viernes, 6 de enero de 2017

No consta

Se ve que paro un auto en la puerta de aquella casa, ya ves, en esos años, que no había ni aun carreteras, ¡un auto! Casa que si te digo la verdad, no sé, si era un horno, o un molino, ni siquiera recuerdo ya el pueblo, uno de esos de ahí arriba, al lado justo de nosotros, de Calamocha. Hoy cerca, pero entonces lejos.
 
Ha pasado ya tanto tiempo, más de cien años hará de esto. Todos muertos ya. Y ¿Quién tenía auto entonces? Nadie. ¿En qué año dices que nació? En 1915, madre mía.
 
Alguien lo vería, si no de qué. De que te estaría yo contando la historia que ahora estoy recordando, tantas veces sentida, a los abuelos, y a la misma Felisa, y hasta a él, pobrecico, contada por todos con resignación, y como algo hasta maravilloso, como una de esas cosas que pasan, y la suerte que uno tiene de que le pasen a él, por que otros no tuvieron suerte alguna.
 
Paro el auto, frente aquella casa, casi de noche, un día de invierno, alguien los vio, y pudo luego contarlo, pero se fijaron más en el auto, en la novedad, no habrían visto ninguno, en lo otro, poco o nada, tampoco iba con ellos, no les importaba, que hacia allí, a que iba, si se habría perdido o qué, solo podían ser buena gente… A mi ver, apenas estuvo un rato. Lo justo.
 
Contaban, como un hombre muy alto y fuerte, bajo del coche, un mandado bien vestido, el mayordomo de una casa grande, quien fuera, con un niño dormido en brazos, llevándolo como si tal cosa, y un hatillo con algo de ropa, el chofer ni bajo, y si había otra persona más, dentro del coche, nunca se supo, si el señorito, si hombre o mujer, iba o no dentro, padre, madre, abuelo. Nada. El crio, la ropa, y el dinero por delante.
 
Lo dejaron y se fueron por donde vinieron, dicen que alguna vez volvió el coche a lo largo de los pocos años que vivió allí el tío, un huérfano de tantos, uno más, un hijo ilegitimo, como lo quieras llamar, y volvió aquel hombre, el mandao, para dar algún recado y dejar el dinero convenido y asegurarse, y dar parte al amo, de que al zagal, lo estaban criando bien, conforme a lo que se hablase.
 
El tío, cuando allí lo abandonaron, o mejor lo dejaron, llevaba una marca en la espalda, un tatuaje, unas letras, un dibujo, que nadie supo nunca lo que significaba, los abuelos decían que lo habían marcado como a un animal, a fuego, solo de pensarlo aún se me pone la carne de gallina y siento miedo, siempre sentí miedo, con esta parte de la historia. Pero que eso, añadían, el estar marcado, decían los abuelos, también significaba, que había detrás alguien, que lo quería y mucho, y que solo así podría reconocerlo y decirle quien era, cosa que pensamos, nunca paso … Asi vivió, tal vez pensando, que un día se presentaría alguien, quien fuera, hombre o mujer y le diría, soy tu padre, o tu madre, o lo que fuese, y por eso llevas en la espalda, escritas mis iniciales.
 
Vamos aquello, nunca paso, nunca supo de su familia de sangre, aun lo engañaban, pienso yo, diciéndole que llevaba los mismo apellidos y aun el mismo nombre que el padre. Echa a buscar, vete a saber por qué lo llamaron, como lo llamaron…
 
Si algo quieres que no se sepa, no lo cuentes… pues eso, nunca se supo. Su nombre era una marca y nunca nadie la reconoció como suya. Y su nombre verdadero y apellidos, los que el llevo, unos cualquiera.
 
Nadie deja un crio, un recién nacido en una casa así porque sí, pero él nunca supo por qué llego hasta allí, ni de dónde vino, solo tu tío, ya muerto también, su yerno, se interesó algo por todo esto, y en ningún lado encontró nada, ni allá donde decía su carné que había nacido, una capital como otra cualquiera, y del pueblo ese que me cuentas, el que dices tiene apuntado en que nació, jamás sentí nada…
 
Sus padres, los que le criaron, si acaso sabían algo, nunca se lo dirían, agradecidos al dinero que llegaba, considera no iban a saberlo, o cuando menos algo, por poco que fuese, y quienes lo entregaron tampoco hicieron nada por verlo, aunque nunca lo dejaron solo. O eso, nos parece aún hoy.
 
Siempre, tuvo un angel de la guarda, o ángela… Cosas que pasan, aquello, entraba dentro de la normalidad de esos años, y el tío, siempre pensó en salir para adelante, y ni lo preguntaría, porque ya sabía la repuesta. Entonces no se le daban tantas vueltas a las cosas, y era mejor así.
 
A los catorce años se marchó de aquella casa, y del pueblo, aunque no fue exactamente así, no tenía donde ir, así que hizo, lo que bien le mandaron, los padres que le criaron eran mayores, y volvió de vez en cuando, agradecido siempre a aquel pueblo aunque volvió poco, porque luego en la vida todo se torció, si acaso, se juntaban aquí para San Roque, con los parientes, con los que se había criado, unos muertos, otros que se marchaban, aquellos años, como aquel que dice, de nada más acabar la guerra… por ahí están las fotos, no se decirte de nadie, no conozco a ninguno, pero si, tu bien lo sabes, que al tío, lo educaron aquellos padres, como a la mejor persona del mundo, siempre alegre, dispuesto a todo, tranquilo y trabajador.
 
El mayordomo que traía el dinero, el que daba vuelta, quien fuese, un día les dijo que le preparasen la maleta y que se subiese al tren, camino de Toledo para ingresar en la Academia Militar. Su familia de sangre, seria militar, si no de que, lo iban a mandar allí tan lejos, para ser militar, y tan joven,  con apenas catorce años, y tal y como estaba la cosa.
 
