sábado, 7 de julio de 2012

Riñones

Hace unos días compre chuletas de cordero, era casi la una de la tarde y la dependienta me comentó con resignación:

“Eres el primero que me pide hoy cordero, y a ese precio, ya ves es regalado, además cordero nacional, te lo juro por mi madre que las pocas veces que había dinero en casa corría a comprarnos cordero, … En cambio salchichas he vendido casi doscientos kilos,  la gente cree que al llevar hueso la carne les estas robando, y no se para a pensar con qué harán las salchichas,  ni reparan en el precio, fíjate que sale más a cuenta,… menudo precio se llevan las salchichas,… Darle una madre hoy en día carne con hueso a su chiquillo, que barbaridad, y que se atragante, o se corte con el cuchillo…. Venga salchichas a todas horas, la mare que va, que tontas somos. Y la pata para hacer caldo que te pongo y esos riñones para el vermú… menos mal que aún queda gente que sabe comer. Si fuera el ama, te la regalaba, pero si me ve la Dona, me voy pal carrer”.

Receta de Riñones

Riñones de Cordero

Lavar

Cortar

Hervir


Ese hervor que a tantos ...


Esto ya esta

A la escurredera y limpios


Aceite , ajo, perejil, una chorreada vinagre, un poco de vino blanco,... lo que uno quiera

A comer

Ese mismo dia, la sardina estaba a 30 centimos, el cuarto y mitad.

FIN

PD Hoy en día es menester echarle riñones a todo, se ve cada cosa, se siente cada cosa, no se ande vamos a ir a parar.

domingo, 24 de junio de 2012

Jabón de Tajo

 “Ya lo creo, que tendrás jabón y no os lo acabareis, esa forma de pensar, de vivir, yo soy igual, me la enseño tu abuela, en aquellos años mi madre. Los únicos tiempos, que fuimos libres todos, allá en Calamocha, al acabar la guerra.

 Cada día antes de irnos de casa, había que dejar las camas hechas y todo limpio, como si no fuésemos a volver, como si ese día fuese el último,… por si en una de esas nos moríamos, que los pobres para morirse bien poco necesitamos, así cuando entrasen en casa a buscarnos la mortaja, pudieran decir, mira que curiosas, todo limpio y recogido, que nadie pudiera hablar de que en aquella casa estaba todo manga por hombro, sin tener ninguna faena”.


Así recuerda y resume mi tía, la forma de ser en la familia, ella camino de los noventa bien lo puede decir.

De modo  que no es de extrañar que diría aquel, que allá por los ochenta, cuando ya se dejaba de tener tocino en casa porque no podías matarlo en la cochera por mal que de que nos diese un pelo y nos entrase a un tiempo el baile San Vito y la triquinosis, que nos muriésemos al fin y al cabo, como si fuéramos a ser inmortales, y la mitad de las cosas necesarias para hacer el jabón ya ni en el sepu de León Muñoz se podían encontrar, ni polvos para secar los jamones, que también los prohibieron, pero eso ya es otra historia,… desde que se acabaron aquellos polvos rojos, los jamones del granero ya no saben a nada. 

No es de extrañar pues que mi abuela pensase un día que aquella sería la última vez que en casa se haría jabón y se dispuso hacer cuanto pudo, y aún dura. Hacia todos los años un poco, allí en el corral con las traudes y la caldera de las morcillas.  “Pero madre, ande va con tanto”, “Coño, ande voy a ir con los años que tengo, al camino Navarrete cualquier día, (Cementerio),  si ya no hay tocino, si ya no vende polvos, habrá que hacer todo el jabón que podamos, por que luego no podremos, y lo echareis en falta”. 


 


 
Aquí dejo la receta, algún día haremos, que todo se acaba, la receta como diría mi madre que es quien la recuerda, la formula al fin y al cabo del jabón de tajo de toda la vida.

“Entonces se guardaban todos los aceites de cocinar, toda la grasa de los tocinos y los animales que matabas en casa, todo se guardaba para hacer jabón, se gastaba una barbaridad de jabón, lo mismo para lavar, que para curar heridas. Lo único que se compraba para hacerlo era la sosa que le dicen. Con eso y con agua, se hacia el jabón, al principio me acuerdo, que lo cocíamos en latas de sardinas, de esas grandes que había entonces cuando era yo una cría, después ya siempre en la caldera de matar el tocino, en la caldera de las morcillas. Luego si se podía, se compraban y se ponían unos polvos para que sacase espuma y tuviese olor, pero al principio lo hacíamos sin nada, tampoco vendían claro.

Se ponía todo a cocer hasta que veías que se espesaba y entonces sacabas un poco y lo echabas al suelo y si al enfriarse se quedaba solido, ya estaba el jabón listo. Así de fácil.

Luego lo vertías en cajas de madera para que se enfriase y se hiciese todo un bloque. Al día siguiente con un alambre de esos ahora roñosos que había por casa en cualquier rincón lo cortabas a tajos, como quisieras hacerlos, y a lavar al rio, al lavador de la Fuente del Bosque y antes al Ajutar, o al del Barrio Nuevo, en cada calle, como aquel dice, había un lavador, lo mismo que un horno o un trujal.

La noche de antes de ir a lavar al rio, cogías un poco de jabón y lo regalabas, lo derritias en el fuego y lo hacías liquido y cogías la ropa y la metías toda en un balde grande a remojo con el jabón y a la mañana siguiente, ponía el abuelo el balde en el carretillo y todas a lavar al rio y allí ya le dabas con el jabón de tajo, y se quedaba la ropa limpia, limpia como una patena, y un olor mas bueno que hacia … y suave y venga a charrar todas allí y nosotras a lavar lo pequeño…”


 

 
Sigue, esta vez, mi tía recordando: Aunque de pequeña, antes de la guerra, mis padres nos llevaban a la playa en Barcelona, no nos dejaban casi ni mojarnos los pies por miedo, así que aprendí a nadar en el lavador, allí en el Barrio Nuevo, en Calamocha mientras las mujeres lavaban los críos nos capuzábamos hasta arriba en esa agua tan fría.

Cada vez que me acerco a la Fuente del Bosque, o paseo por el ajutar, recuerdo el olor del jabón, tan es así, que me asomo al lavador en busca de la espuma, del brillo que había en el agua, del olor… pero nadie ha estado lavando desde que las abuelas dejaron de ir por causas propias de la edad, más que del progreso.


Más jabón y mejor haciendo click en el enlace.



domingo, 10 de junio de 2012

El Anciano de Calamocha.




Feliz quien vivió en los campos paternos
y se hizo anciano en la casa donde fue niño.
Quien apoya el bastón donde anduvo a gatas
y en la misma casa vio tres generaciones.

No lo arrastró la Fortuna en su tempestad
a beber en otras fuentes, huésped de su extravío.
Ni siendo mercader temió al mar
ni soldado la trompeta ni sufrió las reyertas del foro.

Sin conocer el mundo ni el pueblo más cercano
disfruto del más amplio horizonte.
Su edad se contó por las cosechas, no por los cónsules
y supo de los frutos en otoño y de las flores en mayo.

En su finca nació  y murió el sol cada jornada,
ese sol que le señalo las horas en su rumbo.

Fue para él Calamocha como la India más remota
y el río Jiloca lo mismo que el Mar Rojo.

Viajen otros a Iberia y arriben a Calamocha.
Suyo será el viaje, pero él tuvo más vida.


El Anciano de Verona de Claudio Claudiano

Leído en El Reino de Celama, (La Ruina del Cielo) de Luis Mateo Diez.
Foto:

Dibujo del Puente Romano, del pintor valenciano Ramón Miralles Bosca, a quien mi tio Pepe se traia por Calamocha de vez en cuando, para que el bueno de Ramón viese lo que por no haber nacido alli junto al Jiloca se perdia, lo mismo que él añoraba por haber emigrado.

"Che collons, dejáte de naranjos, barcas, barracas y la albufera, y la mare que los va a parir a tots y mone un día a pintar el Puente Romano a mi pueblo y luego a comer jamon a casa Jose Maria"

Pepe murió hace unos meses, Calamocha perdio a un gran embajador, sentia la necesidad de pregonar a diario su origen.

Casi siempre que hablo con casa, tal vez por eso procuro hablar poco, las conversaciones suelen acabar con la siguiente frase:

¿A qué no sabes quien se ha muerto?.


Los recuerdos de Ismael

(Copio y pego su comentario. Gracias)

Su blog arriba a la derecha, Naturaleza, bici, zapatillas...

