Por la entrada al Barrio desde la Rabal bajaron aquella tarde
noche de agosto tres o cuatro personas en apariencia, desde la distancia,
perfectamente uniformadas, nosotros, allí agostados en la puerta de casa, a la
fresca a la espera de la cena, rota nuestra feliz monotonía veraniega,
sorprendidos, a escape les vimos, y alguien del rolde llamo la atención ante la
inesperada visita:
“Mirar, ya están aquí también,
por ahí viene la Brigada
de Regulares, menuda vergüenza”.
Todos nos quedamos observando, en
silencio, corroborando lo dicho, armados con escobas y cubos bajaban la costera
y una furgoneta a modo de escolta cerraba la comitiva. El de Fuentes Claras
llevaba la voz cantante:
”A esos los manda el ayuntamiento
ahora que son vísperas de fiestas, para que pasen a limpiar las calles, para
que no se diga, para que vean los veraneantes lo limpio que esta el pueblo, así
da gusto, aunque el resto del año se nos coma la mierda por no tener cojones
para agacharnos a recoger nada del suelo, que ahora ya todo es menester que nos
lo den hecho … Ya hace días que van por allá abajo por el Peirón, por todas las
calles,…Ligero llevan el paso, casi de maniobra, será que vienen cuesta abajo,
o será lo poco tienen que limpiar aquí. La madre que los parió, que vengan a
sacarnos los colores, que vengan de fuera a decirnos lo que hemos de hacer, con
lo curiosos que somos, tanto o más que los gatos, cagamos y envolvemos, así
es”.
Cierto, el Barrio estaba más
limpio que una patena, de ello nos encargábamos todos de una u otra forma, los
unos, no emporcando y los otros, la parte de nuestras madres y abuelas,
limpiando.
Todos días, todos los días del
año, como el Circo, “al frio y al calor”, a primera hora de la mañana salían a
barrer la calle, cada una su puerta, y cada tanto, el resto de la calle, las
casas vacías y hasta las aceras que lindan con el cuartel. El ruido de las
escobas al rozar el cemento, el ruido del agua vertida en la calle, las mañanas
de verano, para no levantar polvo, aquellas primeras conversaciones, nos
despertaban cada día a eso de las nueve.
En un suspiro la Brigada de Limpieza estaba
a nuestra altura, se paró a saludar…. “Así da gusto, todo limpio, ni una hierba
en una puerta, este o no abierta la casa”. El Barrio estaba limpio, era
evidente.
Desde el corro de la fresca se
oyó una voz que hablaba por todos: “ Se agradece el cumplido y tomar nota de lo
que hemos de deciros, si un año pasáis y os encontráis el Barrio sucio,
llamarnos la atención, con toda confianza, ahora que una de dos o bien estamos
todos en la Cañadilla
muertos y enterraos o bien, nos hemos vuelto unos señoritos, si eso pasa, si
nos hemos vuelto uno señoritos, si no limpiamos la calle, por que los demás no
lo hacen, porque es faena del ayuntamiento y no nuestra, si ya por cualquier
cosa se nos caen los anillos, tenéis permiso para darnos una pata en el culo a
todos y echarnos al rio… El Barrio es nuestro, y nosotros lo limpiamos, lo que
hagan o dejen de hacer los demás es cosa suya, pero aquí no hace falta que
entréis a limpiar, a lo demás cuando queráis, pero a limpiar no, tirar pa el
barrio bajo… tirar a cáscala de aquí, nosotros somos tan tontos, que hasta a
los civiles les limpiamos la calle, aunque ellos no quiera saber nada de
nosotros y hayan echao la valla pa que no entremos, tirar a las casas de la
gente joven, a esa juventud que no tienen ganas de trabajar y quieren que les
den todo hecho”.
Aún hoy me despierto creyendo oír
las escobas arrastradas por el cemento, las voces de mi Abuela, de la Moracha , de la tía Ángela,
de la Visi , la Piedad , la Pili , Doña Pilar… las
campanas del Santo Cristo los domingos.
San Isidro, año 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario