Puente Romano de Calamocha. Cerámica de Villafeliche, detalle, juego de jarra y copas. Inauguración del Matadero, medio siglo después la cerámica brillante como el primer día.
domingo, 18 de abril de 2021
Las chicas del Rabal
De boda en el Peiron, allá en lo de Pardos, a mediados de los años cincuenta
A la derecha según se ve en la pantalla con un vestido de color gris, María mi madre, a continuación Carmen, la jota, luego la "Sastresa", después Pilar la "patita", después otra Pilar de la cual hoy mi madre ha recordado muchas cosas pero no el apellido ni el apodo pero que todos han reconocido como Pilar "la curra", y al final, Marisa la peluquera. La boda era de una de las "conchanetas"
Las choperas
El cuaderno gris.
Josep Pla
14 de agosto de 1919
El árbol típico de las arboledas es el chopo que tiene muchas variedades y es alto, esbelto, y elegante y parece haber sido creado para dar a las arboledas el encanto que tienen. El chopo tiene una hoja que cuando pasa un poco de airecillo repiquetea de una manera alegre y deliciosa, y asi, en estos parajes, hay siempre un ruidito más o menos vivo que fascina cándidamente los sentidos. Por otra parte, la hoja de este árbol, gira al impulso del vientecillo -como la del olivo- y así, cuando aparece en la luz llena la parte posterior, que es más clara, sin llegar a ser plateada, pero muy esponjosa, se produce, en las masas de estos árboles, una espuma ligera que no es tan consistente y metálica como la de los olivares peto que tiene una suavidad indecible. Desde el tren pensaba esta tarde en la gracia agradable que sería estirarse en la hierba de las arboledas, cara al cielo, y pasar un rato contemplando estos movimientos vegetales tan prodigiosamente inocentes y divertidos.
Las arboledas son, quizás, el espectáculo vegetal del país más unido a nuestra manera de ser. Es un espectáculo muy cambiante -de una variedad que, a veces, parece difícil de explicar, a lo menos en apariencia. Quizá la luz es el elemento más decisivo de su espíritu. Con determinadas luces las arboledas tienen una acogida alegre, radiante y agradable. Otras veces, tienen un aspecto triste, decaído, y deprimido. A veces, llegan a producir, al atardecer, tan solitarias, un miedo indefinible.
El quadern gris
Josep Pla
14 d’agost de 1919
L’arbre típic de les arbredes és el pollancre, que té moltes varietats i és alt, esvelt i elegant i sembla haver estat creat per donar a les arbredes l’encant que tenen. El pollancre té una fulla que quan passa una mica d’airet repiqueteja d’una manera alegre i deliciosa, i així en aquests paratges hi ha sempre un sorollet més o menys viu que fascina càndidament els sentits. Per altra part, la fulla d’aquest arbre gira a l’impuls del ventet –com la de l’olivera–, i així quan apareix a la llum plena la part posterior, que és més clara, sense arribar a ser platejada, però molt esponjosa, es produeix en les masses d’aquests arbres una escuma lleugera que no és tan consistent i metàl·lica com la dels olivars, però que té una suavitat indicible. Des del tren jo pensava aquesta tarda en l’agradable gràcia que tindria allargar-se en l’herba de les arbredes, amb els ulls al cel, i passar una estona contemplant aquests moviments vegetals tan prodigiosament innocents i divertits.
Les arbredes són, potser, l’espectacle vegetal del país més unit a la nostra manera de ser. És un espectacle molt canviant –d’una varietat que de vegades sembla difícil d’explicar, almenys en aparença. Potser la llum és l’element més decisiu del seu esperit. Amb determinades llums les arbredes tenen un acolliment alegre, radiant i agradable. Altres vegades, tenen un aspecte trist, decaigut i deprimit. De vegades arriben a produir, cap al tard, tan solitàries, una por indefinible.
El puente romano visto por Gerardo Sancho
Cada vez que llueve volvemos al rio, nos gusta ver bajar el agua desbordando sus orillas, tiene algo de hipnótico, lo mismo que la orilla del mar. La fotografía es del gran fotógrafo navarretino Gerardo Sancho, hecha en 1970, sobre un crecido rio Jiloca a su paso por el puente Romano, sin embargo, la fotografía mas bien parece el retrato de una mujer desconocida
Por los hondos caminos del estío
Por los hondos caminos del estío,
colgados de tiernas madreselvas,
¡cuán dulcemente vamos!
El cielo azul, azul, azul,
asaeteado de mis ojos en arrobamiento, se levanta
Todo el campo, silencioso y ardiente, brilla.
En el río, una velita blanca se eterniza, sin viento.
Pero nuestro caminar es bien corto. Es como un día suave e indefenso, en medio de la vida múltiple.
¡Qué sencillo placer diario!
Grafiti: De la + a cuestas
Por tanto : Nazareno: La inscripción puede leerse bajo la peana del calamochino. De modo que quien se crea hoy un adelantado por escribir con las mínimas palabras posibles, letras, símbolos y emoticones en un instante a buen seguro se equivoca. Nada nuevo, el ahorrar tiempo y letras resulta bastante viejo, mucho mas que la peana, cuya inscripción seguro la haría una monja, culta y con todo el tiempo del mundo allá por la década de los setenta cuando el Nazareno calamochino cambio su casa en el Rabal por el barrio bajo, y allí en el convento, todos santos revueltos necesitaban su identificación.
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