Y después de un tiempo allí, el que fuese, y bien joven salió militar, entonces, lo destinaron a Valencia, vete a saber también por qué lo llevaron tan lejos de casa, en lugar de a Zaragoza, alguna razón habría, el caso es que termino, o empezó allí, en la capital del Reino, donde conoció a la Tía Felisa, que ya llevaba allí unos años, y enseguida se entendieron. Los domingos, las fiestas de guardar, la gente de la comarca, se reunía en casa de unos o de otros, donde fuese, y allí acudían todos, las unas que estaban sirviendo, los otros en la mili, otros allí ya trabajando y viviendo, …y hacían baile, fiesta, y el tío iría con los de su pueblo y allí estaba la Felisa…
 
Tal para cual, los dos estaban en las mismas, huérfanos, y solos, o casi, la Felisa, llevaba unos años ya viviendo en Valencia con sus hermanos, ella la mayor, los otros pequeños, pasando penas y calamidades, ellos solos, dándose vida como podían, desde que en Torrijo muriera su madre y su padre, aquel hijo de puta, que decía tu abuela, el carbón más grande que jamás haya parido madre, se desentendiese de todos ellos. 
 
Bien sabia tu abuela, de que hablaba y lo que decia, porque, aunque parezca mentira era su hermano mayor, aquel a quien el cuerpo le pedía jarana y ninguna obligación, aun no sé, como, en una de aquellas, entre unos y otros de la familia, no lo mataron, cuando, les llevo un hijo a cada hermana, por no molestar a sus padres, vamos, que no tuvo lo que hay que tener, y les dijo que se iba de ronda, a buscar mujer y no le esperasen… Con razón la Felisa, jamás quiso volver a Torrijo, se fue, y jamás de los jamases, puso un pie en el pueblo donde nació. Jamás.
 

Se casaron en el 36, a finales de año, cuando la guerra no había hecho si no empezar, y a ellos, por estar en Valencia, les toco hacerla de parte de la república, él como militar, estaba a lo que le mandaban, y se ve, que por esas fechas lo movilizaron, lo destinaron al frente, lo mandaron a la guerra así que tenían que salir de Valencia, al menos el tío, pero la Felisa ni corta ni perezosa, y con más cojones que nadie, ella siempre fue así, ojala toda la familia hubiésemos sido, como ella, ¿a dónde podríamos haber llegado?, vete a saber, ella pensó en casarse y se fue con él, se querían con locura, y a pesar de la guerra, la vida seguía, como lo más normal del mundo, y allá donde fue el tío en la guerra, estuvo ella, siempre lo pudo acompañar, estaba destinado en la retaguardia, en intendencia, y por lo que fuera, aun estando en el frente, podían los mandos llevar a sus mujeres, el tío era Sargento. Quien sea, siempre le busco un buen destino.
 
Y en cualquier lugar de España que te puedas imaginar, bueno, tú también oíste las historias que contaba la tía, estuvieron los dos mano a mano, sin hacer mal a nadie y pensando en salir para adelante y que todo acabase cuanto antes, sin parar de hacer amigos en uno y otro lado, porque la guerra ni iba con ellos, ni casi con nadie…
 
Así fue como vivió en la casa de Manolete en Córdoba, eso que nos contó, ya casi al final, lo de las cartas que se escribían y todo eso, y los días de Guadalajara y por aquí por Teruel y Alfambra, y vete a saber dónde más, y conforme la cosa se acaba, y se ponía fea, los mandaron de vuelta a Valencia, ya como Teniente desde el 38, aquello se veía, que iba a terminar, mal para todos, y en especial para ellos, perdedores, y además militares. Menuda luna de miel, se pegaron, tres años dando la vuelta a España, haciendo un montón de amigos de todos los colores, y en todos lados. Ya nos escribiremos, ya nos veremos… así se despedían de todos
 
Así que pensaron, para que engañarse, cuando ya todo acabo, tendrían que irse de España, que aquí no los querían, aunque en realidad no hubieran hecho nada, bueno, ni ellos, ni ninguno, luchar en la guerra donde les toco y hacer lo que les mandaron…como todos. Los parientes de Barcelona, ya se sabían, cruzaron a Francia, y ellos en cuanto pudieran harían lo mismo o se subirían a un barco, y adonde los llevasen allí irían.
 
El tío andaría preso o vigilado, al acabar la guerra, al terminar todo, lo estaban pasando mal, a la espera de ver ande la echaban, o les dejaban echarla. Cuando un día…
 
Alguien lo mando buscar, lo reclamo, y lo llevaron donde fuese, un militar, un mandamás, vete a saber quién, otro mandado más en su vida que le pregunto lo normal, en aquellos casos, si era republicano, si era rojo, si quería marcharse, si quería quedarse…En resumidas cuentas, ver de qué pie cojeaba y que marchaba llevaba, para decirle que desde ese mismo instante era libre para hacer lo que quisiese, por órdenes de arriba, nadie lo iba a tocar.
 
 Su angel de la guarda, había aparecido, lo había reclamado y había dado el recado de no tocarlo, así que podía marcharse si quería fuera de España y donde quisiese, ellos lo arreglarían todo, o podía quedarse e igualmente le arreglarían todo, de nada le faltaría, con la sola condición de abandonar el ejército, si decidida quedarse en España.
 
Y aquel mismo día, se fue a casa, ya como civil, dejo de ser militar, y tal y como le dijeron, se ocuparon de todo, y de nuevo, un mandado, fue a buscarlo y lo llevo a a una carpintería, a una fábrica de muebles, donde trabajaría hasta prácticamente el mismo día en que murió, tratando de alcanzar la jubilación y poder descansar. Nunca les falto de nada, siempre estuvieron muy bien relacionados, conocían a todos los que mandaban, militares y civiles, vivieron bien, pero era como si al tio le faltase algo, su mundo, estar rodeado de militares, … los cuarteles, los compañeros, que tuvieron mejor suerte, lo abandono su familia al nacer, el ejército al llegar la paz.
 
Murió cuanto tu tenías diez años, aún te acordaras de todo y en especial de, él y la Felisa, cuando venían ya a última hora con el coche, cuando por fin, pudo sacarse el carne, comprar el auto y conducir, era su sueño…aquel Renault Gordini tan feo y que a él le parecía un Mercedes, y siempre se estropeaba antes de llegar a Calamocha.
 
