuela, es la misma historia que cuenta usted Doña Pura, de aquellas mujeres que eran madre e hija, de por allí de aquella otra parte que iban de fiesta en fiesta por los pueblos, de cómo empezó, y de como acabo…
¡Ah¡, si claro, dijo Doña Pura desde un rincón, como no había caído, la historia de las putas, ahora mismo os la cuento, no había caído, pero exactamente lo mismo que nos acaba de leer mi hija.
¡Por dios madre, no lo cuente! Esto es religión Grito Doña Pilar en vano, fuera de si.
Deja hablar a los mayores, todo es religión… y ante el alboroto y expectación general, Doña Pura nos contó la historia…
Para que vas a decir que trabajan en sus labores, como todas, o en el oficio más antiguo del mundo, si todos sabemos que queremos decir putas, y que hay de malo en ello, cuando el hambre aprieta y no hay otra cosa… que vas hacer, robar, matar, siendo cristianos, pues no… hay que ser muy mala persona, para hacer maldades así, y por supuesto no creer en dios, te haces puta y punto… Eran madre e hija, y yo las conocí y aquí el que más y el que menos ha sentido la historia alguna vez, y se dedicaban, no diré nada, a ir de fiesta en fiesta, de pueblo en pueblo, cuando había algo que celebrar y la gente iba y venía, y seria al acabar la guerra, cuando la madre y la hija en una de tantas fiestas, en un pueblo que no diré, por lo que fuera, salieron las dos preñadas, que también era menester mala suerte, o ser tontas, porque medios siempre ha habido, que a una aun va, un accidente, le puede pasar a cualquiera, pero, a las dos.. una tragedia, se les acababa el pan, de que iban a comer, si no podían trabajar, vamos que por un tiempo no podrían enganchar faena alguna, y tú que tal y esto y lo otro… y así hablando, resulta que las dejo preñadas el mismo, así, que al final le echaron el lazo…
Pero claro, hija, dime si todo esto, no es lo mismo que nos acabas de contar,… porque luego, esa es otra, y con quien pensáis que se emparejo el hombre, con la madre o con la hija, y esta es otra, el hijo de la madre, era hermano de la hija preñada pero también, hermano del hijo de la hija, así que madre e hija tenían un mismo hermano, pero también si… El debate que siguió fue verdaderamente apoteósico, y acabamos a las tantas, rendidos de tantas vueltas como le dimos a la cosa, y de tanto como nos reímos… “Mama, la próxima semana, te quedaras sentada ahí detrás de la puerta y no hablaras”. Hija, hemos hecho corto de pastas.
CON FALDAS Y A LO LOCO
La transición de aquellos días, todos los sabemos, termino en democracia, y su llegada al Barrio paso sin pena ni gloria, dado que de una forma o de otra, la vida allí siempre había transcurrido de un modo apacible, al margen de todo, hacienda sin amo tal vez, pero con cada uno haciendo lo que le tocaba, mientras eso de la libertad, siempre fue un concepto discutible y discutido que decía aquel a propósito de todo.
Por de pronto, la democracia a la vez que el destape trajo algo que volvió locos a nuestros padres… pero que cojones es esto, encima, vamos a tener que pagar…Llego la declaración de la renta, y eso para quien con cuatro pesetas ya creía tener un duro, supuso toda una tragedia, si esto es la libertad, que venga dios y lo vea…Bueno, quizás dios, no, pero esto con el otro no pasaba… Así Doña Pilar viese obligada a salir del Barrio en busca de la solución final a la tan ansiada libertad acorde con los nuevos tiempos donde todo eran prisas y más prisas… Valero, en la otra esquina del Barrio, dejo de vender bicicletas y creo hubo de comprarla en el Rabal, allí frente al Churro.
