Acaba julio y San Roque, está ahí,
vuelvo del pueblo, la siguiente generación se ha quedado allí, “verano azul”,
se ha quedado allí, con el fin de tomar algo de lo que ya andamos escasos en la
familia, acento aragonés.
A pesar de todo, en realidad no
se de que me quejo, si acaso lo hago, me lamento más bien, nada me hubiese
gustado más que poder descansar allí.
He caminado desolado por la
Fuente del Bosque, asomado al Ratero de piedra y tubos de metal, al lavadero y
sus paredes a corros de cal recién pintadas, ocultando los grafitis de nuestra
juventud, el rio, el rio, no huele ni bien ni mal, pero en cualquier caso no
como antes, me es extraño, acercado al Puente Romano sin logar verlo enmarcado como
esta, entre árboles, no consigo fotografiarlo de frente en el sentido el que
corre el agua, entre rejas, encarcelado
el batan, en realidad somos nosotros los presos, quieren ver qué es eso
del lavadero de lanas, el cuadro que cuelga en el recibidor de casa, lo vemos, he
caminado por los huertos yermos de la Serrana, ni aún mosquitos hay, asistido entre
el eterno murmullo calamochino, no nos empeñemos, el silencio no es lo nuestro,
al acto de las Reinas, todos queremos algo más que hablar, todos queremos que
nos oigan, imposible dormir esa noche, hoy cada vez más, al volumen, lo llaman
música, levantado al día siguiente sin descansar, he saludado a gente que
conozco y ya no me conoce, y también a quien no conozco, todavía pienso que en
el pueblo todo el mundo se saluda, y hasta tiempo me ha dado para que me llamen
la atención, por andar por donde no debo, como forastero que soy, … ya están
aquí los forasteros me dicen, esta vez en tono más cariñoso, al llegar y
sentarme en un banco frente a Micheto, comprado
el Heraldo y el Diario Teruel, mientras delante de mi alguien pregunta por La
Vanguardia, si hay una Caixa, porque no el periódico pensé, pero no, no estaba…
pregunte en mi caso por el libro de Cesar Blasco, Penurias Exquisitas, y estaba
agotado, Calamocha lee, empero, del mal, el menos, ya lo leí, solo lo quiero
como si de un rolex se tratase, a modo de inversión. Me vuelvo a casa, cañao,
acelgas, algún tomate,… lo que resta hasta San Roque, se me antoja eterno.
Son estos, días de calor y
espera, de preguntas, de impaciencia e ilusión aunque las fiestas siempre sean
lo mismo, no nos engañemos, no pueden
ser de otra forma, de encuentros por llegar,… días tal vez, los más bonitos del año, sin
embargo, los hay, y yo debo ser uno de ellos aunque me empeñe en lo contrario, que
piensan en San Roque todos los días del año.
Así, hace unos meses, en “las tardadas de
invierno”, al ver en el santoral a San Antón, San Fabián y San Sebastián,
quienes en su día, me pareció recordar, fueron los patrones de la villa, de
fuera vendrán, que de casa te echaran, patrones, hasta que llego el francés de
Montpellier, San Roque, quién aunque no los echó, el amo se hizo, ellos siguen
ahí, en la fachada de la iglesia, en realidad relegados a la última fila.
Aquel día escribí al Dichero
Olvidado, “¿Te imaginas, como debían ser las fiestas mayores en Calamocha, con
este frio?,… Suerte, para todos, llego
San Roque. Tú que lo sabes todo, ¿Cómo eran las fiestas decimonónicas en
Calamocha con San Fabián y San Sebastián como patrones ”.
Pronto llego la respuesta, decía
así: Si no sabemos, o no queremos recordar, lo que paso hace cincuenta años,
como quieres que sepamos lo que paso hace más de un siglo, en cualquier caso, para conmemorar, al menos entre tú y yo, como santos
devotos del olor a granero que somos, las recientes festividades calamochinas
de los santos olvidados, Antón, Fabián y Sebastián, voy a compartir contigo un
recorte de hemeroteca del antiguo periódico Lucha numero 102 de fecha 31-12-1957
el que Don Anselmo Sanz Serano, en su sección Jiloca, escribía de nuestro baile
de San Roque.
Artículo que bien merece reaparecer en una de las actualizaciones de
Recuerdos de Calamocha, para sorprender a propios y extraños, a ti entre ellos,
a todos, quienes en el discurrir de la fiesta, confundimos la tradición con
nuestros propios recuerdos, con nuestra juventud, aquella cantinela
impertinente de las cosas siempre han sido así, así, hasta donde llega nuestra
escasa memoria.
