viernes, 14 de mayo de 2021

Correo Agde Calamocha



 Hoy una foto de la familia, no entiendo por qué en un día como este me he acordado de ella. Esta es su pequeña historia

Dedicatoria: A mi prima con cariño más sincero y a mi hermana. Maria en Agde 26 de julio de 1943
A veces las cosas no son lo que parece, en realidad parece una idílica estampa veraniega, unas vacaciones en la costa francesa al lado de la playa y mandaban una todos los años, también fotos de estudio, pero no es así




La foto está tomada en el Campo de Concentración de Agde, refugio de los exiliados anarquistas y de hecho, de los tres el pequeño nació allí

En Calamocha mi madre y su prima Nati, hermana de Maria quien envía la foto, se fijaban en los trajes, los peinados los zapatos, … y se miraban así mismas y sentían envidia. Querían estar en su lugar

Y mis abuelos Rosa y Casimiro que mandaban todos los meses a través de la Cruz Roja paquetes sobre todo con ropa y comida, leche en polvo, para el pequeño no tenían duda alguna de que ni aquella ropa, ni aquellos zapatos, ni aquellos peinados eran suyos, ni mucho menos aquellas sonrisas

Y tenían razón, uno tras otros a todos los niños, también a los padres, que también engalanados para la ocasión enviaron sus fotos, los retrataban. Cuenta Maria que había montones de ropa, y de zapatos, entraban por una puerta se quitaban lo suyo, se mudaban, cuando ya se habían duchado, les arreglaban el pelo, les daban un caramelo, sonreían, les hacían el retrato, dejaban la ropa y zapatos, se ponían lo suyo, salían por la otra puerta y días más tarde enviaban la foto, por supuesto censurada, no podían poner en la dedicatoria ni en la carta ni en esa ni en ninguna, nada que rompiese la magia.

Los protagonistas de la foto siguen entre nosotros y Maria no para de sonreír cada vez que cuenta la historia. Pensando que por algún rincón de España habrá otras muchas fotos con los mismos vestidos y zapatos por que todos escogían los mas bonitos

domingo, 25 de abril de 2021

La leyenda de la doncella Jumaya que dio nombre al campo del CF Calamocha

 Érase una vez a principios del siglo XVI cuando en nuestra querida Calamocha en aquellos días, como hoy en los nuestros, paraíso en la tierra bendecida por dios con su paz. Una cristiana joven de origen judío por nombre Jumaca o Jumaya dio en enamorarse perdidamente del mozárabe calamochino igualmente cristiano nuevo, el flamenco Jan o Juan Pudia. Él prendado de su amor bebía los cierzos por ella.

Pero aquel amor puro que, de haber sido protagonizado por otros calamochinos, cristianos viejos, puros de sangre, descendientes de las huestes del Batallador y el mismísimo Cid habría sido uno más. Contó con la oposición de todo el sabio pueblo sin excepción alguna, cristianos viejos, judíos conversos y mozárabes. Teniéndose unos y otros en tan alta estima que veían por igual y con malos ojos aquel amor contra dios y natura.

El pueblo había hablado. Sentenciado. Pero, compasivo estaba dispuesto a perdonar y darles a los amantes una oportunidad de bendecir su unión si renegaban una vez más de su fe original levantado una nueva cruz jamás vista en forma de peirón a la entrada del pueblo cara Daroca ciudad desde donde pudiera verse y fuera dicha cruz al ser levantada símbolo de su amor por el dios único y verdadero.



Pobres de solemnidad, aquello les condenaba aún más a su triste destino de vivir en soledad y morir de amor. Ambos por sus familias repudiados estaban solos. Sollozaba día tras día Juan en su desesperación por no poder desposar a su amada y decidió poner fin a su vida bebiendo el agua maldita de la fuente que acabaría llevando su nombre. Le falto valor para colgarse de un chopo junto al rio o desgarrarse la gola con su hoz. Mientras Jumaya bañada en lágrimas noche tras noche, alertada por una cristiana vieja, amancebada, buscona alcahueta quien le dijo “corred tras él, joparos lejos de aquí con vuestros parientes a la nueva Qalah Musa más allá del Poyo del Cid al sur de las montañas del Hindú Kush al valle del Helmand donde encontrareis la felicidad que aquí se os niega. ¡Dejadnos tranquilos! Pensad que más se perdió en Cutanda”. La doncella siguió su consejo y trato de evitar el suicidio de su amado saliendo en su búsqueda, corriendo acalorada roto su corazón se desplomo, cayose de sus pies a las afueras del pueblo y allí fue dejada y enterrada como infiel, dando su nombre aquel lugar: El campo de Jumaya. Mientras su enamorado moría una legua más allá en las insalubres aguas estancadas que dio en beber como solución a su mal de amores, donde igualmente quedo su cuerpo hundido en el barro dando él también su nombre a la senda que uniría ambas muertes. El camino de la Jampudia aquel que aun hoy va del Campo de Jumaya a la ya fuente seca del mismo nombre.

Mi querido lector todo cuanto he escrito es invención mía, por tanto, mentira y supongo estará conmigo en que no deja de ser una verdadera pena. Más aun si tenemos en cuenta cuan escasos andamos en Calamocha de historias fantásticas, leyendas y mitología que contar.

