Recuerdo todo esto que ya creía olvidado porque en unos días, seré yo el testigo… aunque no terminen de ser la cosas conforme dios manda.
Así casándote por la iglesia, llega un momento en el cual debes pasar por la parroquia acompañado de testigos, con el fin, de solventar el papeleo de cara al juzgado.
Hace unos años un domingo por la tarde nos acercamos a la casa del cura, a tomar café, rellenar y firmar los papeles.
Mosén: Bueno, terminamos ya, datos de los testigos que me faltan, venga, Pedro, que profesión tienes.
Pedro: Guardia Civil.
Mosén: ¡Virgen del Pilar!, ¿no vendrás armado?, no estarás coaccionando al novio.
Pedro: No, no…
Mosén: ¿Y tú Andres, a parte de aparcar en la puerta de mi casa, recordarte que es la casa de Dios, qué profesión tienes.?
Andres: Matarife.
Mosén: ¡Santo Cristo L´Arrabal!
Andres: O matachin, o matapuercos.
Mosén: Deja, deja no lo arregles, Un guardia civil y un matarife como testigos, …
…
Mosén: Esto puede dar que pensar, … quien va a creer que el novio viene por su propia voluntad a casarse con tales guardaespaldas de referencia.
Menos mal que esto no lo lee ni dios… si se lo leyeran no se iban a creer que fuese un matrimonio voluntario, llegando el novio acompañado de la Guardia Civil y un Matarife, ya me dirás tu.
Hombre lo de Pedro, se podría arreglar, suavizar, si dijésemos Agente de los Cuerpos de Seguridad, pero no me cabe, y además Andres, lo tuyo, es que no tiene arreglo, no hay otro nombre, es lo que es.
Andres: No hay problema, digamos que soy Jefe de Planta, o mejor Gerente
Mosén: Cállate hablador, mentir es pecado, lo dejamos en Guardia Civil y Matarife, al fin y al cabo es la verdad, y hasta suena romántico.
Pasados unos días, el Mosén llamo a casa, la boda no podía celebrase, los papeles estaban paralizados en el Obispado, en el Supremo, en el Constitucional, en el Vaticano, o simplemente en Calamocha, estaba claro que los iban a echar para atrás desde el primer momento…
Sin embargo, no era culpa de los testigos, que un Guardia Civil y un Matarife llevaran a uno a la iglesia, cabía dentro de lo normal, cosas peores habrán visto.
La culpa era del novio, mía, ya que en los juzgados eclesiásticos, o donde fuese, constaba como casado. Solo por eso, no podía casarme. Pero eso ya es otra historia.
Mosén: El caso es que está casado, de eso no hay duda, es mi letra, yo lo case, … se me iría el Santo al Cielo, y ahora me tocara remover Roma con Santiago para corregirlo, pero bueno, me pongo a ello y lo arreglo, lo descaso, caso al otro y lo volvemos a casar al uno y al otro, cada oveja con su pareja, … cuando les mande todo, se van a poner contentos.
Por cierto, si puede, que traiga otro pozal de veneno para las ratas, no ha quedado ni una, y se está terminando, con un poco más matamos hasta al demonio.
PD El Mosén en justcia era Don Alejandro.