El escrito que te paso, lo vi por
vez primera hace unos 40 años en la hemeroteca de Teruel, lo vi y memoricé,
porque en aquellos tiempos no había fotocopiadoras, cuatro apuntes y adelante.
Luego, años más tarde, me volví tarumba para encontrarlo y hacer una copia.
Con semejante tesoro entre las
manos, ayer mismo, hace 27 años, con ocasión del centenario del Baile, hice un
atisbo comentando cuatro cosas del mismo en el programa de La Unión. Por
supuesto y como imaginas no tuvo ningún eco, pues los peñistas y calamochinos
en general estaban más por la labor del chupinazo y el aniversario, que por tales
chorradas mías.
Periódico Lucha Número 102 Nochevieja de 1957 Sección Jiloca
Son al menos tres, los “sanroques” que hay y se ven, aunque parezca
que en realidad solo hay uno. En cualquier caso, nadie puede ver los tres a un
tiempo. Y a buen seguro hay muchos más.
Uno es el que ven, perciben y
sienten quienes viven allí todos los días del año, hielo tras hielo.
Otro, el que vemos quienes
habiendo nacido y vivido allí, ya no recordamos el día en que nos fuimos, y
volvemos al pueblo solo muy de vez en cuando.
Y otro “sanroque” es el que ven,
quienes nunca han estado allí y llegan por primera vez. En el año 1957 Don
Anselmo Sanz Serrano, lo veía así.
Transcribo su artículo letra a
letra, así era el día de San Roque hace casi sesenta años, así lo vio, en
realidad no hace tanto.
Leer con atención, asombrarse tal
vez, volver a leer,… en negrita parte de lo que más me llamo la atención en
torno a la monserga sanroquera de antaño, de ayer mismo, del año en que mi
padre se fue a la mili, quizás por eso nada recuerde de esto, recuerde casi lo
mismo que quien encontró y guardo este pequeño tesoro impreso, comulgante aquel
año. El Arca Santa, el mucho madrugar, el antiguo recorrido, las cofradías y
sus banderas al margen de los bailadores, el fanatismo, imaginar cómo sonora el
bolero con tambor y dulzaina, la jocosidad y picaresca de antaño, las
rosquillas y frutas, el terminar el
baile en la casa del Alcalde, (eso que hoy llaman “escrache”, debió nacer en
Calamocha) y el café de la Viuda de Don Benito del Val, tras la camachina…
Notas históricas de la villa turolense de Calamocha
Por Anselmo Sanz Serrano
(Conclusión)
Una demostración de folclore aragonés la podemos hallar en la villa de
Calamocha, presenciando el llamado “Baile de San Roque”.
No existe documento alguno en archivos públicos y particulares, ni por
tradición se sabe el origen de este baile. Tiene
algún parecido al pasaje bíblico delante del Arca Santa; pero se ignora cuándo
y quien pudiera importarle y su procedencia.
En cuanto la música propia, siempre fue de
tambor de gran tamaño y dulzaina que supera en mucho a la gaita de bota gallega, el gaitero aragonés,
genuino y con variaciones distintas de compas enérgico y nada tiene de indolente
y monótono, como aquellas marcado a saltos, menudos de tres y cuatro tiempos,
según la partitura, rápidos con viveza y agilidad, dos cortos y uno largo, y
dos largos y dos cortos respectivamente.
Hace unos cincuenta años fue organizada la primera banda de música
moderna, pues la de cuerda no daría resultado para esta especialidad, quedando
por tanto relegada al olvido la de gaiteros.
El excelente organista don Manuel
Marina Martinez, compuso la primera pieza o “monserga” musical, la cual no ha sufrido alteración ni variación, ni en
tonos, ni en medida de tiempo, constando de cuatro breves partes.
No tiene aplicación nada más que
para este peculiar baile; siempre se toca en él, pareciendo siempre nuevo y
excitante a la alegría. Ignoramos
los aires que tocarían los gaiteros o si el maestro Marina se inspiraría en los
que de antiguo venían tocando. Con instrumental moderno, hay algunos solos de
cornetín o bombardero barítono, siendo siempre el redoblante el marcador del
aire y del compas variado, para ser llevado por los bailadores con uniformidad.
