Fiel a su cita cada primavera aparece la Hoja Parroquial
Santa María La Mayor de Calamocha, crónica del devenir de la Parroquia a lo
largo de los últimos meses. Tal cual la incorporo cada año a la Crónica de la Villa
en los anexos finales. Siendo en Semana Santa cuando al entrar a la iglesia
tras saludar al Nazareno lo primero que hago es buscarla y guardarla, luego
pasan los días, el tiempo, y un día como hoy por fin la leo.
Dice así en sus primeras líneas:
Como todos los años, desde esta
revista queremos compartir con vosotros nuestros mejores deseos y unirnos a
vuestras inquietudes. Toda la parroquia, tanto el Consejo Parroquial como los
Sacerdotes y las personas que estamos en ellas, os mostramos nuestra mejor
disposición a atenderos y serviros en lo que podamos.
También os comunicamos que necesitamos
de vuestra colaboración en las muchas necesidades que tiene la Parroquia.
Desde materiales hasta de personal. Como ocurre en general en nuestra sociedad
y en concreto en nuestra provincia, la población está envejeciendo, algo que se
nota más en las poblaciones rurales como la nuestra, que poco a poco se van
despoblando.
En las parroquias esto se nota
también, pues se van quedando cada vez más vacías y apenas hay relevo
generacional para continuar con la labor pastoral y de celebraciones
litúrgicas.
Las consecuencias ya las vemos, escasez
de sacerdotes y seglares comprometidos, poca demanda de sacramentos como
bautismo, comuniones o matrimonios, menos donativos.
Todo ello unido al clima de indiferencia
religiosa e individualismo que hace que nuestra parroquia y todas las de
las Diócesis en general, vayan en declive.
El problema más urgente de todos es el
sostenimiento del templo. Desde hace unos años presentaba daños en la cubierta, pero en
los dos o tres últimos la situación se ha agravado y las vigas, con las lluvias
y la humedad se están deteriorando de forma peligrosa. La primera respuesta es
buscar ayuda en el Obispado e instituciones como el Ayuntamiento.
Pero esto sirve de poco si no tomamos conciencia
de que la Iglesia es de todos, porque todos la usamos en los acontecimientos
más importantes de nuestra vida y del pueblo, como fiestas, Semana Santa, bodas
o por desgracia funerales, a parte del valor artístico y monumental que
representa para la villa.
El templo está para servirnos y permanecer en
este servicio por los siglos como hasta ahora ha hecho. Con esa intención se
construyó, por nuestros antepasados. Si no nos preocupamos por él dejándolo
todo en manos de otros, al final un día tal vez nos podamos lamentar.
Pero lo más importante es que la Iglesia la
formamos todos los bautizados. Está formada por un templo de piedras vivas que
somos nosotros. Todos podemos aportar algo como nuestro tiempo e
ilusiones, remando juntos en la misma dirección para conseguir lo que deseemos.
Atentamente, el Consejo es Parroquial, Esperant,
Emmanuel y Paco. (Extracto)
Con sus lógicas idas y venidas por avatares de
una u otra índole, la Hoja Parroquial de Calamocha ya se publicaba, entonces
con mayor periodicidad hace más de cien años, al menos desde 1916.
Fermin Ezpeleta en el Cuaderno Nº9 del CEJ allá
por el cada vez más lejano 1996 nos lo conto. Además, se puede consultar en las
hemerotecas digitales. Su formato y sus preocupaciones, eran muy similares a
las actuales, salvedad hecha que por aquellos años de un siglo atrás,
bautismos, bodas y comuniones eran más numerosas. Editorial, fe, devenir,
sucesos, horarios, viajes, y las cuentas claras, el balance de gatos e
ingresos, siempre escasos.
Pero volvamos al presente, en las líneas
iniciales se plasma la realidad tanto de lo divino como de lo terrenal… y en
ambas situaciones vamos camino de la pardina…
Si bien en lo divino la queja ya era manifiesta
en los años veinte, en lo terrenal, la iglesia se cae, literalmente a cachos
Cualquier tiempo pasado fue eso, pasado, pero
quien sabe si no mejor, o cuando menos diferente. Allá por los años sesenta los
calamochinos, unos con dinero, otros con su trabajo le dieron un buen repaso a
su iglesia, los que tenemos una edad bien lo recordamos en mi caso no por
haberlo vivido sino por haberlo escuchado de mis abuelos, que con mayor o menos
fe, con mas o menos ganas trabajaron en ello
En aquellos sesenta, dos curas Mosén Salustiano y
Mosén Feliciano consiguieron movilizar a toda la villa, así lo cuentan las
crónicas, una de ellas podemos leerla más abajo recopilada por Jose Maria de
Jaime de la hemeroteca del Lucha, publicada de modo anónimo pero hoy sabemos
escrita por don Ricardo Mallén, maestro y cronista de Calamocha, tal y como nos
descubre Fermin Ezpeleta en su último libro en torno al maestro. Desde
Calamocha. Obra periodística. Hoy la solución se antoja mucho mas
complicada y no creo que sea por toparnos con la iglesia.
1. Es costumbre viciosa en nuestra
Administración ejecutar con mucha calma las disposiciones. 1914 (Don
Ricardo Mallén)
Así lo recordaba el calamochino Antonio Sanchez
Gamas semanas atrás en Radio Calamocha:
Sí, empezaron a tocar las campanas todo el mundo
con los cubos corriendo para sofocar el incendio. Y se quitó también, el suelo.
Todo era de madera de la parroquia. Lo levantaron todo, o sea, después del
incendio me parece que fue cuando hicieron la restauración de la Iglesia.
Levantaron todo el suelo de madera y hasta aparecieron tumbas que hay en toda
en todo el pasillo central de la parroquia y después la repusieron. Todo el
mundo aportó algo, los que no podían en plan económico, pues ponían los carros,
ponía los burros para llevar el escombro todo el mundo se volcó