viernes, 13 de marzo de 2020

Año 1918 (La gripe y San Roque)


 
En tan aciaga fecha y en plena Primera Guerra Mundial que dejaría diez millones de muertos, también haría su aparición una pandemia que debido al movimiento de tropas viajaría con facilidad por todos los continentes y que, aun siendo originaria de Kansas, ha pasado a la historia como Gripe Española, simplemente por haber sido el primer país que dio la voz de alerta. En España sin embargo la llamaríamos con el sonoro nombre de Trancazo o más sutilmente con el de Soldado de Nápoles, por la novedosa actualidad de la recién estrenada zarzuela La Canción del Olvido.


Las devastadoras cifras de muertos por gripe dan idea de su magnitud, con más de cincuenta millones de fallecimientos en el Mundo, trescientas mil personas en España y diez mil en Aragón. Imposible la evaluación del número de los “invadidos” como así se les llamaba a los infectados, entre los que también encontramos al rey Alfonso XIII y a la infanta Isabel.


En Calamocha la cosa nos pilló con la lección aprendida por lo acaecido treinta y tres años antes a causa del cólera. Por un lado, el Ayuntamiento y su Junta de Sanidad puso pie en pared tomando una serie de acuerdos y medidas preventivas como queda reflejado en sus libros de actas; por otro lado el párroco mosén Juan Antonio Mollat organizó la subida de la imagen de San Roque de su ermita al templo parroquial donde permaneció desde el día 14 de octubre hasta el 30 de noviembre.


Junto a los incesantes cultos que se sucedían en la parroquia en honor del Patrón, nuestras abuelas trocearon una vieja capa de san Roque en cuadraditos de tres por tres centímetros que fueron repartidos por todas las casas, y sobre esos trocitos se bordó una cruz roja símbolo de San Roque y en su crucero un puntito amarillo en alusión a la peste. Estas piezas eran cosidas a la ropa de los infectados o puestas bajo el almohadón de la cama.


Y mientras en Zaragoza y Calanda debieron suspenderse las fiestas del Pilar, aquí en Calamocha nos libramos por los pelos de lo que pudo ser una catástrofe. Entre los cincuenta y dos fallecidos del año 1918 registrados en el Juzgado, solamente tres mujeres fueron las víctimas de la bronca neumonía gripal. El vecindario y en acción de gracias volvió a organizar fiestas en honor de San Roque los días 29 y 30 de noviembre de aquel año que por segunda vez procesionó bailando a San Roque por las calles de la Villa.
 
JESUS BLASCO El Comarcal Del Jiloca ( Fragmento del jarbe Año 1918)
  457 diciembre de 2016
Las devastadoras cifras de muertos por gripe dan idea de su magnitud, con más de cincuenta millones de fallecimientos en el Mundo, trescientas mil personas en España y diez mil en Aragón. Imposible la evaluación del número de los “invadidos” como así se les llamaba a los infectados, entre los que también encontramos al rey Alfonso XIII y a la infanta Isabel.

martes, 10 de marzo de 2020

Dias de Radio


En la esquina de Inocencio a la entrada del Barrio de las Escuelas por el Rabal, Maria siempre tenía encendida la radio. Podía sentirse la voz del locutor entre la niebla del sonido tanto como el olor a gloria de su cocina. Era la mejor hora para escucharla en aquellos días en que apenas podía sentirse algo la SER. Lejos quedaban los días de los viejos aparatos de nuestros abuelos olvidados tan pronto como llego casi su única alegría en forma de televisión.

Teníamos en la cocina un viejo transistor a pilas sin marca recordable en el cual sintonizar algo era la mayoría de las veces imposible. La escuchábamos desayunando, huyendo del frio sobre el calor final de la gloria y también a la hora de comer si había ocurrido alguna noticia, entiéndase mala. A veces por la tarde, la luz se iba y moría el blanco y negro de la tele y volvíamos a él tratando de escuchar el musical de la SER con su lista de éxitos que por entonces era de docena y media y no cuarenta.

Unos sanroques allá por la comunión mis tíos Carmen y Álvaro nos trajeron de Valencia un radiocasete Osaka, nuevo ya parecía viejo. Sonaría sin parar su radio hasta el día de su muerte muchos años después en el piso de estudiantes.

