PRIMERO ( I )
PREGON
Calamochinos
todos
Del Barrio
la Uña, a la Cañadilla
Del Puente
la Vía, a San Roque
De entre
todos: Yo
El hijo
pequeño de José María el Auge
Y María la
Torrijana
Llegado de
Castellón
Lleno de
orgullo, feliz y agradecido
En nombre
de la Junta
Hoy vengo
a pregonar
El inicio
de la Semana Santa calamochina
Pasión,
Muerte y Resurrección
Judías en
ayuno, bacalao, carne y cañao
La salud
tras la enfermedad
La cordura
tras la locura
La
esperanza tras el horror
La
recompensa tras el trabajo
De
principio a fin Semana Santa
Rabal
Ramos y
alegría,
Calle Real
Dolor,
Calvario y Cruz
Peirón
Pascua de
Resurrección
El pan en
la vega
La Fe en Calamocha
una tarde de abril
La razón
tras la sinrazón
La verdad
tras la crítica y la mentira
El
amanecer tras la noche
La vida
tras la muerte
El triunfo
del amor
El
recuerdo hecho oración
Tambores,
carracas, matracas y silencio
Silencio,
silencio, silencio
La vida en
Calamocha una tarde de abril
Hoy vengo
a pregonar
Que
comience nuestra Semana Santa
Calamochino,
ya no hace frio
Sal a la
calle, conoce, participa y pregona
Pregona, lo
que ocurre en tu pueblo
SEGUNDO ( II )
HERENCIA
Decía Inocencio padre, quien subió al cielo, por estas mismas
fechas, vestido con el hábito del Nazareno: “Podíamos haber heredado un par de
yuvadas de zafrán en la Retuerta, o un par de cubanos ya llenos de zafrán en el
granero. Pero no, tuvimos esa suerte, si no que fuimos a heredar al Nazareno” …
Y añadía con resignación, entre sonrisas, viendo toda la
chiquillería que iba llegando a la cofradía: “El que venga detrás, que arree”.
Hoy estamos aquí, por nuestros padres, como ellos años atrás
llegaron por los suyos, uno tras otro, generación tras generación, tantas, que
ya la memoria no alcanza a recodar de quien nos llega la herencia más bonita
que uno pueda tener:
La de recibir al Hijo de Dios, para cuidarlo como a un hijo para
quererlo como a un padre.
Ellos, quienes la herencia nos dejaron, escribieron una de las
páginas más bonitas que de nuestro pueblo hoy se puedan recordar, caminando
cada Semana Santa, el camino nada fácil, que va de la obligación a la devoción.
Devoción que han sabido transmitirnos, en un claro acto de amor,
por si mismos, por su pueblo, por su Semana Santa. El camino por ellos
continuado y caminado no fue nada fácil, el nuestro, tampoco lo será, de
aquellos años oscuros a estos plenos de luz, donde valga la triste ironía,
resulta más barato viajar unos días a Londres, que comprar cualquiera de los
hábitos de nuestros pasos. Saber transmitir la herencia, animar a quien no la
tenga, debe ser nuestro camino.
TERCERO ( III
)
PADRE
Mi padre heredo el palo delantero izquierdo, llegado a él por su
abuelo el Tío Perico el Royo, a través del hijo de este, su Tío Antonio. Más de
sesenta años después, el hijo de aquel, Antonio, se vistió el hábito de nazareno
por primera vez… ¿Algo tendrá el santo, los pasos, la semana santa calamochina…
la fe que nos une? Antonio, un buen día se cansó de ver las procesiones desde
la acera. Su santo lo esperaba, su pueblo lo necesitaba.