Uso del Baile de San Roque.
Solo una vez al año se usa y es el día
del patrón de la villa de Calamocha, San Roque, el 16 de agosto y nada más por la mañana, para acompañar la
procesión desde la iglesia parroquial hasta la ermita del antiguo convento,
hace muchos años derruido y restaurado posteriormente.
Hay próximamente un kilometro de distancia cuyo recorrido dura una hora
de ida y otra de vuelta, con más otras dos oyendo al misa y sermón, para volver
la punto de partida. Antes de la
restauración del convento, recorrían solamente las calles de la localidad.
Esta fatigosa tarea da comienzo a las
siete de la mañana, y termina al mediodía, con pocos descansos y la
estancia en la ermita.
Indumentaria de los bailadores y su número.
El número constante de aficionados
no baja de sesenta y el entusiasmo se trasmite de padres a hijos, como un vínculo sagrado, comenzando a la edad de 14 y 16 años y terminando a los sesenta y
más. En algunos, este baile tradicional lo baila con una afición rayana en el fanatismo. No forman cofradía ni sociedad de ninguna clase.
En cuanto a la vestimenta es la
peculiar del país, con
alguna variante como día de fiesta; camisa
fina blanca, sin chaqueta ni chaleco,
faja morada de fina sarga a la cintura, y encima el pañuelo de la cabeza atado, el cual es de rigor fino y matizada
seda, pantalón de pana color claro los
jóvenes, y calzón de paño fino los ancianos, dejando colgar las cintas
negras, y la boca del calzoncillo también descolgante, media de lana, color gris claro con artísticas labores, calados,
botones y otros dibujos hechos, por las propias familias, calzando alpargata blanca, abierta, con anchos lazos negros a los
miñon, pasados por la parte anterior y posterior del pie.
Manera de Bailarlo.
Se colocan en dos filas, en la
puerta de la iglesia dejando pasar delante las peanas de las seis cofradías,
precedidas de sus respectivas banderas de seda, altas y hermosas, y esta
comitiva es cerrada por la imagen, del santo ósea San Roque. Esta imagen va
engalanada con una capa de seda y en el
cayado, con su calabaza en la punta, así como del cuello del perro que acompaña
a la imagen, cuelgan rosquillas y frutas.
Inmediatamente y delante van las
filas de bailadores. Los clérigos entonan los canticos religiosos, alternando
con la marcha de la música que toca la consabida pieza ya famosa en Calamocha y
lugares circunvecinos. Al compas de
aquel, raro, pero alegre baile, marchan cadenciosamente avanzando, de
costado y siempre una fila enfrente de otra, los cuales al cambiar el compas,
el tambor, los bailadores o danzantes cambian también de lado, cruzándose a la
par a semejanza del baile gallego.
La nota característica de este
baile es el acompasado unisonó que producen las pulgarilas o castañuelas, cada cual con sus pares adornadas de cintas, o flores y elevando las manos a la altura de
la cabeza.
El jefe de la cuadrilla, - si así puede llamarse, porque no tiene
nombre definido- es acatado por los danzantes y no usa
pulgarillas pero lleva una gayata corta, agarrada por la parte curva y en la punta levantada cuando es posible,
cuelgan pañuelos y cintas multicolores, con una calabacica, emblema de la
función, o de los atributos del Santo Patrono. En tal disposición los
bailarines, el jefe recorre atrás y adelante, por en medio de las filas, a
guisa de bastonera. Los habitantes de Calamocha
recuerdan aún entre los más famosos el apodado tío “Pichón” y “El Chopo” como
los más diestros en dirigir la danza. Estos dejan a sus descendientes como
herencia el referido palo con su calabacín.
Muchas veces se interrumpe la
música y el baile,
durante la procesión, para recitar
cuartetos o versos alusivos al Santo, los más inspirados “vates” calamochinos.
Son coplas sencillas de diferentes metros, que comenzando por el “guardián” o
jefe de la comparsa, recitan en voz alta, aludiendo
picarescamente a algún suceso local, alabanzas o menosprecio a determinadas
personas, que sean conocidas por cualidades excepcionales. También suele
aludir al Santo, a sus atributos o a la función en general, pero procurando siempre cultivar la parte jocosa.
En esto no hay orden ni turno establecido. Al final de cada composición, tienen
por costumbre vitorear a San Roque.
Hacemos mención de algunas de estas populares exposiciones en verso, y que dicen así:
“El milagroso San Roque,
en Montpelier fue nacido,
con la cruz roja en el pecho
para ser más distinguido.