También con él nos batíamos en una lucha constante las noches de futbol tratando de seguir los partidos de los grandes en Europa, la copa del Rey o la liga. En lo más interesante se perdía la señal y entraba cualquier radio francesa o de más allá del estrecho, aburridas emisoras árabes eran el pan nuestro de cada noche. Apagabas la radio y rezabas porque todo cambiase.

Un sábado de tantos a mediados de los ochenta siguiendo la rutina buscamos en la FM y sin mas se escuchó la voz celestial, de Pedro Elías locutor de Canal 2 de Radio Zaragoza. Aquello nos cambió la vida a todos, grandes y pequeños, noticias y música a todas horas desde Zaragoza y en las desconexiones desde Radio Calatayud, pueblo del cual pasamos a formar parte. Aún recuerdo su número de teléfono para pedir una canción. Pronto en cada rincón de cada casa había una radio. Dios bendiga a quien puso en marcha aquel repetidor.
 
 

Al poco me jope a estudiar a Zaragoza y allí la radio no paraba. Con ella me despertaba y me acostaba y a la hora de la siesta escuchaba a Conchita Carrillo con la esperanza de que diese la palabra a la otra Conchita, Sebastián desde Calamocha. Recuerdo también una noche de madrugada dormido con la radio cuando una voz familiar me despertó, “Buenas noches desde la Siberia española, soy José Luis Campos”. Llamaba a un programa donde un genio capaz de hacer mentalmente operaciones matemáticas kilométricas retaba a los oyentes calculadora en mano. Como era de esperar José Luis no perdió la ocasión para promocionar su pueblo.

Treinta años han pasado desde que me despertara su saludo aquella noche y quince son los que lleva él y su equipo, hoy con la voz de Silvia por bandera haciendo radio de la buena a diario y magistral los viernes donde un grupo de tan alto nivel como buenas personas parecen haber encontrado el rincón ideal para hablar con total libertad. Algo que a lo largo de la piel de toro solo sucede allí en la casa de José Luis, la de todos. Felicidades con mayúsculas a Radio Calamocha- Cope Jiloca no cabe mayor suerte que poder encender la radio cada día con tu pueblo, con el país del Jiloca como protagonista. O bien en mi caso y el de tantos, acceder a ella desde la distancia a través de la red. Hubiera sido maravilloso tener una radio así en aquellos años del despertar a la vida, pero bueno, tampoco estuvo tan mal todo lo demás. Muchísimas gracias y felicidades.


Publicado en El Comarcal del Jiloca Febrero 2020

sábado, 1 de febrero de 2020

El Héroe de Los Pajaritos.


Recuerda Vicente Ortiz Pamplona aquel día de gloria en el cual se enfrentó el CF Calamocha al Numancia en los Pajaritos jugando como local. (1)

Sería 1978 y estábamos descendidos cuando el Numancia debía venir a jugar el último partido. Teníamos cerrado el campo tras el encuentro frente al Utrillas. Le llovió al árbitro una pedrada del cielo y nos culparon. Fue la mano de dios o de algún calamochino sentado junto a san Pedro quien la tiró. Nuestra directiva propuso jugar en Teruel pero los sorianos, campeones querían celebrarlo en su campo. (2)

España el entrenador nos advirtió: “vamos a Soria como locales, son buenísimos. Tienen a un tal Paco que lo siguen los grandes. Iremos a dar la sorpresa, aunque no sirva de nada. Saldrán confiados, ascendidos, en plena fiesta, vienen los de Calamocha dirán en Numancia y ¿dónde está ese pueblo? Haremos que lo sepan”. De entre todos se dirigió a mí: “Ortiz, eres el más rápido y estás en forma. El equipo te necesita más que nunca”.

Pase la semana pensando en el encuentro, del trabajo a entrenar. Un buen partido y me veía jugando en el Zaragoza o fichando por el Numancia. Era todo ilusión y el entrenador me había dado el peso del partido. Empecé a creer que ganaríamos. En el trabajo en la Balay lo fui pregonando entre los sorianos y todos decían, “Vicente, iremos animarte”

Llegó el día y el entrenador cantó la alineación, “con el uno tal, con el dos tal, con el tres tal”. Me quedé blanco. Yo jugaba con el dos, corría, marcaba al contrario, despejaba balones al organizador y pasaba del centro del campo solo si el rival era flojo. Un defensa serio. Quería morirme. Pensaba en lo que había corrido entrenando, lo poco dormido, los nervios, los compañeros de la Balay que habían venido a verme dándomelas de estrella. ¡Fanfarrón!. Y remató el bueno de España antes de la arenga final “con el once: Ortiz”. Me dio un vuelco el corazón:

“Los sorianos se han portado estupendamente, han pagado todo, nos han dado de comer como en una boda. De bien nacidos es ser agradecidos, pero vamos a sorprenderlos y si tienen un mal día ganarles. ¡Ortiz!, vas a salir como extremo y a ser el primer defensa, jugar al despiste, (tal cual invento calamochino), antes que el árbitro pite quiero que te pegues a Paco y no le dejes cantearse. Con eso tendremos medio partido. Lo veras bien, es un muy alto”.