El poema del Abuelo, tan real como la vida misma, antiguamente los abuelos nacían,vivían y morían en la misma casa y ademas eran considerados como el mas alto escalafón de la familia, donde el abuelo era el mas respetado y por supuesto el que mejor vivía de todos, !!!cuando se sacaba la comida a la mesa, las mejores tajadas, la carne mas "tiernecica", el pan mas blandico, todo lo mejor era para los abuelos, si hacia frío, el mejor sitio de al lado de la estufa para ellos, en fin,, yo por lo menos lo he podido vivir con los mios,,eramos 7 mas los abuelos que los teníamos 4 meses al año,,pues se los turnaban entre mis tías y mi madre. Yo era muy pequeño y todavía me acuerdo como si los tuviera en casa,,entonces un abuelo sin tener planes de pensiones, ni seguro de vida, ni pagas, ni dos duros en el banco, pero tenia lo mas preciado en su vida,,,LA FAMILIA.

viernes, 1 de junio de 2012

Cuando fuimos campeones.

Recuerdos de aquellos cromos de fútbol.



El futbolista.

"Para jugar a fútbol no valgo, pero me encanta verlo. jugué dos años con los juveniles del Calamocha, ya ves, de pegar patadas en el Barrio y en la era de San Roque y en la del Patre a los juveniles.

Recuerdo que el segundo año, no te diré contra quien, pero un día perdimos 11 a 1, pues bien, cuando el árbitro pitó el final del partido, me quede hecho polvo, como diciéndole, pero qué haces tío, no ves que aun podemos ganar, déjanos jugar,  pelear, que esto es un derbi.

Seguro que aquel equipo aún tiene el récord de derrota más abultada.. Y lo deje. ¡Ah!, también fuimos subcampeones de Aragón".





El Equipo

Tardes de gloria

Los Gallos Rojos, todavía hay quien piensa que ser segundo no sirve de nada.

CF Calamocha

Equipo Juvenil

13 de agosto de 1978

Subcampeones de Aragón. Toda una gesta, todo un recuerdo.


Fue el año del Mundial de Argentina

Alineación:
 
Arconada, Camacho, Migueli, Del Olmo, Asensi, Cardeñosa, Rexach, Juanito, Quini, Santillana y Raba. Entrenador : Kubala


GRACIAS, por el cromo, por la foto, por el recuerdo...gracias a Paco, por conservar los recuerdos, por querer contarlos.

martes, 15 de mayo de 2012

Ruido de escobas.

Por la entrada al Barrio desde la Rabal bajaron aquella tarde noche de agosto tres o cuatro personas en apariencia, desde la distancia, perfectamente uniformadas, nosotros, allí agostados en la puerta de casa, a la fresca a la espera de la cena, rota nuestra feliz monotonía veraniega, sorprendidos, a escape les vimos, y alguien del rolde llamo la atención ante la inesperada visita:

“Mirar, ya están aquí también, por ahí viene la Brigada de Regulares, menuda vergüenza”.

Todos nos quedamos observando, en silencio, corroborando lo dicho, armados con escobas y cubos bajaban la costera y una furgoneta a modo de escolta cerraba la comitiva. El de Fuentes Claras llevaba la voz cantante:


”A esos los manda el ayuntamiento ahora que son vísperas de fiestas, para que pasen a limpiar las calles, para que no se diga, para que vean los veraneantes lo limpio que esta el pueblo, así da gusto, aunque el resto del año se nos coma la mierda por no tener cojones para agacharnos a recoger nada del suelo, que ahora ya todo es menester que nos lo den hecho … Ya hace días que van por allá abajo por el Peirón, por todas las calles,…Ligero llevan el paso, casi de maniobra, será que vienen cuesta abajo, o será lo poco tienen que limpiar aquí. La madre que los parió, que vengan a sacarnos los colores, que vengan de fuera a decirnos lo que hemos de hacer, con lo curiosos que somos, tanto o más que los gatos, cagamos y envolvemos, así es”.

Cierto, el Barrio estaba más limpio que una patena, de ello nos encargábamos todos de una u otra forma, los unos, no emporcando y los otros, la parte de nuestras madres y abuelas, limpiando.

Todos días, todos los días del año, como el Circo, “al frio y al calor”, a primera hora de la mañana salían a barrer la calle, cada una su puerta, y cada tanto, el resto de la calle, las casas vacías y hasta las aceras que lindan con el cuartel. El ruido de las escobas al rozar el cemento, el ruido del agua vertida en la calle, las mañanas de verano, para no levantar polvo, aquellas primeras conversaciones, nos despertaban cada día a eso de las nueve.