Pronto el hecho transcendió de tal manera, que la imagen de Doña Pilar en bicicleta, a toda pastilla, y como el circo, al frio y al calor, recorriendo el pueblo se convirtió en todo un icono de la libertad de aquellos tiempos… solo la bocina, le quitaba el sueño de vez en cuando… “Estos chicos, me la han vuelto a quitar, por no decir robar, que lo hacen sin maldad…voy a tener que darles un buen repaso en matemáticas. Ahora que candado no le pongo, la bici no se la llevan… todo sea que un día me toque comprar otra”. Aun hoy, imagino, debe tener el record de kilómetros útiles, por llamarlo de alguna manera, recorridos en el pueblo, a clase, a comprar, al médico, a misa… y vuelta a empezar… Con faldas y a lo loco, no se le ponía, nada por delante… quien se lo iba a decir, hoy gracias a ella, se venden más bicis que coches…
EL FIN DE LOS DIAS
Casi uno tras otro, aquellos maestros fueron dejando el Barrio, y sus casas quedaron vacías, ley de vida, allí solo estaban de paso, y no era un sitio para vivir, no eran propietarios y tarde o temprano debían marcharse, en Calamocha ya por entonces parecían construir pisos y casas a pasos agigantados, y todos compraban y se marchaban.
Don Juan se fue allí, a aquellos pisos frente a los cuales un día mi Tío Jesús paro el coche y Calamocha me deslumbro, allí donde vivian las chicas más guapas del universo, las hijas del Sr Lagunas, aun fuimos algún año a llevarle las patatas con el carretillo. Don Ángel y Doña Aurora se marcharon detrás del Santo Cristo, allí frente a la noguera de la Mina, en la era del Patre, refugio del rabal entero, mientras el resto encontraban su nuevo hogar ya en el Peiron.
El silencio se apodero del Barrio, en unos meses, las casas vacías, empezaron a llorar, comenzando por las puertas, de madera verde, había que pintarlas todo los años, lo mismo que las ventanas, comenzaron a descorcharse y perder color volviéndose de un verde grisáceo lúgubre, a la par que el cemento de los porches, se agrietaba y pudría, el brillante porche de Doña Encarna, se torno viejo de repente, ya nada era como antes, las aceras se cuarteaban y de vez en cuando los registros del agua se volvían locos o se helaban y todo se inundaba, … y las noches de aire, las ventanas se abrían y golpeaban una y otra vez contra el marco retumbando por todo el Barrio… era el fin de aquellos primeros días en que me asome a la puerta. Todo había cambiado ya tanto, hasta mi abuelo Casimiro, se había trasladado a vivir a la Cañadilla el resto de sus días, una tarde de mayo, cumpleaños de mi abuela Rosa. Debió pensar que aquello era una idea genial, un gran regalo para mi abuela, dejar de fumar definitivamente el día de su cumpleaños.
LAMENTO
Tras la marcha de la mayoría de los maestros, las casas quedaron vacías, y el Barrio en silencio perdió una gran parte de su ser, Doña Pilar, Doña Ascensión y Doña Josefina, permanecían, aquella circunstancia no había pasado nunca, desde que comenzaran a ocuparse un par de décadas atrás, así cuando una casa quedaba vacía, porque algún maestro se marchaba, en unos meses, venia otro a ocuparla.
Ahora, aseguraban, era bien distinto, aquellas casas en realidad no eran de nadie, y acabarían muriendo de viejas en plena juventud, los tiempos habían cambiado, y aun siendo gratis, nadie las quería, quien iba a meterse allí, a joderse de frio y a tirar las perras en cuanto hiciese una mínima reforma, quien sabe si no terminarían hundiéndose, en unos años, las casas, cuando se dejan vacías, ya se sabe, y más en Calamocha donde no tardan en morir de tristeza y frio, y así pronto los corrales se llenaron de árboles, pájaros y gatos.
Una pena que unas casas tan nuevas se abandonasen por no ser de nadie, por no gastar cuatro duros en ellas, en unas buenas ventanas, en algo de calefacción… No eran buenas ni regaladas, esa era la conclusión, y ya nadie las quería, si llegaba algún maestro prefería pagar un alquiler en cualquier piso y pasar el invierno caliente.