Allí estábamos orgullosos, valientes y bien comidos dispuestos aguarles la fiesta, salir y vencer, un contraataque, un desmarque, un gol y amarrar hasta el final inventado también la defensa numantina. Un ambiente extraordinario. Nos veíamos con la victoria. Íbamos a poner las bases del fútbol moderno aquel día cuando un modesto descendido como el Calamocha derrotase al todopoderoso.

Saltamos lo busco, a escape lo guipo. Alto, fuerte, cuadrado, buen mozo. Me pareció un gigante. Unas hechuras de futbolista magníficas. Me pegué a él y pin, pan, gol, pin, pan gol. En un momento nos metió cuatro goles de todas maneras imaginables. Solo fue el principio. El gachó, un futbolista extraordinario, un fuera de serie para la categoría, además corría como un galgo y llegó a debutar con el Real Madrid en copa. Para colmo al ver que yo había salido a marcarle se puso a marcarme y no me dejo rascar bola. Nos metieron seis.  

Casi en el noventa, sin resuello vi un saque de banda a nuestro favor junto a la grada donde estaban los compañeros de trabajo y mi primo Antoñin que me llevaba a los partidos con el Ford Fiesta. Me arrastre medio campo mientras me jaleaban ¡Vicentin! ¡Vicentin! le pedí, rogué y hasta suplique a José el Cerillas el balón y saque de banda. 

Fue una cuestión de orgullo no quería joparme de Los Pajaritos sin tocar un solo balón. De hecho, esa fue la única vez que lo toqué, cuando saqué de banda, con el pie no la toque ni una. ¡Ni una!

Notas:

  1. En realidad el estadio donde se jugo el partido frente al Numancia en Soria no se llamaba Los Pajaritos, pero eso es lo de menos. Los sorianos jugaron, por el momento su último partido en categoría regional frente al CF Calamocha.
  2. De modo que el CD Numancia jugó su último partido en categoría Regional frente al CF Calamocha.
PUBLICADO EN EL COMARCAL DEL JILOCA EL 23 DE ENERO DE 2020



viernes, 24 de enero de 2020

Volverán

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
 
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!
NAVARRETE DEL RIO A LA PUERTA DE BAR Fines del siglo XX
 
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
 
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!
 
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
nadie así te amará.
 
Rimas
LIII Volverán las oscuras golondrinas...
Gustavo Adolfo Bécquer
 
FOTOGRAFIA ARCHIVO ANTONIO Y RAMONA
 
 

domingo, 29 de diciembre de 2019

Una fotografia, un recuerdo del CF Calamocha Monreal

Don Francisco Ortiz Pamplona, (Ortiz I ) guardaba la fotografía como lo que es, un tesoro. Agachado a la derecha según se ve la misma recuerda aquel partido del que me hablo días atrás tomando un chocolate con churros junto a la Plaza del Pilar y Ortiz II, quien también recordó sus días de gloria y barro en el CF Calamocha los cuales recordaremos otro dia.


Posiblemente el partido que refleja la fotografía tuvo lugar unas fiestas de san Roque, del año 1963 ahí parece no tener duda, jugandose el encuentro entre jugadores del Calamocha y del Monreal mezclados y revueltos en las alineaciones de uno y otro equipo, los jóvenes del Calamocha junto con los veteranos del Monreal, y viceversa, jugando asi los de uno y otro pueblo juntos en ambos equipos.


Evidentemente no recuerda el resultado, y en cuanto a la camiseta cree recordar que era blanca y verde y que la trajeron los de Monreal.


Al acabar el partido hubo rancho, de eso si que se acuerda, junto con lo que disfrutaron corriendo detrás del balón, metiendo goles a unos y a otros celebrándolos todos como propios, y las risas después a la hora de comer, el vino y el café de puchero. Probablemente habría un partido de vuelta en las fiestas de Monreal, pero no lo recuerda.