Recuerda mi padre cada vez que llegan estos días:
Fue en el año 54 la primera vez que me vestí, justo cuando mi Tío Antonio dejo
de trabajar aquí en Benito Del Val, para marchar al Banco Central a Zaragoza,
menuda herencia me dejo…aún no me había ido a la mili, siempre me acordare que delante de la
procesión iba el Tío Vitos, Valero Rando padre, marcando las estaciones el
Domingo de Ramos, por la Plaza, el Coso, la Calle Mayor, las Monjas y otra vez
a la Plaza, si alguno de nosotros hacia tarde, se enganchaba a la peana, …hasta
hubo un año, que el Domingo de Ramos, salimos solos, porque los de La Dolorosa
no aparecían y el cura no quería esperar, y al llegar a las Monjas, los
encontramos en el rio, con un frio que pelaba, limpiado la peana, cuidando de
que la Virgen no se mojase, no se resfriase…
Inocencio padre, heredaría de su familia, el palo delantero
derecho, y atrás, en el palo derecho Juan Martin el Hachero, se lo dejo a su
yerno Paco y este a sus hijas, Conchi y Ana, a quien las monjas, nunca dejaban
pasar al convento cuando después de la procesión del Viernes Santo, lo
llevábamos a guardar, tapados todos los jóvenes, con el tercerol, la monja
vigilante desde el arco de la puerta, nos escudriñaba, y decía, tu eres chica,
tú no puedes pasar, Ana, su marido José, su familia entera.
Y en el palo trasero izquierdo, heredado por Paco el Patre, y
Otilio, quien ha sido la viva imagen del Nazareno a lo largo de estos últimos
años, herederos ambos, del único nazareno a quien el Santo le concedió un milagro
hace ya muchísimos años.
Siendo también el pobre Vicente Saz “Agapito”, con el que según
recuerdan, por su cojera y estatura, eran las comedias, a la hora de sacar el
paso a hombros, uno de los pocos calamochinos, que podría hoy presumir de ser
protagonista de un libro, Barrendero, Enterrador, Ferroviario, la ficción que sobre
la Calamocha de sus años, escribió Jon Lauko, hoy a la espera del milagro de la
reedición.
Luego, de ir cuatro en la procesión a tantos como hoy somos,
pasaron unos cuantos años, padres, hijos y nietos, y también amigos fueron
llegando a una cofradía con un pasado inmenso y un futuro como familia,
igualmente prometedor, Pedro que desde Soria no falta ningún año, y lleva ya
casi tantas o más procesiones que yo, y también, la familia de Jose Maria Loma,
su mujer y sus hijos. Y algún que otro amigo, que se vistió y lo dejo, no
siendo nunca tarde, ni en esta ni en ninguna cofradía, ni para volver, ni, para
empezar.
CUARTO ( IV
)
CALAMOCHINO
LA SEMANA SANTA TE NECESITA. PARTICIPA
Llevará
mi padre por tanto más procesiones que algunos de los pasos que en ella salen, y
posiblemente sea el cofrade más antiguo que aún se vista, si bien falto dos
años.
Uno
hace bien poco, rebajado de servicio por enfermedad, ocupe yo su lugar en la
peana, y otra vez que falto fue hace tanto tiempo, que echar la vista atrás y
ver cuando ha cambiado todo, no deja de ser sorprenderte.
Fue
en los cincuenta, el año en el que cumplía el servicio militar en Huesca, época
de una Semana Santa que hoy se recuerda como un tiempo prácticamente tenebroso,
de silencio obligado, de luces apagadas, sin baile. De misa, confesión y
comunión obligada, esa es la palabra, una semana santa de obligado silencio y
cumplimiento, como lo era la de guardar fiesta los domingos, dejando la cosecha
a la intemperie.
Pero,
en su ausencia la familia, cumplió con la herencia.
Y
para asombro de todos, de mi abuela Xaltación la primera, mi abuelo José el Tío
Auge, nada amigo de curas, ni de santos ni de misas, se vistió de Nazareno y lo
saco.
A
eso se le llamó siempre, saber estar, mi abuelo convertido en Cirineo, supo
estar, obro cristianamente, como lo hicieron la gran mayoría de los
calamochinos de su época en un momento u otro.