 Allá donde fueras, haz lo que vieras, las casas de los maestros eran un continuo trajín de vecinos de todo pelaje que iban y venían… tarde o temprano, escoba en mano se unían al grupo.

 “Rosa, maña nos hacemos viejas, la Jipi, esa valenciana del pelo rizado barre la calle antes de irse a la escuela, estoy yo en la cama y la siento, y nosotros que pensábamos que no saldría a barrer por ser joven, hoy le ha metido un tute a toda la calle de no te menees. Bendita juventud. Luego a ver si le paso una mata acelgas que le iba a echar a los tocinos, yo ya estoy harta de tanto forraje, y que cene verde la criatura”.

En un suspiro la Brigada de Limpieza estaba a nuestra altura, se paró a saludar…. “Así da gusto, todo limpio, ni una hierba en una puerta, este o no abierta la casa”. El Barrio estaba limpio, era evidente.

Desde el corro de la fresca se oyó una voz que hablaba por todos: “ Se agradece el cumplido y tomar nota de lo que hemos de deciros, si un año pasáis y os encontráis el Barrio sucio, llamarnos la atención, con toda confianza, ahora que una de dos o bien estamos todos en la Cañadilla muertos y enterraos o bien, nos hemos vuelto unos señoritos, si eso pasa, si nos hemos vuelto uno señoritos, si no limpiamos la calle, por que los demás no lo hacen, porque es faena del ayuntamiento y no nuestra, si ya por cualquier cosa se nos caen los anillos, tenéis permiso para darnos una pata en el culo a todos y echarnos al rio… El Barrio es nuestro, y nosotros lo limpiamos, lo que hagan o dejen de hacer los demás es cosa suya, pero aquí no hace falta que entréis a limpiar, a lo demás cuando queráis, pero a limpiar no, tirar pa el barrio bajo… tirar a cáscala de aquí, nosotros somos tan tontos, que hasta a los civiles les limpiamos la calle, aunque ellos no quiera saber nada de nosotros y hayan echao la valla pa que no entremos, tirar a las casas de la gente joven, a esa juventud que no tienen ganas de trabajar y quieren que les den todo hecho”.

Aún hoy me despierto creyendo oír las escobas arrastradas por el cemento, las voces de mi Abuela, de la Moracha, de la tía Ángela, de la Visi, la Piedad, la Pili, Doña Pilar… las campanas del Santo Cristo los domingos.

San Isidro, año 2012.

martes, 1 de mayo de 2012

Cuatro pesetas menos el kilo.


"... En la vida, ahora, todo es así, los unos van a joder a los otros, y los otros a los unos, la cosa es menester que sea así, para que funcione, aunque seguramente si fuéramos todos por derecho, nos iría mejor, pero lo malo es quien empieza hacer las cosas bien, nadie..."

Continua y acaba “Las uvas de la ira”


  Cuatro pesetas menos el kilo.

La última cosecha de patatas la vendimos, faltaba una peseta, la de la vergüenza, a cinco duros el kilo, una autentica barbaridad, oro en cestos, ni aún hoy, tres décadas  después, deben de tener ese precio. El año anterior las habían pagado a doce pesetas el kilo, para ganar lo justo, y el posterior a menos de dos duros, se perdía dinero.

Todo un pelotazo aquellas veinticuatro pesetas el kilo, pero la tierra se cansaba y al año siguiente sembramos maíz, "¿y si las pagan más caras?", como se ve, no fue así. Todo estaba ya resuelto, en cualquier caso, esa iba a ser la última cosecha, tras el panizo sembrado en su lugar, llego el trigo y dejábamos la tierra.

A ratos perdidos en las tardes del verano al compás del Tour de Francia y Radio Calatayud, lo esgranamos y ensacamos, se acercaba San Roque y mi padre pensó que sería buen momento para vender y sacar alguna perra de cara a las fiestas, así un viernes a eso de las siete aparco la Cometa en la puerta de casa, el Pegaso Comet de Hernández, cargamos toda la cosecha, 18 sacos y nos fuimos a la Balsa, a la fábrica de piensos.