 Aquella vez en Monreal, otra también y aquella ultima en el cementerio mismo de Torrijo, habrá que entrar al pueblo a pedir ayuda a la familia le decía el tío, para provocarla, antes me tiro a la vía o al rio, que vuelvo a Torrijo, ya parara alguien y nos ayudara. Eran otros tiempos, y la gente paraba y ayudaba… Así que nos decían, iremos tal día, madrugaremos y a comer a Calamocha... Y llegaban a cenar... Aquella primera vez que vino con el coche, os subió a vosotros y al abuelo y os fuisteis a Santa Bárbara, nada, que no llegasteis, porque casi se quema, a mitad camino, os toco volver…era su sueño.
 
Murió de cáncer, al poco de San José, en el año 78, con esa manía que parece tener dios, de llevarse primero a los mejores, como te digo, tu tenías 10 años, por eso lo recuerdo, pobre, fue casi el primero en marcharse, con poco más de sesenta años…
 
La historia no acaba aquí, bien lo sabes, ni tampoco acabara hoy, ni acabo con tu otro tío, con su yerno, al buscar su partida de nacimiento, su rastro… no consta nada, no hay libro alguno en el que aparezca, ni sabemos si estará bautizado, luego se le metió en la cabeza a tu otro tío, si en realidad nació ahí arriba o no, no sé de donde se sacó que nació en ese otro pueblo, hablaría con alguno de donde lo criaron, pero si nadie lo sabía, ni nunca sentí tal cosa… Menos aun iba a saberlo un cualquiera de aquel pueblo. Eso fue ya a lo último, los veranos, cuando le dio por hacer el árbol genealógico de la familia y ver que con la suya no acababa y con la del tío, no podía ni empezar.
 
Bien recordaras todo lo que paso después, una vez muerto, en aquellos años, cuando en la tele se empezaba a sentir, que iban a reconocer a todos los militares, fueran del bando que fueran, a los heridos de guerra, a las viudas… y todo aquello.
 
Llego un día, que la Felisa, decidió salir de casa, madre mía con lo que a ella le costaba moverse, más cuando se trataba de algo suyo, porque si era por hacer un favor a los demás, le faltaba tiempo para remover lo que fuese menester con todas esas amistades que tenían hasta conseguirlo. Lo daba todo. Pero para ella...
 
Por fin un día, ya sabes la tía, siempre estaba en contra de todo, y más de los que gobernaban, nunca le parecía nada bien, con todos congeniaba, pero de nadie se fiaba,…Siempre pensaba que las cosas se podían hacer mejor.
 
Entre la familia siempre se comentó con tristeza, que eso de que la republica perdiese la guerra, estando ella de su parte, resulto inexplicable. El caso es, y termino ya, que ella se presentó donde fuese, allá en Valencia, a reclamar lo suyo. Y la sorpresa que se llevó, fue grande, una más, aunque también es verdad, cualquier cosa se podía esperar después de la vida que habían llevado.
 
Vinieron a decirle, que no tuviera tanta prisa, que esperase a que su marido muriese, para reclamar la pensión, y que de paso, volviese mañana con su marido para reclamar primero la jubilación militar que le correspondía… La Felisa, todo lo que escucho aquel día, que no fue poco, siempre trato de explicarlo como pudo, en no pocas palabras, de la mejor manera posible y sin exaltarse demasiado, a saber:
 
El tío estaba vivo, y seguía perteneciendo al ejército, a efectos de la llamada administración, toda su vida había sido militar, y es más, vivía. Su familia de sangre, su angel de la guarda, la marca en la espalda, que siempre había velado por él, lo hizo hasta el final,… En realidad, no lo echaron del ejército, … para que llegado el día del retiro, tuviese su paga…
 
La faena, en adelante, fue suya, tuvo que demostrar que el tío, estaba muerto, y el tío era  alguien que ni siquiera constaba que había nacido. Años se le fueron a la pobre, en lograr la partida de defunción, de alguien que había vivido sin haber nacido… no consta, le decía, no consta… ni padre, ni madre, ni lugar de nacimiento. Al final, le reconocieron como viuda de militar, y vuelta a empezar otra vez, pásmate, como Cabo Primero…. ¿Por dios, pero si era Teniente en el 38?
 
La cosa iba para largo, y ya para entonces decidimos poner el teléfono en casa aprovechando que llegaban a Calamocha los teléfonos automáticos y aquello parecía no tener fin, hasta ese día, llamaba los sábados al medio día a casa de Mariano y la Piedad. Se nos iban las horas en el teléfono.


jueves, 1 de diciembre de 2016

La tierra quedará yerma

CALAMOCHA Y YO (VI)

YERMO I

LA tierra quedará yerma
En un año, tal vez dos
La tierra quedará yerma
Me provocan, que venda
No lo haré, no puedo, no es mía

La tierra se ha de trabajar
Aunque ella no quiera
Os la doy, les digo, pero no os la vendo
Si queréis sembrar hortal, ahí la tenéis
La tierra se ha de sembrar
Pero, solo quieren comprar

Les parece vale algo
Y yo no veo valga nada
Aunque no tenga precio
La tierra quedará yerma



EMIGRAR II

HE de mirar las escrituras
Ver cuando la compro tu abuelo
Habrán pasado cien años
Desde que emigro de Torrijo
Y bajo a Calamocha

Uno tras otro, primero él, luego yo
Hemos sembrado este corro del Ventorrillo
De esta tierra hemos vivido hasta hoy
La tierra se cansa, yo me agoto
Y en un año, tal vez dos
La tierra quedará yerma
Cada verano, el Tío Blas
Antes de volver a Francia
Sembraba las espinacas



LA CASETA DEL PERAL III

¿TE acuerdas?
Allí en la tarjadera, para guardar el cajero
Tu abuelo planto un peral
Que peras más buenas, y que sombra
Hasta una casilla con cuatro palos hizo
Y un par de sacos, de leche en polvo para los tocinos
Piensos Z, amarillos, blancos y verdes, por si llovía
Para guardar la azada, cuando con ella ya no podía
La azada, la sal y el tabaco
Cuando ya no podía, se sentaba a fumar, y comerse un tomate
A la espera de que yo llegase

