“La baza última has de procurar que sea para ti, tu siempre al descarte y cuando entres en arrastre, has de pensar en hacer la última baza, las diez últimas que se llaman, porque son diez puntos para ti, que tienen el mismo valor que una bresca y además llevándotelas tu, en la siguiente partida, tu das y la baza ya va cara ti, y así, si no te has ido, sino has hecho los 51 puntos, tu no sales y siempre es mejor que sea el otro el que salga…Y venga, que ya estoy hablando demasiado, porque el guiñote lo invento un mudo, y con las partidas que llevamos ya deberías saber jugar mejor que el abuelo”
La verdad, parece que fue ayer cuando eran mis abuelos los que me enseñaban a mí, a nosotros, a jugar al guiñote, que si la espadilla, el bastillo, el orete, la copa, y la Puta, ósea, la Sota de Oros, ya que el resto, aun también siéndolo, lo eran menos, o eso me parecía…
Y así han ido pasando las “tardadas de invierno” que diría Labordeta, las tardes noches, y así han aprendido a jugar al guiñote y escuchado historias de tan solo hace unos años, que sin embargo parecen ya del siglo pasado.
Jugado a la guerra, a los montones, al burro, al cuadrado, … y ahora al guiñote, en torno a unas sillas y a una mesa, nada más, preguntas y respuestas, historias, de cuando los abuelos eran niños, que también lo fueron, curiosidad por aprenderlo todo.
"Yayo, toma el siete, que te voy a cantar las cuarenta".
"Aquí se cago un francés, maña, no hace falta que sigamos, que no hago ni las del Tío Perete que decía tu Tío Blas, que tu ganas. Mecagüen el copón, hay que ver como son las cartas, ya puedes saber mas que tu Tio Jesús y Adolfo juntos, que sin cartas, no hay nada que hacer. Ale, baraja y da. Aún no son ni las ocho, madre que largas se hacen las tardes. "
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