sábado, 9 de octubre de 2021

Una tarde en Navarrete

 Sucedió la tarde del primer viernes del mes de septiembre pasado. Fue entonces cuando cometí la temeridad de exponer, colgar un par de docenas de fotografías, unas hechas por mí, otras del archivo de Ramona Romero y Antonio Peribáñez una vez revueltos los cajones de su casa al mudarse a Santa Margarita y hasta alguna que otra de autor por mi desconocido allá en Navarrete en el interior de su llamado pabellón multiusos, cuya fachada luce cual castillo y alberga entre la postrera sombra de cada día a los navarretinos.

Lo primero que hice fue pedir perdón. Nunca he hecho ninguna exposición salvo en el Amariello, fotos que algún día he de renovar y llegar y exponer en la cuna de don Gerardo Sancho * no sé si era lo más apropiado. Lo dicho una temeridad.

* Gerardo Sancho del Ramo (1911-2006) Fotógrafo natural de Navarrete del Río. En 1923 se marchó a Zaragoza. Su tío administrador de “Heraldo”, le buscó trabajo en el periódico donde sólo quedaba un puesto como fotógrafo. Nada se le escapaba, nada le parecía irrelevante. Testigo imprescindible de cuanto pasaba, como un incansable cronista gráfico a pie de calle. Tras su jubilación marchó a Valencia, donde falleció. (Xilocapedia)

Días atrás Isabel Moragriega me pidió fotografías. Conchi Puértolas se implicó en cuanto solicite su ayuda, mil gracias una vez más. Pendiente queda una comida y otras muchas tardes. En realidad, uno era lo de menos. Se trataba de pasar una tarde diferente, de hacer algo sin más, antes de que los agosteros se joparan y las paredes del pabellón no tengan a nadie a quien acoger a esa hora en la que el sol se recoge por Calamocha. De poner en valor primero a través de Ramon Fandos, castellonero afincado desde hace unos años en Navarrete que vivir y trabajar y hasta emprender en los pueblos pequeños es posible. Él teletrabaja como profesor de inglés y emprendedor a través de Solartint  Y de Natalia Arbues quien lo sabe todo en cuando a la indumentaria aragonesa y va y viene todos los días al Charco a trabajar. En suma, eso que nos gusta tanto, contar y escuchar historias.



Finalmente, la fortaleza multiusos se lleno y disfruto especialmente entre el trajín de la indumentaria. Mientras, fuera, con el entrañable Jesús Ariñez a la cabeza, resulto, había más gente que dentro como en las misas de antaño a las que nunca entraban los hombres. Que para eso eran hombres, no se fueran a pensar.

¿Y ahora qué? ¿Qué hacemos con toda esa gente? Comentamos con Isabel, Conchi, Visi cuando todo parecía acabar. ¿De perdidos al rio? El Pancrudo es fácil de vadear, habrá que darle continuidad. Volver. Tal vez con la figura de don Gerardo Sancho, inmensa, como protagonista, de Navarrete como un pueblo a fotografiar. Cualquier excusa será buena.

Crear un archivo del Navarrete actual. Revolver cajones una vez más. Y lograr esa instantánea del pueblo “post” pandemia, ahora que parece escampar. Tratar de retratar el próximo verano a todos y cada uno de los navarretinos. Y a esa hora en que ya todos están a la sombra del “castillo” un retrato colectivo cara la ya renovada iglesia. Guardar las fotos en el Archivo de Calamocha para exponerlas dentro de 100 años al ver por fin el puente la vía ensanchado o llegar una nueva pandemia. Terminar cada verano con alguna actividad ligada a la fotografía y fotografiar con los años todas y cada una de sus calles, casas y paisajes, los últimos huertos, pajares, eras, trastos y considera si no vas a retratar la roya y cenicienta tierra de Santa Margarita.

 

 

 

 

 

 

 

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