sábado, 16 de noviembre de 2019

Camino de vuelta. Memorias


Acabada la guerra don José Sancho Cetina eligió venir al mundo en la vivienda que había en el viejo cine de la calle Cañizarejo de Calamocha. Muy a su pesar se jopo de allí al año y medio de nacer junto a sus padres a la vecina Cariñena. Y así viviría su infancia y juventud entre constantes idas y venidas en tren entre uno y otro pueblo siendo principalmente sus abuelos quienes le transmitirían el enorme amor por la tierra que le vio nacer.


Días atrás se hizo con mi teléfono y me llamó. Aunque habíamos intercambiado algún que otro mensaje a través de Facebook y comentado su libro Juicio en el Valle de los Caídos, aquel original y magnifico proyecto que hoy descansa en varias cajas a los pies de sus recuerdos en su despacho de Zaragoza, junto a un impresionante archivo vital con Calamocha como centro, fotografías, recortes, e innumerables escritos mayormente con el pueblo que le vio nacer como protagonista. Quería hablar conmigo y conocerme. Ademas tenia un regalo para mi. De paso por Zaragoza una tarde pudimos conocernos y hablar de nuestro amor por esa Calamocha que se nos escurre de las manos que conocimos y compartimos y cuyos recuerdos se desvanecen con el paso del tiempo como algo natural.


Camino de vuelta, constituye a decir del autor una novela entre la ficción y la realidad, Calamocha y en parte algo Cariñena es su protagonista. A caballo entre los recuerdos y el presente. Entre cuyas lineas puede leerse: “No tengo prisa, todo el tiempo del mundo esta delante de mi, pero si cierta impaciencia por recorrer viejos caminos, en los que mis pies de niño hicieron senda”

Narra en ella el eterno sueño de quienes un día se joparon: El deseo de volver al pueblo llegada la jubilación. Si magnificas son las reflexiones que dan sustento real al libro, el por qué de la vuelta, que hacer llegada la jubilación, si tiene o no sentido volver, como entretenerse o como evitar caer en la depresión; aun mas magnifico resulta todo cuanto nos contara en letra cursiva, los recuerdos que despierta en el protagonista la vuelta al pueblo donde nació y vivió el amor en tiempos del blanco y negro.


Constituye el libro todo un constante recuerdo de la vida en Calamocha a lo largo del siglo XX, todo un reflejo fiel de lo que fueron los días de nuestros abuelos y padres, la tierra, la guerra, la pobreza, el despertar a la vida. Lo cierto es que no echo en falta ni un solo aspecto digno de ser recordado que no lo haya hecho el autor. Absolutamente entrañables resultan de leer sus días de agostero en la siega y el retrato de su vida como aprendiz de barbero en las cuatro esquinas junto a su tío Santiago y ¡como no! el impagable recuerdo taurino a propósito de Francho y su cuadrilla de valientes, casi con toda probabilidad el último calamochino que mató un toro en nuestra plaza.

He tenido una suerte loca, don José fue realista e hizo tan solo las copias que sabia se iban a leer, en concreto trece. Doce las repartió entre la familia y la última me la regalo como si yo fuera Calamocha o el guardián de sus recuerdos. Leerla, darla a conocer, guardarla como un tesoro durante un tiempo y después devolvérsela a su legítimo dueño, Calamocha, sera mi cometido.

Próxima la despedida ante el eterno lamento de quienes un día nos jopamos, “voy poco por el pueblo”, recuerdo que me dijo. “Lo más bonito que tenemos en Calamocha es el cementerio y mira que da gozo ver el pueblo”. Cierto. A pesar del esperanzador presente siempre complicado nos gusta más mirar atrás y recordar lo que vivimos, escribirlo, y divulgarlo.

 JESUS LECHON MELENDEZ
Publicado en El Comarcal del Jiloca  Octubre de 2019

viernes, 1 de noviembre de 2019

Recuerdos del Club Deportivo Calamocha en torno a una vieja fotografía


Por Carina Cimadevilla Ribes y Jesús Manuel Lechón Meléndez

 Verano del año 2019


La historia completa podrá leerse en el último de los cuadernos del Centro de Estudios del Xiloca, y saborearse en el AMARIELLO

 

Cuando Carina respondió a un primer correo en el cual le había hecho llegar, un puñado de archivos tomados de El Baúl de la Memoria del Jiloca referentes a su familia, junto con un retrato de los años cuarenta donde su madre, mi madre y otras calamochinas posaban con apenas unos años. Ella me envió una vieja fotografía en cuyo reverso había escrito su madre: “Papá futbolista. Calamocha”.