Mis
abuelos, formaron parte de aquella clase de hombres que en sus vidas no
tuvieron más religión que el trabajo, ni mas dios, que al vecino, siempre
dispuesto ayudar.
Su
dios en la tierra, como el de tantos otros fue el ya recordado Tío Vitos, el
sacristán, cuando se acercaba por casa y le decía: José maño, dile a la
Xaltacion que saque el porrón, magra y pan y ni sufras, ni padezcas, porque cuando
estos que se creen que tienen el cielo ganado lean la Lista, verán que tú te
has confesado, has ido a misa y has comulgado, como dios manda.
Como
supo estar, y de qué manera, la “Periodista de Dios”, Paloma Gomez Borrero,
quien vino desde Roma para estar con todos nosotros y pregonar esta nuestra
Semana Santa en el año 2002 Haciendo uno de los pregones más bonitos:
“Calamocha, pueblo forjado en la sobriedad,
austero y noble, convertida en
Jerusalen, tierra que tiene la belleza de la sencillez, donde los campos
parecen pentagramas esperando la sinfonía de las nuevas cosechas. Calamocha,
relicario de gentes de bien”.
Descanse en paz.
FAMILIA
Formamos
una familia que va más allá de estos días, nos saludamos, sea San Roque o
Navidad y siempre terminamos hablando, de aquello que más nos une, … la Semana
Santa calamochina. Bien podría decirse que vivimos todo el año, pendientes de
la llegada de estos días.
Somos nazarenos, y tratamos de serlo, todos los días del año, y
eso es toda la vida, y no es fácil, no es fácil, caminar con la cruz a cuestas,
lo sencillo es dejar la cruz al salir de casa, caminar ligero, y mirar para
otro lado, pensar, aquello de yo con lo mío ya tengo bastante. En suma,
marcharse a Londres cada mañana.
Ves la televisión, oyes la radio, lees la prensa, entras en
internet. Y aunque hay noticias buenas, las malas no te dejan verlas, guerras,
refugiados, hambre, muerte, odio… Es inevitable, o cuando menos
para mí lo es, preguntarme qué puedo hacer, como si yo, una sola persona,
pudiese derribar los cuatro jinetes del apocalipsis.
Sera cuanto ocurre en el mundo culpa mía…como puedo sentir lastima
por un desconocido a miles de kilómetros de aquí, y no sentirla al pasar junto
a la casa del vecino, o por el pobre que está pidiendo en la puerta del
mercado, ¿me estaré engañado?... qué puedo hacer.
No lo sé… la pesada cruz te obliga a seguir hacia adelante, pero
también a tratar de ayudar a unos y a otros en un esfuerzo quijotesco y por
momentos desolador.
Y tú, en medio de todo, te haces preguntas para las que no
encuentras respuestas, y tratas de obrar, cristianamente, sin saber nunca, si
estarás haciendo lo correcto, si estarás obrando, cristianamente, palabra esta,
que tanta vergüenza nos da pronunciar.
Si yo soy cristiano, y sí, yo creo en dios.
SEXTO ( VI )
HIJO
Llovía, lo recuerdo, estábamos en casa, esperando, era un Domingo
de Ramos de hace muchísimos años, al medio día, sin dejar de mirar a la calle a
través de la ventana, caía alguna gota, y viendo el reloj, mi padre dijo,
venga, vamos hacer tarde.
El Nazareno junto con otros santos, pasaba todos los días del año,
menos estos, en el Santo Cristo, la ermita, cerrada, sin misa los domingos era
su casa, descansado la peana entre dos bancos junto al altar.