Con la hora justa y además un viernes, no fuimos muy bien recibidos, pero la puerta estaba abierta, y mi padre aculo la Cometa al silo, “ande vais que no son horas, mecaguen el copón” se oyó decir al parar el camión. Por algún rincón salió alguien de entre la oscuridad, allí iban siempre cubiertos de polvo hasta las orejas, parecían fantasmas, “te traigo unos sacos de panizo” dijo mi padre, y aquel hombre entre extrañado y contrariado dijo: “pero no los trajiste el lunes”, “aquel no era mío, era de mi padre” le contesto, y mientras el hombre de los piensos desaparecía por entre una de las muchas puertas que había por allí, comento en voz alta “sepas que se paga a tres o cuatro pesetas menos que el lunes”….y desapareció.

“Mecaguen el copón, sin vergüenza, no te escondas, ni que la fábrica fuera tuya, cómo ha podido bajar en cuatro días, tanto el precio, ven aquí y explícamelo, desustanciao, que sois todos unos ladrones…”. Aquel buen hombre salió por otra puerta y en tono conciliador trato de explicarlo “va José Maria, qué culpa tengo yo, si a mí se me cae la cara de vergüenza con estas cosas, tú has sido cocinero antes que fraile, y ya sabes como va esto…” Mi padre le interrumpió mientras yo tomaba nota de todo, “Haz una cosa, hombre, ponme la fecha del lunes…. “ Lógicamente, no coló, “oye o lo dejas al precio que toca o te vas a tomar pol culo de aquí…vamos hombre no me jodas, que me juego el puesto, no oyes los telediarios o que, no has visto que ha llegado un barco de maíz a La Coruña, de Kentaky… y que por eso, bajan los precios y nos joden a todos, no solo a ti, nosotros también tendremos que bajar los precios, o no subirlos, una jodienda macho….”, mi padre lo sabía, o vendía o lo regalaba así que no había otra que aceptar…. “Anda, va, no llores más, si es menester  te lo regalamos, quédatelo y danos lo que quieras,   poco sois de fiar, y ya puedes esperar sentao, que no volvemos por aquí en toda nuestra puta vida, esto se ha terminao, ya no siembro nada, cien mil veces mejor el panizo de Kentaky que el de Los Molinares, donde vas a parar”…

Llego el silencio, y el hombre polvoriento continuo: “Tiene bemoles la cosa, que de fuera venga más barato, a joderlo todo que viene, ahora traen el maíz, pero mañana será el pienso y todo esto se irá a cáscala… José Maria, me dan ganas de pegarle fuego a todo, ¿Cuántos sacos llevas?”, Mi padre al segundo dijo: “Veintitrés”, y yo pensé, se equivoca son dieciocho.

“Chaval, dijo el encargado a otro fantasma que por alli quedaba, aquí el Sr José María, que cuando tenía tu edad, hacia lo que tú haces ahora, tragar polvo y mierda, y mira ande ha llegao, todo un señor que lleva un camión y se entretiene con la tierra, se conoce que le sobra tiempo y dinero, te va a llevar un saco, lo pesas y lo multiplicas por veintitrés que dice que lleva y me subes el albarán, y ya por el precio que le pagamos te vas a casa y que se lo descarguen ellos”.

Mi padre bajo el lateral del culo del camión con el cuidado con el que lo hacía siempre, aquello pesaba como un muerto “papa, son dieciocho los sacos que llevamos” le dije en voz baja, y el mostró su asombro “y yo cuantos le he dicho, dieciocho”, “no, papa le has dicho veintitrés”… “vaya, pues me habré equivocao, como no suba a contarlos ya no tiene remedio, porque se ha ido… venga, acércame aquel, el marrón, para que lo pese….”. 

Cada uno de los dieciocho sacos era de su padre y de su madre, en cualquier caso, rondaban los cuarenta kilos, salvo uno, la talega marrón, que por hacer la gracia, la habíamos llenado hasta arriba, yo casi no podía ni arrastrarla…. Mi padre la echo al carretillo y la llevo a pesar. “Cincuenta y cuatro kilos, pondremos cincuenta y cinco por veintitrés”, dijo el aprendiz de fantasma, al tiempo que se marchaba.