Y elegido por Patrón,
a Calamocha ha venido
a librarnos de la peste,
lo que con fervor le pido”.
“A nuestro Patrón San Roque,
le regalaré un vestido
de tafetán colorado
si me da lo que le pido:
que me guarde la mujer,
la burrica y el cochino,
y si no me lo ha de dar
no lo tendré por amigo”.
El ilustre turolense señor Gisbert trazo a pluma un artístico dibujo del
“bastonero” o “guión” de esta singular procesión del cual hizo generosa
donación al Cronista de Teruel, don Domingo Gascón, con destino al museo
turolense.
Una vez de regreso a la iglesia
toda la concurrencia, con el mismo orden que al ir a la ermita de San Roque, los bailadores esperan en la puerta al
párroco y al alcalde, acompañándoles hasta su domicilio. Esto lo hacen sin
dejar de baila y recitar sus coplas, siendo gratificadas para celebrar la
merienda aquella misma tarde, la cual denominan con el nombre de “camachina”.
NOTAS ADICIONALES
Otro de los hijos ilustres de Calamocha fue don Antonio Alpeñes, del
siglo XVII, presbítero, poseedor de grandes riquezas que empleo en fundaciones
benéficas y religiosas.
Don Tomás Garcés, en el siglo XVIII, jesuita rector en Zaragoza, escribió
algunas biografías y obras cronológicas.
Otro jesuita, pariente del anterior, el padre Pedro Garcés, nacido en
enero de 1703, doto a su pueblo natal de un precioso relicario.
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TORREFACCION DE CAFES
Vda. De Benito del Val
Calamocha
Y así vio aquel hombre Don
Anselmo Sanz Serrano, a decir de google
Cronista de Teruel, entre otras muchas cosas, lo que fue la Monserga San Roquera,
antaño, perdón, hace 57 años. Todo, al menos a mí, me parece ya más que lejano,
ajeno.
Y así como escribo a continuación hemos vivido los últimos años San Roque, nosotros, que ya no somos de Calamocha.
Y así como escribo a continuación hemos vivido los últimos años San Roque, nosotros, que ya no somos de Calamocha.
Apuntes de
San Roque medio siglo después.
Cuando a mediados de verano decíamos
“vamos a Calamocha a salir en la procesión”, automáticamente preguntaban: “la que
nos vestimos de morado o la que se baila”. Para su disgusto contestábamos “Son
las fiestas, es la que se baila”. Ellas respondían “Nos lo pasamos mejor en la otra”.
Con ello estaba dicho
prácticamente todo, se divertían más en Semana Santa que en San Roque, y ello daba
que pensar y mucho si no debería ser al revés. En Semana Santa se sienten más
participes, se organizan ellas mismas, sus filas, se sienten útiles, se les deja hacer, se acercan a la peana, tiran del carro, tocan el santo, en suma
se sienten importantes y al terminar tan sumo tostón, dios nos perdone por así
pensar, les damos caramelos, chuches, pegatinas, cualquier cosa. Son críos.
Bailaran tal vez unos años más,
no sé cuantos, en la familia no hay tradición de bailar, y a lo igual que se
ven herederas del Nazareno no se ven herederas de San Roque, lo perciben como
algo lejano, y ajeno, bailan pero prácticamente no se les corresponde fuera de la familia, no
se les agradece de alguna manera, y si reciben algún comentario es mas para
corregir en pro de que todo salga bonito, que para animar.
Se vigila que bailen bien, que
vistan de una manera determinada, que todo este perfecto, y cada procesión les
parece un examen….. Bailan pero no saben ni porque ni para que… No ven al santo, y eso les hace perder el
sentido de la procesión, pensar que por muchos bailadores del pueblo que haya,
los de” fuera” son casi con seguridad mayoría y no nos engañemos, la
referencia sanroquera conforme en la vida te alejas de Calamocha se diluye.
Años hace que mi Tía Carmen decidió
regalarle una capa al santo, ella y mi abuela se dieron cuenta de que yo y el
santo en aquel momento éramos parejos, me midieron y en algún lugar de Valencia
hicieron una capa para mí. Al año siguiente antes de entregarla a su eterno
dueño, me la probaron, no había duda, era mi capa. Las monjas habían hecho un
gran trabajo. Ahora solo faltaba que le valiese al santo.