Que poco le va el huerto a este tío
Decía de tu tío Jesús, su hijo
A escape me dejo la herencia
No quiso saber nada, no salía del Fidalgo
Café, copa y guiñote, que bien hizo
Había que trabajar

El peral se secó, aún con el agua a los pies
El mismo año que murió tu abuelo
Dejé el tronco, por ver si retoñaba
La naturaleza es sabia, pensé

Las ramas fueron a la gloria
Tu abuela las quemo
Cuando todo se aprovechaba
Nos dieron calor en invierno
Entonces hacia frio, helaba

Luego, cortamos el tronco
Y aun anda por casa
Lo lleve a lo de Soriano
Y sacamos dos tablas
Para hacer una prensa
Y sangrar los jamones
Cuando lo del Carretero termino




LA MIMBRERA Y LOS CESTOS IV

¿TE acuerdas?
Ahí entre la acequia y el reguero
Había una mimbrera
Valía poco, decía Gargallo
Todos años la podaba
Venias y ya no estaban los mimbres
Están capuzaos en la verde alberca
Nos decía en la fresca
Llena con el agua clara del pozo
Para poder navegarlos

Entonces, cuando aún se necesitaban cestos
Había patatas, había uva. Gargallo los tejía

¿Has sentido a Juan José?, esta tarde
Cuando al salir de casa
Juan Jose, es el yerno de Gargallo
Ha tirado para la suya y con las manos, mirando al cielo
Ha gritado, ¡qué pena, que pena todo!
Yo creo, ha llorado
Se ha visto en el Barrio, hace treinta años
Los matatocinos, las noches de fresca, los veranos…

No sé qué paso con la mimbrera
Si la mate o murió, ya no me acuerdo de todo
Pero no se ve ninguna
No me extraña que Gargallo
No quiera volver a casa




LA SOMBRA DE LA NOGUERA V

¿TE acuerdas?
Luego la trápala con la noguera
Mírala, ahí esta
Sera lo único que quede
Cuando ya no estemos ni tú ni yo
Nosotros, como tontos
Nos empeñamos en matarla
Le haríamos, le echaríamos de todo
Y ahí sigue… vive y crece despacio
Como no queriendo hacer estorbo
No nos quiere ofender
La sombra de la noguera es mala
Cuantas tonterías se oyen
Tantas como se dicen

Apenas da sombra a la tierra
Allí me siento cuando me canso
Y levanto la vista más allá de la Fábrica de Mantas

De la vía por donde pasaban los trenes
Caminreal-Calatayud
A la Dehesa del Tío Colín
Antes llena de viñas, daba gozo mirar
Ahora, parece un polígono como aquel de Daroca
Sin vida. Ni aun ribazos quedan
La noguera seguirá aquí, cuando yo ya no este
A no ser que haga la del peral
Ese día la cortas, y te la llevas a casa
Para algo os servirá


LOS CHOPOS ABANDONADOS VI

¿TE acuerdas?
Allá en la otra parte, cara la torre
La mala sombra que tenían aquellos chopos
Les dieron una poda, no se sabía ni de quien eran
Para que no dieran sombra
Y salieron unas ramas como nunca se vio

Y así hubo unos años, que ni arriba ni abajo
Hubo cosecha
Su sombra no dejo crecer nada
Ya los podaran, dijimos
Pero no sabíamos quién lo hizo
Ya nadie vino, después de cortar los de abajo
Esos que paraban el coche al dar la vuelta

Echamos alguna rama abajo, y el sol volvió
Un día, tras una tormenta aparecieron quemaos
Les ha caído un rayo dijimos
Pero todos lo supimos, alguien les pegaría fuego
Ya están muertos, sin necesidad, y cuando caigan
Enrunaran la acequia, levantaran el camino
Criaran setas unos años
Las mejores, vendrán y se las llevaran




EL VADILLO VII

¿TE acuerdas?
Sólo un año, lo dejamos yermo
Para que descansase
Y te acordaras que no fue así
Plantamos panizo, porque decían
Regeneraba la tierra. La oxigenaba
Lo mismo que ahora nos hace falta a nosotros

Y llevamos el hortal al Vadillo
Allí entre el Polvorín de Cantavieja
Y la casilla del pobre Chato el Esquilador
Sembramos medio robo, y el resto panizo

Allí también panizo, para llevar al molino del puente
Mezclar con trigo, y tener harina
Harina y agua, la chura de los tocinos
Las putas de las gallinas, como tu abuela decían
Antes se dejan morir, que comen panizo

Con tu abuelo Jose, y el tío Manolo
Labrada la tierra por la yegua del Mocete
Tableada como una alfombra
Daba gozo verla
Un sábado que hacia muchismo frio
Sembramos a cordel y punzón
Nueve robos de panizo
¡Que hortal más bueno, aquel año!
Con el agua del rio hasta la cintura
Que fresca y que buena en verano




LA TIERRA CANSADA VII 

¿TE acuerdas?
El domingo, el único día que no me subía al camión
Limpiábamos en sacos el fiemo del corral
Y con el Citroën lo íbamos acercando al huerto
Domingo tras domingo, de casa o de la era
La tierra necesitaba bien poco para criar
Era un vergel…

Pasaba un día Perico y lo labraba, sin ser menester decirle nada
O Malaco con el Pasquali, o ahora Feliciano
Luego remolques de fiemo hasta los topes, con algún tractor
Colin, el Gato, hoy ya Ruiz. Que fiemo más bueno
Y hoy, te las ves y te las deseas, para coger algo
¡Esta tierra cansada…!

