Éramos ya mozos, de todo esto que te cuento, aunque aún no habíamos entrado en quintas, seria allá por el principio de los
años cincuenta poco más o menos, cuando llegadas estas fechas de la Semana Santa, todos, chicos
y chacos, mayores y pequeños, recuerdo que teníamos que ir "obligados" si o si, a la iglesia a ver al bueno del Cura y confesarnos, y ojo con
no ir, que allí tenía la lista, y conforme acudías a cumplir te tachaba y
listo otro año más. Si no acudías, te hacían la cruz, y ya podías atarte los machos.
Así que la Tía
Marcelina y la abuela Xalatación, aquel día, me acuerdo como si fuera hoy, mano a mano las vecinas allá en el Peirón, no
hacían más que decirnos, venga maños ir y no hagáis caso a
nada, que si este no va, que si aquel tampoco, que al final van todos, ir y quitároslo
de encima cuanto antes y un estorbo menos, no cale que le deis más vueltas. Si total no
creáis que el Cura tiene ninguna gana de veros, que a mí me parece que como
todos los sacos de carbón, no tiene ganas de verse, si fuese por él, ni misa cantaría. Pero le obligan.
Y qué ibas hacer, pues ir, mira qué remedio te
quedaba, total una tontería como otra cualquiera de las muchas con las que toca
cargar a lo largo de esta santa vida, para que te querías complicar, y luego dar
explicaciones a unos y otros, a los beatos del pueblo que con la lista en mano, al Cura ni
le iba ni le venia, era el que menos le importaba, pero a los beatos, como te digo, a las fuerzas vivas, daban un mal, señalando a unos y a otros…
Ibas
y a cáscala a Luco, a chiflar a la vía del Bao, y como un día es un día y una paliza es un rato aquel año agarramos los dos nada más comer, fuimos los primeros en presentarnos ante el Cura. Los malos
ratos a pasarlos cuanto antes, y procurando que no nos vieran para luego contarles
a todos, que aquello no iba con nosotros, que ya podía esperar el Cura senado en el confesionario, que no
iríamos a contarle nada ni aun que viniesen los civiles a buscarnos, además
los teníamos, el Cuartel, en la puerta casa, y eramos de confianza.
Conque nada,
llegamos a la iglesia, echamos a trapalear de un lado para otro, y mecaguen el
tío el copón que no está, que aquí no hay nadie, tira a buscarlo, échale
un lazo. Así que nada, al final, con miedo, nos asomamos a la Sacristía y allí estaba echándose un rosquete el
hombre, con un frío que hacia terrible. Pero a escape nos guipo el gachó y en eso que el vecino le dijo: “Buenas Mosén, venimos a confesarnos, para que nos borre de la lista, le esperamos ahí fuera, ya saldrá cuando acabe.
Iré yo primero”.
De eso nada, dijo
el cura, los dos a la vez, y aquí ahora mismo, venga pasar, pasar, todos a dentro,
¿hay alguno más?, …se ve que el hombre estaba allí a gusto o tenía prisa o más
faenas que nosotros y quería acabar cuanto antes, no os sentéis que no hace
falta, venga que queríais:
Y en eso el vecino,
echa hablarle, yo primero dijo, confesarnos, a eso hemos venido a confesarnos por
Semana Santa, este y yo, total que empieza a soltársele la lengua, se le va de
golpe la vergüenza y empieza con la cantinela: “Ave María Purísima. Padre yo…”.
Mira como si lo
viera, agarra el cura, recién despertado de la siesta como estaba, durmiendo
que estaba que no dormido… y empieza a gritar, cállate, callaros los dos, que
vosotros ya sois mozos y os conozco, a mí con tonterías ninguna que os enderezo
en un abrir y cerrar de ojos, cállate, callaros lo dos y decirme, sinvergüenzas, decirme y no mi mintáis, ¿vosotros vais al baile?. Pensaros que contestáis, que Dios lo sabe todo, y yo también.
Nos quedamos los
dos sin saber que decir, porque claro, a la vista estaba que el tío se
levantaba y nos dabas dos hostias a cada uno por penitencia, dijéramos lo que
dijéramos y nos mandaba a casa y santas pascuas, y ya tanto insistir el Cura que el bueno del vecino acertó a decir:
Si Mosén, vamos al
baile, pero bailamos conforme Dios manda.
Y que le quiso decir. Virgen Santa. Aún me parece que
lo estoy viendo al tío, se agarra el Cura la sotana se levanta más furo que un jabalí
y se viene hacia nosotros y venga a chillarnos, que lo sentirían de San Roque
al Santo Cristo.
Enteraros de una
vez por todas, Dios no manda bailar de ninguna de las maneras. Fuera de aquí
los dos y no volváis jamás. Bailar conforme Dios manda, habrase visto que par
de desustanciaos, si os agarro os avío. Fuera, fuera.
De Los Años de la
Cazalla.
La última
confesión.
Domingo de Ramos Año 2015