En fin, si usted como yo, alguna vez se ha preguntado por qué el nombre del campo de futbol de la villa es Jumaya y quiere saber la respuesta deberá comprar el libro escrito por José Carbonell “Historia de una pasión. El Club de Fútbol Calamocha” donde hallara la respuesta y muchas cosas más: “Me he limitado a recopilar información y documentación, para que quede constancia escrita de su historia, aunque es verdad que, desde mi llegada a Calamocha en 1982, he estado casi constantemente involucrado en esos menesteres como directivo e informador no profesional para los medios de comunicación

En suma, lo de Carbonell y el futbol fue y es una verdadera historia de amor real. Sueño que algún día nos pueda radiar en directo un final feliz en forma de ascenso a Segunda B del equipo de los rojos, del equipo jamonero del equipo de “los Tönnies”

Publicado el El Comarcal del Jiloca

miércoles, 21 de abril de 2021

Calamocha mágica. Retrato

 El maestro de la fotografía, el navarretino Gerardo Sancho nos retrató décadas atrás así a todos los calamochinos. De paso por este mundo, sin detenernos, sin pastor, el perro nos observa, no hay rejas, las puertas parecen abiertas, en cualquier caso seguimos nuestro camino. Toda una delicia de una Calamocha mágica que hace ya tiempo dejo de existir



Por el encuadre don Gerardo Sancho debió ver la ocasión, vio la foto y se puso a correr Castellana abajo para llegar a tiempo y hacer el retrato cuando ya el rebaño casi había pasado, el perro que lo vio venir se quedo quieto para así pasar a la posteridad.

domingo, 18 de abril de 2021

San Roque en el Santo Cristo del Rabal

-Oiga, Don Jesús, ¿San Roque, ha estado alguna vez en el Rabal, en el Santo Cristo?.

-Por supuesto, y no hace tanto, que subió a darle las gracias al Jefe, tras volver con bien de la restauración… Responde eso a tu pregunta.
-Si, y no veas de qué manera, porque si San Roque ha estado en el Santo Cristo, existe un precedente, luego hay tradición…



FOTO : Fototeca Xiloca

CUANDO YO ERA EL NIÑO DIOS

 CUANDO YO ERA EL NIÑO DIOS

(Juan Ramón Jiménez)
CUANDO yo era el niño Dios,
era "Calamocha", este pueblo,
una blanca maravilla;
la luz con el tiempo dentro.
Cada casa era palacio
y catedral cada templo;
estaba todo en su sitio,
lo de la tierra y el cielo;
y por esas viñas verdes
saltaba yo con mi perro,
alegres como las nubes,
como los vientos, ligeros,
creyendo que el horizonte
era la raya del término.
Recuerdo luego que un día
en que volví yo a mi pueblo
después del primer faltar,
me pareció un cementerio.
Las casas no eran palacios
ni catedrales los templos,
y en todas partes reinaban
la soledad y el silencio.



Yo me sentía muy chico,
hormiguito de desierto,
con Concha la Mandadera,
toda de negro con negro,
que, bajo el tórrido sol
y por la calle de En medio,
iba tirando doblada
del niño Dios y su perro:
el niño todo metido
en hondo ensimismamiento,
el perro considerándolo
con aprobación y esmero.
¡Qué tiempo el tiempo!
¿Se fue con el niño Dios huyendo?
¡Y quién pudiera ser siempre
lo que fue con lo primero!
¡Quién pudiera no caer,
no, no, no caer de viejo;
ser de nuevo el alba pura,
vivir con el tiempo entero,
morir siendo el niño Dios
en mi "Calamocha", este pueblo!

San Cristóbal en los años sesenta

 Hoy la festividad de San Cristóbal, 10 de julio, parece pasar sin pena ni gloria, como quien atraviesa la autovía sin fijarse en que tras ella hay un pueblo maravillos llamado Calamocha.

Pero no siempre fue así, muchos años atrás los sábados por la tarde un camión con la charanga recorría las calles, por la noche había verbena y el domingo se bendecían los coches, camiones, autobuses, tractores, todos engalanados en procesión desde el Santo Cristo al Peirón, había hasta a Reinas y Damas, y tras la bendición comida de hermandad entre los choferes…



Ayer comí con Pepe El Tarambana en Nules, no hubo tiempo para hablar de recuerdos, manda la actualidad y las ganas de aprender, pero al cabo de un rato por wasap me mando la fotografía que puede verse.
Mas tarde mi padre recordó, un San Cristóbal, patrón de los choferes, de mediados de los sesenta con los camiones de Industrias San Roque Piensos Z, con el hombre más sabio de Calamocha Don Jesús Blasco padre en primer término con el flamante camión Ebro y con él a bordo toda la chiquillería mas de uno y dos podran reconocerse, cuando ir a caballo, en coche era un lujo y todos estaban deseando montar, detrás se ve la matricula del Avía nueva que habían comprado en los piensos y que conducía Inocencio Casamayor y detrás dice mi padre que iba el medio escondido, con el Avia blanca y verde de la caja frutera matricula de Valencia, “al ser matricula de Valencia, salí el ultimo para lucir lo nuevo primero. Que atento que es este Pepe”