lunes, 1 de diciembre de 2014

Nada

(Calamocha un domingo cualquiera a la hora del café, de paso, de vuelta a casa, …Calamocha en los días de hacienda. Lamento. )

Me pasa una cosa, ni buena ni mala, y es que no hacen más que rondarme, unos y otros  como quien no quiere la cosa, y te van y te vienen cuando te ven por la calle con aquello de que si el día que tu no puedas, que si el día que lo dejes,… ya ves como esta la cosa, cuando uno aún no ha enderezado para la Cañadilla,  ya me ven en el camino. Malo. Así que me paran y preguntan qué pasara después.

Tampoco ocurre nada por acercarse y preguntar, todos lo hemos hecho, cuando hemos visto que alguien  iba dando el mango y cojeaba y apuntaba al camino Navarrete  y todo por que nos interesaba lo suyo. Ley de vida.

En realidad lo que quieren es saber. Saber ¿que marchas lleváis? Por que en esta vida, cuando, como nosotros, no se tiene nada, y te lo piden, echa cuenta de cómo estarán los demás. En las últimas del todo. Es el acabose mires para ande mires.



Esto se acaba, todo se acaba, hasta Calamocha se ha de terminar un día de estos a no tardar mucho, si me apuras, aún se acabara antes el pueblo que uno. No ha quedado nada, chico, pero nada de nada. Tú no te puedes hacer una idea porque solo vienes de fiesta, pero los días de hacienda, esto es terrible. De aquí a poco el huerto, y la tierra, irán por delante. Luego nosotros y todo lo demás…

¿Aún dices maño? Todo pardina, que decía el pobre Perico, todo pardina. Qué donde trabaja el Bailador, coñe, pues no lo sabes, a falta veces que te lo he dicho, en lo mismo que trabaje yo, solo que en la puerta del al lado, y aquello esta más parado que el matadero.

Ni se construye ni se reforma, casa que se cierra, casa que se hundirá, muerto el abuelo, muerta la casa, aquí será igual, no nos engañemos… a uno le parecía hace veinte o treinta años años, cuando iba con el camión de pueblo en pueblo repartiendo cuatro sacos de cemento, un puñao de arena y medio palet de baldosas, que aquello era miseria y compañía, pero en comparación con lo de hoy, entonces no parábamos de ir de un pueblo a otro, pero lo de hoy, niño, no tiene nombre. Es el fin de todo. No hay nada. No hay para donde tirar.

Entonces ibas por aquellos pueblos, y veías a cuatro crios, los  abuelos y algún joven, y poco más, y pensabas, esto, o mucho cambia la cosa, o es la última generación, a la vuelta de unos años, no quedara nadie ni en todo Teruel ni en parte de Zaragoza. Pero no pensabas en esto, en lo de hoy, en verte tu, en ver a Calamocha en las mismas. Ahora aquellos abuelos han muerto y los crios, la de vosotros, se han jopao todos, quedan si, aquellos jóvenes camino de la vejez.

Pero aún con todo, lo peor de todo no es eso, sino que lo que veía en aquellos pueblos, es ahora lo que veo en Calamocha, a la vuelta de unos años no quedara nadie, fíjate hoy domingo, del Peirón aquí al Rabal no me he topao con nadie. No hay vida alguna.

Bueno te miento, ha parado un coche preguntado por lo de Mariano y la cesta, pero no cuentes con esa gente el día que cierre el Bar del Matadero, y luego otro que me ha preguntado por el Juzgado, pues venga, que se lo llevan, tira para abajo a escape, que ya no nos hace ni falta. La cosa va de mal en peor por todos lados y de aquí a unos años, ha de cerrar hasta el cementerio, no vamos a tener ya no donde enganchar si no ni aun donde caernos muertos. Si tarda uno mucho en morirse, ya no habrá quien lo entierre, ni te podrán enterrar en Calamocha… hasta la Guardia Civil se ira, ya no queda gente, ya no habrá que robar, que todo estará robado ya por el camino que vamos.

Gente que no hay, ni habrá, eso es lo peor, y no hay por que no hay donde echar mano, gente que ya no quedamos, antes aun ibas por ahí con el camión y decías de Calamocha soy, y enseguida la gente decía con admiración, “allí esta el matadero”, había algo, una empresa, una referencia, algo que todo el mundo conocía, ahora, ahora estamos mas jodidos que Arpa Vieja, como aquellos pueblos, sin nada, envidiando lo poco que tienen los demás y sin una empresa ni media por la que se nos pueda conocer,… y ya con al autovia, nada todo pardina.

Aquellos años, del pantano y la autovia fueron los últimos, ¿te acuerdas?, cuando salíamos a pasear por la Jampudia y ver las obras parecía que nunca se acabarían,  y no lo quisimos ver, como todo iba bien no nos preocupamos por nada más, no nos veremos en otra igual, y ya ves, engordar para morir, con la autovia no entra nadie, y el pantano, muerto de asco, no han de regar jamás los de abajo, para cuatro manzanas que puedan tener,… con toda el agua que se pierde por el río, por no tener las cosas en condiciones,.. Hacer semejante obra, y así con todo.

Veremos que es eso del área de descanso en Lechago, si no hay una perra por ningún lado, ni tenemos ganas de nada, solo queremos que nos hagan las cosas, que nos lo den todo hecho, ya no sabemos para ande tirar, pero algo habrá que hacer.... Una pena todo maño, una pena.

Ahora que, o nos echan una mano, aunque sea al cuello para ahogarnos, y dejar de padecer o esto de todas maneras, se acabo. No ha de quedar ni San Roque. Venga, andaros a cáscala para vuestra tierra y no volváis hasta el buen tiempo y las fiestas. Tira echa lo poco que queda del huerto al maletero y joparos.

Y por este año, no hagas cuenta de llevarte nada más de lo del huerto, se ha terminado todo, al año que viene ya veremos, que dijo aquel, si sembramos o no, con lo que te llevas hoy tendrás que pasar el invierno, ya te apañaras como puedas, y vete pensando la marcha que llevéis, para dentro de unos años, a ti te tocara vender la tierra, en cuanto tire uno para arriba y la casa se cierre, agarras y la vendes, vende todo, toda la tierra a tomar pol culo, todo, no dejes nada, le pegas fuego, le metes herbicida, a ti te tocara acabar con todo, cuando ya no quede nada a la vuelta de cuatro días…

Fin.

Venga, no sigas siempre estamos con la misma cantinela, en peores días os habéis visto, labrando con bueyes y comiendo nabos, todos saldremos adelante y de lo otro, lo que te digo siempre, jamás venderé nada, menos la tierra, que no es mía.


La tierra es de quien la compro, de quien se empeño para trabajarla, de quien la trabajo, y si ellos que la compraron no la pueden vender, y si tu que la trabajaste no lo hiciste, yo que no hice ni lo uno ni lo otro, menos aún voy a venderla, no pinto nada en todo esto. Ya la venderán otros con tiempo para vender y sin nada que recordar, el que venga detrás (por el camino del olvido) que arree, que decía el padre de Inocencio. Yo no.

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