EL GOLPE
Una tarde noche, de golpe todo cambio, y a la mañana siguiente en medio de la sorpresa generalizada el Barrio apareció ocupado por la Guardia Civil, para nosotros aquello fue poco menos que el fin del mundo o cuando menos del Barrio.
Vimos con resignación como descargaban muebles y trastos, familias enteras de Guardias Civiles dispuestas a ocupar las casas de los maestros, nuestros porches, nuestra calle, habían venido para quedarse. Entre todos nosotros mayores y pequeños, chicos y chacos, cundía la desolación, ahora si, no solo el Cuartel, también el Barrio pasaría a ser suyo, por la simple razón matemática de que eran muchos más que nosotros, los críos, empeñados desde el principio en mostrarles el camino, cuál era su sitio a la hora de sacar un balón a la calle, a nuestra calle. Sin embargo, desde el primer día cruzaban al cuartel a la hora de jugar, pasaron de nosotros, esa es la palabra.
Rosa, ande estas, has visto la que tiene preparada esta gente en la calle, vamos hombre no me jodas, que manera de tocarnos los cojones, sentiste el trajín ayer noche,… de prisa y corriendo a ver las casas y ya están haciendo el traslado, y nos parecía a nosotros que estas casas no las quería nadie ni regaladas, pues ahí están los pobrecicos de los civiles, para meterse a vivir que ellas, esta gente no le dice que no a nada, pero, chica, que no habrá gente necesitada en el mundo, que no tendrán perras los civiles para pagar un alquiler como hacen los maestros.. mecaguen el copón bendito, …A mi ver van a tirar el cuartel viejo para hacer más instituto y no tienen ande meterse.
Venga maña no me jodas, y ya para siempre, redios que sanantonada, pero si en el cuartel se conoce que están la mitad de casas vacías… Mi abuela Rosa se mostraba igualmente desconcertada y mostraba así su desolación. Esto cosa de los del ayuntamiento que tienen las mismas faenas que los civiles, ninguna. Bueno, que le vamos hacer, si mandáramos nosotras, tú le pegabas fuego a tu casa, yo a la mía y ardíamos todos, pero no lo vamos hacer, habrá que tirar para adelante… Y que, son todos andaluces, buen invierno les espera…
De ande coño quieres que sean, pues de allá abajo, yo ya he estado charrando un rato grande con la que se va a meter en la casa de Don Juan,… muy poca cosa, ella, siete churumbeles me ha dicho que tiene, chica yo no sé esta gente, si es que tiene pocas faenas, o es que no sabe,,, de los sietes, dos le nacieron en el mismo año, tócate los pies maña… anda no me jodas, ningún mellizo, que salada que es y lo que me he reído con ella, muchismo… ya le he dicho que si quiere huevos, tenemos gallinas, y patatas lo mismo, y de verde todo lo que quiera, hasta regalao lo que los tocinos no quieran, pero me dicen que son de leche y sopa, ya sabes la gente de por allá abajo, así que la he mandado a casa la Teresa,…. Luego le he dejao bien claro que en las portaladas no se juega al futbol, ni se aparca, que los coches los metan al cuartel, y que favores si puede ser, que no pida… De todas formas maña no padezcas por ello, a lo que te des cuenta ya no estarán y las casas se hundirán, se ve que en el cuartel están arreglando los pisos, y en cuanto estén se meterán a vivir con los suyos y además esta pobre de la casa de Don Juan no piensa en otra cosa que no sea en volver a su tierra, y también me ha dicho que ahora son no sé cuántos guardias, pero que de aquí a unos años, no va a quedar ni el apuntador, que parece que no los quieran en ningún lado, yo ya le he dicho, que aquí en el Barrio bien a gusto se pueden quedar y vivir, que aquí queremos a todo el mundo…Al final hasta me ha dado pena, en unos meses se habrán ido todos. Que moza más maja, y siete churumbeles, si yo fuera su padre le habría metido alguna que otra hostia de pequeña para que pusiese cuidado en las cosas.
Continuara y acabara en el Capitulo 3
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