Aquel hecho, el de ponerme la
capa, en el patio de mi abuela, lo recuerdo con un cariño inmenso, fui santo
por unos instantes, elevado a los altares del Perion, ambas hermanas
convinieron que mi vida seria afortunada, larga y la salud no me iba a faltar,
por el hecho de haber sido vestido con la capa de nuestro glorioso patrón, si
quiera unos instantes. El tiempo les ha dado la razón. Aquí estoy. No me puedo
quejar. Vivo además sigo.
El hecho de llevar la capa no es que aumentara
mi pasión por San Roque, ya que con el Nazareno tengo bastante, pero casi.
Todos los años, lo primero que miro es si el santo lleva o no mi capa.
Si conmigo funciono, tal vez lo
hiciese con el resto de niños, lo que daría por haber tenido una foto del día
en que me puse la capa, lo mismo sin duda, que por haberles puesto la capa a la
siguiente generación y retratarlas.
A lo igual que a muchos niños se
les pasa por el manto de la Virgen del Pilar, porque a un niño calamochino no se
puede pasar por la Capa de San Roque, una, dos … las veces
que quiera y hacerse una foto con la capa puesta y San Roque detrás… Ver, tocar a San Roque. Conocerlo.
En cuanto a la vestimenta es la
peculiar del país,; camisa fina blanca, faja morada a la cintura, y encima el pañuelo de la cabeza atado, el cual es de rigor fino y matizada seda, pantalón de pana color claro
los jóvenes, y calzón de paño fino los ancianos, dejando colgar las cintas negras, y la boca del calzoncillo también
descolgante, media de lana, color gris claro con artísticas labores, calados, botones y otros dibujos hechos,
por las propias familias, calzando alpargata blanca, abierta, con anchos lazos
negros a los miñon, pasados por la parte anterior y posterior del pie.
Nos comentaron, entre las filas, hace unos
años ya, que en la procesión que no se debia bailar con una camiseta de tirantes, la cual habiamos comprado para
la ocasión, hace tanto calor en las fiestas, para estrenar ese día, venir de lejos, juntar días de vacaciones,
tratar de colaborar con el pueblo y hacer de la procesión entre todos algo aún
más grande, para que te digan,… mañana camisa con botones.
Al día siguiente no queríamos bailar, no
teníamos camisa con botones, y como niños que somos, teníamos miedo, miedo a, no cumplir las “normas”, a la altura del
Casino lo dejamos.
Al año siguiente, volvimos ya con camisa de botones, pero con algo menos de ilusión al temer fallar en algo. Así han ido pasando los años.
Al año siguiente, volvimos ya con camisa de botones, pero con algo menos de ilusión al temer fallar en algo. Así han ido pasando los años.
No lo sabíamos, aquel día lo
aprendimos, el baile tenía ya su forma de vestir, adiós a la espontaneidad,
adiós al cachirulo con el que bailaba el padre de uno, la faja del otro, las
gafas de sol, tal vez en realidad graduadas, de quien sin dormir baila, la
camiseta de España 82… las zapatillas de Spiderman o de Tarta de Fresa.
El siguiente que paso con el
tiempo vendrá desde la tribuna no está claro, pero da miedo pensarlo…. Para
bailar tendremos que saber bailar, y aquel que no sepa llevar el compas, que pierda
el paso, se retire, se quede en casa.
Han ido pasando los años, y cada
vez nos cuesta más que los niños “entren en filas”, nunca mejor dicho y bailen,
empiezan a no querer, y pronto, no habra más remedio que dejarles libertad, les corrigen constantemente, les dan ordenes, y pare ello han de
chillar, y los críos de hoy, no están acostumbrados, es más, les cuesta
entender que en lo que debe ser una fiesta, se quiera imponer el rigor a
rajatabla. No se divierten.
Piden a grito monitores, como en
el colegio, como en las excursiones, esos que cuando los ves,
piensas, ¿pero en manos de quien los dejo?... Una docena de jóvenes que bailasen
en las primeras filas entre ellos, que cada pareja de voluntarios-as se hiciese
cargo de una docena de críos, aunque se rompiese la estética de la altura, y
hasta del uniforme por llevar un peto que les diferencie y les de un punto de
autoridad al que los niños puedan recurrir, tengo sed, me canso, puedo ir andando… Voluntarios que en tres días conozcan
sus nombres, les animen, les ayuden, y hagan a los niños sentirse útiles.