 
Hubo un tiempo ya olvidado del cual nunca nadie recordó nada. De ello hace ya casi un siglo que allá en Calamocha sucedían cosas extraordinarias. Una de ellas fue el fútbol a comienzos de la década de los años treinta, cuando era realmente un espectáculo, cuando se jugaba por parte de unos pocos con tanta pasión como ilusión lograban transmitir a un pueblo, a una comarca entera.

 
Cuentan las crónicas, que unas fiestas de San Roque del año 1930, en el día de San Roquico se jugó el que probablemente a decir de lo escrito haya sido el partido más visto de la historia del hoy Club de Fútbol Calamocha, entonces Club Deportivo, o simplemente Deportivo. Siempre de rojo en su camiseta, de dos a tres mil espectadores.

 


La única crónica en la que hay constancia de que los equipos se hicieran fotografías corresponde al partido celebrado el 12 de octubre de 1930 en Calamocha entre el Deportivo y el Rapid Turolense, uno a dos a favor de los de la capital. Es posible que la fotografía sea de aquel día y estos sus protagonistas calamochinos.
 
Los equipos luego del disparo de varias placas fotográficas se alinearon en la forma siguiente:

 Club Deportivo Calamocha: Entrenador: Gómez de la Serna.Vicente, Tello, Muñoz, Lopez, Gargallo, Abad, Paulino, Royo, Lucia, Benedicto y Demetrio Ribes (Abuelo de Carina) 

Continuará...

sábado, 21 de septiembre de 2019

Navarrete. Cuaderno de escuela

DICTADO

Día 27 Liberación de Barcelona

Ayer fue un día de gloria para la Santa Causa Nacional de España. Nuestro glorioso ejercito liberó la capital de Cataluña. Barcelona, la que hasta ayer fue sede del marxismo español. Éxito rotundo, triunfo completo e importantisimo de las armas Nacionales que liberaron para liberaron para España la gran urbe catalana, centro industrial y comercial de primer orden y el más importante de España.

Los niños que asistimos a la escuela, una vez conocida noticia tan interesante como la entrada de los soldados españoles en las calle de Barcelona, nos reunimos frente al Ayuntamiento y en manifestación llena de entusiasmo y al frente con la bandera nacional, recorrimos el pueblo entonando cantos patrióticos y terminando con Vivas al Ejercito Español y a España con el saludo a Franco y desfile ante la sagrada enseña de la Patria.

¡Viva el Ejercito Español!, ¡Franco! ¡Franco!, ¡Franco!, ¡Arriba España!, ¡Viva España!






CARTA

Querido amigo, Con alegría inmensa hemos recibido la noticia de la liberación de Barcelona por las tropas nacionales en el día de ayer.

Aquí en este pueblo enseguida se echaron las campanas al vuelo y nosotros niños y niñas de las escuelas organizamos una patriótica manifestación llevando el jubilo y nuestros sentimientos de amor patrio por el recorrido, expresando así el entusiasmo que entre nosotros deperto tan grata noticia.

Bien merece nuestro glorioso ejercito el agradecimiento de todo buen español, ya que tantas paginas de gloria lleva escritas en esta Santa Cruzada que hace por la reconquista de nuestra querida España destruyendo las ideas disolventes que anarquizantes y separatistas que el marxismo había sembrado por doquier.

Ya me dirás los actos que en esa ciudad se realicen pues supongo que han revestido una brillantez inusitada como sabe hacerlo el pueblo aragonés para honrar a su Patria.

Sabes que te aprecia tu invariable amigo.

miércoles, 5 de junio de 2019

Retorno fugaz

En la fotografía, sobre el puente romano, a su resguardo, a los pies del rio Jiloca, acunado por sus aguas, bajo la protección de las choperas, un artista ejemplar: JOSE LAPAYESE BRUNA (Calamocha 1899- Madrid 1982) en una de sus visitas a la tierra que le vio nacer.
 