Mi abuelo Casimiro, nos acompañó, tiraba de mí y de mi hermano,
para él era una buena excusa para salir de casa y fumar lejos de mi abuela
Rosa. Al llegar a la Balsa, a unos metros de aquí, rompió a llover, la gente
salía de misa con el ramo de olivo y la Cofradía del Nazareno llegaba a la hora
prevista, para dejar el Santo a las puertas de la iglesia, listo para el Vía
Crucis de la tarde, esa procesión, pequeña joya, casi única entre los domingos
de Ramos de aquí a Roma
SEPTIMO ( VII )
CALVARIO
Casi todos los pueblos de alrededor tienen su Calvario, una calle,
un monte. Los calamochinos, afortunados, no lo tenemos, o tal vez sí.
Quizás nuestro Calvario sean estas mismas gradas, cuando las
subimos por última vez tras los seres queridos, el día que los despedimos.
Decía a menudo mi Tía Nati, quien como tantos otros creía en Dios
a su manera, quedándose con la fiesta que traen los santos, olvidando lo demás,
que le hubiera bastado para creer en él, conque tan solo hubiese establecido
una ley, igual para todos, ricos y pobres.
“Ninguna madre, ningún
padre, decía, debía ver morir a ningún hijo”. Y ella que vio morir en la
enfermedad a sus dos hijos, bien sabía lo que decía.
OCTAVO ( VIII
)
VIA CRUCIS
Hace algo más de diez años, este año cumpliré si dios quiere, los
49, un médico, más joven y sabio que yo, me dijo: Lo que te ocurre tiene un
nombre, y se llama Muerte Súbita, tarde o temprano, caerás, el día que eso
suceda, vienes y te curaremos, antes, no podemos hacer nada.
No te preocupes, no preguntes, no busques información, no hagas
caso a lo que leas y oigas, tu solo debes mirar hacia delante y seguir, el
ochenta por ciento de las personas, que caen, se levantan. El día que caigas,
sea mañana o dentro de unos años, te levantas, y vienes.
NOVENO ( IX
)
MUERTE
Jamás me había caído, y tampoco pensé que fuera hacerlo, entre
tantos, que Dios se fije en ti para bien o “para mal”, o que lo haga San Roque,
y te eche una mano, resulta complicado, pero reconforta poder contar con su
ayuda, además…. Siempre nos quedara el Nazareno, que obro el milagro en el
padre del recordado Agapito.
Un mes después, aquellas sabias palabras, a las que no di más
importancia, que la que tenían: cosas que pasan, esas cosas que siempre les
pasan a los demás, y que un día le tocan a uno. Un mes después, caería hasta
tres veces y por tres me levantaría
DÉCIMO ( X
)
RESURECCION
Si estoy aquí, tal vez sea porque Dios así lo
quiso, o simplemente por suerte, pero quiero pensar en lo primero…
Caí y me levante, caí y me levante, caí y me levante, y por fin,
los médicos decidieron echarle una mano a Dios, lo cual nunca está de más, y
finalmente hacer su “trabajo” y curarme. “Pan para hoy y hambre para mañana”,
dijo aquel médico, responsable último de lo que hacer conmigo, un señor ya
próximo a la jubilación, que me miraba con ojos de pena, mientras yo pensaba,
que querrá decir este buen hombre.
Fue Dios, en su hijo el Nazareno, fue esa suerte loca de la que a
veces habla mi padre, y por supuesto, mi familia, mi mujer y mis hijas, junto
con los médicos, quienes me salvaron, porque si en una cualquiera de esas veces
que caí, hubiera estado solo, hoy no estaría aquí, y habría subido el calvario
calamochino con mis padres detrás.
LA VIDA ES
BELLA
Llevo entonces, diez años maravillosos, de propina, de regalo, de
vida, de alegrías, de penas, de cansancio eterno, de sentir pinchadas en el
corazón cada mañana al levantarme, que me duelen y me recuerdan que vivo, de
acostarme tras ver el cielo confiando en despertar, de asomarme a la mañana
siguiente a la ventana para ver el sol y vivir un día, que para cualquiera
puede ser el último, y quizás para mí un poco más.
