Dos, tres, calamochinos, lo mismo que si sólo hay uno, un
domingo a la hora de comer, lejos de los cuatro puntos cardinales que les
vieron crecer y aún nacer, de la Dehesa a Santa Bárbara del Salto a Gascones,
de qué van hablar si no es de Calamocha, originales, monotemáticos, sin remedio
aburridos. Siempre con la misma cantinela.
Uno se da cuenta que ya no es de Calamocha cuando baja la
Calle Real hasta el Peirón, y no encuentra a nadie con quien pararse a charrar
un rato. Ni siquiera a Manuel, quien tiene el don de la ubicuidad y el
conocimiento a la par.
¿Te acuerdas de?, ¿y aquella vez que?. Si, pero de lo
otro ni idea, no lo había sentido, no sé de que hablas…. Los recuerdos
aparecen más rápido de lo que podemos recordar. Sera mejor dejarlo, hablar de
otra cosa.
Uno se da cuenta que ya no es de Calamocha cuando baja toda
la Calle Real hasta el Peirón, y saluda por educación a unos y otros, y se da
cuenta asimismo de que a quien saluda se dice para sí, “no sé quien será, pero
mira que forastero más majo”. Nadie te conoce ya. A nadie conoces, ni jóvenes
ni viejos, ni aun yendo cada quince días como dice Miguel.
Abandonamos los recuerdos, después de un buen rato, cuando
ya es inevitable que uno y otro no sepamos de lo que se está hablando ni nos
apetezca echar la vista atrás y entonces, hablamos de lo que trae el
tiempo. ¿Te has enterado de lo que ha pasado esta semana?, ¿y de esto?, ¿y aun
de aquello? Asistimos atónitos a lo que se cuenta en la mesa, ni idea, en
internet solo se leen tonterías, cuenta, cuenta, los padres saben más.
Uno se da cuenta que no es de Calamocha cuando baja toda la
Calle Real hasta el Peirón, y al encontrase con un conocido, tiene tantas cosas
de que hablar, que finalmente solo habla del tiempo, pues no se atreve a
preguntarle, por su padre, por el abuelo,… por temor a equivocarse, y a que éste
haya muerto años atrás.
Así se nos va un buen rato, con los temas de
actualidad que aún van de boca en boca, pero como todo, pronto se acaba el
tema, lo damos por zanjado con aquello de “nosotros ya no somos de Calamocha”
el pueblo no da para más, afortunadamente en tal caso.
Damos carpetazo al tema de la actualidad, lo nuestro son
solo recuerdos, en concreto el miedo a olvidar, los recuerdos de algo que ya no existe.
Terminamos: A mi ver va un tiempo más malo que el copón sobre todo para el
tocino se ve que no se jorea nada, hasta los campos están de vuelta. ¿La gente
aún mata tocinos?.
Uno se da cuenta que ya no es de Calamocha cuando
baja toda la Calle Real hasta el Peirón, y se va fijando en las puertas
cerradas, en las sillas que antes ocupaban los portales, en la gente que se
fue. A veces, ves a alguien, y hasta dudas de si no será un fantasma fruto de
tu imaginación, ¿pero aún vive ese hombre, si ya era viejo cuando yo era un
crio?, no puede ser.
Así llegamos al café, os apetece algo de Retacia, es el
momento de la reflexión, después de tanto recordar y hablar. A mí no, por hoy
vale, estoy bien así, no nos podemos quejar, como parece, hacen allí, no
paran de decir que están más jodidos que Arpa Vieja, allá en el pueblo, aquí no
estamos ni mejor ni peor. Cualquier día nos quejamos también. Además nosotros
ya no somos de Calamocha, solo vamos cuando la ocasión lo requiere sea boda,
bautizo o comunión, es decir si vamos, vamos de entierro, así que mejor no ir.
Uno se da cuenta que ya no es de Calamocha cuando baja toda
la Calle Real hasta el Peirón, y resignado da en pensar que ha tomado el camino
equivocado, pues sin lugar a dudas para dar con alguien conocido, ha de tomar
el camino de Navarrete y pararse en el cementerio, leer sus lápidas.
Déjalo estar, voy a cortar un poco jamón, y nos terminamos
el cañao, ya cansa el tema, siempre estamos con lo mismo. Parecemos a
Tarambana, Gil, Tomas y compañía que a todas horas están con la palabra
Calamocha en la boca, pregonando a los cuatro vientos, que nada hay mejor que
su pueblo. Y la cosa no es así. ¿O si? Ese camino llevamos, convertirnos en
uno de ellos. Cuestión de tiempo.
Uno se da cuenta que ya no es de Calamocha cuando
baja toda la Calle Real hasta el Peirón, y alguien le para y le dice, “oye tu
eres el que escribe en internet eso de los recuerdos, mira tú maño, que tengáis que ser los de fuera
los que hagáis esas cosas, siempre es lo mismo”.
Recuerdo aquella vez en el Restaurante el Moli en Vila
Real, con aquella familia celebrando el cumpleaños de la abuela y que llegado el
postre, como tenia azúcar no le daban tarta, y en eso salió Calamocha, Pepe en
su defensa, “Abuela, pero qué familia es esta que no le dan postre, pero aquí
quien paga, no es usted, pues haga y deshaga, que tontería es esa del azúcar, excusas, si todos estos están deseando heredar, ¿sabe lo que comemos de
postre los de Calamocha?, jamón y a veces hasta un plato de conserva con un poco
tomate, que se ha quedado con hambre dice y no le dan postre, solo soplar las velas…. No se apure, que les vamos a joder, le traigo ahora
mismo un plato de cada, jamón y conserva, y déjeles la tarta a esos que tanto la quieren. Si los
franceses de postre toman queso, los de Calamocha si no tomamos un poco de
jamón, no somos nada. así son las cosas, mándelos a fer la mar. Ese pan tan bueno abuela, se llama cañao, ahora le pongo un poco
para cenar”
Nada
que reprochar, el camino llevamos, nosotros, ya no somos de Calamocha, todo un halago lo dicho,
pues uno mismo, cuando le preguntan, “¿de dónde eres?”, hace años que contesta.
De Castellón.