Retrato de familia y mucho más, pues todos nos podemos ver identificados y reconocernos a nosotros mismo, toda una pequeña gran obra de arte, cuya sola visión te envuelve en la tranquilidad y recuerdos del lugar, cuarto de estar de todos nosotros los calamochinos.

Todos, en algún momento hemos vuelto al pueblo, con prisa, sin tiempo para nada, a veces por compromiso, pero no hemos podido evitar dejar de pasar por uno u otro lugar, como el puente o la fuente, marcharnos sin verlos seria como no haber estado.
 
Xiloca, Colecciones de Arte, Nº2
 

 
 
¿Cómo era, Dios mío, cómo era?
¡Oh corazón falaz, mente indecisa!

¿Era como el pasaje de la brisa?
¿Como la huida de la primavera?

Tan leve, tan voluble, tan lijera
cual estival villano... ¡Sí! Imprecisa
como sonrisa que se pierde en risa...
¡Vana en el aire, igual que una bandera!

¡Bandera, sonreír, vilano, alada
primavera de junio, brisa pura...
¡Qué loco fue tu carnaval, qué triste!

Todo tu cambiar trocóse en nada
¡memoria, ciega abeja de amargura!
¡No sé cómo eras, yo qué sé qué fuiste!
Retorno fugaz, Juan Ramon Jiménez
 

jueves, 16 de mayo de 2019

El Comarcal del Jiloca XX Aniversario


Desde el origen de frio

El Comarcal del Jiloca celebra su XX Aniversario

Fue mi padre, aún hoy lector empedernido de viejos periódicos, quien nos enseñó amar la diaria letra impresa en aquellos años de la vida tranquila, cuando los periódicos iban de una casa a otra, olvidado su primer dueño, con noticias que parecían eternas y se leían sin importar la fecha de su publicación. Sus enormes hojas, sus dobles imposibles, su áspero tacto, su olor, las manos tras su lectura manchadas de tinta y el quedarte dormido entre ellas, abrazado a sus hojas, al mundo entero, eran en su conjunto todo un placer difícil de olvidar.

Fue después mi madre, quien, de un modo inesperado, consolido nuestro amor por los periódicos. Tuvo un trabajo ciertamente privilegiado como limpiadora del instituto y allí a la hora de la merienda junto con sus amigas Trini y Pili devoraban algo más que un sano tentempié, devoraban conocimiento en forma de periódicos. Los indultaban, rescatados de la papelera y les daban una nueva vida, los leían a matacaballo y tanto si había algo interesante como si no, la mayoría de las veces se los llevaban a casa. Mi madre volvía sobre las diez y decía las palabras mágicas, “Os traigo el periódico”, ¿el Heraldo, o el Lucha?, preguntábamos. Y si añadía: “Sale Calamocha” La felicidad era absoluta.

Mucho tiempo ha pasado desde entonces para todos y muchos otros periódicos hemos tenido entre nuestras manos, de comprar y leer casi a diario durante los años de estudio, cualquier cabecera servia, a lector de suplementos de fin de semana conforme me hice mayor y comencé a trabajar. Ha cambiado también y de qué manera en apariencia la vida misma, ha llegado internet, lo inmediato, lo aparentemente gratis, y con ello las prisas y la “barra libre”, y sin duda, lo peor de todo es que hoy las noticias que traen resultan tan efímeras y tan poco creíbles que se torna imposible encontrarlas. Malos tiempos para la prensa escrita.

La pregunta hoy seria: ¿queda algún periódico que se pueda leer?, que te haga sentir en buena medida lo que en su día fue el papel. La respuesta, afortunadamente para aquellos que nacimos o viven a orillas del Jiloca es, sí. Somos unos afortunados.