Por contra se acuerda perfectamente de un partido jugado días después en Fuentes Claras, pero eso ya es otra historia


Recuerdos, feliz año y suerte para los equipos.

CF CalaMonreal Año 1963 
Jugadores del CF Calamocha y Monreal juntos en un mismo equipo

sábado, 14 de diciembre de 2019

Los olvidados


Santiago, sonriente tras el mostrador de su relojería en el rabal, nosotros unos críos sentados en su suelo leyendo tebeos que cambiábamos por un duro. Enfermo desde niño, enfermo en la madurez. Sus muletas, la diálisis, su Renault 5 blanco adaptado aparcado en la puerta. El reloj de mi comunión regalo de mi tío Manolo que arreglo y aun funciona. Santos, alguacil, invalido de nacimiento, moto, faria, festejador tardío en la Vall de Uxó, cazador, pescador que nos enseñó a poner jarcias en los puentes del Cubo. Gigante en la entrañable comparsa calamochina por toda la eternidad. Domingo, penúltimo guardián del rabal a la altura de la Poza, esquina bar de Santos, también suyo, tranquilo, sin perder detalle, de andar pausado. Allí quieto parecía siempre a la espera. Y entre nosotros Pablo, el mayor, de apellido Marco Sancho, hermanos y solos junto a su madre, Manuela Sancho Rebollo, sus tíos Gil y Santiago, hermanos de esta y la más absoluta tristeza y pobreza desde el 14 de septiembre de 1936 cuando su padre don Pablo Marco Rando “fue muerto por defender su trabajo, por la cobardía, ignominia y traición de unos pocos. Por defender sus ideales perteneciendo como Concejal a un Ayuntamiento republicano. Porque no quiso huir al no tener causa ni motivos. Por que defendía a su mujer e hijos, por que fue Cabo en el servicio militar”. Asesinado.

Acabado el verano mi tía Pili dejo en casa de mis padres los libros dedicados que don Pablo me regalaba. Días después paseando por la playa le llame para agradecerle el detalle, él también estaba junto al mar apurando los últimos días del estío. “Leeré sus libros en invierno, con el frio” recuerdo que le dije, pero no pude esperar y comencé a leer un día de lluvia Los crímenes olvidados, 2003. Y lo hice por el capítulo IV. La historia de su familia mil veces escuchada en otros tantos corros, soy el primero en reconocer, la tenía olvidada. Y más allá de lo que uno haya oído, debe ser leída.

El relato de la vida del autor y su familia es sobrecogedor. Toda un lección vital. Su lectura en estos oscuros tiempos resulta obligada si uno quiere entender mínimamente lo que hoy se afanan en contarnos a base de vacíos titulares. Leerla supone sumirte en la tristeza de quien lo vivió en primera persona, de quienes crecieron sin tan siquiera poder preguntar a su madre que paso o donde estaba su padre. Con miedo, con hambre, sin futuro, desconfiando de casi todo. Pero también es una lectura de una vida tierna y esperanzadora, de grandes personas, de creer en uno mismo, en la familia y también en esa buena gente que a pesar de todo siempre hay a uno y otro lado. De querer cambiar las cosas empezando por uno mismo, estudiando, trabajando sin fin. Canto a la ausencia, a la madre y a la vida. Pura ternura y agradecimiento constante a quienes le ayudaron. Entre ellos el maestro don Ricardo Mallén, también perseguido.

Los primeros capítulos  recogen la vida de un hombre sencillo, su padre, con punto y final el día de su asesinato. Escritos sin rencor, dejando constancia de la tragedia en Calamocha y España, a través de unas líneas tras las cuales hay cientos de horas de investigación, reflexión y también desesperación. Líneas que conforman una imprescindible lección de historia al respecto de aquellos días del verano de 1936 y los años que vinieron después y de la cual apenas si encontraremos algo en los libros de historia. Leer a don Pablo, conocer la vida de su familia y de los olvidados de Calamocha ha sido un placer. Un triste placer al que todos deberíamos  acercarnos. Dios le bendiga.

Josep Pla: “Leer la historia es muy agradable, en invierno, al lado del fuego. Vivir la historia es más difícil que leerla o escribirla. A veces es algo terrible, algo indescriptiblemente cruel y doloroso”
Publicado en El Comarcal del Jiloca. Noviembre de 2019