Hoy sin abonos de todas clases
No se cogería nada, aunque lo embotes de fiemo
Abonos y venenos, todo los días
Con la mochila y el saco a cuestas
En las tiendas, esta todo mejor y mas barato

En aquellos años, cuatro gusanos de la patata
Los que trajeron los americanos, y poco más
Sulfatabas una vez de lo que te sobraba del Riachuelo
De las patatas sembradas para vender, y te olvidabas
Echabas el medio saco de abono, porque no se abandonase
De lo que te había sobrado del trigo de los Molinares, y listo
La tierra era un vergel

Y aquellos años, que todo se ponía royo
La lluvia acida de la central de Andorra, decían
Verdad seria…
La cosecha verde y en flor de cualquier manera
Hoy abonos, y venenos, siempre a cuestas…
La tierra de nuestros padres está cansada
Algo hemos hecho mal




AGUA PERDIDA IX

¿TE acuerdas?
No teníais ni el carné y cogíais el coche
Al Castillejo a poner las tablas para regar
La traviesa en el rio, dejaba pasar un geme de agua
Pero en verano, era menester más
Con Gargallo la pusimos, siempre cavilando

Dejaba el camión de Hernández
Y al huerto a terminar la tarde
Regar y cargar el coche
De vuelta a casa pasadas las diez
Cena y aún fresca
Y a la mañana siguiente
A las cinco camino de Zaragoza
A llevar baldosa al Actur
Dos viajes al día, con el Pegaso Comet

El rato del huerto, en aquellos veranos
Lo mejor de esta vida, el coche hasta arriba
Bisaltos, habas, los ajos para San Cristóbal
Las cebollas, dando el mango
Y ande quedaba pipirgallo para enramarlas
Las patatas tempranas para Santiago
Los primeros tomates en San Roque
Pepinos, calazabas, judías, acelgas, borrajas..
Todo parecía crecer solo
Y caracoles a mansalva las tardes noches, de riego
Lo mejor, del huerto, el riego, al agua perdida
La vida corría




VERANO DEL 2016 X 

HOY te hablare como Perico
Me habrás de perdonar, maño
Si ves alguna mala hierba
Y no me agacho a quitarla
Las unas no las veo
Las otras se me apoderan
Ya no llego a todo
Me sobra tierra, me falta aire

Y ahora te hablare como Gargallo
Malas están las patatas
Cada año peor
Les ocurre como al amo
Pero con las pocas que salgan
Y otras tantas que compremos
Mal ha de ser que no pasemos el año




MURIERON LAS FRESAS XI

NO han quedado fresas
Con el corro que había
Se han muerto casi todas
Volverán a echar, tardaran
Ya no lo veremos
Esas judías que ves
Son las que me diste
Las semillas que tú compras
Yo las siembro
Casi dan pena, tan buenas, y sin fruto
Esas coles lo mismo, veremos si prosperan
Lo único que vale, es el forraje
Las acelgas, y la borraja
Esas lechugas, nacieron espigadas
Los tomates y pimientos, tan buenos
Se jodieron con el último hielo
Lo mismo que las almendras
Dos cosechas en cuarenta años
Las cebollas, valen poco
O las pisas o no dan el mango
Ahora si quieres, tienes cebollas todo el año
Ya no sabes por donde tirar…

Y lo poco que quedo en pie, todo pardina
Aquella pedregada hace un mes
Se nos llevó por delante la única tierra que nos queda
A las calabazas y pepinos, ya no sé qué hacerles
De todo les echo,…
La tierra se cansa, yo me canso
He perdido la mano

Miro otros huertos, y me parecen vergeles
El de Malaco mismo, aún con hierba
Tiene de todo, sin envidiarle a ningún valenciano
Cuando me apetece algo, de allí lo agarro
Hasta flores cría, para subirle a la pobre Carmen




LA VIDA PÉRDIDA XII

¿TE acuerdas?
La vida que había entonces
Ahora hay tardes, que no me cruzo con nadie
No se siente un alma, ni un pájaro, nada
Todo yermo, todo seco, ni aun camino ha quedado
Pasa alguna moto, algún todoterreno
Corriendo, sin faenas, a ninguna parte
Que felicidad debe ser eso
Ya ni los tractores pueden pasar
Pronto será tan solo una senda

Hago el camino, con la bici andando
Algún paseante… pero casi ningún hortelano
Si acaso, pasa Eduardo, como siempre pasó
Antes había días que charrando en el camino
Ni subía a dar vuelta

Venia Gabino, y decía
“Cuando mejor se come en casa es cuando hay invitados”
Subía Jorgete, mi quinto, a charrar
Y aparecían los Tajadas
Cada dos por tres los hermanos limpiaban la acequia
Uno con la azada, otro con la pala, pim, pam… venga zanago
Y ya sentías llegar con prisa a Manole, a Paco, con la moto
Y a Roche a lo de Fermín, a lo de Santafé, tras el ultimo autobús
Y Minino que iba y venía, con su andar pausado
Algún pastor que pasaba, las del Opus caminando
El camino de barro por el riego
El Tío Patillas con las ovejas
Moreno a pedir el agua…
Los Avaros a encaminarla de cara a la noche
Layunta, Manuel el Ronquilla
Había vida

Mira si llevamos esta tarde, rato aquí recordando
A unos días de San Roque
Sin ver pasar un alma
Esto está muerto, allá donde mires, muerto