Es en estos momentos de celebración cuando me doy cuenta de que realmente de aquellos primeros días en los que leer cualquier periódico era un auténtico placer, tan solo nos queda en casa EL Comarcal. Su imprescindible lectura es casi una cuestión de necesidad vital, su compra es obligada cada vez que vuelvo por Calamocha, otras veces lo encargo desde la distancia, y ello me resulta el mayor de los placeres, y suelo comprar dos ejemplares, porque con uno, no tengo bastante, y los compro junto a otros periódicos en los cuales, aunque escasamente, aun confió, y todos salvo un ejemplar de El Comarcal se los doy a mi padre sin leer, y me vuelvo a Castellon con mi comarcal bajo el brazo, lo mismo que con el cañao y el jamón, y llego a casa y lo dejo sobre la mesa, y pasan los días, y las semanas y por fin lo leo, y me quedo feliz dormido entre sus hojas, al tiempo que me llegan recortes ya de números más nuevos de una u otra noticia al correo, y leo su portada en la red. El Comarcal en su conjunto me devuelve la esperanza en el papel impreso, y ese milagro del que podemos disfrutar, se torna imposible dejar de amarlo. Milagro que discurre paralelo al rio de nuestra vida, al Jiloca, entre Monreal y Daroca, abrazando a todos y cada uno de esos maravillosos pueblos que conforman algo mas que una imaginaria comarca, un modo de vivir.


Felicitar a José Antonio Vizárraga, artífice de todo esto resulta obligado, de hecho, todos deberíamos hacerlo sin dudarlo, y animarle al tiempo a continuar con ese trabajo como artesano del papel, que tiene también algo si no todo de héroe, agradeciéndole así, tantos momentos de lectura como nos ha dado, como el hecho de haberse convertido en altavoz de una tierra que como el mismo periódico parece sobrevivir en un milagro continuo.

Felicidades y gracias, por tantos buenos momentos, a pesar de que a veces las noticias, los hechos, que no por conocidos dejan de sorprendernos, no sean los que nos gustaría leer, 20 años quizás no sean nada, pero si lo son para la tierra del Jiloca, ¡por dios!, ha cambiado hasta el tiempo meteorológico en estas dos décadas, el sol a veces parece otro y el frio nos ha abandonado. La hemeroteca si algún día tenemos acceso a ella, dará buena cuenta de todo, y sin duda debe ser todo un paraíso del tiempo compartido, un placer de lectura.

Finalmente, como lector, seré egoísta, los lectores, debemos serlo, ¿cuándo nos sorprenderá con una nueva novela?, cuándo podremos ver sus películas en la pantalla grande, o en el patio de las monjas, una noche de esas en las que estemos todos, también los que un día nos marchamos y encontramos cada quince días en la lectura de El Comarcal un lugar para volver a vivir lo que fuimos, una esperanza de continuidad.

Felicidades, gracias y recuerdos

 

lunes, 1 de abril de 2019

Rey D´Harcourt, hoy un "calamochino" más



Acabo ahora de leer en una tarde de primavera fría y lluviosa, el libro que lleva por título El Coronel Rey D´Harcourt, el héroe defensor de Teruel, asesinado y después humillado. Prologado por don Fernando Rivera Rey D`Harcourt, nieto del protagonista del libro escrito por Fernando Martinez de Baños, quien entre otras muchas cosas, ha publicado con anterioridad otros muchos libros siendo Doctor en Historia por la Universidad de Zaragoza y Master en Relaciones Internacionales. El libro que nos ocupa ha sido publicado por la Editorial Delsan-Historia hace tan solo unos días en Zaragoza. Don Fernando es ademas militar, Coronel de Artillería retirado.


Desde hace unos años, Domingo Rey D´Harcourt, (Pamplona, Navarra, 1885 - Pont de Molins, Gerona, 7 de febrero de 1939) es un "calamochino" más por descansar sus restos entre nosotros, allí donde están los mejores calamochinos, en el cementerio de la villa. Un lugar sin duda tranquilo, entre el sol del amanecer de la Dehesa y la puesta del mismo por santa Bárbara, patrona de la Artillería, al abrigo del cierzo, la nieve y el hielo de antaño.

Al menos dos preguntas antes de continuar: una ¿quien fue el coronel Domingo Rey D´Harcourt? Y otra, por qué debemos conocerlo, mas allá de que hoy sea para nosotros un calamochino más.