El excelente organista don Manuel
Marina Martinez, compuso la primera pieza o “monserga” musical,.
No tiene aplicación nada más que
para este peculiar baile; siempre se toca en él, pareciendo siempre nuevo y
excitante a la alegría.
Solo una vez al año se usa y es el
día del patrón de la villa de Calamocha
A caballo entre los ochenta y los
noventa, esperaba junto a mi Tío Antonio el comienzo de la procesión, cuando
él, recabo en un detalle que le llamo la atención y entre sorprendido y curioso
sin saber que pensar ni para donde mirar dijo:
“Y estos desustanciaos, que
cojones están tocando, que música es esa, y eso es que es, pues no está desfilando
los del ayuntamiento como antaño”.
La Banda de Encinacorba en todo su esplendor de
finales de los ochenta se había puesto a tocar, a la par que los concejales
salían de la casa del pueblo, cruzando en aparente formación la plaza, rumbo a
ocupar su puesto en la procesión, para que esta empezase. “Están tocando el
Himno de Aragón, ese que han sacado ahora”. Le conteste. Mi tío se quedo
perplejo, y al cabo de un rato largo reacciono.
“Mecagüen la puta maño, con las
músicas y las monsergas, que manera de dar la tabarra los uno y los otros, y
eso que cojones pinta en la procesión, aquí, solo con el baile tenemos
bastante, lo demás sobra, las demás músicas sean las que sean, fuera, aquí el
bolero y punto”.
Cocinero antes que fraile, nacido
a principios de los veinte había bailado, visto y escuchado, casi más que
nadie, y no pudo por menos que recordar y decir:
“Coño maño, ya estamos con la
música y las hostias otra vez,… no escarmentamos, que manera de complicarnos la
vida, aquí el día San Roque, el bolero y punto, los pasodobles y demás, para la
verbena…
Me acuerdo como si fuera hoy, que además, creo que fue la única vez
que he visto llover en la procesión, que ahí en el porche de la iglesia a la
salida del santo un año bailamos el Himno de Riego, el de la República… menuda
se preparo, así que al poco tiempo sacaron el santo y se pusieron a tocar el
Cara el Sol… luego ya se calmo y ya no sé ni si se tocaba el Himno de España o
no… y ahora me salen con estas, vuelta a empezar. Que se dejen de historias y
músicas y toquen lo que toca”.
Muchas veces se interrumpe la
música y el baile, durante la procesión, para recitar cuartetos o versos alusivos al
Santo, los más inspirados “vates” calamochinos. aludiendo picarescamente a algún suceso local, alabanzas o menosprecio
a determinadas personas, procurando
siempre cultivar la parte jocosa.
Preocupados por la estética, por
las filas, por el baile y la música, los
Dichos agonizan, a veces da la impresión, que tarde o temprano desaparecerán… Parte
de la comida de San Roque año tras año, nos la pasamos hablando de lo mismo.
Lo mejor para destetar al pollino
es matar a la burra, urge de manera inmediata, y por el bien de todos, antes de
que se convierta en una tradición y en Calamocha pasemos a tener muertos de
primera y muertos de segunda, prohibirnos los dichos a los muertos,… vale, se me
ha ido la mano, todo se pega, recomendar no echarlos, en cualquier caso, no
prohibir, basta de prohibir, autocensurarnos, lo mismo que se nos recomienda y no
se obliga bailar con camisa de botones. A ser posible ni uno más.
No podemos, no debiriamos, ir a la procesión
esperando que fulano o mengano, muertos ese año, tengan su dicho o sus dichos
si tienen docenas de parientes…. Menos aún, si para la fiesta, si para el Baile
en vida no supusieron nada más que meros
espectadores o ni eso. Descanse en paz los
muertos.
Si difícil se antoja lo anterior,
alguien que por primera vez vea la procesión y escuche los Dichos, puede dar en
pensar, que esta, la procesión, no es son sino un homenaje a quien nos dejo, no menos difícil seria lo siguiente, dado que mueren
los Dichos tradicionales víctima de la globalización… y eso si que es una pena.
Cuesta entre los muertos y estos
dichos, hallar uno que trate algo puramente calamochino, vamos que resulta cuasi
imposible sentir uno, imponemos la política mundial, nacional o regional, y abandonamos lo local, no queremos molestar,…
Criticamos a quien no puede oirnos, pero ni siquiera hablamos de quienes tras el santo o caminando por las
aceras, van en la procesión, de nada sirve ya la impunidad que nos da el
palitroque, es un contrasentido. Puede el palo quedarse en la iglesia.