ELEGIA
A La Serrana. El huerto del Ventorrillo


sábado, 1 de octubre de 2016

El Rabal, bien vale una Salve

Meses atrás, alguien unos años mayor que yo, recordaba con cariño los domingos de la niñez en el Rabal, cuando las campanas del Santo Cristo, le despertaban a eso de las nueve y media.
No le di más importancia, simplemente, pensé, que bien dormía yo en aquellos días, pues no las oía, aun teniéndolas tan cerca, a mí siempre me despertaban las "lejanas" campanas de las monjicas y poco después La Moracha cuando a eso de las diez y cuarto pasaba a casa y le decía a mi abuela: Niña ya se siente tocar el segundo en las Monjas, me bajo a misa, a goler, ¿te vienes?, aunque ya sé que no.
Ya nos han jodido
¿Y ahora qué coño harás? Le preguntó mi abuela Rosa a la Carmen La Moracha, quien sin dudar, vino a contestar: Que cojones quieres que haga maña, conmigo no cuenten, que me olviden, que no es mi santo. Yo a la misa del Santo Cristo que van a poner, no pienso ir, a la Salve y la Novena, no lo dudes, que te acompañare y no faltare, pero los domingos, hare lo que he hecho siempre, y a tomar pol culo.
Me bajare a la misa de las Monjicas, la del Santo Cristo, te la dejo para ti, y para todas esas que no van nunca a misa los domingos, porque les cae lejos la plaza y tienen muchismas faenas ¡Y atente maña!, ahora, todas esas desustanciadas que no van a misa los domingos, perderán el culo por ir a oler al Rabal.
Maña, os jodis como podáis. Y es más, una cosa te voy a decir, si viene jodiendo la marrana, como parece que ha venido este cura, que quiere cambiarlo todo, pues no dicen también, que no va haber misa los domingos por la tarde, que ha quitado la de las ocho, y que coño van hacer las beatas del Peirón, pues, lo que hablamos, como me toquen mucho los cojones y me quiten la misa de las monjicas, no pienso ir a ninguna, a mi entierro si acaso, que me lleven y se acabó.
Mi abuela, zanjo el tema, poco más o menos así:
Ya se sabe maña, los curas siempre dando pol saco, como los de rabal, no vamos a misa los domingos, habrán pensado, vamos a joderlos a estos que no hacen más que alcagüetar, y se creen que no necesitan ir a misa como todos.  Vamos hacerles ir a misa…
Aguarte niña, no quedara otra, que ir, yo tendré que ir, si no será un dijenda, que si una va, que si otra no va, y para algo que nos traen a la puerta casa, aunque sea una misa, no vamos a decir que no, no te parece, los hemos de joder bien, la hemos de llenar todos los domingos.
No cale darle más vueltas, la cosa es así, y nunca cambiara, hasta última hora nos joderan cuanto puedan, pero no podrán con nosotras.
Y a los del Peirón también
Quien ha de tener la culpa, si no los curas, de todo cuanto nos haya pasado, pase y este por pasar, y en este caso, al menos hasta hace unos días, no había otro culpable, que no fuese el mosén recién llegado, un cura de por allá arriba, de un pueblo cercano a Teruel, quien al parecer la había tomado tanto con los del Rabal, poco amigos de misas y de sagradas historias, como con las beatas del Peirón, que gustaban de salir los domingos al ponerse el sol.
Resumiendo, hasta hace cosa de unos treinta años, ya más, en Calamocha había tres misas los domingos, a saber, la de las Monjas a las 10:30, la mayor a las 12:00 y por la tarde sobre las 8:00, aunque creo recordar que sobre las cuatro había otra en las Monjas. Amén de lo cual, nunca mejor dicho, la misa diaria de por las tardes los días de hacienda.
Sin embargo, mientras todo eso tenía lugar en el Peirón, en el Rabal, había dos misas al año, si, tal cual se lee la cosa, dos misas, o más bien una porque a la otra, solo iban los “curitos del Poyo”.
El rabal bien valió una misa
No era de extrañar, que los Rabaleros, a la vista de cualquier recién llegado, y el Mosén lo era, anduviesen escasos de manifiesta fe. Y es que allí en la ermita del Santo Cristo, aunque pueda parecer mentira, hasta hace cuatro días, esos escasos treinta años y pico, se celebraban dos misas:
Una el tercer domingo de mayo, cuando el pueblo del Poyo se acercaba y aún se acercan en romería al Rabal, y otra misa, el día del Santo Cristo el 14 de septiembre, Exaltación de la Santa Cruz, fiesta grande en toda Calamocha entera y verdadera, todo cerrado, todos a la Salve, misa y novena… y se acabó. Ni una misa más. El Rabal bien valía una misa.
Así pues, comenzar a celebrar misa todos los domingos, revolucionó el Rabal en lo humano y lo divino… dado que aquello solo fue el principio de lo que fue llegando y aún falta por venir, porque si, todavía falta por llegar los más importante, y es que el Rabal, bien vale una Salve, o mejor dos, por todo lo alto.
Sin ir más lejos, fue llegando la Semana Santa de aquellos años, cuando lo mismo vimos el vía crucis del jueves con el Ecce Homo a la cabeza y en solitario, dando pionero ejemplo, pasar por la puerta del Cuartel, sin atreverse a parar, que llegar al Santo Cristo, desde donde acabaría saliendo, y aún vimos más. Comenzar la Semana Santa con la procesión del Domingo de Ramos, aprovechando que la liturgia así lo dice,…
En los lugares donde haya dos iglesias, la procesión ha de ir de una a otra… y en aquellos días, en Calamocha, al parecer solo había dos y una de ellas estaba en el Rabal… Tan solo nos faltó, en estos últimos años, ver a San Roque tirar y subir al doblar el Cantón a la derecha, la tarde noche de San Roquico y bailar con la fresca camino del Santo Cristo. Todo llegara.
Pero aquel cura recién llegado, hoy sabemos, estaba libre de pecado, no fue idea suya, ni muchísimo menos, la de llevar por el camino del bien a los Rabaleros, ni la de hacer llegar la semana santa tan lejos, ni hablando de San Roque, comenzar la ofrenda de la Virgen de la Asunción, desde las puertas de la ermita del Rabal.
Mayormente, todo fue obra, o gracia, o culpa del Dichero Olvidado, quien llegadas las pasadas fiestas encontró el momento de confesar tales atrevimientos que ya no le duelen si no reconfortan, frente a otros que están por llegar y que a ratos le duelen y a ratos le joden, como jamás podremos imaginarnos.
El Rabal bien vale una salve
Ocurrió todo en el momento previo a la Salve de este año, cuando sentados en el coro, esperábamos entre un murmullo de expectación insoportable, el comienzo de la misma, fue entonces cuando Don Jesús Blasco, contó todo esto que hoy recuerdo, bajo el eterno murmullo del silencio calamochi:
Me han dicho los de la comisión, que mañana este por aquí cuando den los premios, me van a dar un detalle. Les he preguntado por qué, si este año no les he ayudado nada, es más, lo poco que les he sugerido renovar, sacar la salve a la calle y las balconeras, no me ha hecho ni puñetero caso, y el año pasado tampoco ni hice nada, ni caso me hicieron, otros años si que he hecho algo, la charla en la ermita, la visita guiada… total que los de este año, que son muy majos, me van a dar algo, porque me lo merezco, porque algo habré hecho o algo hare. Así que allí estaré.
Mejor eso que no, que te encorran a gorrazos, por querer cambiar las cosas, la de hostias, que me he llevado y me quedan por llevar, con perdón. El caso es que si supieran todas las cosas que he hecho y no saben, más que un detalle, me daban el Santo Cristo entero.
O cuando menos me ofrecían la casa, para el día que me vaya de la de mis padres, la casa para que me hiciese ermitaño, casi lo único que me falta por hacer y ser, aquí el en Rabal, a los cuatro días iba a dormir yo aquí mismo en el coro, porque lo primero que haría sería pegarle fuego, para tirarla y dejar la plaza diáfana… Pero para eso todavía es pronto.  
Ahora de quien más gorrazos me he llevado, por no decir hostias, por traer cosas a la Rabal, fue de un mosén recién llegado hace unos treinta años o más, cuando dije yo, esta es la mía, hora de proponer cambios,…
Tu sabias, que hasta ese día, vosotros los Rabaleros, con dos misas, mejor dicho, una, pasabais todo el año, y que fue por entonces cuando empezó haber misa todos los domingos…