La respuesta esta en lo escrito por Martínez de Baños, documentado y ameno, dentro del horror que supone leer el discurrir de los hechos, muerte, hambre, guerra, dolor, y muy didáctico, pues al final nos cuenta no solo lo ocurrido, si no también lo que pudo ocurrir de un modo sencillo, como lo hacían nuestros mayores, a nosotros que ya tenemos una edad cuando nos hablaban, siempre a petición nuestra, de aquellos días del jaleo, y lo hacían sin rencor alguno, aquello paso y nunca debía repetirse nos advertían, la persona, la vida, estaba siempre por encima de todo, "quien mas perdió es quien murió", concluían con tristeza. Puede leerse incluso como si de una novela se tratase dado que no es un texto militar en si, en cualquier caso, no es una novela histórica, si no real, y dura.








Voy a cometer el acto más heroico de mi vida, me voy a rendir” Fueron las palabras del Coronel a su esposa a comienzos de 1938 cuando por fin los republicanos pudieron tomar Teruel, única capital de provincia que lograrían conquistar.

De un modo sencillo diremos que se encontraba el coronel entre la espada y la pared, allá por el invierno de 1937 camino de 1938 de modo que podía haber muerto como un héroe ante los suyos, a la postre vencedores. Y haber muerto solo, tal y como lo dejaron, sitiado a merced del ejercito republicano, sin ayuda, esa ayuda prometida que nunca llegaba, podía haber disparar hasta la ultima bala y morir.


Muerto de tal forma inmediatamente habría tenido honor y gloria y más tarde calles, avenidas y plazas. Al menos por un tiempo, por unos años, por unas décadas, pues ahora las placas rodarían por el suelo. O bien podía rendirse. Me pregunto qué habría hecho yo.

En cualquier caso era consciente de que el resultado final para él siempre seria el mismo. La muerte. De estas condiciones solo quedo yo excluido, a mi que me fusilen” diría al rendirse y asegurar las condiciones, valga la reiteración, de los suyos, militares y civiles frente a los sitiadores.

Pero hay una gran diferencia entre dejarse matar por la propia gloria, arrastrando a todos cuantos te rodean y rendirse, a sabiendas de terminar corriendo la misma suerte, la de la muerte. Pues con su rendición salvo la vida de sus soldados, y civiles, cientos, miles, asediados, por el frio, el miedo y el hambre, sin armas, sin apoyos, condenados a una muerte casi segura. Y ese hecho le honra, y deberíamos honrarlo.







No es el libro una biografía, ni un estudio de la Batalla de Teruel, si no un poco de todo o en realidad algo mas, pues en sus paginas podemos leer la vida del coronel Rey D´Harcourt desde su llegada a Teruel hasta su muerte. Leeremos así con todo lujo de detalles la toma de la pequeña capital por el ejercito republicano, su defensa, los movimientos de unos y de otros, táctica y estrategia militar, hasta el mismo momento de la rendición. 


Es entonces cuando quizás la obra se vuelve mas personal, mas emotiva, mas sencilla de seguir y por tanto de leer, y ya la empatia hacia el coronel y los suyos es total, también hacia otros muchos protagonistas, en su ir y venir de una lado a otro, ahora ya como prisioneros, mientras los suyos ya hablaban de ellos como cobardes, traidores... Podía el coronel tal vez pasarse a las filas republicanas, servir en un canje de prisioneros, huir a Francia, pues ni entre los suyos iba a estar seguro. Mejor leamos el libro. De un lugar a otro, de una cárcel a otra, de unos captores a otros, quien no conozca el final, que no siga leyendo.

Al final, el coronel y sus hombres, murieron por así decirlo en la orilla. Ya con el ejercito nacional a uno o dos días de tomar el control de Cataluña, a un paso de Francia y ahí la reflexión final aportada por el autor de la mano de la familia da que pensar y mucho de que sucedió en realidad aquel 7 de febrero de 1939


Quien y por que le ato finalmente junto a su buen amigo el Obispo Polanco juntos presos del primer al ultimo dia, único protagonista de la historia que no sufrió la represión franquista por así decirlo. Quien les ordeno a todos subir a los camiones.Quien los mando parar. Quien en suma les asesino y por qué, ¿por ser soldados del bando nacional o por haberse rendido?

A leer.

PD Mi recordado Fernando, mi otrora Cto. ha sido un placer volver a leerle, mi mas sincera felicitación por el libro, por su rigurosidad, cariño y sabias palabras a la hora de tratar la guerra, y en especial a las personas, la vida misma.

JESUS LECHON
Otrora, Soldado de Biblioteca AGM 95º3
A sus ordenes.