Pero cuento con la familia,
que no me deja solo, y desde hoy con todos vosotros, con Calamocha, con la
suerte y con el Nazareno hecho Dios, esperando la llegada de cada Semana Santa
para volver al pueblo, y poder tocarlo y agradecerle tantas y tantas cosas como
le debo. Soy afortunado.
ORACIÓN
Son esos mismos diez años los que llevo recordando, escribiendo,
creyendo, en vano, que cualquier día pueda ser el último, que un día me caiga y
no me levante, o lo que es lo mismo, tengo un miedo atroz a que no me dé tiempo
a contar, tanto como pueda recordar, aunque sea incapaz, por más vueltas que le
dé, de recordar el pasado Viernes Santo, cuando hace tan solo un año, no hubo
procesión, por qué llovió. No lo recuerdo.
Hoy son todo prisas, encontrar un momento como este, para
reunirnos toda la familia calamochina, sentados y charrar, es un lujo, hay
trabajo, hay clases, faenas aquí y allí, horarios infernales, distracciones en
el bolsillo, pantallas en todas las habitaciones de la casa… me obsesiono, me
resisto a olvidar quien soy, lo que soy, gracias a quienes me rodearon y siento
que la familia, la mía y la de todos, en sus recuerdos se desvanece….quiero
creer, que lo escrito no se olvida… algún día pensaran, y por qué mi padre
tenía tanta fe en su pueblo, en su Semana Santa y en el Nazareno, una cara,
unas manos unos pies y una sotana… en lo escrito tendrán la respuesta a
prácticamente todo.
ALEGRIA
Los primeros años le contaba al médico como me encontraba,
acostumbrándome a vivir con ochenta pulsaciones mañana tarde y noche, trabaje o
descanse, al frio del invierno castellonero, ya no podría vivir en Calamocha
por más que ya no haga el frio de antes, tiemblo, y yo tampoco soy aquel crio
que miraba a la calle tras la ventana y un día se marchó a estudiar Geografía e
Historia a Zaragoza, sigo acostumbrándome al calor sofocante, al cansancio
repentino, al ahogo instantáneo, al despertar asustado en medio de la noche, a
que todo te duela, … escuchando por parte del médico:
Te quejas por que vives, tuviste la suerte que a otros les falto…
no te quejes, sigue adelante.
Así cada vez que volvemos a vernos, lo mismo que hago con el
Nazareno, simplemente saludo, y digo, otro año más.
FINAL
Gritas y nadie te oye, tratas de pedir ayuda, pero no puedes,
tampoco puedes moverte, en cambio si oyes y ves… sientes el cosquilleo que
recorre todo tu cuerpo, y te das cuenta, que tienes alma, y que esta quiere
abandonar tu cuerpo. Por fin oyes:
“Jesús vuelve, se te está parando el corazón” … Entonces lo
comprendes todo, quizás te estés muriendo.
Calamocha,
despierta, se te está parando el corazón.
La tentación de dejarse llevar es inmensa. Debemos continuar
caminando las tardes de abril en Calamocha, Rabal, Calle Real, Peirón
Estaré eternamente agradecido al pueblo de Calamocha, a la Semana
Santa y a su Junta. Quedo en deuda con todos y cada uno de vosotros. Y desde
hoy ya solo espero que el próximo año, todos cuantos estamos hoy aquí, volvamos
a vernos.
El cielo tendrá que esperar mientras aquí, entre nosotros, nos
necesitemos los unos a los otros y nos quede tanto por hacer. Que dios os
bendiga.
DECIMOQUINTO
( XV )
BULLA
Tambores,
carracas, matracas y silencio
Silencio,
silencio, silencio
La vida en
Calamocha una tarde de abril
Hoy vengo
a pregonar
Que
comience nuestra Semana Santa
Gracias
FIN
Castellón, un día de marzo del año 2017 recordando a mi Tío Víctor
“El Secretario”