Puede parecer que esto de la misa los domingos en el Rabal haya sido cosa de siempre, pero nada más lejos de la realidad… y no veas con la Junta de Semana Santa y el cura, para traer cosas, hacia aquí… Si quieres te lo cuento y tomas nota. Que se sepa. Y la misma pelotera o mayor en el ayuntamiento con las fiestas, para que el día de la Virgen, la ofrenda saliese desde aquí.
Contado ha quedado ya, y hoy, con las Balconeras al viento, lo que le quita el sueño, es renovar la Salve, ese instante mágico, privilegio de unos pocos afortunados, ante el desconocimiento de la mayoría.
Y a lo igual que hace más de treinta años, la misa fue al Rabal, por no ir los del Rabal a misa, ahora deberá ser la Salve, con mayúsculas, la que salga al Rabal.
Donde hay dios, no manda santo, y eso bien lo sabe San Roque, que al Santo Cristo siempre lo llamó Jefe. Tan es así, que las fiestas de San Roque acaban el mismo día que empiezan las del Santo Cristo, el mismísimo día de San Roquico, cuando al concluir la procesión, se sube al rabal a cantar la Salve, en la cual el pueblo de Calamocha da gracias a Dios, por haber terminado las fiestas con bien.
Pero ni yo mismo, por mucho que me lo propongo, logro ningún año llegar, termina la procesión de San Roquico y sale a escape la comitiva y la banda, con media docena de acompañantes, camino del Santo Cristo… Pero, ¿cómo hacer brillar un acto así, en medio de la vorágine sanroquera?... A buen seguro el Dichero Olvidado, sabrá por dónde tirar. ¡Que inventen otros!
Sin embargo, esa otra Salve, la mayor, la inmediata al fuego de la hoguera, hoguera que algún día, su encendido, será un premio, para quien bien se lo merezca, tarde o temprano Don Jesús la encenderá, esa otra Salve, aun gozando de buena salud, podría resultar espectacular.
Cinco minutos del cielo en la tierra allá en el Rabal, si se consiguiese de algún modo “sacar fuera”, para todos aquellos que ni caben, ni entran, apagar las luces, las músicas, tirar de la megafonía de San Roque, e incluso de la pantalla gigante…
Algo habrá que hacer no tardando mucho, Calamocha, conocerte para quererte,… con la Salve pasa igual, ¿cómo quererla sin conocerla?
Acabada la Salve, donde el Dichero Olvidado, cantó como los ángeles encaramado al coro, en un latín perfecto y de memoria, que envidiaría cualquier ensotanado, ni muchísimo menos había terminado de contarme, tanto como pretendía, y el encendido mismo de la hoguera, nos pilló en el porche, donde antaño cabía la orquesta, y continuo hablando entre el fuego purificador, donde un año más los Rabaleros, no quemamos a nadie, antaño al menos ardía un muñeco, y esto lo puedes contar, y esto no, me decía


El Rabal en llamas
La hoguera, aquí en la puerta de la ermita o allí en la de Inocencio, me parece igual de bien, y el tamaño, ideal, no cale más,.. Al menos aquí tan cerca del Santo Cristo, con poco sobra, no vaya a ser que le peguen fuego a la ermita y arda el cristo. Por cierto, no sería la primera vez, por que como bien sabrás, se quemó.
Y ese hecho ocurrido hace un montón de años, del que todos habíamos oído hablar, en realidad, yo ya no sabía si era o no verdad, leyenda o realidad, así que hace un tiempo me propuse descubrir la verdad y comencé a leer papeles de aquí y de allí, perdido total estaba, y di más paseos que un tonto, porque no sabía casi nada, lo que contaban que si se quemó o no se quemó, y lo que era peor, cuando pudo ser,…
Al final, pude constatar que ciertamente el Santo Cristo se quemó, a eso de las once de la mañana un no tan lejano jueves 12 de mayo de 1904, a escasos tres días de la llegada del curitos, y como no, los del Rabal no tuvieron nada que ver. Toma nota.
No seré yo quien diga quien o quienes estuvieron a punto de quemar no solo al Santo Cristo si no a la ermita entera, pero si te diré que por la fecha en que ocurrió, cerca de un tercer domingo de mayo, fecha que te sonara de algo, día en el que había una de los misas en el Rabal, y a la cual no iba ningún Rabalero por no ser cosa suya… una de dos, o fue un rabalero resentido con los poyeros, para aguarles la fiesta, mejor dicho ahumarles la fiesta, o un poyero en los preparativos de la romería… o un simple accidente dado que la puerta, estaría de par en par, y alguien que entrase a dejar un exvoto, a rezar,  a poner una vela, se le fue la mano… Oh, vete a saber tu, uno de Navarrete
Sin embargo los Rabaleros, sabiéndose solos contra el mundo, aunque no iban ni a misa ni de romería, estaban vigilantes, apostados tras las puertas, gateras y ventanas, vigilando  todo lo que en su noble barrio acontecía entonces como ahora poco ha cambiado, y a escape se dieron cuenta que salía humo de la ermita, y fueron corriendo a ver qué pasaba y así pudieron apagar las llamas, sin pasar la cosa a mayores.
Al parecer, alguna vela prendió el fuego y si los pobres los Rabaleros no llegan a estar atentos como lo están siempre a todo lo que pasa en sus calles, se quedan sin misa por los siglos de los siglos.
Ahora que tampoco sé yo si eso de la misa les importaba mucho o no, pero el Santo Cristo, como ya veras, sí que les importaba y mucho…
El destrozo fue considerable, pero al santo solo le llego el fuego a los pies, hasta poco más allá de las canillas, vamos, que no ardió pero casi, si tardan algo más, ahora tendrían al Morenete, y casi se empeñan en ello… en cualquier caso, cuentan las crónicas, que el Santo Cristo, acabo hecho un cristo, un Ecce Homo… y que aquello parecía el acabose. Bueno, pues como te cuento, apagaron el fuego, y a casa,..
Pero que te voy a contar a ti, que eres Rabalero, de cómo sois los del Rabal, prácticamente perfectos, así que como no pasó nada, ahí quedo la cosa, no os preocupasteis de más, para que, cuando llegue la fiesta, pues ya veremos, a verlas venir… y así otra vez, tuvieron que venir de fuera, como aquel que dice, del ayuntamiento de Calamocha, escrito esta, a tomar cartas en el asunto y arreglar el destrozo.
Al día siguiente es cuando se produce un pleno en el Ayuntamiento al que asisten muchas personas, al menos dos, entre ellas el cura párroco Domingo Garcés y el alcalde Don Celestino Fernandez Lastra, con el fin de evaluar los hechos… pues bien sabían, que si esperaban algo desde el Rabal, llegaría el día de la fiesta, y aun estaría todo patas arriba, decidiendo tomar cartas en el asunto, por la via rápida, antes que los del Rabal, les pidiesen cuentas…”¿oye, y con nuestro Santo Cristo, que teneis pensado hacer, como lo vais arreglar…?”