Subido a la caja del camión le acercaba los sacos a mi padre para volcarlos en el silo, uno tras otro, no tardo en llamarme la atención, “no corras tanto, que son veintitrés los sacos que hemos de descargar, y eso lleva un tiempo”. No hizo falta alargar más la descarga, al momento ya nos estaban chillando desde la puerta “Venga acabar, que si voy yo os echo al sinfín a los dos, pa cuatro sacos mal contaos que lleváis…”. Mi padre, con tranquilidad, se asomo y dijo, “Veintitrés eran y queda uno, ten paciencia, ya vamos”, De nuevo mi padre, sin querer, se equivoco al contar los que quedaban, aquel día estaba reñido con los números,… baje de la caja del camión y aún quedaban, cuatro sacos por descargar, cuatro sacos que volvieron a casa.

En la puerta de la fábrica baje la ventanilla y aquel buen hombre se encaramo a la cabina del camión, para darnos los papeles, pero algo pasaba porque no me los terminaba de dar, así que pensé en la excusa que pondría mi padre, una cosa era equivocarse al contar y otra olvidarse de descargar, lo uno un error, lo otro casi robar.

“Sin vergüenza, dale los papeles al zagal que nos vamos a cáscala de aquí, que no quiero verte más, que si bajo te doy una paliza por ladrón, así vengan cien barcos cada semana y os vayáis todos a tomar pol culo de aquí…. Robarme tres pesetas”,… “Cuatro, dijo él de los papeles, y da gracias a dios, y no te compliques más, los zagales que estudien, y tu las tierras me las das a mi, toma los papeles, y nada, que vayan bien las fiestas, es la cosa así, deja la tierra a quien tenga más y tenga maquinaria, o no terminaras nunca de perder dinero, si hubieras traído un vagón de panizo el precio seria otro, pero para cuatro sacos mal contaos, es mas la faena que dais que el beneficio, tu lo sabes. Descansa”.

Ya estábamos casi en la calle, cuando al cerrar la puerta de la fábrica nos echo el alto….de modo que no terminábamos de irnos “Oye, José Maria,… que vas hacer con el rastrojo de los Molinares, con la paja”. Mi padre sin llegar a parar le dijo: “Pegarle fuego a todo, ya te dije el lunes, que como te vea que pones un pie allí, te doy una paliza, que te mato vamos, ahora que no nos oye nadie, y más después de lo que nos has hecho hoy, que nos has jodido los sanroques con esas cuatro pesetas el kilo, que no te vea, eh, que no te vea, que los chavales estos sanroques se quedan en casa por tu culpa, ni tocar el rastrojo”.

“Ale venga, iros ya, y tranquilo, no me veras”.

De vuelta a casa, mi padre tristemente contento cagandose en las cuatro pesetas del copon y  yo, padecinedo, dándole vueltas a la cabeza, si aquello era correcto o no. “Papá, después de la que le hemos preparao, poco te costaba haberle dado la paja de Los Molinares, total la vas a quemar”. Mi padre pareció no haber oído y tardo en contestar encarando ya la entrada al Barrio para dejar los sacos, que habían hecho el viaje en "balde":

“Con tu tío y tu abuelo, en aquellos años subiendo y bajando de los trenes a oscuras, los reyes del estraperlo, y tu, pasando pena. Pues no te queda nada por delante…. Le he dicho que no le vea, y no lo voy a ver si va o deja de ir, así que no te preocupes, se llevara la paja si quiere, y en cuanto a lo otro, pues tampoco pases pena, todos nos conocemos, y si no se ha dado cuenta, es porque no ha querido. En la vida, ahora, todo es así, los unos van a joder a los otros, y los otros a los unos, la cosa es menester que sea así, para que funcione, aunque seguramente si fuéramos todos por derecho, nos iría mejor, pero lo malo es quien empieza hacer las cosas bien, nadie y no vamos a ser nosotros, seria de tontos. Peor es cuando, solo son unos pocos, los que joden a los demás....como pasaba hasta hace cuatro días, ahora todo es diferente, aquello si que era jodido. En cuanto a esto de hoy, como todo hoy, hacienda sin amo, con su dinero tendrá más cuidado, pero con el del jefe, todos tenemos poco, no es nuestro, solo somos unos pobres desgraciaos trabajadores, los jefes ya ganan bastante y bien que se lo cobran”.

Tras aquellos dos pelotazos consecutivos, las patatas un año y el maíz otro, y con esta impagable lección práctica económico, político y social, vital sin duda, mi padre, la familia, después de generaciones, dejo la tierra.


FIN