Muchas veces, siempre con
admiración, oí hablar de Leoncio, aquel albañil de los años cuarenta, de allá
de Caminreal, que construyó la casa, la última vez, fue tan solo hace unos días,
al recordar que aun yendo camino de los cien años, esta como nueva, aquel
hombre sabía lo que hacía.
Casimiro, le decía a mi abuelo,
me tienes en un sinvivir, voy, vengo, ahora un cuarto, mañana una cuadra, luego
una habitación, un granero, antes la bodega, el pozo, a cualquier hora me
llamas, me llevas como zorra por rastrojo, y no acabamos nunca… hagamos una
cosa.
Ve al banco, ahora tienen dinero
y lo dan, ve y saca unos miles de pesetas y la terminamos de una vez, luego ya
les pagaras, así descansaremos todos, tú con tu casa acabada y yo con la faena
terminada.
Casimiro, obra a obra, mil
pesetas tras mil pesetas, ahora una corte, luego una cuadra, después una
habitación, le decía al bueno de Leoncio lo mismo de siempre, lo suyo era trabajar, no descansar, si tanta prisa te
corre, termina la obra por tu cuenta y ya te pagare cuando pueda. Hombre no es
eso, respondía el de Caminreal, no hay prisa.
A lo que mi abuelo el Torrijano decía, amigo, será
que no hay prisa o será que tú no te fías de mí. Me parece que te pasa a tu
conmigo, lo mismo que a mí con los bancos, que no te fías. Sabemos mucho los
dos. Pero tu pájaro, más que yo. Y no te voy hacer caso. Además ya te hice caso una vez y deje hacer a tu gusto el ramo escaleras, no te olvides del ramo
escaleras, que ande se ha visto en casa de un pobre como yo y la torrijana una escalera de
caracol que se come media planta como si uno fuera un marques, que ni aun el carro
puedo meter en la cochera, eso sí, causa admiración, las cosas como son, saber,
sabes y mucho, por eso no te fías de mí, haces bien, yo me fié de ti, y ahí está
el ramo escaleras, que me quita medio solar, media vida.
Mi abuelo nunca le hizo caso, pero
siempre, él y todos, presumieron orgullosos del ramo de escaleras, que o bien
fue un capricho de mi abuela al verla vete a saber dónde, en Barcelona antes de
la guerra seria, o bien aquel hombre de Caminreal, tenía un gusto magnifico a
la hora de construir. Cosa de los dos seria. Allí se fueron algo más que mil pesetas.
Así que mil
pesetas tras mil pesetas fueron construyendo la casa, como la obra del Pilar,
aún por acabar. Había otras prioridades.
Entre ellas, comprar tierra, no
sé lo que costaría el hortal, ni el resto de la tierra, siempre pagada a
tocateja, eran los años en que mi abuelo vivía de cazalla y tabaco, apenas comía,
tenía esa suerte, fue de principio a fin, mal comedor, tampoco consideraba
necesario dormir más allá de una cabezada. No sé qué haría en estos tiempos,
donde comemos y dormimos tanto.
Siempre trabajando a quita
caballo. Al punto de la mañana llegaba a la Estación Vega a descargar los
trenes y repartir, por la tarde hacia las faenas del campo, los animales, las
vacas, labrar para otros, y por la noche, entraba a la fábrica de Daudén…. Aún así y todo, conseguir mil pesetas era harto
complicado. Entre tanto, en los ratos muertos, algo de estraperlo.
No paraba
quieto, ni él ni nadie en la familia, un buen día, uno de tantos, pensó, voy a subir
a Caminreal a llamar a Leoncio, y que nos haga una habitación atrás, para poner
dos camas, el Cuartel está lleno de civiles que no tienen donde caerse muertos ni dormir y se las
alquilaremos, con lo que paguen, compraremos más vacas y les venderemos leche,
ahora les vendemos más agua que leche y lo notan, el caso es que hay más civiles en
este barrio que los que manda dios.
Allí en el huerto de la Serrana,
el primer trozo de tierra que pudo comprar, el el cajero del cornejal junto a
la tarjadera, planto un peral, y allí paso sus últimas tardes, fatigado, sentado
a su sombra, sobre la tierra donde enterró
al Chato, su perro lobo de aquellos años al que solo le faltaba hablar,
fumando, esperando. Al morirse, el peral se secó, lo cortamos y aun con su
tronco dimos en hacer una prensa para los jamones.
PD De los Años de la Cazalla. Mil
pesetas.
A propósito de la foto del huerto de la Serrana, del Ventorrillo que
hoy, Santa Bárbara, me ha pasado Miguel.
Fotos: El huerto y mi Abuelo con el Guardia Civil y la mujer de éste, que más tiempo vivió en casa, de hecho nunca vivió en el Cuartel. Donde se esta bien, buen rato. Detrás tienen el Cañalejo. Y la foto sera de alguna visita en los años sesenta. No consigo recordar sus nombres.
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