Que recuerde, ningún santo, ni de aquí ni de
allá, ni del Rabal ni del Barrio Bajo, ninguna sotana, por muy grandes que fuesen
los galones que portase o escondiese, ni nunca en suma, ningún triste atardecer
de jueves santo, ni nada ni nadie, que uno haya visto, ha podido reunir a tanta
gente a las puertas del Santo Cristo. Gente expectante, en absoluto y
respetuoso silencio, en orden.
Tanto es así, que en los instantes previos, ante
el silencio reinante, costaba creer que bajo el porche de la ermita, sin apenas
luz, fuesen fiestas de San Roque, y la vista se te iba tratando de hallar al
cura, los hábitos y tambores y a las pocas beatas que quedan vela en la mano
por las aceras, …
Nunca tanta gente nadie logro reunir, como
logro en las pasadas fiestas, en la noche de la Virgen, una guitarra, unas
enaguas, un cachirulo, un par de castañuelas, en suma, la salida de la ronda a
media luz. Impresionante.
Allí en medio, como un monaguillo “apegao” a
las faldas del cura, repare en la figura de Paco El Raba, junto a los joteros y
joteras: “Arrímate bailaor, arrímate que no pecas, que el bailar y no
arrimarse, es comerse el pan a secas”.
Y comenzó la ronda.
A veces Paco, ahora Francisco, habla de si
mismo en tercera persona, pausadamente, como aquel que ha vivido otra u otras vidas:
En el Barrio siempre se han cantado jotas, Paquito
lo recuerda, parece que estemos partidos por el callejón, que haya dos barrios
en la calle, la costera y el llano, pero no es así, nunca fue así.
Recuerdo de crío la hoguera de Santa Lucia, en
la parte de arriba del Barrio, todos venían, entre la casa de la Tía Antonia y
la casa de los Tarambanas, con Pepe, y su hermano Paco, ellos mayores que yo,
todos alrededor…
Y de pronto de la leña de la augera nos salio
una rata como una liebre, y todos chillando… la rata corría pa todas caras, y
en eso que enfiló hacia la casa de la Tía Antonia, y esta que al sentir el
ruido salía se la encontró al paso, y la rata, al verla, cagada de miedo que estaría,
se le metió entre las faldas buscando un lugar donde esconderse.
La hostia, tu, Paquito se acuerda de aquello
como si lo estuviera viendo, que a ti a buen seguro te lo habrán contado más de
una vez (y así es). Y la Tía Antonia,
sin moverse, con todos nosotros allí en frente acojonaos, riéndose, que siempre
estaba riéndose, … se llevó las dos manos a la entrepierna, agarro la rata y
dijó ya esta, … no veas, … cogió y apretó
fuerte las manos, y la rata soltó un chillido, que aun lo tengo en la cabeza, y
ella sin parar de reírse, ale, ya ha
estirao la pata, y sacó la rata con el cuello partido y nos dijo … zagales, la espeleto y la asamos o la
tiramos. Joder que impresión, yo no tengo cojones de hacer eso, ni aun hoy.
Que mujer.
Y luego de cenar, llegaban las jotas,
cantadas por La Manola y la Tía Ángela, la madre de Fermín, aquella mujer era
un diccionario jotero, de jotas verdes y picantes, que ahora ya solo recuerda
la madre de Paquito. He de hacer lo que dices, escribirlas, antes de componer
nada.
La Jota de
Calamocha
Puente Romano, el molinero,
Fuente del Bosque, con lavadero,
los rabaleros del Santo Cristo
sabes morena lo que te quiero
campos inmenso, valle el Jiloca
esta es mi gente, este es mi pueblo
(Paquito, 2011)
Coplas de Jota,
cortas.
Pa cantar una jotica,
con gracia y con salero
lo primero hay que ser maño,
y si es posible rabalero,
si es posible rabalero
pa cantar una jotica.
Y otra más…
Esos ojos en el cielo,
son estrellas y lucero,
por eso sabes mañica,
lo mucho que te quiero.
(Paquito, 2011)
Continuara…
He pensado que para el próximo año, estas
jotas u otras, las cante Paquito la noche de la Virgen, al salir de la rondalla
en el porche del Santo Cristo o en la esquina del Barrio, salir un poco antes,
pedir permiso, dejar la vergüenza en casa y cantar, no tengo traje de baturro,
y poca voz, pero me pondré el moquero en la cabeza, una botella anís y una
cuchara para marcar el tono y cantare, … así que necesito que el Barrio me
ayude, y que me acompañéis.
De vuelta a casa, su madre, desde el balcón,
nos canto una jota de ronda a capela, una tras otra, media docena, si la salida
de la ronda del Santo Cristo, fue enormemente bonita, para las jotas del
balcón, ya no me quedan palabras.
PD Es, a mi ver, la jota, la nueva religión
de Aragón, si juzgas lo que ves y oyes en su televisión, no hay más realidad
que esta.
En caligrafía, las jotas escritas por
Paquito, feliz sin ordenador, sin Internet,…
Gracias por dejárnoslas, y gracias por todas
las fotos que iremos, con su historia, “colgando”.