El jefe de la cuadrilla, - si así puede llamarse, porque no tiene
nombre definido- es acatado por los
danzantes y no usa pulgarillas pero lleva una gayata corta, agarrada por la
parte curva y en la punta levantada
cuando es posible, cuelgan pañuelos y cintas multicolores, con una calabacica,
emblema de la función, o de los atributos del Santo Patrono
Tendriamos que tratar de volver los
Dichos, al santo, pedirle cuentas, rogarle, agradecerle y volver tambien al pueblo, olvidarnos de los problemas mundiales aun siendo tan gordos y
aun estando cada vez más cerca, al menos mientras haya un bordillo en el Barrio de las
Escuelas fuera de su sitio, lugar donde podamos tropezar y partirnos la crisma,
aunque pueda uno pasar décadas sin pasear por allí, ese bordillo debería ser
más importante que cualquier otra cosa ocurrida entre Paris y Tombuctú.
Pero quien le pone el cascabel al
gato, quien en un pueblo es capaz de decir lo que piensa con gracia, sin ofender,
lo que todos piensan, lo que todos quieren oír, como parece se hacía antes…
Ya no es solo que no se critica, ocurre también que ni decimos lo que vemos, perdida la picaresca. Y a los que ya no somos de Calamocha, como supongo a los demás, nos gusta enterarnos de todo.
Ya no es solo que no se critica, ocurre también que ni decimos lo que vemos, perdida la picaresca. Y a los que ya no somos de Calamocha, como supongo a los demás, nos gusta enterarnos de todo.
A donde iremos a parar, arreglaremos el
hambre en el mundo, repartiremos los tesoros del Vaticano, pero seguiremos tropezando en el bordillo del Barrio de las
Escuelas, donde los coches bajan a diario a toda velocidad, a la espera de
consumar una tragedia.
Años y muchos hace ya que le
hablaba de la procesión a mi amigo el riojano y él me hablaba de su pueblo, y
allí los dichos, el pregón, las alabanzas,… llego un año que los
“profesionalizaron”, para evitar males mayores, males de todo tipo.
Así que a partir de aquel año,
los “dichos” se escribían y se entregaban a los dicheros y estos los
pronunciaban, haciendo una selección, dando el tono adecuado en su dicción, …se
proponían temas, se elegían los mejores… y luego se publicaba de quien era cada
dicho.
Resulta excesivo aquello, pero
también tiene su punto, de todo se puede aprovechar algo, el Dichero
profesional bien podría existir, para echar los dichos de otros, de aquel que
escribe uno y la falta de experiencia le hace que nadie entienda lo que
dice,…
Dárselo en la procesión, que se lo estudie y que lo eche con gracia y salero, con tono maño, con dicción calamochina, que también hemos ya dejado por el camino.
Dárselo en la procesión, que se lo estudie y que lo eche con gracia y salero, con tono maño, con dicción calamochina, que también hemos ya dejado por el camino.
Una vez de regreso a
la iglesia los bailadores esperan en
la puerta al párroco y al alcalde, acompañándoles hasta su domicilio. Esto lo
hacen sin dejar de baila y recitar sus coplas, siendo gratificadas para
celebrar la merienda aquella misma tarde, la cual denominan con el nombre de
“camachina”.
Acaba la procesión del día 16 y
qué pasa luego, los del Barrio Bajo se van a coger sitio al Mirador y los
otros, los de los arrabales, al Minino,
¿queda alguien en la iglesia?, ¿pero hay misa?,… casi da pena, después de haber
hecho lo más difícil, no terminar la mañana acompañando al santo hasta el final.
Ahora que la plaza es otra, y
bajo la generosa sombra de la iglesia con el rio las Monjas de fondo, en lo que
fuera el frontón, bien se podría decir misa, que lo bueno si breve dos veces
bueno, como ocurre el día del Santo Cristo.
Acabo ya, que ya está bien.
La Virgen tiene su día, San Roque
tiene su día, San Roquico tiene su día,
si todos que salen en procesión tienen su día, hagamos del perro, un santo más, que también va en la
peana, que también sale, que tenga su día. 14 De Agosto, día del Perro de San
Roque. Comienzan las fiestas.
El Chupinazo Calle Mayor 2009 |
Felices Fiestas de San Roque. Año 2014
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