Y otra vez los Rabaleros, atentos a lo que pasaba por su calle, esa que baja a Calamocha y por donde todo dios ha de pasar, que se dan cuenta de que entran a la ermita, y sacan a su Santo Cristo, y se lo llevan a la “herrería”, así, sin más, sin encomendarse a Rabalero de bien alguno, herrería que yo entiendo, estaba ahí mismo, donde luego empezó el Pilero… ya ves que son dos pasos, que no son más, pues menuda se preparó en cuanto que los tuyos vieron que los del Barrio Bajo por orden del Señor Alcalde de Calamocha se llevaban al Santo Cristo a la herrería para embalarlo y mandarlo a Zaragoza a restaurar,..
Se armó la de dios es cristo, no corrió la sangre, pero cuentan que falto muy poco, salió todo el Rabal entero y verdadero y que venga el Sr Alcalde y dé la cara, el cristo no sale de aquí, no vaya a ser, que nos lo cambien…
No hubo forma, no dejaron que se lo llevaran…y lo volvieron a llevar a la ermita, dejaron dicho al alcalde que de allí no salía, que por supuesto, había que restaurarlo y arreglar la ermita, pero que mandase llamar a quien fuese, y viniese a la ermita y lo restaurase allí mismo, que de allí el cristo no se movía, y que si no, así se quedaba,… Viva el Santo Cristo Socarrao, debió decir el alcalde en el momento de cruzar las cuatro esquinas y respirar algo de paz y sosiego, quien de buena se libró, y a quien no le quedaron mas coquines, que hacer venir al restaurador, y no a uno cualquiera, sino al mejor…

¡Viva el Santo Cristo Socarrao!
Total que el Sr Alcalde, os debía de haber fusilado a todos, y seguro que más de uno y dos de los que ahora están aquí viendo la hoguera no estarían… Mando pues el ayuntamiento llamar al celebre escultor, ni más ni menos que valenciano, Don Francisco de Borja, la creme de la creme, y le hizo venir a Calamocha a restaurar la talla, y ya que estaba aquí, y venia de tan lejos, a escape los del Rabal, vieron la ocasión, de que si me pones cuarto y mitad de esto, y un poco de aquello, y que te parece si… le hacemos un altar conforme dios manda.
De modo que no solo fue la restauración, que también, se hizo el altar que ahora vemos… Y quedo todo bonito, precioso, ni una queja, cuando hubo estado todo acabado, era el orgullo de los Rabaleros, mira qué bonito lo han dejado, ya nadie podrá decir aquello de ¡Viva el Santo Cristo socarrao!…
La única queja, llego más tarde, o en ese mismo momento, por parte del ayuntamiento, en concreto del Sr Alcalde, quien postrado ante la Dolorosa, imploro a los del Rabal, que de algún modo colaborasen en el pago pues la factura era de aúpa para lo que en un principio estaba previsto, setecientas pesetas costo la restauración y mil el nuevo altar, cuyo cobro, al verse el percal rabalero el bueno del escultor, reclamo a tocateca, lloro el Alcalde como una madalena, rezo cuanto supo, pero todo fue en vano, los del Rabal no quisieron hacer esfuerzo alguno a la hora de pagar… la restauración era cosa del pueblo, de Calamocha debisteis pensar, y al Alcalde no le quedó otra, que pagar. Y hasta aquí, te puedo contar…
Todo esto que me cuentas, contare, y tal vez, le dé ese toque del realismo mágico, cuasi fatalista, del camino que sigue el pueblo llano por cambiar las cosas, frente a la fatalidad, el poder y dios, ese humo, que tienen los cuentos de Juan Rulfo, a quien por supuesto, conocerás.
Y no sé lo que te darán mañana cuando la comisión te premie, en cualquier caso, será poco para tanto como mereces, bien podrían ponerte un altar, como los ex votos de antaño, o reservarte, un nicho, un rincón en el lado de la epístola, como el Guardián del Santo Cristo que ya eres, o darte el descanso eterno aquí mismo bajo la puerta de entrada, no cabe ya mayor humillación, mayor gloria que esa, la de ser pisoteado por toda la eternidad, estarías ciertamente entretenido, viendo quien te pisa con cariño y quien no, cuando entren por fin a ver la Salve conforme dios, o tú, mandais.